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  • Envases y fundas biodegradables son su oferta

    Redacción Cuenca

    Redacción Cuenca  (I)
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    Su oferta busca preservar el ambiente al ofrecer envases, cubiertos y fundas que son biodegradables. La cuencana Andrea Matovelle inició en diciembre pasado el emprendimiento Terra.

    Ella buscaba un negocio para desarrollarse y aplicar sus conocimientos en comercio exterior y emprendimiento. Es licenciada en Estudios Internacionales.

    Entre otras conversaciones, las propietarias de bares escolares le contaron que existe una disposición del Ministerio de Educación para que paulatinamente se deje de usar el plástico convencional para entregar los alimentos a los alumnos. La intención es preservar el ambiente.

    Matovelle vio como una oportunidad y desde entonces ofrece dos líneas. La primera consiste en platos con tapa, tendidos y hondos, vasos, cucharas, tenedores, cuchillos, envases para salsas y mayonesas, entre otros. Son elaborados con almidón de maíz.

    Según Matovelle, esta planta tiene un polímero natural para elaborar desechables, que pueden ser degradados en su totalidad en un jardín o en cualquier plantación. “Se eliminará en seis meses como máximo”.

    Es un negocio rentable y a la vez necesario para no afectar al ambiente, agrega la emprendedora. “Se ofrece una alternativa para las personas con conciencia ambiental”.

    Eso precisamente buscan sus clientes como Leonardo Echeverría, de la agencia de viajes Love to Travel, que ofrece fundas de regalos y empaques para ‘box lunch’. Otro de sus clientes es Jonathan Salamea, de la firma de tecnología Click. Para ellos, usar esos empaques beneficia a la imagen de los negocios porque es un aporte ambiental y responsabilidad social.

    La segunda gama de productos son los elaborados con el bagazo de la caña. Se trata de empaques para comida rápida y fundas para llevar ropa, por ejemplo. Son reciclables. Matovelle explica que son más apetecidos por las personas que tienen negocios pequeños y medianos.

    En la actualidad, cuenta con cerca de 100 clientes en Cuenca y Azogues. Ellos son propietarios de boutiques, restaurantes y locales de comida rápida. “Mi objetivo no es netamente monetario, sino también es lindo tener esa satisfacción de que se está aportado a la conservación del planeta”.

    Ella asegura que existe buena acogida y se cumple su plan de ventas. Su reto es visitar otras ciudades del país y otros establecimientos como panaderías. Irá por rangos de negocios.

    La inversión inicial de Terra fue de USD 3 000 en la adquisición de los productos. Los primeros fabricados con almidón de maíz son importados de la marca internacional Ecogreen y los de bagazo de caña en el Ecuador. Todas las ganancias se reinvierten para aumentar el volumen del negocio.

    “Mientras más se incremente, más económico saldrá el producto”, dice Matovelle. Esa estrategia se mantendrá durante este año. Tiene un trabajo estable que le permite mantenerse sin usar los ingresos de Terra. En la actualidad, Matovelle busca alianzas estratégicas para ofertar sorbetes y otras opciones biodegradables.

    Otros detalles

    La marca. La emprendedora cuencana Andrea Matovelle decidió usar la marca Terra por se identifica con la conexión y respeto con la tierra y la naturaleza. El diseño del logotipo también se relación con su nombre y elementos del ambiente.

    La promoción.  
    Los productos que oferta Terra son publicitados mediante las redes sociales como Facebook e Instagram. Durante esta semana, dice Matovelle, también empezará con la promoción en una página web.

    Andrea Matovelle muestra sus envases y fundas biodegradables. Foto:  Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Andrea Matovelle muestra sus envases y fundas biodegradables. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Las fundas de sus productos tienen un valor especial

    Mayra Pacheco

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    Las fundas y envases plásticos de los productos Pequeñín casi nunca terminan en la basura. Para los clientes de esta marca estos materiales, considerados residuos, tienen un valor especial.

    Desde hace ocho años, Pequeñín premia a quienes entregan los empaques de los pañales, de los paños húmedos, del champú y de las cremas protectoras a la empresa.

    Los cuidadores de bebés de cero a tres años que retornan estos materiales reciben productos para estimular a los pequeños, artículos de aseo, utensilios para la comida, prendas de vestir y hasta pueden participar de conferencias virtuales con expertos en crianza, menciona Gabriela Vásquez, coordinadora de Mercadeo Relacional de Pequeñín.

    Para ser parte de este programa de responsabilidad social, los clientes deben ingresar de manera virtual la clave de cada una de las fundas y de los envases en la página www.pequenin.com o en la aplicación móvil Pequeñín.

    Una vez concluido este proceso, las personas deben entregar estos empaques en los lugares autorizados a escala nacional. El canje de los premios se hace en función de los puntos acumulados.

    Desde que es parte de este programa de Pequeñín, Ximena Briones recuerda que ha canjeado las fundas de los pañales, de los paños húmedos y los envases de las cremas por juguetes lúdicos, loncheras y otros artículos para sus hijos Miguel Alejandro, de 8 años, y Eduardo José, de 2.

    Además, Briones ha recibido asesoría de profesionales sobre el desarrollo de sus hijos. “La página web tiene bastante información sobre el proceso de crecimiento de los niños. Es muy útil”.

    Para este programa que promueve la estimulación temprana de los bebés y orienta a las mamás en la crianza, la marca destina más del 2% de su presupuesto. Pero aparte esta iniciativa contribuye al cuidado del ambiente.

    Con la recolección de los empaques de Pequeñín se evita que toneladas de plástico terminen en un relleno sanitario. Así se reduce la contaminación, porque este material tarda más de 100 años en degradarse, refiere Sergio Ochoa, gerente de Negocios de Pequeñín.

    En los dos últimos años, por ejemplo, la marca ha recolectado alrededor de 18,6 toneladas de plástico en todo el país.

    Todos los empaques que entregan las personas en los puntos de canje se trasladan a los centros de acopio de Quito, Lasso y Guayaquil. Y luego estos se transfieren a gestores ambientales autorizados por el Ministerio de Ambiente.

    Las personas que se llevan este material reciclado acuden al menos tres veces a la semana a la empresa, comenta Germania Pallasco, quien trabaja en Renueva. Al mes, en promedio, esta gestora ambiental refiere que se recolectan unas 10 toneladas de fundas plásticas y empaques.

    Todo este material es procesado hasta transformarlo en materia prima. Este componente, llamado pelex, se usa para elaborar fundas de basura, mangueras de agua, plástico para recubrir cables de electricidad, armadores, membranas impermeables y otros.

    Estos productos hechos con las fundas de pañales, de paños húmedos, frascos de champú y cremas se venden en almacenes para que la gente los vuelva a usar.

    Las personas pueden canjear las fundas plásticas de los pañales por premios en los puntos autorizados. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Las personas pueden canjear las fundas plásticas de los pañales por premios en los puntos autorizados. Foto: Patricio Terán / LÍDERES