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  • La firma Góndolas & Perchas exhibe la mejor cara del producto en las tiendas

    Xavier Montero Redacción Guayaquil / LÍDERES

    El resultado exitoso del trabajo de una industria se desarrolla en una percha. En el momento de mostrar un producto, cada detalle cuenta. Así lo considera Milton Luzuriaga, presidente ejecutivo de Góndolas & Perchas, una firma guayaquileña que fabrica mobiliario para tiendas, bodegas y oficinas.

    Los trabajos metálicos de Góndolas & Perchas exhiben al público los artículos de grandes cadenas, como Artefacta, Mi Comisariato, Computrón, Fybeca, Kerámikos, Pica, Bosch, Almacenes Tía, Las Fragancias, Super Paco y una treintena de firmas adicionales a escala nacional.

    Luzuriaga, quien cuenta con más de cuatro décadas en el sector de la metalmecánica, recuerda que aprendió sobre esta industria en la peruana Fundiciones Callao, cuando era adolescente.

    Luego, al conformar una familia con Blanca Campoverde, emprendió en la industria Muebles Milton, que se dedicaba al mobiliario de hogar y oficina.

    Ocho años más tarde, en 1985, el segundo emprendimiento de la familia Luzuriaga – Campoverde fue Castel, una línea de productos ferreteros.

    «Forjar una marca requiere de una férrea voluntad de que todo, con constancia, saldrá bien», indica el principal de Góndolas & Perchas, empresa que alcanzó un promedio de ventas mensuales por los USD 150 000 en el 2012.

    El valor agregado de Góndolas & Perchas, según la administrativa de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), Sherine Vargas, es la personalización en la atención y el servicio posventa que ofrecen al cliente.

    La compañía ha entregado mobiliario para esta universidad porteña desde hace 12 años. El último contrato, indica Vargas, se realizó hace dos semanas. «El que sea la misma Blanca (Campoverde), quien se encarga del trato con los clientes demuestra lo comprometidos que están con su industria», añade.

    A inicios de la década de los noventa, los esposos Luzuriaga – Campoverde incursionaron en la fabricación de góndolas, perchas y racks: las estructuras que se usan para el almacenamiento en operadores logísticos y bodegas.

    Aquello, bajo el nombre comercial de Farvitel y que se renovaría en el 2009 bajo la marca de Góndolas & Perchas. «Apuntamos al posicionamiento en un mercado emergente», indica Luzuriaga.

    Esta compañía guayaquileña –que tiene proyectado procesar 70 toneladas de metales al mes durante este año, unas 20 toneladas más que el promedio mensual del 2012-, es proveedor de Almacenes Juan Eljuri desde hace una década.

    Adrián Neira, gerente comercial de Motos Yamaha, un departamento de la cadena de tiendas Juan Eljuri, indica que Góndolas & Perchas sustenta eficientemente sus requerimientos.

    Para los show rooms de motocicletas, la firma metalmecánica ha diseñado estanterías personalizadas. «Nunca hemos tenido inconvenientes con las garantías en los productos. El último pedido lo hicimos hace dos semanas, para equipar nuestro local de Santo Domingo de los Tsáchilas», indica Neira.

    En su planta de 2 000 metros cuadrados laboran 60 personas. Las planchas de acero, la materia prima de su industria, es cortada y troquelada mediante matrices específicas. La cámara de pintura en polvo, el tercer paso en la línea de producción, está ubicada en el segundo piso.

    Luego de formar cada estantería se la traslada hasta el punto de armado. Góndolas & Perchas elabora las vitrinas para un mall en General Villamil (Playas), de la Corporación El Rosado.

    Néstor Coronel, el gerente de Mantenimiento de aquella corporación, destaca el cumplimiento de las obras en plazos estipulados desde hace cuatro años.

    De metales a vitrinas

    La materia prima. El acero que utiliza Góndolas & Perchas se compra a los proveedores locales. La maquinaria para la matricería y troquelería, que moldea cada parte de la estantería, es europea.

    Los oficios. Según Luzuriaga, la especialización en los diferentes procesos de esta industria metalúrgica es necesaria. Se requieren matriceros, troqueladores, dobladores, etc. de alto nivel.

    Una empresa familiar. Sus hijos Milton, Gabriela y Paola son parte de la segunda generación de esta firma.

    EL INSIGNIA
    Ángel Pulla / Jefe de Planta en Góondolas & Perchas

    ‘Las vitrinas hacen que cada tienda sea única’
    Llevo dos años laborando en Góndolas & Perchas. Mi satisfacción más grande la encuentro al recorrer un mall junto a mi esposa y ver las vitrinas relucientes con nuestro esfuerzo.

    Me desempeño como Jefe de Planta y el ambiente laboral está marcado principalmente por el compromiso.

