Los cínicos pueden ser muy molestos. Ven cosas que la mayoría de la gente se niega a ver. Lo interesante del cinismo es que podemos hacer de esa cualidad una profesión, a partir de la cual no sentirnos marginados. Porque los cínicos no son personas muy queribles. Pero si un cínico se convierte en humorista para canalizar su cinismo en forma diferente, será visto como un personaje ácido pero inofensivo, gracioso y en ocasiones querible. El cínico no tendrá que ocultar sus observaciones y podrá hacer de su habilidad su profesión.
Un caso extremo es el de George Carlin, exitoso humorista estadounidense ya fallecido, quien exponía sus observaciones acerca de la hipocresía de la sociedad norteamericana de una forma muy cruda, alcanzando un lugar de privilegio como uno de los más famosos comediantes de stand-up. No hubo tema del que no se burlara de una forma cruda. Muy audaz, pero hiriente.
¿Eres algo cínico/a? ¿Disfrutas siéndolo? ¿Cuál es la reacción de la gente frente a tu cinismo? ¿Cómo puedes utilizarla en forma positiva?
“Casi todo hombre pierde parte de su vida intentando mostrar cualidades que no tiene.” Samuel Johnson.
Queremos mostrar que somos más de lo que somos. Deseamos ser reconocidos como nuestro ideal, pero construirlo lleva demasiado trabajo (y no siempre estamos dispuestos a hacerlo).
Queremos tener (tener cosas, tener una posición) sin pasar por el proceso de trabajar en ser el tipo de persona que hace lo que desea hacer para tener lo que anhela tener.
Por ello, nos disfrazamos de ese personaje con el que nos gustaría ser reconocido. Ese trabajo también requiere mucho esfuerzo y es difícil de sostener durante mucho tiempo.
En lugar de tener lo que anhelamos para poder hacer lo que queremos, con la esperanza de ser lo que deseamos, podemos trabajar en ser quienes deseamos, para poder hacer lo que queremos, con la consecuencia de tener lo que anhelamos.
¿Trabajas en tener, hacer, ser? ¿O en ser, hacer, tener? Cualquiera de las dos direcciones representa mucho trabajo, pero la elección es clave para ser o para vivir simulando.
Una nueva versión de nosotros puede alejarnos de personas con las que nos relacionamos hoy y acercarnos a personas que aún no conocemos.Cuando alguien progresa, se desarrolla y cambia. Debido a ello puede ser acusada de “ya no ser igual”. Esto es normal.
Al crecer y madurar, ya no somos quienes éramos. Nuestra nueva versión se impone a la antigua. Y esto puede enfadar y lastimar a quienes se relacionaban muy bien con nuestra anterior versión. El ataque a nuestra nueva versión es solamente un síntoma de nuestro cambio.
Otro síntoma de nuestro cambio es nuestra relación con las personas. Nuestra nueva versión atraerá a nuevas personas, afines a esta versión, provocando que algunas personas de nuestro círculo actual se alejen. Luego del ataque o acusación de haber cambiado, nuestras anteriores relaciones cambiarán y algunas de ellas desaparecerán. Esto es normal y puede suceder con nuestros vínculos familiares, porque como en el caso de nuestras amistades, ellos están más cómodos y se vinculan mejor con la versión que ya conocen que con la nueva.
Una persona que confía en sí misma incrementa su probabilidad de éxito porque sabe qué puede y qué no puede comprometerse a hacer. Si sabe que puede, se compromete; hace lo que tiene que hacer. Si sabe que no puede, se prepara para hacerlo o no lo hace.
Ahora distingamos entre las personas que confían en sí mismas de las personas temerarias. Una persona que confía en sí misma comprende sus capacidades y sus limitaciones. Una persona temeraria no siempre tiene una plena compresión de sus capacidades y de sus limitaciones. Por ello, emprende proyectos para los que no está preparado, o en los que no tiene altas probabilidades de ser exitoso. Un temerario se arriesga a situaciones con alta probabilidad de fracaso y en ocasiones, en situaciones de alto riesgo con la intención de probar su coraje y/o valentía.
Hay una frase que dice: el soldado que huye sirve para otra batalla. Hay batallas de las que, por diversos motivos, es mejor huir. Está lleno de temerarios que han perdido todo, incluso su vida. Nadie los recuerda como temerarios sino como pobres personas.
Durante 15 años, Fernando Del Vecchio se dedicó a leer libros técnicos, sobre todo, obras vinculadas al mundo de la administración de empresas. Entre esas lecturas destacan títulos como ‘Ciclos de vida de la organización’ de Ichak Adizes y la ‘La quinta disciplina’ de Peter Senge.
Para el director de la Maestría de Emprendimiento de la Universidad de las Américas el libro de Senge, considerado una obra precursora en el estudio del ‘management’ del siglo XXI, es un texto clave por la visión sistémica e interdisciplinar que propone para el manejo del mundo empresarial.
En resumen, lo que se propone en ‘La quinta disciplina’ es que el éxito del aprendizaje empresarial se produce cuando el dominio personal, los modelos mentales, la construcción de visiones compartidas y el diálogo se unen para activar el pensamiento en sistemas.
De Adizes, un consultor de negocios de origen israelí, resalta su famosa teoría que habla de la necesidad de que las empresas generen herramientas para el análisis y tratamiento de las culturas corporativas y cómo utilizar estas herramientas para pronosticar su comportamiento.
