Como una medida para apoyar a los agricultores de café del cantón Quito, afectados por la pandemia de covid-19, la Agencia de Promoción Económica ConQuito, a través del proyecto Café de Quito, promueve el consumo local de este producto, articulando la venta de 45 costales del grano a la empresa Café Aromas del Ecuador y la Fundación Conservación y Desarrollo.
El proceso de comercialización se realizó bajo parámetros técnicos como testeo, pruebas de calidad y sabor, así como bioseguridad para garantizar la salud de los productores y compradores.
La Agencia asegura que el café de Quito mantiene buenas prácticas en las fases de producción, cultivo y cosecha. Se produce en las parroquias rurales del noroccidente.
Se trata de variedades de café arábigo de altura, que potencian los aromas y los sabores. El café de Quito se caracteriza por ser un producto con aromas a chocolate y tener un sabor agradable al paladar, por lo que también es conocido como un producto de tasa limpia.
Desde el 2012 ConQuito, en el marco de un proyecto apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ha trabajado de manera conjunta con los productores en diferentes iniciativas para el desarrollo del café de altura. La idea ha sido mejorar la calidad en el proceso de producción y su posicionamiento comercial.
A través del proyecto, que fue una alternativa a la actividad ganadera, se apoya a 90 fincas cafetaleras. Cada año se cosecha un promedio de 5 000 quintales de café.
La producción del café de Quito aporta a la economía local USD 1 millón al año y genera de 2 000 a 3 000 empleos directos e indirectos. La cadena productiva del café es una alternativa para el desarrollo económico y social de las familias que se dedican a esta actividad.
Imagen referencial de la preparación de una taza de café. Foto: Archivo / LÍDERES
Una especie de ‘holding’ bananero. Así se puede definir a la Asociación de la Industria Bananera del Ecuador (Asisbane) que se creó en el 2006 y que en la actualidad agrupa a exportadores, productores y proveedores de insumos vinculados con la industria bananera en el país.
En su búsqueda de consolidar al sector, Asisbane trazó la estrategia de optimizar la comercialización del producto con miras a la exportación de una manera directa. Hoy, tras concretarse sus primeros objetivos, tiene 40 socios productores, distribuidos entre Guayas y Los Ríos.
El gerente comercial de la compañía, Alberto Jalil, cuenta que los primeros destinos de exportación fueron Rusia, países de la Unión Europea (UE), así como EE.UU.
Hoy en día, el mercado de Asisbane se distribuye así: 40% en Europa, 25% en el Oriente Medio y 15% en la nación norteamericana. El 20% restante se envía a Argentina, Turquía, Rusia, Japón y China.
En una primera etapa, Asisbane exportaba 12 000 cajas de banano semanal, aproximadamente. Ahora, el promedio es de 250 000 a la semana. Según Jalil, en los últimos cuatro años la compañía pasó de exportar 4,6 millones de cajas anuales a 12,6 millones, cifra que alcanzó el año pasado.
En materia de facturación, la asociación logró vender el 2017 cerca de USD 100 millones, entre los distintos mercados a los que llega. El gerente de la compañía bananera atribuye el éxito que tienen a la confianza de los clientes en la calidad de la fruta. “Hemos logrado formar un buen equipo de productores que ya tienen experiencia en el área”.
Asisbane posee, además, dos certificaciones internacionales. Cuenta con Global G.A.P. y Rainforest Alliance, que están relacionadas con las buenas prácticas agrícolas.
“Hacemos el contacto con las compañías para que realicen las auditorías en las fincas de nuestros asociados, es un proceso que toma unos dos meses. Nosotros les damos a los productores las herramientas necesarias para que se puedan certificar”, afirma Jalil.
La asociación agrupa unas 100 fincas, que se traduce en cerca de 5 000 hectáreas (ha) sembradas de banano.
Asisbane tiene un equipo de supervisión en diferentes zonas asignadas a cada proceso. “Con eso nos aseguramos de que la fruta sea empacada con todos los estándares de calidad que nos exigen nuestros clientes”, dice.
Asisbane reúne cerca de 5 000 hectáreas de siembra de la fruta, distribuidas en unas 100 fincas entre Guayas y Los Ríos.
Son cerca de 20 supervisores en campo, además de personal externo que se contrata para complementar los procesos. En total, la compañía posee 45 trabajadores, entre las áreas administrativa, de producción y logística, que incluye la sección naviera.
Asimismo, la asociación ofrece servicios a sus productores. Entre otros se cuentan: identificación de oportunidades en diversos destinos; información sobre el comportamiento de los mercados; representación ante entidades públicas y privadas.
