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  • En sus diferentes facetas fomenta el bienestar

    Patricia González  (I)  patriciag@elcomercio.com

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    A sus 30 años de edad, Carolina Báez tiene su propia empresa: Zalú Vida Sana, y es cofundadora de otras dos firmas. La habilidad para los negocios se la transmitió su padre, Marcelo Báez, su gran inspiración de vida.

    De pequeña, él solía llevarlas a ella y a su hermana melliza, Gabriela, a su empresa: Bunker, especializada en seguridad automotriz. “Nos compartía sus experiencias con el fin de empoderarnos. Lo que él quería, lo hacía”.

    Estudiaron en la Academia Cotopaxi, lo que les permitió tener una formación multicultural, al compartir con estudiantes extranjeros. En casa no se veía televisión, el tiempo libre era para las actividades extracurriculares: violín, flamenco, tenis, italiano…

    Gabriela fue su cómplice de travesuras en la niñez, la compañera de fiestas, la ‘roomate’ en la universidad y el hombro necesario en el momento más duro.

    Su padre era un apasionado de los autos y las motos. Además de la empresa de seguridad, se dedicó a la compraventa de vehículos y practicó el deporte tuerca, hasta su último día. En abril del 2010, él falleció en un accidente de rally.

    Carolina recibió la noticia en Boston, Estados Unidos, donde se encontraba junto a su hermana cursando Administración de Empresas, en Babson College. Volaron a Ecuador para acompañar a su madre, Eliana Hernández. Luego, retornaron. “Nos tocó asumir los dos últimos años con una fortaleza increíble. Fue vivir esa experiencia de una manera diferente. Graduarnos fue un logro muy importante”.

    Años después, el dolor de la muerte de su padre lo transformó en un libro sobre su vida, titulado ‘A su manera’ y en el que quiso inmortalizar sus enseñanzas.

    Recuerda que su primer emprendimiento lo tuvo en Boston, junto a su hermana. Se llamaba
    EcuaRoses, marca con la que vendían rosas ecuatorianas en restaurantes y en un centro comercial.

    En 2012, retornaron al país con la idea de trabajar en la empresa familiar. Pero, Carolina decidió tomar otro camino, que le resultaba conocido por la formación altruista que tuvo en casa. Su deseo era hacer labor social y creó el proyecto Risas, con el cual recaudaba fondos para instituciones educativas de escasos recursos.

    Carolina Báez en un taller de cocina saludable de su empresa Zalú. Foto: cortesía
    Carolina Báez en un taller de cocina saludable de su empresa Zalú. Foto: cortesía

    La filantropía la continuó practicando desde otra faceta. En noviembre del 2014 fue coronada ‘Reina de Quito’. El modelaje era un mundo ajeno para ella, con el que conectó al volver de EE.UU., sin buscarlo. Con sus 1,77 metros de estatura y ojos claros, llamó la atención de las marcas y de la Fundación Reina de Quito, que la invitó a participar en el concurso un año antes de ella postularse.

    Esa experiencia, asegura, le cambió la vida: “Fue un año muy fuerte, de mucho trabajo, en el que vi una ciudad distinta a la de mi día a día. Se te mueve el corazón”. Durante su reinado, lideró el proyecto ‘Unidos por el respeto mutuo’, cuyo objetivo era combatir la violencia contra la mujer, pero desde el respeto entre los dos géneros. Una iniciativa que llevaron a barrios y colegios de la capital.

    “Carolina es de las personas más íntegras que conozco. Es leal, buena amiga, familiar. Es alguien que se preocupa por el bienestar de los otros. Es alegre, fiestera”. Así la describe su amiga desde hace una década, Manuela Londoño.

    En el 2016 se mudó a Madrid, donde cursó un MBA, con enfoque en mercadeo digital, en el Instituto de Empresas. “¡Qué ciudad tan increíble! Es segura, te sientes libre de caminar”, recuerda sobre la urbe que la acogió por dos años. Luego de terminar la maestría, se quedó un año más trabajando para una agencia digital.

    Mientras estuvo en Madrid, aprovechó para certificarse a distancia como Health Coach en el Institute of Integrative Nutrition, de Nueva York. Actualmente, cursa en línea una maestría en Nutrición y Dietética, en Esneca Business School.

