La feria internacional más importante de frutas y vegetales frescos ‘New York Produce Show’ congregó a cinco empresas nacionales por medio de la gestión de Pro Ecuador y su oficina comercial en Nueva York.
La información la dio a conocer la entidad estatal este 14 de diciembre del 2018.
Productos como banano, pitahaya y uvilla provenientes de Ecuador atrajeron el interés de compradores norteamericanos y expectativas de ventas para las empresas de este sector por USD 2,8 millones.
José Gaviria, presidente de FruitSam, importador de banano ecuatoriano desde hace más de un año, destacó que la fruta que se cultiva en Ecuador tiene una diferencia especial: sabor único y buenas prácticas en su producción.
De su parte, Mario Mata, representante de la empresa Prime Fruits, considera que estas ferias son importantes porque permiten llegar directamente a los consumidores finales o distribuidores de EE.UU. Asimismo, Alejandra Bustamante de Ecuaexotics, coincide en lo significativo que resulta este espacio que reúne a compradores de diferentes ciudades estadounidenses.
New York Produce Show 2018 contó con la presencia de más de 300 expositores de 20 países y alrededor de 5 000 visitantes entre compradores internacionales, mayoristas, distribuidores, cadenas de supermercados y prensa especializada.
El pabellón nacional estuvo conformado por las empresas Ecuaexotics, Prime Fruits, Pitaya Bonanza, Frutsud y Frutiboni.
La apertura del mercado estadounidense para las exportaciones de pitahaya ecuatoriana se dio a finales del año 2017. Según cifras del Banco Central del Ecuador, en el periodo de octubre de 2017 a octubre 2018 Ecuador exportó a EE.UU. USD 9,8 millones de esta fruta multivitamínica, conocida también como del Dragón.
Asimismo, es importante resaltar el comportamiento de otras frutas no tradicionales, como el mango, que entre enero y octubre del 2018 registró un incremento del 40% en sus exportaciones hacia EE.UU., en comparación al mismo periodo del año anterior.
Los productos ecuatorianos destacaron durante la exposición en Nueva York
Las mujeres de la comunidad indígena de Tigua, en Pujilí, aprenden de a poco una actividad que antes era más común entre los hombres de este cantón. Se trata del tallado y pintura de las máscaras que para fiestas locales.
Esta labor la realizan en los pequeños talleres familiares que funcionan en las salas o patios de sus viviendas, ubicadas en la vía Pujilí – La Maná, en Cotopaxi.
En las mismas casas, las artesanas adecuaron tiendas donde exponen las máscaras hechas con madera, cuadros elaborados en cuero de oveja y ropa hecha con lana de borrego o llama. Ana Umajinga es oriunda de la comunidad de Zumbahua, ubicada a 15 minutos de la comuna de Tigua. Ella elabora las máscaras con el apoyo de su esposo, Alfonso Toaquiza. Entre las caretas que se encarga de crear están las que tienen forma de perro, lobo, leopardo, colibrí, mono, la del tradicional diablo huma, entre otras. A estas se suman los payasos, demonios y catrinas o calaveras.
Las figuras de los animales propios de los Andes y de la Amazonía son parte de las fiestas ancestrales que se desarrollan en las comunidades indígenas de esa zona. Los participantes que las usan, hacen bromas con los asistentes.
Su atuendo se complementa con todo tipo de vestimenta colorida y llamativa. Umajinga confiesa que su familia y vecinos del barrio desconocían del tallado de la madera hace varios años atrás.
A los 16 años contrajo matrimonio con Alfonso, hijo de Julio Toaquiza y uno de los impulsores del arte de las comunidades del occidente de Pujilí. “En los primeros años no me llamaban la atención estas obras de arte. Las necesidades del hogar y el apoyo para mi esposo me obligaron a aprender del tallado”, cuenta.
Las primeras máscaras que talló las hacía con ayuda de herramientas como sacabocado, tachuelas, suelas y otras. Ahora tiene varios instrumentos sobre su escritorio junto a las pinturas. Su esposo Alfonso le asesoró al inicio, ahora dice que talla máscaras ella sola.
Este trabajo lo empezó en una mesa de madera de su taller en Tigua, que aún conserva. El intenso frío le obligó a migrar con su pareja y dos hijos al centro de Pujilí. En la urbe abrió un pequeño taller donde realizaba el tallado de la máscara con los procesos de enyesada, pulida y pintada. Al principio le tomaba entre cuatro y seis horas pintar una máscara y ahora solo una hora.
