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  • Falleció Michele Ferrero, propietario de Nutella

    EFE

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    Michele Ferrero, creador de Nutella y propietario de un grupo confitero italiano del mismo nombre, que falleció a los 89 años en Montecarlo tras meses de enfermedad, recibió este 15 de febrero del 2015 el homenaje de la política y la empresa de su país. Considerado el hombre más rico de Italia, con un patrimonio cifrado en 23.000 millones de dólares por el índice Bloomberg, Ferrero incluía en su grupo los chocolates Ferrero Rocher y los huevos Kinder.

    «Supo conjugar la innovación con la tradición y lo genuino de Italia», dijo hoy el ministro de Exteriores, Paolo Gentiloni, quien destacó además que Ferrero «es un nombre conocido en todo el mundo y significa Italia».

    El ministro elogió también la iniciativa del empresario en el ámbito de las responsabilidades sociales ligadas a su actividad comercial y recordó que «quedan sus valores humanos y empresariales».

    También el presidente de Italia, Sergio Mattarella, envió un telegrama a la familia al conocerse el fallecimiento el sábado del empresario y en el que dijo que recibió con emoción la muerte de Michele Ferrero, de quien reconoció su «raza de empresario, conocido y apreciado en Italia y en el extranjero».

    La presidencia italiana destacó que Ferrero fue «durante muchos años una figura destacada de la industria italiana, su gestión para mantener el ritmo de los tiempos gracias a productos innovadores y de su duro trabajo y reservado».

    Además, el presidente subrayó que «Italia le recuerda con gratitud por la labor de apoyo y promoción de la cultura». El anuncio del fallecimiento de Ferrero lo hizo la misma empresa de Alba (en el noroeste de Italia), donde se celebrará el funeral aunque no anunció la fecha. La empresa es uno de los mayores grupos confiteros del mundo, presente en 53 países con más de 34.000 empleados.

    Situado en el número treinta de la clasificación de personas más ricas del mundo por el semanario estadounidense Forbes el empresario fallecido heredó en 1957 la empresa fundada por su padre y reunió marcas de confitería conocidas en todo el mundo.

    El comienzo de la empresa tuvo que ver con la necesidad de proporcionar ingredientes para el negocio de pastelería de la esposa de Pietro Ferrero y la creación de Nutella surgió precisamente para aprovechar la abundancia en la zona de avellanas, la materia prima básica de la receta que dio la vuelta al mundo.

    Nacido en 1925, el empresario tejió desde el principio una fuerte relación con sus trabajadores, pero también con los proveedores de las materias primas básicas para sus productos y desarrolló con el tiempo una estrategia de comunicación que fue esencial para el éxito de las marcas del grupo.

    A pesar de ser considerado como una persona reservada en lo privado, como empresario eligió una estrategia de presencia constante en los medios para sus productos, con el empleo de todos los recursos disponibles en publicidad.

    Hoy se recuerda que el patrón de Nutella tuvo siempre como referencia a la multinacional suiza Nestlé, en el sentido de desear alcanzar cifras de negocio comparables con la del gigante de la alimentación del país vecino.

    Pero quiso mantener un cierto prestigio empresarial basado en la lejanía de la producción industrial masiva, razón por la cual rechazó adquirir la británica Cadbury, símbolo de un tipo de firma que consideraba lejana a la «filosofía de Alba», como la denominó hoy el diario económico «Il Sole 24 Ore».

    En la actualidad el grupo Ferrero, que sigue siendo eminentemente una empresa familiar, tiene un total de veinte plantas de producción y recientemente su máximo responsable, Giovanni Ferrero, apuntó que Asia y Latinoamérica serán las regiones que harán crecer el mercado mundial de los dulces en el horizonte del año 2020.

    Michele Ferrero (derecha) falleció a los 89 años en Montecarlo tras meses de enfermedad. Foto: Lissandro Di Marco/ EFE.
    Michele Ferrero (derecha) falleció a los 89 años en Montecarlo tras meses de enfermedad. Foto: Lissandro Di Marco/ EFE.
  • ¿Se siente cautivo en su oficina?

