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  • La condición laboral incide en el embarazo

    Redacción Quito

    Durante su primer embarazo, Angelita Galárraga trabajó las jornadas regulares que le exigía el manejo de su distribuidora de alimentos, Inclana (Quito). El día del parto de su primer hijo permaneció en el negocio hasta las 18:00 y dio a luz a las 23:00.

    Pero Galárraga tuvo complicaciones. El estrés de los meses de trabajo, según indicó su médico, provocó que su hijo naciera con espasmos nerviosos. “Andrés nació de 38 semanas (a término del embarazo) pero tuvo que quedarse varios días en la incubadora por el estrés que yo había manejado con mi profesión”. Además, esta madre tuvo que ser sometida a una cirugía de vesícula por el esfuerzo realizado durante el alumbramiento.

    Alicia Sánchez, ginecóloga obstetra del Hospital de Guayaquil, explica que el embarazo, al ser una condición fisiológica normal de la mujer, no impide el desempeño de las tareas laborales. Siempre y cuando no se exija más de 40 horas a la semana. “En muchos de estos casos la mujer llega tan agotada por sus obligaciones laborales que no puede pujar, por lo que recurrimos a la cesárea”.

    El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en su último informe del 2010 determinó que en el país se contabilizan 219 612 alumbramientos al año, de los cuales 90 000 partos se realizan con cirugía. Estos procedimientos son efectuados en condiciones como los embarazos de alto riesgo, problemas en la fisonomía de la mujer y la indisposición de la paciente a realizar el trabajo de parto.

    Otros casos son los de Ana y María (ellas solicitaron proteger sus identidades). Ambas fueron despedidas de la misma institución académica en la que trabajaban por su embarazo. Esta situación legal generó en las futuras madres estrés y malestar físico que afectó su condición.

    “¿Y a quién le importa si su salud se ve comprometida por el estrés o por las largas jornadas de trabajo?”, dice Gabriel Recalde, abogado laboral y director del Observatorio de la Política Laboral, encargado del caso.

    Él explica que la duración de un juicio laboral por despido intempestivo puede tardarse cuatro años. Y a pesar de firmar un poder para que la madre no asista a las audiencias, en varias ocasiones se verá expuesta a la tensión que estas representan.

    En ese caso, explica Sánchez, la parte psicológica y emocional de la madre también afecta al feto, por lo que el ambiente laboral y personal debe ser tranquilo en todo momento. “Cuando la mujer sufre mucho estrés o depresión durante el embarazo, se genera una predisposición fisiológica para que los bebés sufran complicaciones como el autismo”.

    Efraín Flores, gerente de Talento Humano de la Universidad Tecnológica Equinoccial, dice que los empleadores deben ser más flexibles con sus colaboradoras embarazadas. “Nosotros debemos estar al tanto de los beneficios de Ley y estar dispuestos a otorgar permisos para consultas médicas”, añade Flores.

    Asimismo declara que desde hace cinco años la universidad cuenta con instalaciones especiales para mujeres embarazadas como: rampas, ascensores, parqueaderos establecidos por la Ley. “Incluso nuestras estudiantes tienen acceso a estos servicios; hay que considerar su condición”.

    El artículo 139 del Código de Trabajo estipula que “el transporte manual y de carga debe ser de hasta 25 libras durante el embarazo”. Recalde, que a su vez es padre de familia, cuenta que estas normativas no se respetan. Pues cuando su esposa se encontraba embarazada y trabajaba en el aeropuerto Mariscal Sucre, debía “subir todos los días unas gradas empinadas cargando una caja pesada”. Al ver estas condiciones laborales, por su salud y la de su hijo, decidió renunciar.

    En la actualidad el Código Laboral, emitido en el 2012, no estipula ninguna reglamentación obligatoria por parte de los empleadores para con sus empleadas durante la gestación. Solamente existe regulación para el período de posparto y lactancia (después del parto).

    Lo que dice la Ley

    • Período de Lactancia. La Ley indica que el período de lactancia es de 9 a 12 meses. El padre de familia tiene un mes de permiso de sus obligaciones laborales.
    • El sueldo. El empleador estará obligado a pagar el 25% del salario de la empleada durante los tres primeros meses después del parto. El otro 75% es responsabilidad del IESS.

  • Una campaña para replicar las sensaciones del embarazo

    Redacción Quito

    El embarazo es un período de sensaciones únicas. Eso lo saben las mamás, pero no los papás.

