Venezuela terminará noviembre con 36 meses de hiperinflación a cuestas, un escenario que, más que un problema, expertos identifican como el mayor síntoma de las distorsiones de la economía del país.
Aunque no hay consensos entre los especialistas sobre cuándo la nación petrolera abandonará este estado de alta inflación, todos coinciden en responsabilizar al Gobierno del presidente chavista Nicolás Maduro y a sus políticas fiscales por la acuciante pérdida del valor de la moneda venezolana.
Aunque Venezuela entró en hiperinflación en noviembre de 2017, los precios comenzaron a subir con fuerza desde 2014, cuando el país vio recortado su flujo de caja por el desplome de la cotización del petróleo y comenzaron a caer las importaciones, un hecho que dio paso a una severa escasez de alimentos básicos y medicinas. La hiperinflación redujo a mínimos los ingresos reales de los trabajadores venezolanos, que perciben salarios, en algunos casos, de millones de bolívares que representan apenas un puñado de dólares. La consecuencia de todo esto es que los venezolanos rechacen cada vez más los locales bolívares.
El comercio entre Ecuador y Venezuela atraviesa su peor momento. La situación política y económica de ese país impactó en los negociosbinacionales.
Ese país, que en algún momento ocupó el top cinco entre los socios comerciales de Ecuador, registró el año pasado una hiperinflación de 1 698 488%. Actualmente, Venezuela tiene a Juan Guaidó, como presidente interino, y a Nicolás Maduro, rechazado por la mayoría de la comunidad internacional, aferrado a la Presidencia.
Según elBanco Central del Ecuador (BCE), entre enero y noviembre del 2018 la balanzacomercial entre ambos países alcanzó un saldo positivo de USD 27,3 millones. Las exportaciones, con relación al total en ese lapso, representaron apenas el 0,2%.
David López, jefe técnico de la Cámara de Comercio de Quito, explica que el 2012 fue el mejor año de exportaciones a Venezuela de la actual década. Luego, las ventas se derrumbaron empujadas no solo por la situación interna de dicha nación sino por el impacto que enfrentó tras la caída mundial de los precios del crudo.
En Caracas, donde existe un rígido sistema para realizar importaciones y para el cambio de divisas (ocho mecanismos en 15 años. Hoy opera el Nuevo Dicom), cada vez hubo menos dinero para pagar a los proveedoresinternacionales. Esto ahuyentó a los exportadores ecuatorianos que querían seguir vendiendo a ese país y generó perjuicios a quienes todavía lo hacían.
Miguel Ángel Puente, presidente de la Federación de Cámaras Binacionales del Ecuador, explica que se dejó de pagar a los exportadores nacionales y, en algunos casos, nunca pudieron recuperar ese capital. En sus balances lo registraron como pérdida.
Este medio consultó al Ministerio de la Producción el monto de los haberes pendientes de Venezuela con los empresarioslocales, pero no hubo respuesta. Hasta la fecha, según la Cámara Ecuatoriana Internacional de Comercio e Integración, la deuda para sus socios, que son 34, suma USD 15 millones. No incluye las obligaciones ni de Tame ni de General Tire (Continental Tire). El gremio agrupa el comercio con países como Venezuela.
Xavier Rosero, jefe técnico de la Federación Ecuatoriana de Exportadores, asegura que no hay un estimado de la deuda actual. “Muchas de las empresas asociadas nos dijeron que, voluntariamente, dejaban de exportar a ese país por el tema de pagos. Transcurrido un año impagos dieron el dinero como perdido, otras aún lo registran como pendiente (…) En los años en los que todavía había comercio fluido, al menos, el 50% de los pagos entraban en mora”.
A Carlos Ribadeneira, quien exportaba en sus mejores tiempos dos contenedores al mes (USD 150 000) en productos textiles, le debían en 2014 USD 20 000. Cobró un año más tarde pero gracias a la gestión del cliente, quien movilizó dinero que tenía fuera de Venezuela para liquidar el haber.
Rosero asegura que cuando estaba operativo el Sistema Único de Compensación Regional (Sucre) – mecanismo para hacer transacciones entre ambos países- se tenía datos más fiables de los pagos por operaciones decomercio exterior. “Si bien no englobaba todo, tenía un alto nivel de representatividad; al menos un 80% de las exportaciones. Esas ventas registraban problemas de pagos”.
Él considera que ahora es un riesgo grande venderle a Venezuela. Sin embargo, hay quienes lo siguen haciendo.