Del Vecchio conoció a Adizes durante sus años de estudiante en la Universidad del CEMA. “Me interesé por este autor porque me di cuenta que, al igual que Senge, trabajaba con teorías sobre procesos de evolución empresarial. Es interesante su mirada sistémica del mundo empresarial”. Hace poco regresó a este autor para leer ‘Dominando el cambio’ y ‘El poder de los opuestos’, un libro donde aplica su metodología al mundo de las relaciones humanas.
Hace dos años, luego de terminar sus estudios de doctorado, Del Vecchio decidió que iba a intercalar sus lecturas habituales con obras literarias. Uno de los primeros libros que releyó fue ‘Viaje al centro de la Tierra’ de Julio Verne. Una de las cosas que le sorprendieron fue que la travesía del joven Axel, el protagonista de la historia, le provocó el mismo vértigo y terror que experimentó cuando leyó el libro, a los 12 años.
Entre sus relecturas de los últimos meses también está ‘La rebelión de Atlas’ de Ayn Rand, autora liberal, que sostenía que “cuando los hombres son libres triunfa la razón, cuando los hombres son racionales la libertad se impone. La libertad intelectual no puede existir sin libertad política y la libertad política no puede existir sin libertad económica”.
Uno de los autores al que siempre quiso dedicarle horas de lectura es Paul Auster. De este escritor estadounidense acaba de leer ‘Mr. Vértigo’ y ‘4 3 2 1’, una obra donde la vida de Ferguson, el protagonista de la historia, sirve de pretexto para reflexionar sobre los límites del azar y las consecuencias de las decisiones que todos tomamos.
En este ejercicio de diversificar sus lecturas también se ha enganchado con varias biografías de deportistas como Ubaldo Filiol y Mario Alberto Kempes, dos futbolistas que fueron parte de la Selección Argentina que ganó el Mundial del 78, la biografía de Andre Agassi y la de músicos como Keith Richards, el guitarrista de The Rolling Stones, de quien leyó su autobiografía titulada ‘Vida’.
Mi libro de cabecera
‘La quinta disciplina’. Del Vecchio recomienda la lectura del libro de Peter Senge porque cree que ayudará a que las personas comprendan que en la vida de las organizaciones hay relaciones de causa y efecto que no son lineales sino que son circulares.
Fernando Del Vecchio en uno de los espacios de lectura de la UDLA. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
“Visión es la habilidad de hablar del futuro con la misma claridad como si estuviésemos hablando del pasado.” Simon Sinek.
La definición de visión me permite “ver” lo que ha sucedido en el futuro como si estuviese hablando de algo ya logrado, alcanzado. La visión me permite describir la meta y los objetivos alcanzados, en una fecha muy concreta. Esa forma de plantear la visión me permite transitar el camino hacia lo conseguido, en un momento futuro definido, como si ya lo hubiese conseguido. Esto permite tomar decisiones enfocadas.
El definir la visión como un resultado logrado es similar a mirar la imagen que debo alcanzar antes de empezar a armar rompecabezas. Sería ilógico intentar armarlo sin una idea de la figura que debo alcanzar.
Si prestamos atención a las declaraciones de visión de las instituciones en las que trabajamos, veremos que tienen poco valor para tomar decisiones cotidianas. Sin saber cuál es la visión a alcanzar, el trabajo diario tiene poco sentido. Si nuestro trabajo cotidiano tiene poco sentido, es difícil encontrarlo trascendente.
“Si usted planea ser cualquier cosa menor de lo que es capaz de ser, probablemente será infeliz todos los días de su vida.” Abraham Maslow.
Algunas especies de peces crecen de acuerdo con el tamaño de su medio ambiente. Si los pones en una pecera pequeña, permanecerán pequeños. Si los pones en un enorme estanque crecerán hasta donde su potencial se lo permita.
¿Cuál es tu potencial, teniendo en cuenta tu entorno? Según Jim Rohn “toda forma de vida parece esforzarse hacia su máximo, excepto los seres humanos. ¿Cuán alto crecerá un árbol? Tan alto como posiblemente pueda. Los seres humanos, por otro lado, han recibido la dignidad de la decisión. Usted puede escoger ser todo, o escoger ser menos. ¿Por qué no estirarse hasta la plena medida del desafío y ver lo que usted puede hacer?”
Seguramente el entorno será un condicionante en tu crecimiento y desarrollo. Quizás tengas opiniones, creencias o convicciones sobre ti que no te permitan ponerte en marcha y hacer de tu vida lo que quieres que ella sea.
¿Cuáles (quiénes) son los condicionamientos de tu entorno?
“A medida que voy envejeciendo presto menos atención a lo que dicen los hombres. Sencillamente observo lo que hacen”. Andrew Carnegie.
La palabra es muy importante. En ciertas sociedades, empeñar la palabra es aún más importante que firmar un contrato. Sin embargo, esto no es así en la mayoría del mundo. Firmamos contratos para asegurarnos el cumplimiento de lo prometido. Y a veces, ni siquiera un contrato es garantía.
Yo tomé una decisión: basarme en lo que la gente hace y no en lo que diga que va a hacer. Y eso me permite, rápidamente, darme cuenta con quién seguir adelante un vínculo y con quién no.
Si conoces a alguien que habla en forma despectiva de otras personas: ¿qué te hace pensar que no lo hará de ti cuando esté con otra gente? Si esta persona está contigo en una reunión y no le preocupa en absoluto llegar tarde a su próximo compromiso: ¿qué te hace pensar que, en la próxima oportunidad, no hará lo mismo contigo?
El observar lo que la gente hace, más que lo que la gente dice que va a hacer, es una forma de generar expectativas razonables.