    Pensando en que el futuro padre sienta parte del embarazo, Kimberly Clark y su marca de pañales Huggies crearon una faja doble (una para la mamá y otra para el papá), que le saca provecho a la tecnología y que replica en tiempo real los movimientos y las ‘pataditas’ que el bebé da en el vientre materno. Esto se logra con una conexión inalámbrica, que envía señales de la faja que lleva la madre a la que se coloca el papá.

    Y para promocionar la experiencia, la compañía armó una campaña integral; es decir, con medios de comunicación tradicionales, redes sociales, activaciones de marca… La idea nació en Argentina hace dos años y llegó a Ecuador en abril.

    Esteban Valdivieso, jefe de marca de Huggies, explica que la activación de la marca se dio en Quito y Guayaquil. «Esta iniciativa es parte de lo que se conoce como marketing experiencial. Además, fue una campaña integral».

    La campaña incluyó un concurso en Facebook, una promoción en Ecuavisa y un grupo de ginecólogos escogidos en ambas ciudades por Huggies. La idea fue seleccionar a 10 parejas de Quito y Guayaquil, para que utilicen la faja durante una consulta médica.

    La campaña para enganchar a mamás y papás arrancó el 10 de abril. Y la faja se probó el 28 de abril en Quito y en Guayaquil, el 30 de abril. En toda la activación efectuada para la demostración de las fajas de Huggies se invirtieron unos USD 30 000, explica Valdivieso.

    La experiencia, añade este ejecutivo, fue única. Los padres se emocionaban hasta llegar, en algunos casos, al llanto.

    Además, en cada consulta se grabaron videos con los padres y sus reacciones. La idea es editar un video y compartirlo en el perfil de Huggies en Facebook.

    La activación que se cumplió en Ecuador es similar a las que Kimberly Clark ha desarrollado en Argentina, Bolivia, Perú y Colombia. Valdivieso aclara que al tratarse de una multinacional, en Ecuador se escogen las mejores campañas y se las adapta al mercado nacional.

  • Un negocio que se concibió en plena crisis económica familiar

    Redacción Quito

    Marlet García acababa de dar a luz a su tercer hijo cuando la estabilidad económica familiar se vino al suelo. Hace dos años, su esposo, Mauricio Vásconez, se había quedado sin trabajo, al quebrar la empresa donde laboraba. Angustiados, ambos buscaron alguna idea para sostener su hogar, que tenía, además, otros dos hijos.

    Marlet navegaba por horas en Internet tratando de encontrar algo. Hasta que leyó sobre una novedosa idea de ropa para madres que están en lactancia. Allí vio una gran oportunidad, porque en su recorrido por ginecólogos, pediatras y médicos nunca encontró ese producto. Y en el mercado tampoco había oferta.

    Ambos se pusieron manos a la obra. Sin haber aprendido en su vida ni siquiera a pegar un botón, García se lanzó al vacío. Fue donde su costurera y le explicó cómo quería las prendas. Durante seis meses realizaron pruebas, hasta que las prendas quedaron tal como ella quería. Y las bautizó como Mamisetas.

    Pero había que superar un obstáculo adicional: ¿cómo iniciar cuando no se tiene dinero para empezar? Fe. Enfocada en el éxito del emprendimiento, convenció a su esposo. Su suegro les ofreció que si vendían su auto les daría una comisión. Así obtuvieron los USD 600 para arrancar con la idea.

    Abrieron una cuenta en Facebook para promocionar los productos. Repartían volantes y las dejaban en los consultorios de ginecólogos y pediatras. Poco a poco, los clientes empezaron a llegar. Camisetas, vestidos, pijamas, multiusos (pijama y calentador), etc. se vendían uno por uno. Los pedidos se entregan a domicilio para que las madres en lactancia no se incomoden.

    «Nuestras prendas están elaboradas con tela ecuatoriana de alta calidad, con nuestros dos sistemas de fácil abertura, una debajo del pecho para poder levantar y la abertura cruzada también para un acceso rápido», asegura esta mamá emprendedora.

    Hace unos meses, Vásconez consiguió un empleo. Sin embargo, los números de Mamisetas van tan bien, que la opción de dedicarse totalmente al emprendimiento es una realidad cada vez más cercana.

    Entre los clientes hay satisfacción. Por ejemplo, Marcelo Herrera señala que las Mamisetas «están superchéveres». Hizo su pedido para llevarse las prendas a Galápagos, donde vivirá con su pareja próximamente. Más datos

    El negocio. Entre 300 y 400 mamisetas mensuales se comercializan. Las prendas cuestan desde los USD 22.

    El mercado. Están en Quito. Abrirán en Guayaquil, Riobamba y Ambato.

    USD 6 600 mensuales puede facturar como mínimo esta microempresa quiteña.