“El pintado me resultó un poco demoroso y aburrido. Pero el arte requiere de estos dones y eso lo aprendí con el paso de los años. La primera máscara que vendí en Otavalo me motivó para seguir”.
Al igual que Umajinga, son varias las mujeres que habitan en Tigua que también aprendieron a hacer las máscaras y a venderlas.
Una de las más jóvenes talladoras es Magdalena Toaquiza Ugsha. La artista indígena aprendió a los 8 años las técnicas de pintura de su padre, Julio Toaquiza.
La joven cuenta que su progenitor le transmitió los conocimientos junto a sus siete hermanos. “La elaboración y pintura de estas máscaras no va a desaparecer. Hay muchos jóvenes indígenas que aprendieron y están revalorizando este arte, no solo de mi comunidad, sino de otros sectores de Cotopaxi”, asegura Toaquiza.
Las máscaras que están a la venta son de diferentes tamaños y precios. El costo va desde los USD 20 hasta los 100. El valor de la careta aumenta dependiendo del acabado y los detalles que tenga.
La mayoría de máscaras tiene tres agujeros que representan los ojos y la boca. Cada detalle la hace diferente de las demás, como el tallado de orejas, cachos, etc.
Judith Castro adquirió una máscara pequeña en USD 30. La turista junto con sus amigos visitaron esta zona y se admiraron del trabajo de los indígenas. “Algunas máscaras tienen detalles que las hacen muy vistosas”, dice Castro.
Las representaciones de los animales son ampliamente valoradas por los turistas extranjeros, que llegan hasta la comunidad de Zumbahua. Foto: Fabián Maisanche / LÍDERES
Todavía son vistas como las monedas del futuro, aunque ya existen unas 700 con las que se realizan transacciones de compraventa de estas divisas. Además, el número de tiendas on line que las aceptan como medio de pago va en aumento.
Se trata de las criptomonedas, monedas digitales que se crean a través de una gigantesca base de datos llamada Blockchain. Su aparición data del 2009, con el nacimiento del ‘bitcoin’ (BT), que hasta ahora es la más popular de las criptomonedas.
El creador del ‘bitcoin’ se mantuvo en el anonimato bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto. Sin embargo, en el 2016, publicaciones como The Economist, GQ y la BBC revelaron mensajes y documentos con los que se apunta al empresario australiano Craig Wright como el fundador.
Wright confirmó ser el ideador del moneda, pero en la comunidad ‘bitcoin’ todavía existen dudas sobre su identidad.
Más allá de las dudas en torno a quién ideó el sistema, el ‘bitcoin’ ya no está solo. Se le sumaron las ‘litecoin’ y las ‘namecoin’, en el 2011. Otras que se han vuelto populares son ‘ethereumm’ y ‘doge’.
El ‘bitcoin’, no obstante, sigue siendo la más fuerte. El 3 de septiembre pasado, se cotizó en USD 4 680, su valor más alto en nueve años. Y el 21 de septiembre, la firma inmobiliaria Kuper Sotheby’s International Realty, con base en EE.UU. anunció que se concretó la primera compra de una vivienda con esta criptomoneda, en Texas.
Con estas divisas digitales, los usuarios pueden gestionar valores monetarios sin la necesidad de respaldarlas con papel o metal, como ocurre, por ejemplo, con el sistema de dinero electrónico que hoy opera el Banco Central del Ecuador.
Otra característica de este medio es que solo se genera una cierta cantidad de unidades colectivamente, a una velocidad que está limitada por un algoritmo. Además, su emisión no está regulada por un banco central, como ocurre con las monedas tradicionales, lo que según algunos analistas, genera desconfianza en los mercados y en los agentes económicos. “Carecen, por ahora, de una regulación expresa específica, lo que genera cierta inseguridad jurídica”, indica Pablo Fernández Burgueño, especialista en legislación para divisas digitales, del estudio español Abanlex.
Aún así, según la revista Forbes, hasta junio del 2017, las criptomonedas llegaron a una capitalización de mercado cercana a los USD 95 000 millones.
Para Fernández Burgueño, una de las fortalezas de este tipo de divisas es que agiliza los trámites y permite una mayor eficiencia en operaciones internacionales. Pero, por otra parte, destaca que todavía hay desconocimiento en torno a cómo funciona, lo que ha dejado la puerta abierta a estafas.
A medida que su uso se populariza, los sistemas financieros y los gobiernos comienzan a reaccionar.