Las cifras del BCE, entregadas por la Cámara de Comercio de Quito, muestran que neumáticos, así como aceites y extractos vegetales, aún se venden.
Oswaldo Mantilla, presidente de la Asociación Ecuatoriana de Procesadores de Palma y sus Derivados (Aexpalma), indica que conoce que el año pasado se vendieron 5 000 toneladas de aceite crudo de palma. Hasta el 2014, el promedio era de unas 100 000.
De lado de las importaciones, las transacciones son marginales.
Autopartes y atún, entre los perdedores
Las cifras son contundentes y muestran el declive de los negocios que Ecuador tuvo con Venezuela y que tuvieron su picos más altos en las décadas de 1980 y 1990.
Los neumáticos ecuatorianos todavía se exportan a Venezuela, aunque ahora en menores cantidades. Foto: Archivo Líderes
La industria de autopartes es una de las perdedoras. Venezuela fue un mercado sumamente importante para la industria automotriz ecuatoriana hasta el 2012. Ese año se exportaron 10 315 vehículos. Pero en el 2013 la cifra cayó a 960 y desde 2014 fueron ventas mínimas. “En 2018 no fueron más de 50 unidades al año”, según detalla David Molina, director ejecutivo de la Cámara de la Industria Automotriz Ecuatoriana (Cinae).
Los tres rubros de autopartes de exportación más importantes que tiene el país son neumáticos, baterías y equipos de rastreo satelital. A Venezuela se exportaba principalmente los primeros y los últimos. Con relación a las llantas, los envíos alcanzaron un total de USD 27 millones en el 2012. Pero el año pasado el monto se desplomó a 7,4 millones.
En cuanto a los dispositivos de rastreo el monto que se exportó fue de USD 4,3 millones en 2012 y bajó a cero el año pasado, añade Molina. “Esto ocurre porque en Venezuela desapareció laindustria automotriz”.
El sector pesquero también es un afectado. RicardoHerrera, gerente Tecopesca, empresa atunera, recuerda que la compañía que dirige fue la mayor exportadora de atún ecuatoriano en el mercado venezolano.
Este empresario dice que partir del 2014 hubo una ruptura definitiva de exportaciones a Venezuela. El sistema de cambio de divisas implementado en el país caribeño dejó sin capacidad de pago a los compradores, quienes no pudieron cancelar por los ítems ecuatorianos, explica Herrera. “Afectó al sector atunero nacional”.
Antes de los problemas, Tecopesca había trabajado con Venezuela por casi 20 años. En los mejores tiempos, la firma ecuatoriana exportaba entre USD 80 millones y 120 millones. “Pero eso fue hasta el 2014, luego todo se fue cuesta abajo”.
Al cierre del mercado, Tecopesca tuvo que sumar el dinero que no se pagó desde Venezuela. Herrera evita dar cifras pero habla de millones de dólares. “No damos por no cobrado, sino que esperamos la reactivación del mercado venezolano algún momento”.
Esa misma esperanza la tiene el sector autopartista. El vocero de Cinae advierte que cuando el tema político se solucione vendrá la reactivación económica. “Pero tomará años, décadas incluso”, calcula Molina.
El representante de la industria automotriz añade que la capacidad productiva en Venezuela este momento es mínima y en el futuro sus ciudadanos tendrán que importar bienes, lo que abre posibilidades para proveedores ecuatorianos y de la región. “Pero la situación es tan crítica que el poder adquisitivo es muy bajo”.
Según datos del Banco Central, otros productos de exportación que tienen cifras a la baja son los aceites y extractos vegetales, productos farmacéuticos y químicos, artículos de limpieza, higiene y belleza, entre otros.
El empresario ecuatoriano Carlos Ribadeneira recuerda con tristeza las relaciones comerciales que tuvieron los dos países décadas atrás. Él fue parte de la Comisión Andina de la Pequeña y Mediana Industria, que tuvo mayor empuje en las dos últimas décadas del siglo XX. También presidió la Cámara Ecuatoriana-Venezolana. “Fui testigo de que Venezuela tenía una industria fuerte, en especial con pequeñas y medianas empresas que negociaban con Ecuador”.
Hoy, se lamenta Ribadeneira, Venezuela está en un proceso de desindustrialización por la carga impositiva establecida por las autoridades de ese país. Para este empresario, el proceso de debilitamiento arrancó con Hugo Chávez y se agudizó con Nicolás Maduro. “Los negocios que se tenían con ese país, prácticamente, desaparecieron”.
