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  • El té original de Jamaica, la esencia de este refresco

    Redacción Sierra Centro (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    El té de Jamaica, una bebida tradicional mexicana, ahora se puede comprar en 240 puntos de venta en el país. La empresa Procesadora Industrial de Bebidas (Proinbe) puso en el mercado este refresco con la marca Aqua Live.

    El producto es natural; no tiene colorantes, preservantes y está endulzado con stevia y fructosa (dulce de la fruta). Se comercializa en Ambato, Riobamba, Latacunga, Quito y Guayaquil, en cadenas de supermercados del país y al momento también se vende en gimnasios de dos ciudades.

    La calidad y los beneficios del producto permitieron que la comercialización de esta bebida elaborada con la flor de jamaica, que la cultivan los agricultores del subtrópico del Ecuador, tenga un crecimiento mensual del 8% en las ventas. El año pasado la firma ambateña facturó USD 37 600.

    La tradición de esta compañía se inició en 1998 cuando el empresario Javier Navarro decidió invertir, a través de un crédito, 290 millones de sucres en el montaje de la planta para la producción de cerveza con la marca Nena.

    Este producto salió al mercado en el 2000, con una gran acogida. Eso motivó a presentar otro producto con el nombre de Dorada. Sin embargo, un litigio con una industria nacional impidió producir a pesar que contaba con todos los permisos y los documentos de la marca registrada. Tuvo que cerrar la fábrica.

    Navarro cuenta que tras una alta inversión y la adquisición de una deuda con una institución bancaria logró incursionar en la producción de licores de sabores como limón, durazno y cereza con la marca Montijo.

    La aceptación del producto fue buena, lo que le permitió mantenerse en el mercado, especialmente con el sabor a durazno. Ahora busca sacar al mercado el sabor a Guaraná.

    Un viaje a México en el 2014 despertó el interés del empresario de elaborar una bebida de jamaica, aplicando el proceso original. Tras retornar al Ecuador logró una alianza estratégica con un grupo de agricultores para que produjeran la flor de jamaica.

    Arrancó con la capacitación de la mano de obra, les entregó la semilla e iniciaron la siembra y la producción. Al momento hay cuatro hectáreas en producción.

    El ingeniero químico Javier Navarro se encarga de controlar los procesos de producción del té de Jamaica que se vende en el mercado.
    El ingeniero químico Javier Navarro se encarga de controlar los procesos de producción del té de Jamaica que se vende en el mercado.

    Los agricultores se encargan de la siembra, el cultivo, la cosecha, el secado y el empacado.
    “La flor es de buena calidad, con similares características a la que se produce en México. Eso nos permite producir una bebida similar”.

    El producto se endulza con hoja de stevia y fructosa. Para iniciar con la producción vendió la maquinaria inicial en USD 95 000 y adquirió una planta o línea de producción automatizada.

    También invirtió en la maquinaria para la fabricación de botellas. Este cambio le obligó a reducir de 18 a seis empleados. “Eso ayudó a bajar los gastos de producción y tener costos competitivos en el mercado”.

    Navarro explica que la industria como estrategia usa la receta original de la bebida que se la puede consumir como energizante, diurético y para bajar los niveles de colesterol en la sangre. También para bajar de peso o estabilizar la presión. Tiene vitamina C.

    Aqua Live comercializa su producto en presentaciones de 500 y 1 000 mililitros (ml).

    Navarro cuenta que como estrategia para incrementar las ventas de la compañía este año será auspiciante de la edición número 69 de la Fiesta de la Fruta y de las Flores, que se desarrollará en Ambato del 21 al 25 de febrero.

    Para este año proyecta ventas por USD 17 000 mensuales.

    Uno de los distribuidores de esta empresa es Jhon Pomboza. Lo hace desde febrero pasado.
    Arrancó la distribución con 20 paquetes, pero en casi un año logró incrementar la comercialización a 120 pacas mensuales. “La bebida es de calidad porque no utiliza químicos, es una infusión natural con la flor de jamaica y la hoja de stevia. No contiene aditivos de tipo artificial”.

