Etiqueta: elaborar

  • Una campaña social para elaborar mascarillas

    Redacción Cuenca (I)

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    La empresa textil cuencana Edén, que tiene más de 20 años en el mercado nacional, realiza una campaña de ayuda social para frenar el avance del coronavirus. Desde el mes pasado, entrega telas a un costo simbólico, con el objetivo de impulsar la productividad para las familias que requieren ingresos adicionales.

    El kilo de este material textil lo entrega en USD 3 y contiene pedazos de telas de varias calidades y dimensiones. Servían para elaborar cojines, servilletas, adornos, limpiones, diademas, buffs, entre otras opciones. Esta campaña busca que este material sea utilizado para elaborar mascarillas por parte de los emprendedores para que puedan venderlas o donarlas.

    Según la gerente general de Fábrica Edén, Zara Peralta, el propósito es dar la oportunidad a todos de contar con los insumos necesarios para desarrollar sus emprendimientos.“En esta época, donde la mascarilla es el elemento principal de protección y hace la diferencia para preservar la vida, no podemos permitirnos que una persona no tenga esta opción por sus recursos limitados”.

    Peralta asegura que este material está valorado en USD 8 el kilo (2,2 libras). “Esta cantidad de tela permite elaborar cerca de 30 mascarillas faciales de protección”.

    Un total de 120 personas han recibido este material. Una de ellas es Lorgia Gutama, quien confecciona mascarillas para entregar a instituciones que requieren urgente este insumo y no pueden pagarlo. “Esta fábrica realiza una muy buena la labor porque podemos llegar con las mascarillas confeccionadas a personas de la tercera edad, orfanatos y tantas instituciones que requieren ayuda con las mascarillas y simplemente no pueden pagar por ellas”, agrega Gutama.

    Peralta señala que su fábrica, como parte de su compromiso con el entorno en el ámbito de responsabilidad social empresarial, aporta a fundaciones y organizaciones sociales, especialmente, de mujeres, niños y personas de la tercera edad. A ellos entrega materia prima de manera gratuita para el desarrollo de actividades productivas.

    Esta empresa textil elabora sábanas, edredones, manteles, cortinas, toallas, cobijas, entre otros productos. “La materia prima que no es utilizada en los procesos de confección es reutilizada en nuevos productos, con ello buscamos preservar el ambiente», dice Peralta. 

    Zara Peralta (izq.) entrega material a la beneficiaria del proyecto, Silvana Encalada. Foto: Cortesía Edén
    Zara Peralta (izq.) entrega material a la beneficiaria del proyecto, Silvana Encalada. Foto: Cortesía Edén
  • Una técnica ancestral se emplea para elaborar bisutería y accesorios

    Redacción Quito

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    El fin de la época de oro del cedazo despertó la creatividad de los artesanos. Ahora, en lugar, de emplear la crin del caballo para elaborar estos utensilios de cocina que tienen poca demanda, diseñan bisutería, accesorios y objetos decorativos.

    Con esta iniciativa, los habitantes de la comunidad de La Toglla, en Guangopolo, mantienen la tradición de los cedaceros. Aunque se ha modificado un poco.

    Rosa Cabrera, propietaria de Sumak Maki, recuerda que cuando bajó la venta de cedazos decidió probar cómo aprovechar esta materia prima. Era febrero de 1987 cuando esta artesana empezó a tejer con crin un guerrero en miniatura. Esa fue su primera creación.

    Desde entonces, Cabrera, su familia y habitantes de La Toglla se dedican a elaborar llaveros, aretes, collares, pulseras, separadores de libros, cinturones, prendedores, cintillos, corbatas, muñecos y otros objetos decorativos.

    Este giro en el negocio motivó a Cabrera a crear Sumak Maki. En este proyecto familiar trabajan ocho personas. Todos aprendieron el oficio de sus antepasados.
    En la elaboración de estas manualidades se emplea una técnica parecida a la del cedazo. Pero el trabajo es más minucioso.

