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  • Parque activo lleva el gimnasio al barrio

    Redacción Quito

    Llevan más de 300 equipos instalados en siete ciudades del país y sueñan con «diseñar y fabricar maquinaria industrial que nunca se ha manufacturado en el Ecuador». Javier Wong y Óscar Salazar, dos jóvenes ingenieros mecánicos quiteños, sacaron el gimnasio de los clubes privados y las membrecías para posicionarlos en los espacios públicos.

    Parque Activo es la marca que ambos han contribuido a levantar desde el 2009, año en el que decidieron salir de la fábrica donde trabajaban y asociarse para levantar su propio emprendimiento.

    La idea era promover la instalación de maquinaria de gimnasia fabricada en el Ecuador, en lugares públicos como parques, urbanizaciones y escuelas donde la gente pudiera hacer ejercicio gratis al igual que en las ciudades europeas.

    Para hacer un parangón, Javier Wong indica que son la evolución de juegos como la ‘escalera china’, pero que buscan obtener movimiento y fuerza de las personas que los ocupan.

    No hay peligro de lesiones, explica Óscar Salazar, debido a que las máquinas usan como obstáculo a superar, el propio peso de las personas.

    Así, hasta el momento Parque Activo ha diseñado 20 modelos de equipos de gimnasia que se han traducido en 300 maquinarias instaladas en Cuenca, Guayaquil, Ambato, Azogues, Loja, Paute y Quito, donde paradójicamente sus ventas son menores y han tenido una mayor restricción para concursar. «La mayoría de equipos similares instalados en Quito son importados», sostiene Wong.

    Aunque siempre fueron los equipos de gimnasia el producto estrella, en un inicio la empresa se dedicaba a todo tipo de manufacturas de acero, como puertas, cerramientos, ventanas y hasta puentes peatonales.

    Sin embargo, comenzaron a posicionar las máquinas en parques y urbanizaciones y poco a poco lograron concretar más contratos, sobre todo con municipios que pedían la instalación de los equipos en lugares públicos.

    Por ello, el año pasado se dedicaron exclusivamente a instalar equipos de gimnasia. El crecimiento de la empresa ha sido significativo, desde el 2009 han doblado su facturación cada año hasta llegar a los USD 200 000 en el 2013.

    Los colaboradores a su cargo pasaron de dos a 20 y actualmente tienen más de 100 proveedores.

    Los equipos no requieren de un mantenimiento continuo ni que se les añada aceite en las articulaciones. Soportan además lluvias y granizadas, al igual que temperaturas altas. Uno de los aparatos más populares es la caminadora que demanda el movimiento continuo de las piernas del usuario, de adelante hacia atrás. Aunque no requiere de tanta fuerza es un muy buen ejercicio cardiovascular, indica Salazar.

    Otro modelo altamente demandado es el remo que simula el ejercicio que la persona realiza cuando está remando un bote. Este equipo sí exige mayor fuerza del usuario, pero siempre proporcional a su peso.

    En la Ciudadela del Ejército al sur de Quito, Alexandra Vaca utiliza estos equipos e indica que son «excelente ejercicio tanto en la mañana como en las noches».

    Según Salazar, los socios calculan que alrededor de 300 000 personas usan continuamente los equipos en el país. Su sueño es llegar a diseñar y fabricar maquinaria industrial en el Ecuador.

  • Si usted no va al gimnasio, el gimnasio va donde usted

    Redacción Quito

    Madrugar a las 04:00 o 05:00 para hacer ejercicio puede ser una tortura para muchas personas. Si a eso se suma que se debe conducir, semidormido, hacia el gimnasio y empezar a despertarse en medio de abdominales, flexiones de pecho, piques cortos, levantamiento de mancuernas, etc., el panorama, para ellas, es desalentador.

    Pero a Giovanni Carrillo se le ocurrió una idea original: llevar el entrenamiento a la casa (o donde quiera) del cliente, como si se tratara de un pedido de pizza.

    Con una inversión de USD 60 000, este quiteño de 43 años, que ha realizado cursos sobre instrucción física en Brasil, Argentina, México y Colombia, fue madurando la idea desde hace un año y medio. Viajó a EE.UU. para comprar todos lo materiales y, con el dinero de la inversión, adquirió y adaptó tres pequeñas furgonetas para llevar todo lo necesario para los entrenamientos.

    Carrillo ha ido ganando experiencia como instructor, debido a que ha mantenido operativo su gimnasio, Figures & Fitness, desde hace 19 años, en Cumbayá, valle aledaño a Quito. También se ha dedicado a ser un ‘Personal Training’, es decir, a acudir a las casas de los clientes a darles instrucción física. Sin embargo, algo no cuadraba y fue así como fue desarrollando un sistema de entrenamiento que no necesita máquinas.

