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  • Los sabores innovadores son la clave de esta heladería

    Red. Santo Domingo (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    Los helados MonRoll tienen sabores innovadores. En cada fiesta típica, este negocio obtiene un nuevo sabor como el de la colada morada, en alusión al Día de los Difuntos.

    También realiza una edición especial de un helado navideño, con sabor a cereza y a menta. MonRoll se ha destacado por los ingredientes poco convencionales como el helado con sabor a vino tinto, que se caracteriza porque no es tan dulce y por la acidez típica del vino. Además de un helado con sabor a torta y otro a frutos rojos. En total son 12 tipos de helado.

    En 2017, la idea nació con siete sabores. En uno de sus viajes, Carolina Masson Bedón descubrió el helado en forma de rollo y pensó que sería una buena idea instalar un negocio así en Santo Domingo de los Tsáchilas.

    Así que inició una investigación sobre los helados y el tipo de máquina que necesitaba. Los equipos los importó desde China.

    Ya con las herramientas empezó a preparar la receta. La fórmula tardó más de un mes en estar lista. “Habían fórmulas prefabricadas. Pero yo quería que el sabor de mi helado fuera único”.

    Entonces, ella descubrió que la fórmula ideal era una mezcla de lácteos semidescremados.

    Ese líquido se coloca en unas máquinas y encima se le añaden las frutas frescas, el chocolate o el vino. En menos de tres minutos el helado toma consistencia y se pueden formar los rollos.
    Mientras, el cliente espera por el helado que se prepara al instante, pueden jugar billar o futbolín en la parte trasera de su local.

    Los helados se sirven en dos presentaciones. Una grande que tiene un costo de USD 3 y uno pequeño de USD 1,50.

    Carlos Saltos es uno de los clientes de MonRoll. Él señala que su helado favorito es el de frutos rojos porque se sienten los trozos de la fruta fresca con el lácteo del helado. “Es un sabor que nunca había probado y me encanta”.

    Para la temporada invernal, se han creado nuevas recetas. Una de esas es el chocolate caliente, que es una bebida semiamarga a la que se le añade un rollo de helado de vainilla y se le decora con un escarchado de coco.

    Las fotos de estos productos se suben a las redes sociales, en donde se suman clientes nuevos cada día. Sin embargo, la mayor clientela la obtiene por las recomendaciones de las personas que degustaban los helados.

    También aprovecharon la feria por las fiestas de cantonización de Santo Domingo. Esa fue una vitrina para mostrar el producto y captar clientes fijos, que ya son más 300 personas.
    En la actualidad, a diario se venden entre 300 y 400 helados. Los días de mayor demanda empiezan el jueves y terminan el domingo. “Pero hay temporadas en las que los martes y miércoles vienen muchos clientes al local”.

    Carolina invirtió en su local más de USD 16 000 en las máquinas para los helados, la decoración del local, utensilios de cocina y otros.

    Carolina Masson Bedón es la propietaria de la marca de helados  en forma de rollo MonRoll, ubicado en Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto:  Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Carolina Masson Bedón es la propietaria de la marca de helados en forma de rollo MonRoll, ubicado en Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • En esta heladería se vende arte tailandés

    Redacción Sierra Centro

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    A diferencia de una heladería tradicional, en Sweet and Rolls los clientes miran a través de un mostrador como su helado pasa de un estado líquido a sólido. Participar en el proceso de elaboración y documentarlo todo con los teléfonos móviles es parte de la experiencia.

    La base líquida del helado se transforma en rollos, luego se colocan en recipientes y se decoran con aderezos. Se trata de una innovadora técnica tailandesa.

    Los heladeros de Sweet and Rolls tuvieron que capacitarse durante casi dos meses para lograr dominar la técnica que consiste en colocar un líquido cremoso sobre una plancha enfriada a – 40 grados centígrados por un congelador industrial. Luego, al mezclarse con frutas, postres o chocolates, se transforma en una base para helado que tarda tres minutos en alcanzar la textura apropiada.

    Lograr una mezcla perfecta y homogénea depende totalmente de la habilidad del heladero. Él debe mezclar con rapidez los ingredientes utilizando únicamente dos espátulas, luego extender la preparación por la plancha, para recogerla en forma de rollos de 10 centímetros.
    “Nos costó mucho trabajo dominar la técnica, sobre todo porque se trata de una idea nueva que aún no existía en el país, por lo que tampoco había capacitación”, admite la emprendedora, Daniela Arias.

    Ella sintió pasión por los postres y los negocios desde la infancia, y logró concretar su sueño de abrir un negocio propio, que combina sus dos pasiones, a sus 21 años.

    Aunque en ocasiones, su edad también se convirtió en una limitante. Obtener un crédito bancario para iniciar el negocio fue la principal dificultad.

    “Traté de conseguir un préstamo en todos los bancos y cooperativas, pero los asesores de crédito desconfiaban por mi edad, muchos nos dijeron que no podríamos cumplir con las cuotas”, recuerda sonriente.

    Cuando finalmente obtuvo un crédito por USD 20 000 adquirió los equipos para fabricar el helado, bases importadas, y mobiliario de estilo ‘vintage’, para ambientar el pequeño local, situado frente a la Plaza Eloy Alfaro, en el centro de Riobamba.

    El local empezó a funcionar en junio pasado, pero creció rápidamente por la técnica novedosa y la presentación característica de los helados. Se sirven en rollos, se decoran con crema, y los clientes pueden elegir entre tres salsas especiales, que se sirven en jeringuillas junto al helado.
    En los primeros meses de funcionamiento, el promedio de ventas ya supera los USD 3 500.

