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  • La devolución de dinero electrónico puede ser en efectivo o a través de una transferencia interbancaria

    Redacción Guayaquil

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    Hasta ayer, lunes 16 de abril del 2018, se implementaron las acciones para el cierre y desactivación definitiva de las cuentas de dinero electrónico, anunció este martes el Banco Central del Ecuador (BCE).

    Este procedimiento se llevó a cabo según lo dispuesto por la Junta de Política y Regulación Monetaria y Financiera, en la Resolución No. 435-2018-M, de fecha 3 de enero de 2018.

    El ente financiero aseguró que el dinero de las cuentas que no fue gestionado por personas naturales o jurídicas se devolverá en su totalidad cuando lo soliciten. Este proceso, así como la consulta de saldos, se realizará de manera presencial.

    Para solicitar la devolución del dinero, las personas deberán acercarse con su cédula de identidad a las oficinas de Atención al Cliente del BCE ubicadas en Quito, Guayaquil y Cuenca. El horario de atención será de lunes a viernes, entre las 8:30 y las 15:30 horas.

    El proceso de devolución puede ser en efectivo o a través de una transferencia interbancaria. En el primer caso, se validará la información en los balcones de Atención al Cliente y luego se hará el retiro del dinero en Caja.

    Para la transferencia, la persona firmará una solicitud en la que indicará el nombre de la entidad financiera y el número de cuenta a la que desea transferir el dinero. Para ello, deberá anexar un certificado bancario de la cuenta de ahorro o corriente. La transferencia se hará efectiva entre 24 y 48 horas.

    En el caso de personas jurídicas, personas naturales con RUC que lleven contabilidad, ex macro agentes, sistemas auxiliares de pago (SAP) y operadores tecnológicos, el procedimiento será el mismo.

    La devolución la podrá realizar a través del representante legal o una persona autorizada; en este caso se deberá presentar un poder notariado.

    Los pasivos y saldos que no se movilizaron se devolverán en un plazo de cinco a diez años, contados a partir de la última transacción monetaria realizada, de acuerdo con la Disposición General Sexta del Código Orgánico Monetario y Financiero.

    Para solicitar la devolución del dinero, las personas deberán acercarse con su cédula de identidad a las oficinas de Atención al Cliente del BCE ubicadas en Quito, Guayaquil y Cuenca. Foto: Archivo / LÍDERES
    Para solicitar la devolución del dinero, las personas deberán acercarse con su cédula de identidad a las oficinas de Atención al Cliente del BCE ubicadas en Quito, Guayaquil y Cuenca. Foto: Archivo / LÍDERES
  • ‘Informática y palabra, su uso efectivo’

    Arturo Castillo. Motivador y profesor de técnicas psicorrelajantes

    Hasta hace poco, la palabra como tal era el medio y la herramienta utilizada por todo aquel que tenía que dirigirse a un grupo de interlocutores. Contaban la elocuencia, la riqueza gestual, el bagaje informativo, las experiencias personales, la habilidad para citar algún dato curioso, alguna anécdota.

    El arribo de la informática dio un vuelco a esta manera ‘doméstica’ de comunicarse, con herramientas sorprendentes, que aun al menos favorecido de los conferenciantes le ha permitido salir del paso.

    Frases píldora, estadísticas, una foto graciosa, unos gráficos, un buen ‘infocus’, y listo. Da la impresión de que cualquiera podría lucirse frente a un auditorio.

    En la práctica, sin embargo, quien desconoce el lenguaje, quien no lo maneja con destreza y gracia, tenderá a abusar del recurso tecnológico, volviéndose dependiente. La palabra tendrá para él un valor tangencial, instrumental. Tratará de deslumbrar con clichés, con frases hechas; repetirá hasta el cansancio lo poco que leyó o escuchó en uno de los repetitivos talleres de capacitación.

    Usará los medios electrónicos con la esperanza de que le cubran las espaldas, que maquillen sus dificultades como orador. Quien, en cambio, utiliza con criterio esos recursos, se toma la molestia de afinar su habilidad para comunicarse.

    Desde otra perspectiva, el buen manejo del lenguaje no debiera restringirse a ocasiones especiales, a coyunturas como la presentación de proyectos e informes. Especialmente si los individuos ocupan jefaturas, lideran grupos de trabajo, representan a la empresa externamente, debieran cultivar el don de la palabra; no solo de la palabra ‘vendedora’, sino de aquella que denota una buena formación profesional y humana.

    El consejo es el mismo de siempre: lectura variada, ligada a la realidad del país, del mundo, que instruya y dé material para reflexionar, que provoque apertura mental, que ayude a rebasar los límites de la especialización y haga del sujeto un curioso insaciable, un buscador de oficio, un apasionado del conocimiento.

    La utilización de la palabra es un ejercicio cotidiano ineludible, que exige sentido de oportunidad, empatía, intuición, actitud lúdica y prudencia. Lamentablemente, la rutina trivializa la comunicación, la vuelve mecánica y funcional, la traduce a patéticos mensajes de texto.

    La generalidad de los individuos solo cuenta con un reducido léxico, alusivo a sus tareas, a la superficialidad del contacto con incontables personas, que le son desconocidas, aunque acostumbre llamarlas amigos, compañeros o colegas.