    Arturo Castillo / Motivador y Prof. De Técnicas Psicorrelajantes

    El ser humano es la única criatura capaz de transformar el espacio de manera consciente. Lo hizo por primer vez para cubrirse de las inclemencias de la naturaleza, para sobrevivir. Creó entonces su primer techo, su primera morada, su primer espacio seguro.

    De esa forma trazó, además, una clara línea divisoria entre lo interno y lo externo, entre lo de afuera, lo extraño, hostil y desconocido, y lo de adentro, lo conocido, lo propio. La conciencia de lo espacial y la jerarquización del espacio, ligados a la supervivencia, al reconocimiento del ‘no espacio’, el inframundo, constituyen, sin duda, las primeras manifestaciones de la necesidad del ser humano de estructurar el entorno.

    De otra parte, el cuerpo es la herramienta natural, que facilita la relación con el espacio; mejor, el cuerpo es parte del espacio, el cuerpo es espacio. Sin embargo, bajo ciertas condiciones, la simbiosis espacio-cuerpo puede sufrir alteraciones, como ocurre, por ejemplo, con algunos lugares de trabajo, que carecen de los requisitos mínimos para albergar a los trabajadores.

    Y no se trata estrictamente del mobiliario, que puede ser cómodo, ergonómico, sino del conjunto de elementos, como la luz, la ventilación, la temperatura, la distribución espacial, las facilidades para el contacto, etc.

    De hecho, hay espacios que provocan claustrofobia, que desestimulan el deseo de trabajar. La preeminencia de ciertos colores, la estética, también influyen en el comportamiento de los trabajadores. Los cubículos, pensados para brindar privacidad y evitar distracciones, tienen en muchos sujetos el efecto ‘cautiverio’, que se manifiesta con ataques de angustia y deseos de huir. Cuando hay hacinamiento, crecen los conflictos, la hostilidad; las personas se sienten ‘invadidas’.

    Quienes tienen una personalidad expansiva, abierta, comunicativa, sufrirán serias consecuencias nerviosas y emocionales. En cambio, los retraídos, poco dispuestos al contacto, verán agravada su dificultad para interactuar.

    En general, los espacios laborales tienden a ser impersonales, aunque hagan gala de una belleza que nadie disfruta. Jardines, hermosos espacios verdes, por ejemplo, que nunca nadie pisa, árboles que jamás brindan su sombra a algún perezoso visitante. Ciertos jefes no quieren dar a sus colaboradores muchas comodidades; no sea que se malacostumbren, piensan. Además, la comodidad cuesta.

    Escriba a Arturo Castillo: arturo.castillo@catarsis.ec

  • Tareas pendientes en seguridad ocupacional

    Mónica Orozco.

    Las empresas de servicios del país apenas llegan a un cumplimiento de un 4,2%, en promedio, sobre 100 de los estándares para garantizar la salud y seguridad ocupacional.

    El Ministerio de Relaciones Laborales y el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) arrancaron, en junio pasado, auditorías in situ para evaluar el cumplimiento de estos estándares en las empresas del país.

    Para que la industria se prepare para este proceso, ambas entidades pusieron a disposición desde enero pasado el Sistema de Gestión de la Prevención (SGP). Esta plataforma permitió a las empresas, en línea y de manera voluntaria, autoevaluar sus procesos de seguridad industrial.

    Según los estándares del IESS, una empresa debe reportar un índice de eficacia en seguridad ocupacional de, al menos, el 80%. Pero el ministro de Relaciones Laborales, Carlos Marx Carrasco, dijo semanas atrás que las empresas apenas llegan al 20%.

    Datos del IESS, hasta junio pasado, evidencian la situación de las empresas por sector. Los sectores de artes (2,5%), público (2,9%), administración pública (3,4%) y enseñanza (4,5%) tienen los índices más bajos de eficacia en seguridad y salud ocupacional. Todos estos segmentos corresponden al sector de servicios.

