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  • La gastronomía esmeraldeña se instaló en tierra tsáchila

    María Victoria Espinosa (F) Contenido intercultural

    La sazón afroesmeraldeña se trasladó a Santo Domingo de los Tsáchilas. El bailarín Frixon Angulo abrió un restaurante que conservara el sabor y la tradición de Esmeraldas, la ‘Provincia Verde’.

    El objetivo de este emprendedor es transportar a sus comensales hacia esa zona costera, no solo por el sabor de la comida sino por la decoración del local.

    Al lugar se lo pintó de verde y blanco, que representa la bandera de Esmeraldas. En el techo, con la ayuda de una tela azul, se emula al mar con sus olas y peces.

    Mientras que a la entrada del restaurante se observa una red con peces y los instrumentos musicales que identifican a los afrodescendientes: marimba, maracas, cununo y bombo.

    En las paredes se han pegado fotografías sobre el paso de Angulo por varios ‘realities’.
    Uno de esos fue ‘Bailando por un sueño’, en el que concursó con la actriz Sofía Caiche y del que adquirió el apodo ‘Marimba’.

    De hecho, por eso su restaurante se llama ‘La sazón de Marimba’. El esmeraldeño señaló que en el restaurante pudo mezclar sus dos pasiones: la gastronomía y el baile. Eso debido a que se hacen presentaciones de danza afrodescendiente al son de la marimba.

    La idea del negocio nació hace más de un año. Angulo y su familia vivían en Chone (Manabí) cuando se dio el terremoto del 16 de abril. “Mi esposa era profesora en ese sitio y la trasladaron a Santo Domingo. Así que decidimos viajar todos porque allá no había oportunidades de trabajo”.

    La familia Angulo invirtió USD 18 000, que eran sus únicos ahorros, en el restaurante. Compraron cocinas, refrigeradoras, mesas, sillas, vajillas, utensilios de cocina, entre otras cosas.

    Para hacer la cartilla con el menú, Angulo recordó los platos de su niñez en el barrio Isla Piedad, de Esmeraldas. “Éramos 13 hermanos y mi mamá trabajaba. Así que yo me hacía cargo de la alimentación de los más pequeños como podía. Así aprendí”.

    También recordó los platos de su provincia que añoraba mientras vivía en Quito, Guayaquil y Chone e inventó recetas como el bolón relleno de mariscos.

    Marlon Rivadeneira es un comensal que visita el lugar cada domingo. Lo hace porque esos días se puede degustar del bolón de mariscos y del tapao arrecho.

    Este último es popular en Esmeraldas y sirve para aliviar el malestar de la resaca. “Antes para el ‘chuchaqui’ solo comía encebollado, pero el tapao es levanta muertos”, señaló Rivadeneira.

    Angulo aseguró que los fines de semana empezó vendiendo el encebollado esmeraldeño, pero a la par promocionaba el tapao, que es una sopa con diferentes tipos de carnes y embutidos. Ahora esos dos platillos se venden por igual.

    Según Angulo, las ventas han aumentado en los últimos meses de 50 a 100 platos diarios y los fines de semana esa cifra se triplica.

    Él afirmó que el éxito que ha tenido se debe a que los clientes han recomendado el lugar con otras personas por la sazón y porque los precios son económicos. En el restaurante se encuentran platos desde USD 2 hasta USD 10.

    Además no se utilizan aliños y saborizantes que contienen químicos. “Solo utilizamos las especies como la chillangua, que son típicas de Esmeraldas”.

    Para el comensal Gilberto Morán, la clientela también regresa por la atención que se les brinda.“Los platos son grandes y si uno quedó con sed puede pedir más jugo sin pagar adicional”.

    A los clientes les atiende Angulo o alguno de sus tres hijos, quienes aprovechan para tomarse fotografías con ‘Marimba’, en una pared especial para esta actividad.

    El negocio

    La primera inversión en el restaurante fue de unos USD 5 000 para comprar los utensilios de cocina.

    En la decoración del local gastaron unos USD 3 000. Solo en la impresión de más de 200 fotografías se invirtió USD 500.

    Los instrumentos musicales y los barcos fueron elaborados en Esmeraldas, para generar empleo para los artesanos.

    La música  hace parte de los servicios que ofrece el restaurante. Cuando hay reservaciones de más de 20 personas, el grupo de bailarines realiza una presentación gratuita.

    El restaurante se promociona a través de las redes sociales y con volantes.