    Para hacer un par de aretes, por ejemplo, se teje la crin usando una hebra a la vez, para las pulseras se forman una especie de cordones y así según el tipo de objeto.

    Hacer un juego de bisutería completo toma al menos 24 horas de manera ininterrumpida. “Es un trabajo que demanda de tiempo y paciencia”, precisa Manuel Paucar, propietario de Sumak Maki.

    Las personas interesadas en comprar esta bisutería u otras manualidades hechas con crin pueden acudir a la plaza Foch, en Quito. Cabrera y su familia atienden ahí los sábados desde las 09:00 hasta 19:00.

    Aparte, estos productos se encuentran en Casa Raíz, en Tumbaco; en el Centro Cultural El Cedacero, en Guangopolo. Los precios van desde USD 3 hasta 25, si son juegos completos de bisutería.

    En estos accesorios, aparte de la crin, se emplean semillas, broches, hebillas. En estos implementos se invierten USD 250 cada mes. Pero no todo se cubre con dinero. Para teñir la materia se emplean raíces, hojas, flores, frutas, semillas y cortezas que ofrecen una variedad de colores.

    En promedio al mes Sumak Maki factura USD 500. Pero, Paucar espera que la demanda aumente en el último trimestre del año por las festividades de Navidad.

    Por ahora tienen ya un pedido grande que será comercializado en Brasil. Piedad Viteri, socia de estos emprendedores, viajará el próximo 2 de octubre a Río de Janeiro con una mercadería de Sumak Maki que suma alrededor de USD 1 500. Esta es la tercera vez que venderán en el exterior.

    Mari Paz Osorio, quien usa estos accesorios, comenta que los diseños son de Sumak Maki originales y modernos. Además, la materia prima se obtiene de manera natural, solo se corta la crin de caballo, no se sacrifica a los animales.

    Manuel Paucar, Nila Paucar y Rosa Cabrera  elaboran artesanías con la crin del caballo. Foto: Mayra Pacheco  / LÍDERES
    Manuel Paucar, Nila Paucar y Rosa Cabrera elaboran artesanías con la crin del caballo. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
  • Dos generaciones comparten su gusto por elaborar zapatos

    Redacción Guayaquil

    Lulú es un emprendimiento que saltó al mercado de Guayaquil, en marzo pasado. Es una marca que nació con la renovación de un negocio familiar.

    A la hora de elegir zapatos se toma en cuenta la practicidad y la comodidad que puede ofrecer el calzado, puesto que son compañeros habituales en las largas jornadas de trabajo. A estos elementos, la guayaquileña Lucía Guambo añadió un toque de creatividad para ofrecer diseños llamativos. Así muestra calzados ‘Lulú’, un emprendimiento que combina los negocios y su afición por la moda.

    Ella es nieta del artesano Gonzalo Guambo, quien tiene 50 años de experiencia en la elaboración de zapatos en su local Calzado Mary (sur). Lucía recuerda que creció rodeada de cuero, telas y moldes. Ese gusto y conocimiento por el mundo del calzado la llevaron a dejar su antiguo trabajo en un banco, en septiembre del año pasado. El fin fue darle un nuevo enfoque al negocio familiar.

    La vibra creativa de Guambo empezó en su adolescencia y sus primeras clientas fueron compañeras del colegio, para quienes elaboraba modelos en conjunto con su abuelo. Hasta hace poco, con el incentivo de sus amigas, ese proyecto dejó de ser un hobby y se convirtió en una marca propia bajo la tutela de su abuelo. Para iniciar, invirtió USD 3 000.

    Guambo dice que empezó con tareas pequeñas, como la confección de zapatos de niña. Considera que su gran despegue fue la participación en la feria La Placita, que se desarrolló en mayo pasado por el Día de la Madre, en la Vía a la Costa. La fecha fue un motor y el resultado: 150 pares de zapatos vendidos.