    Ahora, la nueva prioridad es la expansión. En las próximas semanas una nueva línea de bebidas se añadirá el menú, y aunque la sorpresa no puede relevarse antes de la presentación oficial, Arias afirma que los refrescos son muy singulares y novedosos.

    Además, están cerca de inaugurar sucursales en Ambato, Quito y Guayaquil, por lo que preparan una nueva inversión de USD 30 000 para adquirir más equipos y mobiliario. A largo plazo, esperan ingresar con su franquicia a los centros comerciales.

    Ángel García, Patricia Guzmán, Daniela Arias y Andrea Zavala, en la heladería. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Ángel García, Patricia Guzmán, Daniela Arias y Andrea Zavala, en la heladería. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • La heladería que se convirtió en una franquicia

    María Victoria Espinosa

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    El 2017 fue determinante para la heladería Kiwi Limón. En julio abrieron su primera sucursal ubicada en la av. La Lorena, en Santo Domingo; y en agosto, arrancó el proyecto de franquicias de la marca. El primer negocio franquiciado se inauguró hace dos semanas en el centro comercial de la provincia de los Tsáchilas.

    Hugo Luna, propietario de Kiwi Limón, recuerda que la heladería nació en el garaje de su casa, ubicada en una trasversal en el centro de Santo Domingo. “No era un lugar estratégico, pero pensamos que para empezar estaría bien. Luego de abrir, llegaron otros negocios y ahora es una zona transitada”, señaló.

    Él y sus padres tenían la idea que obtener un negocio propio, pero no lograban ponerse de acuerdo en el producto que querían vender, aunque las opciones siempre fueron gastronómicas. Hasta que su padre, Ángel Luna, tuvo la idea de abrir una heladería debido a que era uno de los productos que más consumían en la familia. Al principio la idea no los convencía porque desde el 2012 en Santo Domingo empezaron a instalarse varias heladerías.

    “Pensábamos que tendríamos mucha competencia, pero aprovechamos esa desventaja y la convertimos en una oportunidad”.

    La familia hipotecó su vivienda y adecuó el garaje de su casa para convertirlo en un local comercial.

    Además, contrataron a un especialista en alimentos para que elaborara una fórmula novedosa. De ahí nació el helado de yogur sabor a limón y otro a vainilla.

    El primer día solo fueron amigos y conocidos. Pero al mes empezaron a llegar clientes de otras ciudades. En la actualidad, la cartera de clientes es de 300 personas.

    El negocio arrancó con una inversión USD 40 000. Con ese monto la familia Luna instaló una pequeña planta de alimentos y decoró la heladería. “Cada mueble, cuadro y diseño fue pensado por nosotros. Incluso los dibujos son de mi autoría”.

    La idea -agregó- es que la clientela no solo venga por un helado sino que disfrute de un momento agradable y para eso necesita sillas cómodas y buena música.

    Los muebles y lámparas de los locales fueron fabricadas por artesanos de Santo Domingo. El mobiliario, los productos y la marca están patentados. “Nuestra idea es que cada franquicia sea idéntica. De esa forma conservamos la esencia del negocio y también le seguimos dando trabajo a los artesanos de la provincia”, señaló Wladimir Torres, asesor en el tema de las franquicias.

    La marca Kiwi Limón ofrece tres tipos de franquicia. Una isla para centros comerciales, un modelo intermedio para ciudades pequeñas y un local grande. La inversión mínima debe ser de al menos USD 40 000.

    Torres señaló que la franquicia incluye el mobiliario. Además, los propietarios serán los proveedores del helado y los productos que se consumen en el negocio.

    Luna aseguró que en tres años han creado nuevos sabores, que no se encontraban en las heladerías de la provincia como el helado de limón y el de café. El primer local abrió con cinco productos como el helado con frutas, conos y bebidas frías. Ahora añadieron cuatro nuevos productos como el brownie con helado. La madre de Diego, Alba Roda, es la encargada de hacer los aderezos y los postres que se venden en la heladería.

    Maritza Loor es clienta de Kiwi Limón desde hace dos años. Ella afirmó que continúa visitando la heladería porque tienen productos para cada ocasión. “Si voy con mis hijos, ellos tienen la opción de pedir helados con aderezos. Pero si voy con amigas tomamos un capuchino o un helado con frutas”.

    Según Luna, a través de una aplicación de mensajería él puede comunicarse con los clientes para monitorear la calidad de los productos. Hay clientes que escriben para hacer sugerencias y otros, que son de otras ciudades, para avisar cuando visitarán la heladería. “Nuestra política es que el cliente tiene la razón. Así que si hay una queja por un mal servicio, tratamos de compensar con productos a los clientes”. En el momento se venden 55 litros de helado en cada local y disponen de 12 trabajadores.

    Se tiene previsto que este año la franquicia se expanda a otras ciudades pequeñas como La Concordia y El Carmen. “Nos hemos demorado porque buscamos personas que tengan nuestra filosofía de atención al cliente”.

    En su bicicleta, Hugo Luna visita todos los días los tres locales de Kiwi Limón  en Santo Domingo para supervisar la atención al cliente. Foto: LÍDERES
    En su bicicleta, Hugo Luna visita todos los días los tres locales de Kiwi Limón en Santo Domingo para supervisar la atención al cliente. Foto: LÍDERES