En China, por ejemplo, reguladores bancarios de Pekín y Shanghái ordenaron el pasado 19 de septiembre el cierre de varias plataformas de intercambio de bitcoins. La sede del Banco Central Chino en Pekín pidió a las plataformas de intercambio en la capital que presenten planes detallados para salir del mercado de monedas electrónicas.
Mientras que en la Unión Europea se está analizando una normativa para las transacciones con ‘bitcoins’. Fernández Burgueño cuenta que, por ejemplo, se estudia la posibilidad de establecer un mayor control sobre las casas de cambio de moneda virtual e incluir a las empresas que usan estas monedas como sujetos obligados a cumplir la normativa de prevención del blanqueo de capitales. En Ecuador, en junio pasado el Banco Central aclaró que el ‘bitcoin’ no es un medio de pago autorizado para su uso en el país.
El BCE no reconoce al bitcoin como medio de pago
A pesar de que en el Código Orgánico Monetario y Financiero del Ecuador no existe un artículo que prohíba expresamente el uso, emisión o transacciones con criptomonedas, hay dos artículos que limitan su funcionamiento en el país.
El artículo 94 del cuerpo legal enfatiza que el Banco Central del Ecuador (BCE) es la única entidad autorizada para proveer y gestionar moneda metálica nacional o electrónica en Ecuador, equivalente y convertible a dólares. Mientras que el artículo 101 indica que la moneda electrónica será puesta en circulación exclusivamente por el BCE, respaldada con sus activos líquidos.
En junio pasado, el Banco Central dio un paso más explícito al emitir un comunicado en el que aclara a la ciudadanía que la criptomoneda más popular del mundo, la ‘bitcoin’, “no es un medio de pago autorizado para su uso en el país”.
Julio José Prado, presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca) reconoce que es un tema que genera expectativas e interés a escala mundial, pero que en Ecuador todavía no se populariza, como en otros mercados. “Debemos tener mucho cuidado en que la seguridad para los clientes y las personas esté a la par. Hay que estudiar muy bien los efectos monetarios y financieros, que pueden tener las criptomonedas en la política monetaria. Todavía hay que tener mucho debate”, menciona el vocero de la banca.
Para Prado, el despegue de este tipo de divisas podría encontrar trabas en el Ecuador no solo en materia legal, sino también en relación con la educación financiera de los ciudadanos. “Hay varios elementos, uno de ellos es que Ecuador es uno de los países que usa más efectivo en el mundo. Tenemos un porcentaje de uso de efectivo de un 40% respecto del PIB, mientras que otros países de la región están por debajo del 30%”.
Pero a pesar de la prohibición, en Ecuador existe una comunidad que usa este tipo de divisa, pues las transacciones se realizan a través de la Internet.
En portales como Mercado Libre hay anuncios de compra y venta de bitcoins en Quito, Guayaquil y otras ciudades. Algunos vendedores ponen como requisito comprar mínimo USD 50. Al 21 de septiembre pasado, 1 bitcoin equivalía a USD 3 677.
El tema generó polémica recientemente. En junio, la Policía Judicial del Azuay desarticuló una organización financiera que supuestamente se dedicaba a la captación ilegal de dinero, en Cuenca y Santa Isabel. Se trata de MT Coin Banco del Futuro que, según las autoridades policiales, invitaba a los usuarios a comprar bitcoins y así los ingresaba en un sistema piramidal.
El desconocimiento sobre el funcionamiento y la falta de regulación o normativa son dos de las principales debilidades del sistema, dice Juan Carlos Terán Vela, especialista en plataformas de banca digital.
Terán dice que las criptomonedas están lejos de ser populares en Ecuador y en la región, por el temor en torno a las estafas. “Son monedas que no están regidas al Banco Central, no hay un activo que las respalde. Puede haber mucha especulación, no hay un ente que responda por la emisión. Hay un sinnúmero de criptomonedas y se puede transaccionar con ellas en plataformas paralelas, es un proceso muy especulativo”, dice.
Pablo Fernández Burgueño, experto en legislación relacionada con monedas virtuales, del estudio español Abanlex, menciona que son frecuentes los casos de estafas vinculadas con supuestas casas de ‘hosting’ que prometen crear bitcoins para aquel que pague una cantidad. El afectado envía el dinero y el delincuente desaparece con él.
Pero destaca que el reto está en encontrar formas de proteger a los usuarios frente a estas amenazas. “Hay que formar a la gente para que no sea engañada, regular a través de registros públicos u obligaciones de ofrecer información veraz y suficiente para los prestadores de servicios”. Añade que es necesaria la fiscalización por medio de la acción policial contra aquellos delincuentes que estafan con sus actividades.