    El inicio empresarial de Lulú estuvo planificado desde noviembre del año pasado, época en la que se dedicó a plasmar su arte en diseños de zapatos, mientras un colaborador de la zapatería de su abuelo le ayudaba en la manufacturación. En marzo pasado, el producto se terminó de definir: se probaron modelos y sacó la producción para su primera feria.

    El nicho de Lulú son mujeres entre 15 y 40 años de edad, pero también elabora modelos para niños de dos años, bajo pedido de sus madres. Guambo alista otra producción que venderá a Múa Boutique, en el centro comercial La Rotonda, en el norte de Guayaquil. La producción inicial para esta tienda fue de 80 pares.

    Ammy Romero se considera clienta fija de zapatos Lulú, ya que desde que salieron al mercado -dice- ha adquirido cinco pares, y rescata la calidad, acabado, costura, textura, color y diseños.

    El negocio

    Los precios. Los modelos ‘flats’ tienen un costo de USD 37, mientras que los zapatos altos y las plataformas, 45. Su utilidad es del 60%.

    La expansión. La microempresaria aspira incluir sus productos en otros centros comerciales de Guayaquil.

  • El caucho reciclado sirve para elaborar pisos de seguridad

    Redacción Cuenca (I)

    Reciplay, que funciona desde hace tres años, es pionera en el uso de caucho reciclado para la fabricación de pisos de seguridad, que se utilizan en parques, establecimientos educativos, canchas deportivas y otros espacios. El cuencano Eddi Peña, de 42 años, aplica los conocimientos que adquirió en España, para elaborar este tipo de productos.

    Él, durante 10 años, laboró en una empresa que fabricaba esos pisos y aprendió las formulaciones, dosificación y otros parámetros necesarios para la producción. Peña retornó a la capital azuaya hace cuatro años y buscó trabajo, pero no lo consiguió. Por ello, buscó un socio que se interese por su propuesta.

    Tras algunos intentos encontró al quiteño Alejandro Cárdenas, actual gerente de Reciplay, quien aportó con los recursos. La fábrica se instaló en Quito y ahora funciona en el sector de Calderón.

    El 2013 facturaron USD 90 000 y para este año tienen previsto llegar a los 100 000. Al inicio reciclaban tres toneladas a la semana para fabricar césped sintético, pisos de seguridad y baldosas de caucho para gimnasios. En la actualidad, son siete toneladas y en los próximos seis meses subirá a 15 toneladas, asegura Cárdenas.

    Desde la creación de esta microempresa han tenido más de 30 clientes, entre los que se destacan constructores del norte del país y la Empresa Municipal de Aseo de Cuenca.

    Esta última contrató el piso de seguridad o continuo para nueve parques de la capital azuaya como El Vecino, El Escritor, Gloria Astudillo, Precolombino. En promedio fueron 50 m2, dice Peña.

    El constructor Freddy Maldonado, también utilizó este piso en cerca de 450 metros cuadrados del Colegio Sagrada Familia de Ambato. Según él, se escogió este material porque brinda seguridad a los niños en el caso de una caída. Además, -señala- su diseño es muy versátil y en el caso de este plantel se plasmaron figuras, números, letras y dibujos infantiles.

    Según Peña, el cliente define el diseño y el color. Tienen propuestas en 3D; es decir, con relieves para que los niños suban y bajen mientras juegan.

    Reciplay aplica la normativa europea EN-1177 para fabricar estos pisos. Peña señala que dependiendo de la altura del juego se define el grosor del piso, que tiene dos capas: la base inferior o elástica y la de acabado o decorativa. «El piso tiene una vida útil de 10 años y se debe realizar un mantenimiento a los tres años para recuperar el brillo».

    El negocio en breve Una patente. Reciplay patentó el encapsulamiento de color. El caucho natural es limpiado y triturado. Luego es llevado a una máquina donde es pigmentado y recibe el color deseado. El 80% del producto tiene componentes nacionales.

    75 dólares más impuestos cuesta el m2 de este piso continuo.