Ahora, los empresarios ecuatorianos esperan una solución a la crisis, pero saben que las relaciones de negocios tomarán tiempo en recuperarse.
‘El pago a los exportadores se realiza de manera informal’
Milton Ortega, el presidente de la Cámara Ecuatoriana Internacional de Comercio e Integración habla de Venezuela.
«Cuando hay relaciones comerciales transparentes, claras, todo fluye”, Milton Ortega, presidente CEICI. Foto: Cortesía
¿Cómo define usted la relación actual con Venezuela? Estamos aproximándonos a un punto muerto. Hasta el 2013 nuestras exportaciones estaban sobre USD 700 millones, pero ahora apenas llega a USD 30 millones anuales. Tenemos muchas empresas socias de la Cámara que están impagas por exportaciones.
¿De qué sectores son? General Tire tenía una deuda alta; sé que se negoció la forma de pago. Para Ferrero alcanza USD 6 millones, no hay forma que le paguen. Ideal Alambrec y una industrialechera también tienen problemas.
¿Las deudas son acumuladas? ¿Desde cuándo? Están acumuladas desde el 2012. Algunas empresas llegan a convenios de pago para no perder.
El año pasado, pese a esas complejidades, hubo exportaciones. ¿Cómo se mantienen los negocios con Venezuela? Se está exportando repuestos automotrices en general, productos farmacéuticos y aceite de palma. Las compras de este último comenzaron a bajar. Uno de nuestros socios, Epacem, era un vendedor fuerte; luego Venezuela hizo convenios con Guatemala y otros países que están produciendo palma. Antes se usaba el sistema Sucre para realizar las transacciones de pago entre los dos bancos centrales, pero ahora la relación comercial es informal.
¿Qué implica que esta relación sea informal? Que muchos de los datos ni siquiera ingresarán a los bancos centrales, para análisis a nivel de balanza. Inclusive, hay productos de Ecuador que se están enviando por vía terrestre a Colombia, para luego pasar a Venezuela por Cúcuta. También se lo hace por Panamá. Al final, puede que queden en los registros de esos países y no en los registros de Ecuador.
Por conversaciones con exportadores se conoce, también, que los pagos se hacen a través de transacciones de bancos fuera de Venezuela. ¿Qué impacto hay para el país por operaciones informales?
Cuando el comercio es informal siempre hay problemas de falta de transparencia. Al final resultan afectados los consumidores. Recuerde que con Venezuela ya tuvimos el problema de las exportaciones e importaciones anómalas. Fue un punto de quiebre en las relaciones positivas que teníamos.
El origen de esas operaciones de comercio exterior tampoco fue transparente.
Eran exportaciones e importaciones ficticias con empresas que se creaban y desaparecían para conseguir divisas. Otro problema que hubo fue el de los llamados “raspachines” con las tarjetas de crédito; comerciantes nacionales se prestaron para ventas ficticias cobrando un porcentaje de lo que recibían desde Venezuela. Eso se eliminó a través de una investigación gubernamental.
Dentro de las relaciones con Venezuela, nunca se supo qué pasó con el acuerdo comercial que estaba negociando.
Los gobiernos anteriores firmaron más de 43 acuerdos y se crearon empresas binacionales. De estas no ha funcionado casi ninguna. Sobre el acuerdo comercial puedo decirle que se encuentra en stand by, en el futuro habrá que hacer una evaluación crítica al mismo. Estábamos próximos a firmar, pero no avanzó más. Lo que sí se debe decir es que comercialmente hay que estar en Venezuela, en la crisis no hay que perder ese mercado. No nos hemos desanimado. La conclusión es que ese país es muy importante por efectos históricos. Actualmente, ellos importan el 93% de los insumos o productos. Hay una ventana de oportunidades para ofrecerles buenos productos y servicios.
Durante el 2018 se vendieron 5 000 toneladas de aceite crudo de palma al mercado venezolano. Hasta el 2014, el promedio era de unas 100 000 toneladas anuales. Foto: Archivo Líderes
No hay peor fantasma para argentinos y brasileños que el fenómeno de la hiperinflación, que sufrieron sus economías durante largos y reiterativos períodos en el siglo XX, que estuvieron marcados también por convulsiones sociales e inestabilidad política.
Son los principales socios del Mercosur, las mayores economías de América Latina, se han disputado siempre el liderazgo, sin embargo, después de períodos de estabilidad vuelven a ser sacudidos por la eventualidad de una recesión, tal como lo advirtió la semana pasada The Wall Street Journal (WSJ), uno de los principales referentes en materia económica, al analizar la situación brasileña.
