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  • Bombones y tabletas de autor

    Redacción Quito

    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    Al cacao ecuatoriano se lo reconoce a escala mundial y se lo usa para fabricar chocolates de alta calidad. María Gracia Hernández supo sacar lo mejor de las características de esta pepa para impulsar su emprendimiento.

    Esta empresaria, a quien le conocen como ‘Tachi’, es la propietaria de Cocoa Chocolatier. Su negocio, que tiene 15 años de trayectoria, se dedica a la producción de chocolate de forma artesanal.

    Hernández cuenta que en el 2005, tras regresar de un viaje fuera del país, quiso experimentar con la elaboración de un chocolate similar al que conoció fuera.

    “En ese momento, el hacer este producto era algo diferente. Sabiendo que tenemos el mejor cacao del mundo, poco explotado en aquel tiempo, decidí crear chocolates que tengan mi toque”.

    Para empezar con el negocio, la emprendedora invirtió cerca de USD 10 000. Esta cantidad la utilizó para adquirir un local y los implementos necesarios para iniciar.

    Además, la emprendedora comenta que tomó varios cursos de chocolatería para estar más apegada a la creación de los bombones. Hernández agrega que una estrategia clave a la hora de emprender es la capacitación.

    Cada bombón tiene su sabor particular. Hernández comenta que inició con productos inimaginables, “¿a quién se le iba a ocurrir incluir a la quinua como parte de un chocolate?”, dice.

    Los chocolates, en su mayoría, están rellenos de sabores a frutas tropicales y licor. Chocolate negro, blanco, con limón, con maracuyá, amaretto y whisky son algunas de las 30 variedades que oferta esta empresa artesanal.

    Hace poco, Hernández incluyó en su portafolio tabletas de chocolate con diseños de cuatro iglesias de Quito, entre ellas San Francisco, La Compañía, Santo Domingo y La Merced.
    La emprendedora quiteña detalla que los chocolates son productos artesanales hechos “a pulso”. Ella se encarga de que todo en su microempresa marche en orden.

    En 2015, Cocoa Chocolatier ganó la insignia del primer lugar al Mejor Emprendimiento del Año, otorgado por la Alianza para el Emprendimiento e Innovación.

    Los productos de este negocio se venden en Casa Mariscal y La Tejedora, en Quito, y en el aeropuerto de Guayaquil.

    Hace dos años, Hernández tuvo la idea de impartir cursos y talleres de chocolatería para que más personas se involucren y conozcan todo sobre este arte.

    Estos talleres están dirigidos a niños y personas de la tercera edad. “Estoy feliz dando clases. Trabajar con estos grupos ha sido como un renacer. Es como retribuir todo lo que he aprendido”, expresa la emprendedora.

    Los cursos se llevan a cabo en el local de este negocio los miércoles, jueves y viernes, en diferentes horarios. Los meses que tiene más demanda para capacitaciones son febrero, mayo y diciembre, dado que hay fechas especiales en las que los asistentes pueden hacer su propio chocolate y obsequiarlo.

    Para acceder a las capacitaciones hay promociones dependiendo de la época del año. La emprendedora organiza talleres en pareja para que más público se una.

    Las personas de la tercera edad pueden participar en los talleres los miércoles y jueves en tres horarios: de 15:00 a 16:00, de 16:00 a 17:00 y de 17:00 a 18:00. Los niños pueden asistir a los talleres los viernes en el mismo horario.

    Inés Jaramillo, clienta de Cocoa Chocolatier, menciona que tener un espacio como ese es enriquecedor. “Los chocolates son deliciosos y los talleres para personas de la tercera edad son una idea excelente. Les permite convertirse en parte de la iniciativa e involucrarse con más gente, incluso comparten más tiempo con sus familiares”, dice.

    Entre los planes que tiene la emprendedora está el convertir el local en un lugar en el que se encuentren todas las herramientas para chocolatería.

    Los clientes también pueden solicitar los chocolates bajo pedido en redes sociales. Cocoa Chocolatier está en Facebook e Instagram como @cocoachococlatier

    La variedad de chocolates que oferta Cocoa Chocolatier permitió que formara alianzas con cadenas de supermercados y comercializar los productos en varias tiendas, menciona la dueña.

    Además, hace algunos años creó una línea de chocolates finos pensando en el Día de la Madre, denominado ‘Gracia’, usando su propio nombre.

    Sin embargo, esa línea de dulces se produce en pocas cantidades porque Hernández quiso impulsar su negocio a través de los talleres diversos.

    El éxito de la chocolatería en Ecuador se debe a la calidad de la mazorca. “El cacao fino tiene características distintivas de aroma y sabor que las buscan los fabricantes de chocolate. Representa únicamente 5% de la producción mundial de este producto”, indica la Asociación de Exportadores de Cacao del Ecuador (Anecacao).

    El país, por sus condiciones geográficas y su riqueza en recursos biológicos, es el productor de Cacao Arriba fino (63% de la producción mundial) proveniente de la variedad Nacional, cuyo sabor ha sido reconocido durante siglos en el mercado internacional. Este tipo de grano ese usa en todos los chocolates refinados. El chocolate fino se distingue por su pureza.