    Gabriel Cortez, jefe de seguridad y salud ocupacional de la Universidad de las Américas (UDLA), señala que el principal problema es que las empresas, especialmente el área jerárquica, no visualizan el riesgo frente a las actividades regulares de trabajo. «Solo se perciben estos riesgos cuando pasa un accidente o incidente», comenta.

    El experto indica que los riesgos en estos segmentos son latentes, pero no perceptibles como en industrias petroleras, mineras, etc., y genera un efecto llamado desnaturalización del riesgo.

    Por ello, para Cortez, en el segmento de servicios, los accidentes no son numerosos, pero sí las enfermedades laborales.

    La falta de cultura y educación en estos temas es otro problema, dice Francisco Ortega Muñoz, máster en Seguridad, Salud y Prevención de Riesgos del Trabajo. Explica que el tema tiene que ver con cuatro áreas: técnica, administrativa, talento humano y procesos operativos. «Es un tema integral y que, si se aplica, es un beneficio impresionante. Es un ahorro para la empresa y no un gasto».

    Cortez dice que los riesgos laborales más comunes en el segmento de servicio son: mecánicos (locaciones e infraestructuras), ergonómico (posturas) y psicosociales. Estos últimos son, por ejemplo, el síndrome del quemado (posponer el trabajo, sentir desánimo u hostilidad por fatiga laboral), acoso laboral (un trabajador que reclama falta de cumplimiento laboral a otro, aunque no sea así, para obligarlo a que deje su trabajo) y otras como ansiedad, depresión, etc.

    Las empresas tienen tres meses para mejorar el índice, luego de la auditoría presencial. De no hacerlo, el Ministerio de Relaciones Laborales anunció multas.

    El especialista

    Salud ocupacional: los datos no cuadran

    Arturo Castillo Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    Las estadísticas, de cualquier género, no debieran ser tomadas como la realidad misma, sino como aproximaciones a los hechos escrutados, que arrojan determinados resultados y tendencias, bajo particulares circunstancias. Intentar congelar la realidad, un universo determinado, como la educación, la salud pública, el comportamiento de la economía, los hábitos de consumo de la población, entre otros tantos aspectos, constituye un ejercicio intelectual que entraña riesgos.

    Se pretende hacer de las estadísticas un determinismo, hechos consumados, cuando, objetivamente, solo constituyen una fotografía del momento, mientras que la realidad como tal es elusiva. Los eventos alrededor de un tema son, generalmente, impredecibles, dada la cantidad de variables que escapan a la percepción de quienes observan los fenómenos.

    En tal sentido, no existen estadísticas libres de influencias subjetivas. Concretamente, las evaluaciones referentes a la salud ocupacional realizadas por el IESS debieran ser tomadas con algunas reservas. Ello no significa que los datos y conclusiones no sean rigurosos y confiables; simplemente, no agotan la realidad, no alcanzan a retratar en profundidad la idiosincrasia de los individuos, de las empresas objeto del estudio; se quedan cortos, hacen concesiones. De otra parte, más allá de las reveladoras cifras, es vital saber qué se hará con ellas. Qué recomendará, por ejemplo, a las empresas del Estado, inmersas en la filosofía del buen vivir, que muestran cifras preocupantes en el ámbito del bienestar ocupacional.

    Qué sugerirá a las empresas privadas que, con raras excepciones, reducen a sus trabajadores a máquinas que están prohibidas de enfermar, de dar signos de cansancio. Aunque para el mundo proclaman maravillas, en la práctica su interés se centra en el dinero, en la productividad, en la explotación del talento humano. En esos contextos, hablar de salud integral, de inversión para mejorar las condiciones de trabajo, suena a utopía, a pretensiones fuera de lugar.

    ¿Cómo gestionará el IESS esos indicadores? Los datos, finalmente, constituyen retos de mejoramiento.

    Desde una perspectiva macro, el nuestro es un país que necesita profundas reformulaciones respecto del quehacer humano, para hacer de la persona el centro de todo afán social.