    Específicamente, el sistema se llama ‘Funcional Training y va enfocado a trabajar todas las áreas del cuerpo integralmente y con todos los sistemas de entrenamiento (cardiopulmonar, balance, muscular, flexibilidad, coordinación psicomotriz) en un solo ejercicio.

    «No es el típico fisicoculturismo donde solo se levantan pesas o el ejercicio donde pasan bailando. Lo que hacemos es incorporar ciertos elementos de otros sistemas de entrenamiento y adaptarlos a las capacidades de cada persona. Son dos semanas de adaptación», explica Carrillo.

    Los clientes aún están mirando el desenvolvimiento de esta propuesta. Quien quiera contratar el servicio puede elegir su horario y el lugar. El precio cuando es en grupo de personas puede incluso llegar a USD 10 por cada uno. Todo depende del plan de entrenamiento.

    Además, el servicio va a cualquier parte de la ciudad. Y, en estos momentos, la idea está prosperando de tal manera que existe ya la posibilidad de emprender una franquicia en Guayaquil. Pero todo a su ritmo, como lo menciona Carrillo, quien desde los seis años de edad hacía casi intuitivamente abdominales.

    Hoy, sus clientes están satisfechos. «Es un motivador. Se encarga él mismo y no descuida a nadie. Eso no se ve en otros lados», dijo uno de ellos.

    Más del servicio
    Los costos. Cada clase cuesta USD 30. El precio por persona disminuye cuando es en grupo (máximo 12 personas).Para entrenar. Los clientes deben pasar por un examen médico y cuentan con un seguro (Sport Risk).5 personas conducen los vehículos y arman el espacio para entrenar

  • La estrategia es crear un ambiente familiar

    Redacción Guayaquil

    El modelo de negocios de los gimnasios de crossfit oficiales, a escala mundial, está basado en el sentido de pertenencia y autorrealización de cada individuo, similar al que históricamente han manejado las tribus humanas. Así idealizó Max Escobar, gerente propietario de Crossfit Culture, su emprendimiento, que cumplirá cuatro años de operaciones este próximo marzo.

    Los más de 8 000 gimnasios oficiales de este deporte, de ellos 21 en Ecuador, según el portal www.crossfit.com, deben alinearse con los objetivos y preceptos planteados por los fundadores de esta tendencia deportiva desde el 2001.

    Antes de iniciar el emprendimiento, Escobar determinó que hay dos maneras de crear un gimnasio. La primera -y la más tradicional- está basada en la adquisición de máquinas, «donde los clientes se ejerciten individualmente y punto».

    La segunda forma, la que promueve el crossfit, se enfoca en el aprendizaje comunal. Allí, el propietario o propietaria de un gimnasio se preocupa por certificarse como instructor internacional y mantenerse en capacitaciones.

    De la misma manera, en impartir sus conocimientos y que sus suscriptores (Crossfit Culture inició con 100 y ahora cuenta con 700), sientan que integran un conjunto humano con una meta: mejorar su salud mediante el acondicionamiento físico.

    Este último aspecto, el del sentido de pertenencia, se puso a prueba a tan solo un año de abierto el primer local de Crossfit Culture en Samborondón, al noreste de Guayaquil. Escobar comenta que por facilitar la ejecución del proyecto se construyó el gimnasio dentro de un complejo deportivo, con una inversión superior a los USD 35 000. Aquel sitio era conocido como La Finca.

    Nueve meses después de la inauguración del primer local, a finales del 2011, aquel complejo fue derrocado para la construcción de un proyecto inmobiliario. La alternativa para no perder los clientes que había ganado Crossfit Culture fue trasladarse al coliseo de una institución educativa cercana, hasta que se edifique su nuevo local, con un costo que duplicaba la inversión inicial.

    Andrés Cazal, uno de sus clientes, recuerda aquel cambio como un reto para los propietarios del novel gimnasio. «Estos negocios son similares a los restaurantes. Si te tratan bien y vez mucha gente siempre regresarás. Nos sentimos parte de Crossfit Culture, porque sentimos que hemos crecido juntos».

    Dos meses más tarde, para finales del primer trimestre del 2012, Crossfit Culture inauguró sus instalaciones en su nuevo local y un año más tarde, abrió su segundo local en SamboCity, vía a Pascuales.

    El tercer local de Crossfit Culture se inauguró el pasado octubre, en las inmediaciones del Mall del Sol (norte de la urbe). Los ingresos de Crossfit Culture promedian los USD 25 000 al mes; cuenta con ocho colaboradores y un staff de cinco instructores calificados.

    Las actividades únicas de cada gimnasio, según Escobar, son un recurso válido para fidelizar a los clientes. La que posee Crossfit Culture es llevar el gimnasio a la playa. Entre febrero y abril de cada año, realiza las rutinas o WOD (trabajo del día, en inglés) en Chipipe, Santa Elena. Los ejercicios inician en las primeras horas de la mañana y también se realizan competencias internas.