    María Gracia Hernández es la fundadora de este emprendimiento que fabrica chocolates artesanales. En este negocio se brindan capacitaciones a niños y a personas de la tercera edad
    María Gracia Hernández es la fundadora de este emprendimiento que fabrica chocolates artesanales. En este negocio se brindan capacitaciones a niños y a personas de la tercera edad. Foto: Cortesía Cocoa Chocolatier
  • Unas Agendas elaboradas con trapos e imaginación

    Redacción quito redaccion@revistalideres.ec

    Lo que comenzó como un pasatiempo en épocas de colegio, se convirtió en su negocio. Daniela y María Cristina Guevara realizaban agendas con retazos de tela cuando tenían 13 y 15 años de edad. Sus padres, que son pintores, fomentaron esta actividad para que se distraigan en sus vacaciones.

    A las adolescentes les gustó tanto esta actividad que comenzaron a hacer agendas para llevar al colegio. Sus compañeras les preguntaban dónde habían comprado, que querían unas iguales.

    Desde ese entonces, se plantearon la idea de manufacturar sus creaciones no solo para ellas, sino también para comercializarlas. Pero no fue hasta diciembre del año pasado que el emprendimiento se concretó y salió a la luz.

    La principal motivación fue que María Cristina, que es periodista, dejó su trabajo, y mientras se incorporaba a una nueva empresa decidió iniciar el negocio junto a su hermana, para obtener ingresos adicionales.

    Para ello, acudieron al centro de Quito, para comprar los materiales, como telas, hilos, pegamento, entre otros. Con la ayuda de sus padres escogieron los diseños, como anclas, mostachos, lentes vintage, bicicletas, entre otros.

    La inversión inicial fue de USD 60 y manufacturaron al rededor de 50 agendas. No se les ocurría un nombre, pero en una ‘ocurrencia’, su padre dijo: «¿Por qué no le ponen Los Trapos de María?». A la familia le gustó y las emprendedoras se decidieron por este nombre.

    Comenzaron a difundir sus productos por una ‘fan page’ de Facebook, y al poco tiempo ya receptaron los pedidos.

    Además, empezaron a comercializar las agendas en tiendas de calzado y bazares de amigos. Solo en diciembre pasado, vendieron unas 50 agendas y facturaron cerca de USD 400.

    Desde este año, cada mes han tenido un promedio de ventas de unas 25 unidades, en promedio. También elaboran diseños de pedidos personalizados, que pueden incluir nombres de personas.

    Consideran a su target como adolescentes y jóvenes de estrato socioeconómico medio; cada diseño tiene una historia que la cuentan en la red social.

    Andrea Reinoso es una fotógrafa de 25 años y adquirió una agenda este mes. Ella pidió que su diseño contenga una cámara fotográfica. Reinoso se enteró de Los Trapos de María por Facebook y señala que «lo que más le gustó fue que cada una de las agendas son diferentes».

    Para Salomé Galeas, ingeniera química, el valor de las agendas es que «poseen diseños únicos, que son hechas a mano con un estilo vintage». Ella adquirió el producto en enero de este año.

    La elaboración El taller.  Manufacturan las agendas es en su casa, en el barrio El Dorado (centro-norte de Quito).

    El tiempo.  Luego de definir cada diseño, manufacturan las agendas. Elaboran dos unidades por hora.

    USD 10 es el valor de cada agenda elaborada en este negocio

  • Su creatividad está en 398 piezas publicitarias

    Sebastián Angulo, Redacción Quito / LÍDERES

    Al ingresar en su oficina, lo primero que llama la atención es la colección de muñecos de Star Wars, Mazinger Z y un gran Mach 5, el auto de Meteoro… Todos colocados en una estantería en una de las blancas paredes.

    A las figuras les acompañan fotos de Isabela y Joshua, sus hijos de 11 y 17 años, respectivamente. Este es el hábitat de trabajo de Andrés González, CEO de la firma Vértigo Films.

    En ese lugar, probablemente, han surgido las ideas de 525 comerciales que se han emitido en televisión nacional y extranjera en los últimos 14 años.

    González es la mente creativa detrás de Vértigo Films, la productora ecuatoriana que ha recibido 57 premios en festivales nacionales y extranjeros.

    Por ejemplo, solo el año pasado, Vértigo ganó el Sol de Plata en el Festival Iberoamericano de Publicidad (Fiap) y dos nominaciones como finalista. También fue reconocida como la Mejor productora de Ecuador y Mejor director de Ecuador en el Festival El Ojo de Iberoamérica 2011, en Argentina.

    Esta productora, que actualmente cuenta con clientes como Coca-Cola, Pacificard, Diners, Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT) o Fybeca, nació en una pequeña oficina en las avenidas Gaspar de Villarroel y Eloy Alfaro (norte de Quito).