El productor bananero Jarol Barquet es socio de Asisbane desde hace seis años. Su hacienda Ana María tiene 15 hectáreas de cultivo, de las que extrae poco más de 60 cajas de la fruta por hectárea. Actualmente dirige su exportación a Arabia Saudita, pues el cliente demanda una presentación de caja favorable para los pequeños productores.
Barquet cuenta que desde que forma parte de la asociación, sus ventas al extranjero pasaron de 20 contenedores semanales a 200. Él decidió integrarse a Asisbane, pues le genera garantía sobre el destino de su producto. “Te da seguridad de saber dónde estás colocando la fruta y que no vaya a haber problemas con los clientes”, dice.
Jalil asegura que las principales demandas que hacen los compradores a los exportadores son calidad y certificaciones. “Cada vez el consumidor es más exigente con lo que recibe y compra en los supermercados”.
A su juicio, la competencia también se ha fortalecido. Los principales rivales son Costa Rica, Guatemala y Colombia, países que han aumentado su producción. “Con ellos nos dividimos los clientes europeos”, comenta.
Jalil cree que Ecuador está incrementando su presencia mundial gracias a los acuerdos comerciales, pero sostiene que aún es necesario apuntar a una mayor diversificación para poder competir mejor. Es por ello que confía en que la firma del Acuerdo de Asociación Económica Inclusiva con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) va a representar una oportunidad importante.
En la primera etapa, Asisbane exportaba 12 000 cajas de banano semanal. En la actualidad, el promedio es de 250 000 cajas por semana.Fotos: Mario Faustos / LÍDERES y cortesía Asisbane
“Dejamos a un lado los egos”. Esa es la frase que refleja la historia del origen de Much Flowers en Ecuador, según su director Ejecutivo, Juan José Albuja.
Se trata un holding de fincas florícolas de la Sierra Centro y Norte del país, en las que todas aportan con diferentes tipos de productos, pero exportan bajo una marca. Opera desde hace tres años.
Su origen, sin embargo, se remonta a 1994, cuando nació Flodecol, su mayor integrante. “En dos o tres hectáreas comenzó la producción y exportación de gypsophilia. En esa época era un producto nuevo en el mercado”.
Ocho años después, cuando Albuja asumió la gerencia comercial, la finca incluyó nuevos productos y se abrió a nuevos mercados como el europeo. Sin embargo, el verdadero cambio se dio en el 2012, cuando Albuja se convirtió en gerente general.
En ese momento tenían 27 hectáreas de producción que destinaron únicamente al cultivo y venta de gypsophilias. El 65% del producto iba a la Unión Europea.
“Pero llegamos a un punto en que dijimos que era necesario diversificarnos, dar valor agregado, etc. Ahí nació la idea de Much Flowers, a cargo de tres socios”.
En el 2015 se concretó este sueño de asociatividad, que lo conforman tres empresas y cinco fincas ubicadas en Cotacachi, Riobamba, Guayllabamba y Otón. Exportan gypsophilias, flores de verano, buqués, entre otras.
Un año después se consolidó el grupo y toda la operación se realizó bajo el paraguas de un solo departamento comercial.
Todas las plantaciones reúnen unas 80 hectáreas. Much Flowers no compra las flores, sino que recibe el producto de cada una para enviar a destinos en Europa, EE.UU., Asia y América del Sur.
La calidad es clave para los clientes, por lo que se hace un control riguroso del producto en la zona de cosecha y poscosecha de las fincas. El viernes pasado se encontraba en Flodecol, en Otón (Pichincha), Maribel Pineda, quien supervisa todos los procesos para evitar daños o contaminación en las flores.
Ella asegura que en el sitio los cuidados son extremos y que gracias a ello se cumple la meta de una mayor exportación. Por ejemplo, chequea la trazabilidad, es decir, lleva una guía con el nombre de cada embonchador para, en el caso de una contaminación, saber dónde se produjo.
El manejo adecuado de estos y otros procesos ha permitido que Much Flowers gane diferentes premios, entre el que está el segundo lugar del galardón Agriflor o reconocimientos por la calidad del producto en Rusia.
Otro de los aspectos básicos dentro de este grupo de fincas es el impacto social. Cada hectárea de flores representa 12 empleados, cuando en otro tipo de cultivo apenas lo hacen dos personas.
Más del 50% de quienes laboran en las plantaciones son mujeres. Los trabajadores pertenecen a diferentes localidades urbanas y rurales de la Sierra Centro y Norte.
En la industria florícola la habilidad y delicadeza de las empleadas permite el armado de bonches y buqués. De hecho, este último producto, que genera valor agregado a las compañías que los exportan, registra un importante crecimiento en mercados como el de EE.UU., según información de Expoflores.
Estos se venden en supermercados o a través de páginas web. Los compradores de ese país son más prácticos y prefieren productos listos para colocar en floreros.