    Al momento, el té de jamaica de esta compañía ecuatoriana se promociona en ferias, festivales y visita los barrios donde se realizan las jornadas de rumba terapia con buenos resultados.

    Espera que este año las ventas se dupliquen especialmente en las fiestas del Carnaval, las principales de la Sierra central.

    Insignia

    El control de calidad para un buen producto

    Patricio de la Cruz, encargado del sellado y embotellado

    Comencé a trabajar hace 15 años en el soplado de botellas y luego ascendí a dar el mantenimiento de los equipos y maquinaria. Ahora estoy a cargo del área de etiquetado y de control de calidad de todos los productos que elaboramos en la empresa.

    La idea es revisar que todos los procesos se cumplan y el producto sea óptimo, Nuestros clientes exigen una bebida de alta calidad para el consumidor.

    La capacitación en la labor que cumplimos es importante y en eso no hemos parado, esta es constante. También la nueva tecnología con que contamos ayuda en cada uno de los procesos de elaboración y en el embotellado del producto, por eso estamos creciendo en el mercado a escala nacional.

    El producto que elaboramos es sano, nosotros cumplimos las normas sanitarias establecidas y nuestras bebidas son naturales al 100%. No contienen aditivos, preservantes y tampoco azúcar. Son endulzados con stevia y fructosa. Como empleados y colaboradores cumplimos todos los parámetros de seguridad.

    La planta de producción hace que la bebida que se elabora sea de calidad. Para su desarrollo se realizaron importantes inversiones.  Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
    La planta de producción hace que la bebida que se elabora sea de calidad. Para su desarrollo se realizaron importantes inversiones. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • El sabor natural del chifle es la esencia

    María Victoria Espinosa

    Hace nueve años, Cesar Álvarez atravesaba una difícil crisis económica. El racimo del plátano se vendía a USD 0,20 en los mercados de Chone (Manabí).

    Con ese precio no alcanzaba a sostener los gastos de la plantación. Un día mientras conversaba con Loli Álvarez, una de sus hermanas que vive en Europa, se le ocurrió vender el plátano verde convertido en chifles. Su hermana lo apoyó y le depositó USD 800.

    Con ese dinero compró una freidora con una paila y adecuó una ramada de cinco metros de ancho por ocho de largo. Inició todo.

    El primer día que comercializó el producto, solo vendió seis fundas pequeñas de chifles. Pero con el paso de los días, las ventas aumentaron a 20 y luego 50 diarias.

    Al principio, el empaque era transparente. Luego, el emprendedor desarrolló un diseño y decidióllamarlo El Campeón.

    Para ampliar la distribución, Álvarez decidió vender su camioneta y comprarse un pequeño camión. Con el vehículo pudo promocionar los chifles en recintos cercanos a Chone, Tosagua, Rocafuerte y también en Manta, pero a través de amigos que le ayudaban a colocar los chifles.

    A los cinco años pudo ampliar la planta a 24 metros cuadrados y comprar máquinas para empaquetar el producto, que le costaron alrededor de USD 60 000. “Fue muy difícil al principio, pero no rendirme hizo que llegaran nuevas oportunidades”.

    Una de esas fue distribuir el producto en al menos 10 provincias, incluida Galápagos. El Campeón se vende en supermercados nacionales como Megamaxi, Mi Comisariato, Almacenes Tía y otros.

    Para Álvarez, vender chifles es rendirle un homenaje a sus raíces montuvias manabitas. Eso debido a que este plátano – cortado en rodajas – es parte de la mayoría de platos típicos de Manabí. “Los montuvios tienen una sabiduría ancestral para hacer que el sabor del plátano sea diferente al cultivado en otros lugares”.

    Por eso, Álvarez afirma que ha buscado conservar el sabor típico del chifle. Por eso no utiliza químicos ni saborizantes que modifiquen el sabor.