    Frixon Angulo instaló hace un año un restaurante, que rescata la tradición gastronómica afrodescendiente. Foto: Juan Carlos Përez para LÍDERES
    Frixon Angulo instaló hace un año un restaurante, que rescata la tradición gastronómica afrodescendiente. Foto: Juan Carlos Përez para LÍDERES
  • La sazón esmeraldeña le abrió oportunidades

    María Victoria Espinosa (F) Contenido Intercultural

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    El coco es el ingrediente principal en el restaurante La Comida de Zoila, ubicado en Santo Domingo de los Tsáchilas.

    Este emprendimiento, que nació hace 18 años, busca rescatar la tradición de la comida afroecuatoriana. Zoila Tamayo, propietaria de este negocio, señala que empezó a preparar comida esmeraldeña porque extrañaba su cultura. “Al conversar con los clientes, siempre me decían que conocían muy poco de las tradiciones gastronómicas esmeraldeñas y por eso le aposté a la comida típica”.

    Tamayo y su familia debieron trasladarse desde Esmeraldas a Santo Domingo, debido a un derrame de petróleo que afectó a la zona en la que vivían. “A una semana de ese accidente, en el que incluso hubo un gran incendio, yo ya estaba buscando trabajo en Santo Domingo”.
    Al principio trabajó por cuatro años en el restaurante de un hospital del cantón tsáchila. Ahí debía vender todo tipo de alimentos.

    Pero cuando su contrato terminó, Tamayo decidió mostrarles a los comensales santodomingueños cómo era la comida esmeraldeña. “Me siento orgullosa de ser afrodescendiente y de que la gente conozca mi comida”.

    Ella empezó su negocio con la cocina y la refrigeradora de su casa. Debía levantarse a las 05:00 y acostarse a las 00:00 para preparar los alimentos y asear el restaurante, porque no tenía empleados. “Debía hacer muchos esfuerzos, como lavar en la noche los manteles, para que estuvieran limpios al siguiente día. Debía hacer lo imposible para que se secaran a tiempo porque no tenía lavadora”.

    El local era pequeño y solo se ofrecían desayunos y almuerzos para ejecutivos y médicos del sector. Ahí invirtió unos USD 1 000.

    Ella recuerda que al principio quiso llamar a su emprendimiento el Rincón Esmeraldeño, pero desistió de la idea porque los clientes llamaban al restaurante por su nombre: Zoila.
    Sin embargo, Tamayo recuerda que la llegada de clientes fijos no fue fácil y tuvo dificultades para introducir la comida esmeraldeña en el mercado de Santo Domingo.

    Hace 15 años, las ventas eran bajas (20 platos al día) porque el santodomingueño no estaba acostumbrado a comer el encocado de pescado, por ejemplo.

    Pero Tamayo no desistió y fue la combinación del bolón de plátano verde con chicharrón, acompañado de un encocado de pescado o de camarón, lo que hizo que el restaurante empezara a tener clientela fija. Hace unos 10 años, se empezaron a vender unos 100 platos durante el día.

    Francisco Morocho es cliente desde hace siete años. Él señala que los bolones tuvieron tanta acogida porque era un plato innovador. “En Santo Domingo no había nada parecido, porque se vendían bolones con jugo de carne, pero nunca con encocado, y esa combinación es deliciosa”.

    Por eso, el bolón es ahora el producto estrella del restaurante. De hecho, una de las dos sucursales se llama Los Encocados de Zoila.

    Ahí solo se preparan desayunos. Porque en el local principal, Tamayo sigue cocinando para sus clientes. “La gente ya conoce mi sazón y si cocina alguien más, ellos se dan cuenta. Así que debo seguir”, afirma la mujer.

    Sin embargo, ahora cuenta con la ayuda de seis empleados en los dos locales. Ellos se encargan de atender a los clientes y limpiar los locales. También le ayudan a preparar los alimentos, pero el toque de sabor sigue dándolo Tamayo, porque ella conoce la receta original de ese plato típico.

    Los bolones y los encocados, especialmente, tienen clientes en varias partes del país. Eso debido a que unos 50 ejecutivos, que vienen de otras ciudades para hacer trámites en Santo Domingo, son sus clientes fijos desde hace más de cinco años.

    Carlos Andrade es uno de ellos. Él es esmeraldeño, pero vive en Quito hace 10 años. Cada vez que viaja a Santo Domingo visita a Tamayo. “Es una parada obligatoria, porque visitar el restaurante es como llegar a Esmeraldas. Se siente alegría, amabilidad y una comida deliciosa”.

    La esmeraldeña Zoila Tamayo es la propietaria de un restaurante con sello afroecuatoriano. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    La esmeraldeña Zoila Tamayo es la propietaria de un restaurante con sello afroecuatoriano. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES