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  • Ha escrito la historia económica sobre el Ecuador

    Mónica Mendoza

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    Las paredes de la casa de Guillermo Arosemena Arosemena recogen algunas páginas de su historia. Ahí están decenas de fotos familiares en blanco y negro, entre las que destaca la de la primera reina de Guayaquil, en el año 1918.

    Estudiaba Administración de Negocios en la Georgetown University, en Washington (EE.UU.), a inicios de los años 60, cuando comenzó a interesarse por la historia. En cada clase de economía encontraba la necesidad de investigar lo que estaba detrás de cada fenómeno, ¿por qué ocurrían? Su interés no tenía límites y solicitó asistir de oyente a clases que no necesitaba tomar, pero quería ampliar sus conocimientos.

    En la universidad le obligaron a leer incansablemente, a investigar de continuo, a redactar para formar criterios, costumbre que luego practicó en las empresas que dirigió, según lo describe Rodoldo Pérez Pimentel en su enciclopedia bibliográfica.

    Los cincos años que estuvo fuera del país ampliaron su interés sobre cómo funcionaba lo económico, político, tecnológico y científico. Más de medio siglo después dice que sigue apasionado por lo que ocurre en mundo.

    Desde pequeño se interesó por los negocios internacionales. Su padre Guillermo Arosemena Coronel, vinculado con la gerencia del Banco Central, estaba suscrito a revistas como Fortune y Forbes. A través de esas publicaciones se apasionaba por la vida de triunfos y fracasos de los gigantes de las finanzas, la industria y el comercio.

    Jamás se acuesta a dormir sin haber leído varios periódicos y revistas extranjeras. Antes de la era digital dice que gastaba USD 1 000 al año en suscripciones.

    Guillermo Arosemena (Guayaquil, 23 de octubre de 1945) es historiador económico, analista, empresario, docente y voluntario.

    Ha gerenciado y emprendido empresas que se vinculan a proyectos agrícolas, inmobiliario, financiero, comercial e industrial.

    Comenzó a escribir sobre sus experiencias como gerente y así nació su primer libro. En los años 80 editó ‘La cara oculta del banquero’, que generó polémica.

    Su investigación sobre el Banco de Descuento, fundado por su abuelo materno Carlos Julio Arosemena Tola, fue su primer libro de historia. Luego publicó otros sobre el ‘boom’ y decadencia del cacao, la historia empresarial en el Ecuador, la Revolución Juliana y muchos otros títulos.

    Tiene una prolífica producción intelectual con más de 44 libros sobre investigación, ensayos, historia, economía y en su escritorio hay unos seis títulos iniciados. Ha publicado más de 600 artículos en diarios y revistas.

    Semanalmente, escribe en Memorias Porteñas de Expreso, que ya tiene más de 200 ediciones.

    Arosemena también es uno de los autores que aportará con sus obras para la colección Bicentenario de Guayaquil, un proyecto del Club de la Unión por los 200 años de independencia de la ciudad.

    Virginia Lasio, directora de la Escuela de Negocios Espae de Guayaquil, no se equivoca cuando dice que “debe tener algunos libros en remojo, su trabajo es escribir”. Lo conoció en 1996, un domingo, cuando lo escuchó en una entrevista en televisión. Luego lo buscó para que participara en un foro sobre empresas familiares. Con los años se incorporó como docente y para los estudiantes era poco común tener un profesor que publicara los libros que servían para dictar clases.

    Dio la materia de Análisis del entorno y surgió un libro de las experiencias en las aulas. Pero dejó la cátedra cuando la normativa de la educación superior empezó a exigir un título de cuarto nivel.

    Para Lasio es un amigo con el que intercambiaba libros y estuvieron “de colegas”, pues ambos padecieron de cáncer. A finales del 2016 donó 300 títulos especializados y en junio pasado la Espae le rindió un homenaje.

    Para Pablo Arosemena, presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil, su tío es un escritor incansable. También “es un emprendedor de la vida, la libertad, la excelencia y la solidaridad”.

    Es de pensamiento liberal. En uno de sus artículos de febrero pasado en Desde mi trinchera, una publicación digital, se planteaba ¿Por qué han fallado los gobiernos? Decía que los seis períodos de prosperidad del Ecuador desde 1830 todos se debieron a factores exógenos, no a políticas económicas establecidas por los gobernantes. Y concluyó que el “último experimento criollo” no ha funcionado y se ha convertido en el más costoso de la historia.

    Arosemena cree que al país le falta conocer la historia de los empresarios nacionales. Por eso, hace 30 años impulsó la creación del Museo de la Producción, pero es uno de los capítulos que quedaron pendientes.

    Su aporte al voluntariado guayaquileño

    La vida de Guillermo Arosemena también está marcada por el voluntariado. En la crisis económica de 1999 Lautaro Aspiazu Wright (ya fallecido), director de la Junta de Beneficencia, lo invitó a colaborar en la entidad y a modernizar el área administrativa del Hospital Luis Vernaza.

    En el 2002, la Junta publicó un libro suyo y escribió otro sobre los cambios.

    En el 2011 renunció a la entidad y luego de 37 años de voluntariado, recordó. Luego se sumó a rescatar el Archivo Histórico de Guayaquil.

    Pero mucho más joven, Arosemena, ya había estado vinculado a la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (Solca). A los 27 años lo invitaron a ser parte del Directorio y fue presidente de la comisión de construcción del Hospital Juan Tanca Marengo.