    A finales de la década de 1990, González se topó con «el típico jefe malvado», que no creyó en su trabajo y le retó a emprender su propio negocio.

    Con una inversión de unos USD 600, destinada a adquirir una computadora, un sillón y a alquilar una oficina, arrancó su productora.

    Su madre, Germania Cumba, se encargaba de las finanzas de la naciente empresa. Al no contar con la infraestructura necesaria para el rodaje, su propuesta era solo vender ideas. También su padre, Jairo González, y sus hermanos David y Santiago colaboraron en la iniciativa.

    Con el aporte de Luvín García, director de fotografía, lograron ingresar en el mercado. Su primer comercial fue para la aerolínea Tame. El spot consistía en que dos manos simulaban ser aviones y finalmente se estrechaban; se quería comunicar que se retomaba la ruta Quito-Lima.

    Pero a la par de la carrera del creativo publicitario también estaba la de músico. González ingresó en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), en 1994. En ese centro superior estudió Comunicación Social y Música a la vez.

    Una gran influencia para que tocara la guitarra fue Richard ‘El Pulpo’ Rodríguez. Este músico rentaba un cuarto en su casa a finales de los 80. El sonido del blues en su hogar fue su motivación para estudiar música.

    Santiago Silva fue compañero de González en el Instituto de Música Contemporánea (IMC), en la USFQ. En 1997 los dos tuvieron una banda de rock, pero por sus respectivas carreras se disolvió. Silva lo recuerda como «responsable y un guitarrista virtuoso».

    Luego de esa época perdieron contacto. Pero el año pasado se reencontraron gracias a que Silva buscaba producir el videoclip de su banda, Lachard. Por coincidencia, también buscaban guitarrista, por lo que González pasó a ser su nuevo integrante.

    Mientras que en su galardonada carrera, la comunicación visual, tuvo como profesores a Sebastián Cordero, Manolo Sarmiento y Viviana Cordero.

    De esa generación de la USFQ surgieron otros realizadores como Iván Mora, Diego Araujo y Simón Brauer.

    A decir del mismo González, en los primeros años «Vértigo Films buscaba vender talento y no infraestructura». No contaba con los equipos necesarios para las filmaciones, por lo que alquilaba.

    Entre las campañas más emblemáticas y galardonadas para González están la de Mutualista Pichincha, denominada ‘Si tienes mi sueño, cumplámoslo’, lanzada en el 2001. También el de Chevrolet Aveo, llamado ‘Marionetas’, realizado en el 2005; o ‘Mimos y enanos’ para Vita Toro del año pasado.

    González también pasó momentos complicados en la consolidación de su firma. Hace ocho años, su hermano David falleció. Dos años después tuvo que afrontar la pérdida de su madre.

    Desde el 2012, la productora ha invertido unos USD 3,5 millones, en cámaras, lentes, software, sets, iluminación… Ahora, su padre, Jairo González le ayuda a gerenciar su agencia.

    Pablo Mayoral, director Creativo General de Maruri, lo conoce hace 10 años. Para este publicista de origen español, él ha mejorado mucho en los últimos años. Una de sus cualidades es que siempre está tratando de salirse de los estándares de calidad del país, dice Mayoral.

    «Tiene una visión de hacer sus producciones de una forma más moderna, más actual a lo que estamos acostumbrados a ver en el medio», concluye.

    En ello coincide Carlos Manuel Pachano, gerente General de Low Delta, agencia de publicidad, quien también lo conoce desde hace 10 años. «Siempre está en una constante búsqueda de nuevas propuestas; tiene un gran nivel de complementación con las marcas».

    A pesar de su vida de músico y productor audiovisual, el quiteño de 36 años «rompe con el estereotipo». Prefiere una vida familiar junto a sus hijos y su esposa, Ana Aguas, que trabaja junto a él.

    Este publicista se confiesa creyente en Dios, acude con frecuencia a un estudio de la Biblia, aunque no pertenece a ninguna denominación cristiana.

    RECORRIDO POR LOS PREMIOS OBTENIDOS

    2010. Obtuvo el Oro en El Ojo de Iberoamérica, por trayectoria a Mejor director.

    2011. Alcanzó el Bronce a la excelencia en el Cóndor de Oro por su comercial de Motor Uno.

    2011. El mejor director En el Festival El Ojo de Iberoamérica, en Argentina, fue reconocido como el Mejor director de Ecuador. Además, la firma obtuvo el bronce por el comercial para Castillo e Hijos, denominado ‘Auto’.

    2012 Ganador otra vez En el Festival del Caribe, Vértigo Films ganó el bronce por un comercial de Motor Uno, denominado «Motobol». En ese mismo festival ganó en el 2010 por un comercial para la firma Livian, denominado Colores; en esa ocasión obtuvo el reconocimiento de plata.

    En el 2013.  Sol de Plata en el Festival Iberoamericano de Publicidad por su comercial de Kao denominado ‘Cabeza’.

    «Los pilares con los que creamos Vértigo  son: armonía, buscar la excelencia por sobre todas las cosas y la pasión sobre todas las cosas».