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  • Manos indígenas elaboran accesorios exclusivos

    Redacción Guayaquil  (F) Contenido Intercultural

    El estilo ‘hippie’ y ‘chic’ que un bolso de la marca Las Lolas Handmade le otorga a quien lo lleva puesto esconde detrás de sus formas y colores, un laborioso trabajo que demanda la paciencia y creatividad de manos indígenas.

    Hace casi dos años, Doménica Delfini, guayaquileña titulada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, conoció el trabajo de las mujeres de la comunidad indígena Wayuu, en Colombia y se sintió cautivada.

    La forma de trabajo y la importancia del tejido en la vida de estas mujeres la inspiraron. Así, decidió traer a Ecuador mochilas y bolsos elaborados por las mujeres wayú y comenzó a promocionar a través de Instagram un 13 de noviembre, aprovechando las vísperas navideñas. Así nació el emprendimiento Las Lolas Handmade.

    “Después de mucha investigación de lo que queríamos emprender, empezamos con pie derecho gracias a la proximidad de Navidad. Eso significó una gran acogida y ventas impresionantes. Comenzamos con poco dinero, pero con muchas ganas de entregar a cada una de las mujeres algo único que destaque su actitud ante la vida”, dice la emprendedora.
    A la oferta colombiana de bolsos, se sumó al poco tiempo el producto ecuatoriano. Carteras y sombreros de paja toquilla, macanas (chales), ponchos y turbantes son parte de la oferta que está disponible para los compradores.

    “La relación que entablamos con los artesanos es de colaboración mutua y justa. Trabajamos indirectamente con 15 familias de la Guajira colombiana, a través de su representante Cintia Juanes y con Laura Loja, y las mujeres de su comunidad de Gualaceo y Chordeleg”, menciona Delfini.

    Los bolsos de la comunidad Wayuu son elaborados por artesanas de unas 15 familias de la Guajira colombiana, mientras que los productos ecuatorianos nacen de las manos de unas 30 artesanas de Gualaceo y Chordeleg, que producen los bolsos de paja toquilla y los tejidos macana.

    Delfini lamenta que “el consumo artesanal en moda, aún no está bien valorizado”, pero reconoce que va por buen camino.

    Como se trata de productos únicos, pues los diseños no se repiten, la producción no es en serie. En el mes más bajo se venden entre 20 y 25 productos, y en los mejores hasta 50 y 60 artículos. “Podríamos estar hablando que nuestros ingresos oscilan entre USD 3 000 y 5 000”, señala Delfini y añade que la esencia de la marca es impulsar el trabajo artesanal sin fronteras. Aunque por ahora los productos se venden mediante Instagram y el sitio Laslolashandmade.com, las tiendas itinerantes o bazares también han sido puntos de exhibición y venta, como el Z Gallery en Cumbayá y La Libélula, en España.

    Los precios oscilan entre los 45 y 85 euros en el mercado europeo y entre USD 45 y 95 en Ecuador y América Latina.

    La internacionalización de la marca es el resultado de la fuerte promoción en redes sociales que Delfini ha realizado estos dos años, además, en el sitio web se habilitó la opción de compra en línea. Una de sus clientas frecuentes en Chile es Diana Ferrín. Hace un año ella conoció de la marca y desde entonces ha hecho varias compras: “son muy diligentes y puntuales con los envíos”.

    Ferrín añade que sus amigas, que conocieron el producto por ella, también se convirtieron en clientas de la marca de esta guayaquileña. “Me parecieron preciosos. Yo soy supermeticulosa y cuando revisé el producto, me di cuenta que era hecho a mano con excelentes acabados. Los llevo a todas partes (tiene varios) y una vez en Tahití, un mexicano se me acercó y me preguntó si el bolso era de Las Lolas”, cuenta entre risas. Más que moda, Delfini quiere promover una marca con identidad y difundir las características del trabajo hecho a mano.