    Sin embargo, han logrado diversificar sus productos, pero naturalmente. Es decir, también tiene chifles picantes, con la receta del ají manabita y chifles elaborados con plátano maduro.

    Rocío Zambrano es una consumidora del producto. Ella lo adquiere en un supermercado de Manta y se lo envía a sus hijos de refrigerio o también para acompañar el encebollado, el ceviche o las sopas de pollo. “Me gusta mucho este chifle porque lo siento natural, como el que hacía mi abuela en la finca por cantidades”.

    La facturación del negocio es de USD 30 000 mensuales. Aunque, Álvarez señala que antes del terremoto del 16 de abril del 2016, las ventas llegaban hasta USD 45 000.

    Bajaron USD 20 000, durante el primer año del terremoto. De hecho, luego del sismo la producción de varias semanas se envió como donaciones a las zonas más afectadas de la provincia. “No nos recuperamos del todo, pero seguimos luchando por estar en el mercado”, comenta.

    Álvarez señala que expandir su negocio en estos nueve años ha sido difícil. Una de las anécdotas del emprendedor es de hace dos años, cuando intentó exportar por primera vez su producto.

    Una agencia le propuso que vendiera a E.E.U.U. y Europa. Álvarez obtuvo los permisos y certificados para exportar. Además diseñó un nuevo empaque, de mejor calidad traducido al inglés.

    Sin embargo, se rechazó el producto porque en la etiqueta le colocaron que tenía gluten.
    Álvarez perdió USD 15 000 y aún no cancela el contrato con la agencia. “Fue una experiencia para aprender. Ahora estoy pagando ese dinero y aún quiero exportar”.

    El chonense debió hacer un nuevo estudio para determinar que el nivel de gluten es mínimo. Ahora tiene una nueva propuesta desde Chile. Ya envió las primeras muestras y fueron aprobadas.

    Aspira que el producto ecuatoriano se conozca en más lugares de la región.

    El manabita Cesar Álvarez es el propietario de una planta procesadora de chifles, llamada El Campeón. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    El manabita Cesar Álvarez es el propietario de una planta procesadora de chifles, llamada El Campeón. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • El penco, esencia de sus bebidas

    Mayra Pacheco

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    Los pencos que crecen en zonas áridas del país y que a veces pasan inadvertidos son el ingrediente estrella en Agave Spirit. En esta empresa se usa su néctar, flores y fibras para elaborar una variedad de bebidas, destilados, conservas, alimentos y artesanías.

    Estos productos son el resultado de una serie de investigaciones y pruebas que ha realizado Diego Mora, gerente de Agave Spirit, desde hace más de 15 años. Él se interesó en esta planta silvestre tras conocer que su uso se estaba perdiendo, en zonas como en la Mitad del Mundo, en Quito.

    Para intentar mantener viva la tradición de extraer el chawarmishki, que es la savia del penco, Mora decidió en el 2014 darle un valor agregado a esta materia prima, para esto creó Agave Spirit. Inicialmente invirtió USD 200.

    Con este líquido dulce, que tiene un tono blanquecino, y las flores de agave, aprendió a elaborar una serie de preparados.

    Actualmente, ofrece chawarmishki pasteurizado, jugos saborizados, miel, vinagre, miske (bebida alcohólica), mizhqueza (cerveza), flores de penco en conservas, y helados. Estos alimentos tienen propiedades nutritivas, probióticas e incluso medicinales.
    Cecilia Flores, quien consume este producto, asegura que el chawarmishki le permitió recuperarse, tras una enfermedad a los huesos. “No podía caminar, pero tras consumir esta bebida me siento mejor”.

    Israel García, cliente, comenta que por las propiedades nutricionales de las bebidas compra estos productos semanalmente. “Estos aportan a mi salud, saben bien y son de calidad”.
    En el proceso de elaboración de estas bebidas y alimentos se emplean solo ingredientes naturales, para mantener la esencia de esta planta nativa, que crece sin necesidad de la intervención de la mano del hombre.

    La materia prima se adquiere a cuatro familias que producen en la Mitad del Mundo y la provincia de Cotopaxi. Cada semana recibe 400 litros. En esto se invierte alrededor de USD 600.

    “Ellos reciben un precio justo por la savia de penco que se entrega de manera periódica”, precisa Agave Spirit.

    Christian Tito, productor, comenta que vende desde hace tres años alrededor de 100 litros de chawarmishki. En promedio, por cada litro recibe USD 0,80 centavos.

    Con esta materia prima se realiza las preparaciones en la planta de producción ubicada en la Ciudadela El Señor del Árbol, ubicada en el norte de Quito. En total, en este sitio trabajan 30 personas, entre colaboradores directos e indirectos.

    La comercialización se realiza en Quito y Guayaquil, en tiendas de productos orgánicos, y en ferias de emprendimientos. El precio de los jugos oscila entre USD 2 y 3, mientras que los destilados cuestan USD 20 y 35, el que es reposado en barriles de roble.

    En este año, la meta de Agave Spirit es exportar el miske. “Estamos en conversaciones con los Estados Unidos para vender nuestros destilados de penco”, refiere Mora.

    Si bien las bebidas alcohólicas de Agave Spirit se elaboran con agave como se hace el tequila en México, su preparación -sostiene Mora- es distinta y por esto su sabor es diferente.
    Esto permitió que esta pequeña empresa ecuatoriana participe como ponente en marzo pasado en el Simposio Internacional del Agave, en México.

    Aparte de la fábrica de bebidas y alimentos, esta empresa elabora artesanías y promueve la cultura alrededor del penco, en la Casa del Agave, ubicada en la Mitad del Mundo.

    En este sitio, que está a un costado de la planta, las personas pueden conocer más sobre las propiedades y usos del agave, previo una reservación. El ingreso cuesta USD 5.

    El recorrido se inicia en un mirador en donde se aprecia varias especies de penco. Incluso, en este espacio los turistas pueden experimentar las propiedades de las raíces del agave.

    Al avanzar se conoce los utensilios que se emplean para extraer el chawarmishki, la importancia de esta planta en América y los otros productos que se pueden obtener del penco.
    Entre estos instrumentos musicales, tambores, alpargatas hechas con fibra de cabuya, correas, elementos de arquitectura hechos con chawarquero (flor del penco). La visita incluye el acceso a la destilería, la tienda, degustación de productos y un recorrido por la ruta del agave en la zona.

    Este servicio más la venta de las bebidas, alimentos y artesanías generan un ingreso de USD 30 000 al año. Pero este 2019 quieren duplicar esta cifra.

    Diego Mora, gerente de Agave Spirit, y Andrea Villarroel, jefa de Innovación, organizan recorridos para los visitantes que acuden a la planta. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
    Diego Mora, gerente de Agave Spirit, y Andrea Villarroel, jefa de Innovación, organizan recorridos para los visitantes que acuden a la planta. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
  • Ocho jóvenes resumen la esencia de emprender

    Pedro Maldonado

    Ñeque, persistencia, pasión, no tener miedo, aprender del fracaso, visualizarse en el futuro, entre otras, fueron algunas de las palabras y los consejos que se repitieron durante casi dos horas en una motivante reunión de emprendedores.

    Ocho jóvenes ecuatorianos -seis de Quito, uno de Guayaquil y una de Cuenca– fueron los protagonistas de un encuentro lleno de buenas ideas y energía. Ellos participaron en el programa de intercambio ‘Iniciativa de Jóvenes Líderes de las Américas’ (Ylai, por sus siglas en ingles), del 4 de octubre al 12 de noviembre de 2016, en distintas ciudades de EE.UU.

    El grupo volvió a reunirse el pasado 29 de noviembre, ahora en la Embajada de EE.UU., en el norte de Quito. Allí participaron en una transmisión en vivo vía Facebook con otros emprendedores del continente americano. La idea fue compartir experiencias, anécdotas, hablar del éxito y del fracaso, pero también del impulso que lleva cada emprendedor.