    Al conocer la historia de emprendimiento de la familia Luzuriaga – Campoverde, comprendí la importancia de mantener vigentes los grandes objetivos.

    Las capacitaciones que recibimos nos motivan a forjar carreras necesarias para el sector, como matriceros, dobladores…

    La reputación que ha ganado nuestra marca hace que seamos minuciosos en cada remache, suelda o pintura.

    El trabajo en metalmecánica es arduo, pero permite que la economía siga en crecimiento.

  • Artialambre convierte a los metales en muebles, cocinas, góndolas

    Sebastián Angulo / Redacción Quito

    ¡Debes aprender algún oficio! Así exhortaban sus padres a Nelson Chicaiza hace unos 60 años. Pero él ya tenía en mente un trabajo: quería convertirse en un artesano del hierro, y así fue. Este cayambeño viajó a Quito cuando tenía 14 años de edad para aprender a forjar el metal.

    Aunque no tenía conocimientos académicos de diseño, Chicaiza comenta que «las formas y figuras estaban siempre en su cabeza», y luego las plasmaba en lámparas y candelabros.

    Ahora, el pequeño taller con el que comenzó Chicaiza, que estaba ubicado en el centro-norte de Quito, se convirtió en Artialambre, una empresa que se dedica a la manufacturación de perchas, góndolas, vitrinas, carritos de supermercado, cocinas industriales y más.

    El año pasado, esta empresa facturó USD 1,8 millones y hoy cuenta con más de 200 clientes, a escala nacional, como supermercados Tía, Familia Sancela, empresas petroleras, entre otros.

    Pero, ¿cómo pasar de un taller artesanal a una fábrica con procesos tecnificados en serie? Esta fue la pregunta que Chicaiza se hizo en 1982.

    La respuesta fue crear su propia compañía y buscar nuevos productos para sus clientes. Para ello, invirtió unos USD 1 000 de sus ahorros para el alquiler de un local en el sector de Santa Clara (centro-norte de Quito), así como para la compra de materia prima, constitución de la compañía, entre otros.

    En principio, la oferta de Artialambre se centró en mobiliario de oficina. Pero para crecer, la compañía firmó contratos para ser proveedor de empresas como ATU y Righetti, dedicadas a la distribución de mobiliario de oficina.

    Gracias a ello, la iniciativa ganó reconocimiento entre los clientes y a la par, sus ingresos se incrementaron. Con las ganancias, Chicaiza invirtió en maquinaria; decidió importar desde Suiza una máquina para pintar.

    En 1990, Chicaiza acudió a una feria de empresas que producían mobiliario para la industria en Miami (EE.UU.). En este evento, él observó las góndolas, y pensó que sería una buena idea que su empresa comience a fabricarlas.

    Con esta novedad llegó al país. Gracias a esta idea, las Fuerzas Armadas le contrataron para equipar sus comisariatos. Los pedidos también incluían carritos de supermercado, que años después, se convertiría en el logotipo de su marca.

    Los pedidos se cumplieron con exactitud y gracias a ello Artialambre decidió incursionar en un nuevo segmento: el equipamiento para supermercados, que a principios de la década de los 90 comenzaban a expandirse en el país.

    Los pedidos crecían y también las exigencias técnicas. Ello requirió la adquisición de maquinaria moderna, como cortadoras y dobladoras. Estas las importó desde Italia y Turquía.

    Pero los autoservicios ya no solo requerían perchas, góndolas y carritos. Algunos de estos centros de compras comenzaron a implementar el servicio de venta de comida rápida, por esta razón necesitaban cocinas industriales.

    Artialambre aceptó el desafío y comenzó a fabricar las cocinas. La manufactura de estos artículos la realizaba de manera esporádica, de acuerdo a los pequeños pedidos que llegaban a la firma.

    Para el 2002, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas requirió la fabricación de 4 000 cocinas industriales, para el proyecto de Desayuno Escolar. Con otras cinco empresas fabricaron este pedido; el contrato ascendió a USD 5 millones y fue el inicio de la producción masiva de cocinas.

    Entre el 2003 y 2007 la nueva generación se integró al negocio. Ana Gabriela, Eduardo y Hugo Chicaiza ingresaron para gerenciar Artialambre.

    Actualmente, Artialambre cuenta con dos plantas ubicadas en Carcelén (norte de Quito) y tres ‘showrooms’.

    Fanny Campaña, asistente de Compras Locales de Familia Sancela, afirma que trabajan con Artialambre desde hace siete años. Ella destaca la calidad de los productos y el asesoramiento en cualquier momento del día. Al año, esta firma le compra unos USD 25 000.

    Mientras que Andrés Miño, propietario de la Colina del Chef, empresa que brinda servicios de catering, afirma que las cocinas de Artialambre «no le piden favor a una importada».