    Doménica Delfini muestras las diferentes creaciones que comercializa. Foto: Cortesía de Las Lolas Handmade
    Doménica Delfini muestras las diferentes creaciones que comercializa. Foto: Cortesía de Las Lolas Handmade
  • La exclusividad gana espacio entre los consumidores ecuatorianos

    Redacciones Quito, Guayaquil y Cuenca

    La reciente apertura en Quito de tiendas como Zara, Pull&Bear y Bershka generó curiosidad entre los consumidores. Pero también planteó una pregunta: ¿la llegada de estos locales abre camino para que marcas de lujo se posicionen en el país?

    Para empresarios, analistas, diseñadores y representantes del sector, el negocio del lujo es muy particular.

    Según María Eugenia Girón, directora del Observatorio del Mercado Premium y de Prestigio en España, para que una marca sea considerada de lujo tiene que cumplir cinco características: ser creativa, ser innovadora, mantener la noción de artesanía, ofrecer productos personalizados y ser internacional; es decir, que se venda en Europa, Asia y América.

    José Luis Iturralde, representante de la marca italiana Bugatti en Ecuador, agrega otra condición: el artículo de lujo se diferencia por la calidad que ofrece, por su exclusividad. “La exclusividad significa que no es para todos, que hay que pagar un valor especial, adicional, por una prenda”.

    Para Iturralde, hablar de ropa y accesorios de lujo no significa hablar de precios elevados, sino de vender una sensación de placer y estatus. El representante de Bugatti, marca cuyas ventas crecieron un 25% en el 2011 frente al 2010, considera que en Ecuador hay contadas marcas de lujo en prendas de vestir, a diferencia de lo que ocurre con los accesorios (joyas, bolsos, relojes…).

    En el Quicentro Shopping, por ejemplo, se encuentran marcas como Cartier, Bulgari, Rolex, Mont Blanc, Tous, Swarovski, Carolina Herrera, Chopard, entre otras.

    Para Grace de Díaz, gerenta de Comercialización de DK Management Services, firma que administra centros comerciales como Quicentro Shopping o San Luis Shopping, las marcas de lujo representan un “estilo de vida que se rodea de una magia inaccesible para la gran mayoría”.

    Según la ejecutiva, antes era fácil distinguir cuando un producto era de lujo. Su precio, su escasez, su calidad, su gusto. Ahora, comenta De Díaz, la marca de lujo se caracteriza por su aspiracionalidad.

    Los relojes de lujo también cuentan. Para Sofía Cobos, gerenta de tiendas de la joyería Guillermo Vázquez, en el caso de estos artículos se entiende que son de lujo los que tienen un posicionamiento de marca y tienen funciones específicas; es decir, están diseñados para bucear, navegar, practicar polo… Además, utilizan materiales exclusivos como diamantes, platino, oro, etc.

    Los relojes que cumplen estas condiciones se encuentran en el mercado desde USD 10 000 en adelante.

    En cuanto a la expansión de marcas de lujo internacionales, la Directora del Observatorio del Mercado Premium y de Prestigio en España señala que existen categorías como relojes o cosméticos que se distribuyen en tiendas multimarca. Pero también es común que se comercialicen en tiendas propias de la marca. “Con un canal de ventas propio hay más posibilidades de controlar la imagen y el concepto de una marca de lujo”.

    Girón aporta con otro dato que deja ver el cuidado con el que se trabaja en el sector: “La industria de lujo tiene una estructura integrada en la que se controla el nombre de la marca, desde la producción artesanal hasta la comercialización en tiendas”.

    Por eso, agrega, el año pasado las ventas en el mundo de productos de lujo personal (prendas de vestir y accesorios), registró ventas por unos USD 234 000 millones.

    El consultor de mercados David Ortega explica que el valor de las marcas de lujo es su posicionamiento a escala mundial, para lo que la inversión en publicidad es enorme.

    Sin embargo, puede ocurrir que una marca esté posicionada en un país y no en otros. Esto ocurre, según Ortega, en especial cuando son diseñadores locales reconocidos y sus precios son altos. “Cuando deben competir en otros países, en ocasiones deben reducir el precio de sus productos y pierden categoría”.