    Con buen ánimo, los ‘eight Ylai’ recordaron los aprendizajes que les dejó su estadía en EE.UU. Durante el ‘Facebook live’ mostraron que el emprendedor tiene las ideas claras, que sabe que puede equivocarse, pero aún así lo intentan, una y otra y otra vez.

    A la hora de las preguntas -enviadas y respondidas en vivo- los jóvenes ecuatorianos dieron algunos consejos. “Encontrar lo que a uno le gusta hacer. Vencer el miedo.

    Empezar en pequeño. Aprender del fracaso. Probar y equivocarse hasta encontrar lo que uno quiere. No pensar mucho y lanzarse”, fueron parte de las sugerencias lanzadas al aire ante la mirada atenta del embajador estadounidense, Todd Chapman, y funcionarios, que también escuchaban con atención.

    La palabra fracaso sirvió para que los jóvenes contarán experiencias que les marcaron. David Borja es el fundador de la plataforma Multidoctores.com, que busca generar un impacto social en la salud. Antes de este emprendimiento Borja fue uno de los responsables de Deliyami, una ‘startup’ local vinculada con el envío de comida a domicilio.

    Borja recordó el desafío que enfrentó. “Mi negocio se estaba quedando sin fondos, había dinero por cobrar, pero que no cubría las deudas. Además, entraba al país una multinacional de pedidos a domicilio. Pensamos que todo estaba acabado”.

    Luego, detalló Borja, recibió un correo de la multinacional que decía algo así: “nos va a costar trabajo superarlos por su conocimiento del mercado, por eso tenemos una propuesta”. Al final, Deliyami fue adquirida por la firma extranjera y el dinero sirvió como fondos para el nuevo proyecto de consultas médicas en Internet.

    Otro relato sobre cómo superar obstáculos fue el de Andrea Almeida, ingeniera de alimentos y dueña de su propia empresa, Ethniessence. “Hace dos años el semáforo para alimentos nos afectó, al igual que el tema del registro sanitario. La operación se paralizó ocho meses y pensé en cerrar la empresa. Pero empecé a recibir llamadas de pedidos o para ofrecerme ayuda. Vi que valía la pena darnos otra oportunidad”.

    La empresa se reactivó. Almeida y su equipo elaboró un plan de negocios más fuerte. “Nos entrenamos y estamos más fuertes que antes. Muchas cosas buenas están pasando y aprendimos que un resbalón no es el fracaso total”.

    Para Marco Mendieta, cofundador de Megamobilier, el desafío se lo presentó una ejecutiva bancaria. “Ella me negó un crédito porque, según decía, mi empresa iba a quebrar y mi modelo de negocios no funcionaba”.

    La situación era difícil, reconoció Mendieta, con ventas reducidas y pagos pendientes a proveedores. “Pero seguí adelante, las ventas mejoraron y callé la boca de mucha gente”, dice este emprendedor que maneja una empresa que fabrica muebles.

    El género también pesa a la hora de abrirse campo como emprendedora. Así lo asegura Elisa Muñoz, fundadora de D’Cuero una pequeña ‘startup’. “A las mujeres jóvenes nos ven distinto, todavía nos encontramos con personas que nos dicen que consigamos un empleo con horario y sueldo fijo. Mi trabajo consistió en romper esas barreras culturales”.

    La manera de enfrentar los problemas y el razonamiento de los jóvenes emprendedores arrancaron aplausos de los asistentes de la reunión. El embajador Chapman enfatizó en que el emprendimiento no es un asunto de un gobierno o de leyes, sino de mentalidad.

    “¿Qué queremos como economía, como sociedad? Queremos emprendedores. Es importante que existan estas estructuras para el futuro porque las buenas ideas pueden surgir de cualquier parte”.

    Jóvenes emprendedores que son parte del programa ‘Iniciativa de Jóvenes Líderes de las Américas’ se reunieron con el embajador de EE.UU. Todd Chapman. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Jóvenes emprendedores que son parte del programa ‘Iniciativa de Jóvenes Líderes de las Américas’ se reunieron con el embajador de EE.UU. Todd Chapman. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • Café, cacao y té, la esencia de este negocio

    Redacción Guayaquil (I)  redacción@revistalideres.ec

    Cambiar la cultura del consumo del café, el cacao, los chocolates y el té por productos más naturales y orgánicos, es el objetivo de Vitrina Gourmet.

    El emprendimiento busca que los consumidores cambien su paladar y consuman café de pasar, polvo de cacao, chocolates con menos cantidad de azúcar y frutas deshidratadas como infusiones.

    “Es mediante el uso de lo orgánico y de lo natural donde se puede degustar de todos los aromas y sabores que brindan nuestros productos ecuatorianos”, sostiene Sonnia Viejó de Gellibert, cofundadora del emprendimiento.

    Vitrina Gourmet nació hace tres años como un sueño de Sonnia de tener una cafetería, lo cual resultaba costoso, por lo que junto con su familia decidió empezar vendiendo los productos insignes del Ecuador como el cacao y el café.

    El negocio empezó con una inversión de USD 10 000 que eran parte de los ahorros que la emprendedora recibió como liquidación de su trabajo. Ella es licenciada en comunicación social y contadora y trabajó en medios y en el área de telecomunicaciones.

    Sus hijos, Mishelle y Darío Gellibert, de 25 y 23 años, son los encargados de las áreas de innovación para las ventas y de la línea gráfica de los empaques del emprendimiento.

    Para Mishelle, el valor agregado de los productos es que trabajan directamente con las comunas que los producen. “Lo más importante es que cada uno de nuestros productos tiene una historia y detrás de ellos están miles de personas que han trabajado para que se produzca”.

    El café de Vitrina Gourmet proviene de una asociación de más de 6 000 agricultores de Loja que producen un café especial, con carácter ecológico y orgánico. En total, Vitrina Gourmet cuenta para su negocio con una red de 7 125 pequeños productores.

    El polvo de cacao tiene su origen en plantaciones de Manabí, Guayas y Los Ríos. Las barras de chocolate se elaboran en una finca artesanalmente.

    El emprendimiento ha tenido que pasar por un largo proceso de regulación y controles sanitarios para poder comercializar; todo ese trabajo ya ha rendido frutos. Sonnia cuenta que desde hace varias semanas los productos de Vitrina Gourmet se venden en almacenes De Prati, en el área de la sección hogar.

    “Esto ha provocado que más personas nos reconozcan y nos llamen para solicitarnos nuestros productos”, dice la emprendedora. Al mes producen unas 500 fundas de café, 200 de polvo de cacao, 200 barras de chocolate y unos 700 sobres de té.

    Los precios van desde USD 6 los paquetes de café de 250 gramos, USD 3 los de cacao, USD 2 las barras de chocolate y USD 2 los de té. También, tienen otras presentaciones y la caja de regalo Vitrina Gourmet que vale USD 25. El año pasado este emprendimiento facturó unos USD 60 000.

    Su principal sitio de ventas, son las ferias gastronómicas a las cuales han asistido para darse ha conocer. También, mediante su página web y las redes sociales.

    Por el momento Vitrina Gourmet cuenta con un ‘showroom’ en el norte de la ciudad pero aspiran abrir un local. Entre sus metas a corto plazo está empezar a exportar a Canadá, a Estados Unidos y a la Unión Europea.

    Sonnia Viejó y su hija, Mishelle Gellibert, producen y venden productos orgánicos como el café y el cacao. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
    Sonnia Viejó y su hija, Mishelle Gellibert, producen y venden productos orgánicos como el café y el cacao. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
  • Una planta amazónica es la esencia de este negocio

    REDACCIÓN QUITO  (F)  redaccion@revistalideres.ec

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    La ungurahua para el cuidado de la piel; para prevenir la caída del cabello o para humectar las manos fue la consigna Laura Sevilla, una quiteña que dio vida a la marca de cosmética natural Umai.