Los analistas prevén que Brasil pudiera crecer este año apenas el 1,5%, luego de una expansión calculada en apenas 2,3% en el 2013. El último trimestre del año pasado la economía brasileña registró un crecimiento negativo de 0,5% y eso encendió las alarmas. Períodos similares sin crecimiento pueden llevar a cualquier economía a una recesión, de acuerdo con el análisis de WSJ.
La alerta sobre el peor momento de la economía y sus condiciones adversas, al interior de Brasil, pero también frente a los escenarios nada halagadores que muestra la economía mundial, coinciden con la pretensión de la presidenta Dilma Rousseff de presentarse para una reelección que no parece tan fácil. Brasil, un país económicamente emergente, dista mucho de otros mercados similares como China y la India, que siguen creciendo en forma dinámica, aunque no tanto como en años pasados, advierte WSJ. En la CBN, una radioemisora brasileña hablada, que transmite noticias y comentarios las 24 horas del día, las audiencias preguntaban si Brasil no está siguiendo el camino de Argentina en materia de hiperinflación. Los analistas dieron un categórico no y recordaron que el gobierno de Cristina Fernández utiliza un cuestionado sistema para medir el índice de precios al consumidor.
Frente a esa inquietud que surge en Brasil, LÍDERES consultó al director de Infobae América, Jorge Heili: «Sí, absolutamente, aunque las medidas recientemente tomadas enfriaron esa posibilidad, pero no la eliminaron». A criterio de Heili, el riesgo de una hiperinflación está dado por algunos fenómenos: la emisión de pesos que el Banco Central sigue ejecutando por orden del Tesoro Nacional para financiar un déficit fiscal (que está entre el 3% y 5% del PIB), el Gobierno está decidido a no bajar el gasto público, sigue anunciando más gasto social, como el Plan Progresar para los Ni-Ni, un incremento de jubilaciones del 11% y un próximo aumento de 23% a 25% del salario de los empleados estatales. El periodista argentino explica el significado de los Ni-Ni: «Ni trabajan ni estudian».
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) tomó la decisión hace un mes de subir en 10 puntos la tasa de interés. Así, los depósitos a plazo, que daban una tasa de rentabilidad muy negativa (del 19% anual con inflación estimada en 30%), ahora, explica Heili, «si pones un dinero en el banco te ofrecen 29% anual. Esto provocó un efecto de inmovilización de pesos».
El BCRA puso en marcha otro mecanismo para captar los pesos de grandes jugadores. Lanzó las Lebac, unas letras que pagan 29% anual por colocaciones a 30 o 90 días. La subida de tasas que impuso el Central hizo que quienes tienen pesos y no pueden comprar dólares de manera legal por las restricciones impuestas encontraran allí un instrumento para cubrirse de la inflación. Los mismos bancos las compran, porque son una garantía contra la inflación.
El Gobierno de Buenos Aires devaluó el peso en 20% en un día durante enero, eso provocó una fuerte zozobra en el mercado financiero y fueron casi dos semanas de preocupación y riesgo de colapso, pero este Gobierno tiene suerte «en el mismo momento se dieron los cimbronazos de Turquía, Brasil y la depreciación del peso chileno, con lo cual dibujaron que todo era producto del mito que le metieron a la sociedad: que el mundo está en crisis y eso nos afecta», anota el periodista de Infobae América.
Heili aterriza en la posibilidad del fenómeno que preocupa a cualquier economía: «Un posible disparador de una hiperinflación sería la presión de los sindicatos por los aumentos salariales. El Gobierno pretende incrementos de hasta 25%, los gremios quieren entre 35 y 60%. Si terminan acordando montos superiores al 25%, hay una posibilidad real de que se acentúe la tasa de inflación y la disparada del dólar».
De crisis en crisis
Argentina. Si la tasa de emisión no se recorta, si el gasto público no se baja y los salarios suben sobre el 30%, la perspectiva es una inflación fuera de control, que podría ser del 60% en Argentina.
En Brasil. Las ventas minoristas subieron apenas el 4% en el 2013, lo cual permite suponer que Brasil ya no podrá depender del consumo interno para impulsar su expansión económica.
Los efectos. El fenómeno del ‘corralito’ fue una incautación que dejó traumas en la sociedad argentina; Brasil experimentó varios planes en su economía hasta llegar al Plan Real, que en la actualidad sostiene a su economía.