    En julio del 2018, de vuelta al país, fundó Zalú Vida Sana, una plataforma de bienestar integral, dirigida a particulares y empresas. Rebeca Rubio, trabajadora de la firma, destaca la perseverancia y el amor que la emprendedora pone en todo lo que hace.

    “Es una persona con mucho ímpetu a la hora de trabajar”, añade Alexis García, su amigo y socio en Brainfluenz, una agencia de mercadeo de ‘influencers’. Carolina es además cofundadora de Zpace, plataforma que fomenta el emprendimiento femenino.

    Sueña con ser madre; mientras llega el momento sus mimos son para ‘Muñeco’, su perro, quien llegó tras la partida de su padre. Pero, el sueño no parece lejano. Carolina tiene planes de matrimonio con José Ignacio Valenzuela, para septiembre del 2021. Luego de casada, vivirá en México, desde donde impulsará sus proyectos.

    Carolina Báez en su graduación de MBA en el Instituto de Empresas en Madrid. Foto: cortesía
    Carolina Báez en su graduación de MBA en el Instituto de Empresas en Madrid. Foto: cortesía

    Su CV
    Administradora  de empresas, con especialización en emprendimiento. Babson College (EE.UU.), 2012.
    MBA. Instituto de Empresas (Madrid, España), 2017.
    Healht Coach.  Institute of Integrative Nutrition, 2018.
    Reina de Quito,  2014-2015.
    Fundadora de Zalú Vida Sana.
    Cofundadora  de las empresas Zpace y Brainfluenz.

    Carolina Báez es emprendedora, coach de vida saludable y gestora de proyectos sociales. Fue Reina de Quito(2014-2015). Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Carolina Báez es emprendedora, coach de vida saludable y gestora de proyectos sociales. Fue Reina de Quito(2014-2015). Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • En Cenaim se fomenta la investigación

    Priscilla Alvarado  (I)
    Redacción Guayaquil

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    Desde hace tres décadas, la tecnología y la genética han sido la base del trabajo científico del Centro Nacional de Acuicultura e Investigaciones Marinas (Cenaim) de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol).

    El auge de la industria acuícola en los 90 impulsó su creación; actualmente, este lugar se ha convertido en un semillero de conocimiento ya que, desde allí, se han desarrollado estudios y ensayos que apalancan un segmento de producción que no ha parado, como es el camaronero.

    La creación del establecimiento fue iniciativa del profesor del Departamento de Ingeniería Marítima y Ciencias del Mar, Édgar Arellano Moncayo. Luego, con una asistencia financiera no reembolsable por parte del Gobierno de Japón, se lograron construir las instalaciones en la comuna de San Pedro (Santa Elena), inauguradas el 26 de octubre de 1990.

    Uno de los eventos que consolidó la investigación del centro y propició más relación con el sector productivo fue la aparición del virus de la mancha blanca a finales de los 90. Entre los múltiples estudios que se realizaron, tanto en laboratorio como en el campo junto con los productores, se destaca la propuesta del uso de invernaderos para elevar la temperatura del agua de las piscinas, para combatir la infección del virus y mejorar las supervivencias del camarón.

    En la moderna edificación en la actualidad labora un equipo multidisciplinario de 78 personas, entre quienes figuran técnicos e investigadores, personal administrativo, operarios y trabajadores.

    En sus laboratorios con tecnología de punta se realizan estudios perennes sobre diagnóstico temprano de enfermedades en cultivos de camarón y ensayos para el mejoramiento genético del crustáceo y otras especies marinas.

    El director, Stanislaus Sonnenholzner, dice que con estos trabajos se han dado alertas tempranas y oportunas al sector camaronero sobre diagnósticos de patógenos bacterianos y virales. Además, desde la sede investigativa se ha probado la efectividad de sustancias y productos para mitigar las enfermedades del crustáceo.

    Hoy se trabaja en fomentar la diversificación acuícola. El Cenaim ha contribuido con transferencia tecnológica para el cultivo de ostra japonesa en mar abierto y el policultivo ostra-camarón en piscinas camaroneras. Ha desarrollado protocolos de producción de alevines de peces marinos en laboratorio, para sustentar futuras producciones en el mar.

    La sede de investigación ha sido pionera en lograr la reproducción de spondylus en cautiverio. Foto: cortesía de Espol
    La sede de investigación ha sido pionera en lograr la reproducción de spondylus en cautiverio. Foto: cortesía de Espol