    Su emprendimiento elabora cremas faciales, champú, jabones, cremas corporales y de mano a base de aceite de ungurahua. Esta planta es nativa de la Amazonía ecuatoriana: “nace de una palma y sus beneficios son múltiples debido al Omega 9 que posee”, detalla Sevilla mientras se unta en la palma de la mano un extracto de la crema de ungurahua con hierbaluisa; una combinación que deja un aroma cítrico sobre la piel.

    Esta mujer, de 62 años comenta que antes trabajaba en el área de relaciones públicas en un medio de comunicación privado, pero en el 2010 decidió tener un emprendimiento familiar.

    Entonces aprovechó los conocimientos adquiridos por su hija Vanesa Vargas quien en ese mismo año viajó por trabajo a la Amazonía y conoció sobre las bondades de la ungurahua. Su hija le detalló el uso medicinal de este aceite; entonces Sevilla decidió elaborar artículos cosméticos unisex.

    Escogió el nombre Umai, palabra achuar que significa hermana, que hace relación con la fraternidad que se vive en la Amazonía del país. Para iniciar con este emprendimiento, Sevilla invirtió un capital USD 10 000; era el año 2010.

    Este dinero se destinó a la obtención de registros sanitarios, la compra de envases desde EE.UU., diseños y la maquila que se realiza en una farmacéutica, con la que tiene un convenio de confidencialidad. Para la elaboración de las cremas, Umai adquiere dos litros anuales de aceite de ungurahua para combinarlos con las otras materias primas.

    En el 2011 se desarrolló la fórmula y se la envasó para hacer una primera prueba de las cremas. En el 2013, esta iniciativa empezó a promocionarse en ferias de emprendimiento y en algunas tiendas naturistas.

    El negocio creció y para el 2014, Sevilla decidió sacar al mercado la línea de champú, debido a que la ungurahua evita la caída del cabello; hasta la fecha elabora nuevos productos como los jabones y las cremas corporales.

    La facturación de Umai en estos cinco años ha tenido un crecimiento del 15% anual. Solo en el 2015, Laura Sevilla vendió unos USD 6 000. Además, invierte anualmente un 20% de los ingresos para adquirir materias primas y envases plásticos y de balsa. Estos últimos son comprados en una fundación de Guayaquil, explica Vanesa Vargas, quien es parte del emprendimiento familiar.

    En la elaboración se fusiona el aceite de ungurahua con la hierbaluisa para dar una mejor textura a las cremas faciales; los jabones líquidos, por su parte, tienen extractos de orquídeas.

    Esta diversidad en el portafolio de esta marca ha logrado fidelizar a clientes. Violeta Moscoso, por ejemplo, conoció los productos hace tres años en una feria en Quito. Le llamaron la atención las cremas, las compró y desde entonces, utiliza otros productos como las cremas corporales. “Mi piel es muy sensible, pero las cremas de Umai han ayudado a que esta se mantenga tersa y suave”.

    Para este año Sevilla quiere posicionar sus productos en grandes cadenas de supermercados. Para eso, ya firmó un acuerdo con la cadena Supermaxi como parte de un plan piloto para ubicar estos productos ecuatorianos en perchas.

    Además, con Umai se seguirá participando en ferias en Quito. En la promoción, la emprendedora quiteña afirma que las redes sociales serán su segunda estrategia a desarrollar. Para esto, están armando una campaña que permita visibilizar el emprendimiento familiar. La meta también es contratar a dos personas para que ayuden con la logística del negocio.

    Laura Sevillano vio en la ungurahua la oportunidad de emprender su negocio de cremas faciales naturales. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Laura Sevillano vio en la ungurahua la oportunidad de emprender su negocio de cremas faciales naturales. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • El pan horneado en Guayaquil tiene esencia ambateña

    Evelyn Tapia

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    El aroma de pan recién horneado se percibe desde la puerta de ingreso. En una decena de repisas descansan los moldes de pan recién preparados y en una mesa, dos mujeres decoran los rostros de las guaguas de pan.