Del total de las exportaciones de Much Flowers, el 5% son buqués. Para armarlos, el holding cuenta con un diseñador.
Cada una o dos semanas se tiene un diseño nuevo de arreglo. Existen temporadas para enviar ciertos productos, o mucha producción de determinada flor, lo que obliga a que salga al mercado, etc., sin embargo, los buqués, principalmente, se componen de cuatro tipo de plantas.
Una es la tipo focal, que puede ser una rosa o gérbera; otra es verde, como el ruscus; una tercera es un filler, como las gypsophilias y unas líneas, como las verónicas.
El conglomerado busca siempre la innovación. Cuenta con un laboratorio para investigaciones pero, además, trabaja con centros de investigación en Holanda que hacen los análisis y se prueban en las zonas de plantación en el país.
La empresa busca crecer ofreciendo productos de calidad y llegando a más mercados. Albuja está convencido de que es posible a través de nuevas alianzas.
La cifras
14 variedades de flores, aproximadamente, produce y exporta Much Flowers. Entre ellas están gypsophilias, bupleurum, verónicas, solidagos, senecios, delfinium, craspedias, ruscus, rosas, rosas spray, gérberas, etc.
65 millones de tallos produjo Much Flowers en el 2017.
1 país es el principal cliente de la empresa en la Unión Europea. Se trata de Holanda, desde donde se distribuye el producto a otros destinos que se encuentran en ese continente.
Una imagen de la poscosecha en Flodecol, ubicada en Otón, en el norte de Pichincha. En el sitio, unas 150 personas deshojan y embonchan los tallos de gypsophilias. Fotos: Alfredo Lagla / LÍDERES
Como parte del programa de Fortalecimiento de Sistemas Agroforestales en las Áreas de Conservación y Uso Sustentable (ACUS) Mashpi y Pachijal se capacitó el 8 de agosto a 40 agricultores de distintas comunidades en temas como agroforestería y poda de cítricos.
El proyecto se realiza gracias al convenio de cooperación entre ConQuito, la Secretaría de Ambiente del Municipio de Quito y el Fondo Ambiental, suscrito el 24 de junio. Mediante este instrumento legal se han implantado sistemas agroforestales con la entrega de 7 500 cítricos de las especies: limón meyer (limón-mandarina), toronja roja, naranja y mandarina, junto con guineo, maíz, cacao y yuca.
Nelson Guerrero, técnico del proyecto Cadenas Productivas de ConQuito, dijo que se han intervenido 60 fincas y que este trabajo beneficia a más de 180 personas de las comunidades San José de Ingapi, El Triunfo, San Francisco de Pachijal del ACUS, etc., que emprenden en dichos cultivos.
Mario Añazco, capacitador del proyecto, explicó que los temas tratados fueron el manejo de recursos naturales con fines productivos y la articulación de los conceptos de conservación y desarrollo. “Hemos hablado de lo que son los sistemas agroforestales, qué es una combinación de árboles con cultivos y pastos, desde una perspectiva agroecológica, tratando de disminuir el uso de pesticidas y agroquímicos que dañan la salud y el ambiente”.
Durante la capacitación se evidenció el entusiasmo de los participantes quienes compartieron sus experiencias y conocimientos. Entre los temas tratados se realizaron cuestionamientos sobre el uso de agroquímicos a partir de vivencias de los propios agricultores y con la asesoría de los especialistas lograron identificar técnicas para hacer una agricultura más sostenible.
Cristina Recalde, agricultora de la comunidad de El Triunfo, tiene en su finca árboles de cítricos, un huerto y animales menores. Ella señaló que “mi mayor problema son las hormigas en los cítricos, pero ahora con la capacitación aprendí que estas no lo son y que, por el contrario, ayudan a que el árbol produzca más”.
El objetivo del programa es mejorar la productividad de los cultivos respetando los recursos naturales propios de la zona por lo que el siguiente paso es el compromiso de los agricultores para disminuir el uso de agroquímicos y tomar medidas alternativas a nivel de plantas que requieran menos insumos químicos, así como técnicas que puedan sustituir a las técnicas de uso de agroquímicos.
Gina Ruales, agricultora de la comunidad de San José de Ingapi, comentó que “la capacitación fue muy oportuna porque los árboles están en el estado que nos indicaron para la poda y así crecerán bien. Otro tema importante que nos indicaron fue sobre sembrar distintas especies, voy a implementar lo que aprendí aquí porque las plagas dañaron mi huerto y puedo empezar de cero”. Gina posee 60 árboles entre limones, mandarinas, toronja.
El objetivo del programa es mejorar la productividad de los cultivos respetando los recursos naturales propios de la zona. Foto: Julio Estrella / LÍDERES