    En su discurso en el homenaje de la Espae recordó que a los 18 años su padre le había advertido que “no todo en la vida era hacer dinero”. En algún momento debía trabajar gratis y el momento llegó cuando fue parte de Solca.

    Ahí estuvo 20 años en el Consejo Directivo y dijo que aprendió a trabajar con cientos de personas que dedican su vida al voluntariado. Aprendió también a trabajar con pocos recursos económicos. “Las instituciones de beneficencia viven raspando la olla, tienen que hacer milagros con los exiguos fondos que manejan”.

    En 1972 la Junta Militar le retiró a Solca los fondos de operación. Posteriormente -recuerda- el papel de Mariana Roldós fue fundamental para convencer a su hermano, el presidente Jaime Roldós, para restituir los fondos y mantener abierto el hospital.

    Guillermo Arosemena ha estado vinculado a actividades académicas y empresariales. En junio pasado recibió un homenaje de la Escuela de Negocios Espae (Izq.). Foto: Enrique Pesantes y Cortesía Espae / LÍDERES
    Guillermo Arosemena ha estado vinculado a actividades académicas y empresariales. En junio pasado recibió un homenaje de la Escuela de Negocios Espae (Izq.). Foto: Enrique Pesantes y Cortesía Espae / LÍDERES
  • Guillermo Beuchat:‘No se puede innovar en todo, hay que enfocarse’

    Pedro Maldonado

    Las empresas que quieren diferenciarse tienen una serie de retos. Uno de ellos es transformar la cultura interna para generar innovación de alto impacto. Para tratar este tema, la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación (AEI) organizó la semana pasada, en Quito, un taller con empresarios ecuatorianos y conferencistas extranjeros, como parte de la Semana de la Innovación.

    Uno de los invitados fue Guillermo Beuchat, socio fundador de Transforme Consultores, una organización con sede en Chile que asesora y capacita en temas de innovación a empresas en América Latina. Beuchat conversó con LÍDERES y planteó los puntos que deben tenerse en cuenta para innovar casa adentro.

    Cómo empezar

    “El tema de cómo provocar el cambio y la innovación en una empresa establecida, en donde el dueño por lo general también es dueño de la verdad, es un asunto importante.
    Cuando hablamos de una firma grande, el estilo de liderazgo y la manera de funcionar dejan ver que hay muy poca innovación. Esto ocurre en toda la región. La cultura latinoamericana, en general, es bastante resistente a la innovación, más que en otras regiones.

    Esto se da porque hay una cultura muy vertical, muy paternalista. No se cree mucho en la opinión de la gente, en la base de la organización. Lo que hacemos nosotros, con talleres, es presentar técnicas y herramientas para provocar el cambio en las empresas”.
    La transformación

    “Para que una cultura empresarial se transforme hay tareas por hacer. Una es tener un sentido de urgencia; con esto quiero decir que las empresas no cambian porque no tienen sentido de urgencia. Dicen que les ha ido bien, que tienen números positivos, entonces no tienen urgencia. A esas empresas les pasa lo que a Kodak en su momento. Esta empresa no estuvo atenta, no leyó lo que pasaba en el mercado, estaba satisfecha consigo misma, pensaba que era lo máximo y solo vio para adentro”.

    Pero cuando una empresa abre su mente y su visión, descubre que existen competidores que son una ‘amenaza’ para el negocio y de los que uno no tenía idea.

    Luego está la necesidad de un proceso. La innovación no va a pasar de forma espontánea, no va a caer del cielo, es un tema de mucho trabajo. Para lograrla hay que tener un proceso formal, aprender a explorar ideas nuevas, tolerar el fracaso.

    Y para completar es necesario tener claro los incentivos que ofrece la empresa. ¿Qué motivación hay para cambiar? Cito un ejemplo: en la fiesta de fin de año de una empresa se premia, tradicionalmente, al colaborador del año y por lo general es el empleado con 40 años de servicio. Pocas veces premiamos al joven de 28 años que lleva solo un año, pero que tiene una idea genial. Entonces, hay que analizar en la empresa qué comportamientos estamos premiando, a quién le damos un bono: al que nunca falta y solo calienta su silla o al que con una idea genial permite duplicar la facturación”.

    Las nuevas generaciones

    “Esta situación, insisto, pasa en toda la región. Pero ya empieza a evolucionar con el recambio generacional; en Chile ya ocurrió hace unos 10 años. En Ecuador recién empieza.

    El recambio está en los hijos o nietos de los fundadores que vienen con una mente nueva, pero que se encuentran con un buque difícil de mover. Puede ser la generación de los milenials los que cambien esta realidad, pero la verdad es que es difícil mover y por eso hay que instalar el proceso, tener el sentido de urgencia e incentivar al equipo.

    Pero además se debe tener claro que no se puede innovar en todo. Hay que enfocarse en algo, innovar solo en un proceso. Por ejemplo, diseñar nuevas experiencias para los clientes en el salón de ventas. Si la empresa solo se dedica a eso solo por un año dará un gran paso.

    Luego se pueden usar esos resultados como un caso de éxito para ampliarlo. Esto es un proceso gradual; una firma puede cambiar su cultura e innovar sus proceso en un par de años, mínimo”.

    Guillermo Beuchat  participó en un taller organizado por la AEI,  la semana pasada en Quito. Foto: Pedro Maldonado / LÍDERES
    Guillermo Beuchat participó en un taller organizado por la AEI, la semana pasada en Quito. Foto: Pedro Maldonado / LÍDERES