    Las jornadas de trabajo en la planta de producción de Panadería y Pastelería California son más ajetreadas en el último trimestre del año, cuando se preparan guaguas y panes de Pascua, para complementar la oferta regular de 200 productos que vende esta empresa dirigida por el ambateño Carlos Ramírez Tamayo, desde 1984.

    El primer local del negocio, que fue creado en 1941 por Julián Orellana, todavía está abierto en las calles Aguirre y Boyacá, en el centro de Guayaquil.

    Hace 31 años, cuando Ramírez compró el negocio, ocho trabajadores formaban parte de la panificadora. Actualmente, son 50 puntos de venta en Guayas, Santa Elena, Los Ríos y El Oro. Con unos 480 empleados, esta cadena de panadería y pastelería es el resultado de una vida de aprendizaje y pasión al oficio, dice el ambateño.

    Cuando tenía 10 años, Ramírez se mudó a Guayaquil luego de la muerte de su madre. En esta ciudad, sus tíos maternos le enseñaron el oficio y desde entonces, no paró. A los 16 años ya era jefe de Producción en la Panadería Roma, que uno de sus tíos alquiló.

    “Desde pequeño compartía el estudio con el trabajo en la panadería, no era obligado, pero yo sabía que tenía que ayudar y siempre me gustó trabajar. Todo lo que tenemos hasta ahora es por la pasión a lo que hacemos, el amor a hacer pan”, señala Rodríguez, mientras recorre la planta saludando a sus operarios.

    La planta de producción, ubicada en la avenida Felipe Pezo, en el norte de Guayaquil, comenzó a operar en el 2002 y tiene capacidad para convertir 6 toneladas diarias de harina en productos como panes, roscas y postres.

    Entre octubre y la primera semana de noviembre estaba previsto producir 20 000 guaguas de pan y unos 300 litros de colada morada, cuenta Germán Mendoza, jefe de Panadería.

    Pero además de esta dotación especial, en un día normal se producen en promedio unas 40 000 piezas de pan y en el 2016, se espera duplicar la producción con la implementación de nueva maquinaria que automatizará procesos.

    En 1990, California ya tenía cuatro locales además de la matriz (la Alborada, calle Sucre, calle 10 de Agosto y en la península de Santa Elena), pero fue en ese año cuando Ramírez se propuso expandir el negocio a centros comerciales y supermercados, en donde además de comercializar pan amasado y horneado de manera artesanal, también se vende pan empacado de molde, para hamburguesa y hotdog.

    La estrategia de crecimiento apunta ahora a los supermercados. “Queremos comenzar a vender a distribuidores y también vamos a ofrecer pan congelado”, cuenta Ramírez.
    Actualmente, el pan empacado que vende esta firma se comercializa en supermercados como Avícola Fernández y Del Portal.

    Leonel Cedeño, administrador de uno de los locales Del Portal, en el sur de Guayaquil, señala que cada semana en esta sucursal se abastecen de unos USD 300 en productos. “Les compramos sobre todo el pan de hamburguesa y criollo. Son productos que tienen bastante rotación porque tienen precios cómodos y son de buena calidad”, cuenta.

    Panadería California 

    El ambateño Carlos Ramírez Tamayo sabe elaborar pan desde los 10 años de edad. Actualmente, dirige una cadena de panaderías con 50 locales.

    El negocio fue creado en 1941, pero desde 1984, cuando Carlos Ramírez adquirió el negocio, California se convirtió en una de las cadenas de panaderías más grande de Guayaquil. Foto: Mario Faustos / Líderes
    El negocio fue creado en 1941, pero desde 1984, cuando Carlos Ramírez adquirió el negocio, California se convirtió en una de las cadenas de panaderías más grande de Guayaquil. Foto: Mario Faustos / Líderes