Erick Iriarte, jefe del área de Derecho y Tecnología del estudio Iriarte y Asociados, considera que además de la desinformación, en la región el mecanismo sufre estigmatización. “Así como se estafa con este tipo de divisa, también se puede estafar con dólares o cualquier otra moneda. La tecnología no es el problema, lo son las conductas”.
El debate, añade Iriarte, debe orientarse a entender qué tipo de regulación es la más pertinente y adelantarse, pues es innegable que es una tendencia que está lejos de desaparecer en el mundo.
“Es similar a lo que pasa con Uber. Existe, pero los países recién discuten si tiene que ser regulada como empresa de software, como empresa de intermediación, o de economía colaborativa o transporte”, señala. ¿Dónde y cómo se utilizan las monedas virtuales?
¿Para qué tener dinero si no se puede usar? Aunque no son palpables, las bitcoins y otras criptomonedas que se transan en el mundo virtual son aptas para usarse en la adquisición de servicios y, recientemente, también de bienes físicos.
Kuper Sotheby’s International Realty, de EE.UU., anunció el jueves 21 de septiembre la primera venta de un inmueble que se pagó completamente con la criptomoneda ‘bitcoin’.
Según la agencia EFE, Sheryl Lowe, la agente a cargo de esta operación, se mostró sorprendida por la rapidez de la transacción. “En cuestión de diez minutos, el ‘bitcoin’ fue cambiado a dólares y el trato se cerró”.
Además, en países como España se han emprendido varias iniciativas para comerciantes. Una de ellas fue la feria Calle Bitcoin, que en 2014 reunió en Madrid y Barcelona a un grupo de comerciantes que aceptaban pagos con este tipo de moneda virtual.
En el área de los servicios, las criptomonedas son aceptadas desde hace tiempo en portales de compra de dominios de Internet, pero también hay firmas como la agencia de viajes española Destinia y el gigante tecnológico Microsoft, que permiten que los clientes paguen con criptomonedas.
¿Cómo se usan? Los usuarios necesitan una especie de monedero con la cuenta de criptomonedas. Para ‘bitcoins’ existen algunos servicios como Xapo, que ofrece una tarjeta de débito para hacer uso de las bitcoins. Una vez que el usuario accede al servicio, puede hacer recargas y usarla.
Otra iniciativa es la que destaca la revista Forbes México, que cuenta la historia de cómo David Noriega instaló a inicios de este año un cajero en su tienda de cómics para hacer compras y transacciones con bitcoins.
La moneda virtual más fuerte es el ‘bitcoin’. El 3 de septiembre se cotizó en USD 4 680. Foto: AFP
Hoy el marketing deportivo es pura emoción. El hincha le mete pasión, gusto y lógicamente, todo el ‘branding’ de la marca se liga el equipo deportivo y fortalecen una marca más grande que puede ser Liga Deportiva Universitaria de Quito (LDU). Entonces, si yo como empresa me ato a una marca grande y posicionada, sea Liga Deportiva Universitaria o Barcelona, refuerzo mi poder y recordación en el mercado.
Además, la marca adoptará la filosofía del equipo. Una marca que apunta al éxito, al triunfo. Sin embargo, esta estrategia puede ser contraproducente. Así, Banco Pichincha se puede identificar como una marca de la Costa. Además, hilando fino, puede ser vista como una marca que no ha sufrido cambios en 15 años, ya que el equipo (Barcelona), en el mismo lapso de tiempo, no ha conseguido un nuevo campeonato.
Por eso, ser auspiciante de un equipo tiene sus pros y contras. Dentro de los pros ayuda al ‘brandig’ y posicionamiento de marca. El hincha se familiariza con la marca e incluso, internacionalmente, podrá tener visión si su equipo participa en torneos internacionales. Entonces, el beneficio es mayor para la marca y gana más recordación.
Yo sugiero que los contratos para auspiciantes deben ser, máximo a mediano plazo, es decir, dos años. Así podrán renovar y refrescar la imagen. En caso, de que la empresa firme un auspicio a largo plazo, debe buscar renovación de marca para no quedarse estática.
No hay que olvidar que el auspicio debe tomarse como una estrategia de comunicación integral. Es decir, la marca debe hacer ruido publicitario en redes sociales, banners, en televisión, en todo lado. Entre más presencia, mejor para la marca. Así llegará a más clientes y debe analizar los nichos y acoplar su producto a las diferentes localidades de un estadio. Deben llegar a todos los bolsillos de los hinchas para generar pasión.