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  • El mundo multitarea, ¿hombre 2.0 o estrés total?

    Lorena Guzmán H. / El Mercurio de Chile, GDA

    Mientras lee esto, seguramente está con la página de Facebook abierta, mirando de vez en cuando los correos, pensando en qué va a almorzar o a qué hora tiene que salir antes de que le cierren la tienda, y en la tarea que dejó a medio hacer en el trabajo. Sin contar a algún niño corriendo por ahí o a su pareja pidiéndole alguna cosa.

    Ahora detenga toda esa actividad multitarea y repita todas las respuestas que obtuvo tras cada pregunta. Lo más probable es que solo se acuerde de la mitad, y si tiene más de 40, aún menos.

    Hace tiempo que está instalado el mito de que ser multifuncional en la vida es sinónimo de eficiencia y un requisito deseable en un empleado, pero la ciencia se ha encargado de desmentirlo. El problema es que las personas aún no lo asumen.

    «La gente que es más proclive a ser multitarea tiene la ilusión de desempeñarse mejor que el promedio, pero en realidad son peores», asegura David Strayer, de la Universidad de Utah y líder de una investigación sobre quienes usan el celular mientras manejan. Mientras más tareas se realizan al mismo tiempo, agrega, más se confía en esa supuesta habilidad y, por consiguiente, más errores se cometen.

    «En principio, todos podemos hacer más de una cosa a la vez», dice Carolina Vásquez, psicóloga del Departamento de Neurología de Clínica Las Condes. «Pero ello depende de qué tan complejas sean las tareas que se estén realizando».

    Así, todos pueden estar hablando por teléfono y poner atención al mismo tiempo a alguien que lo interrumpe, sin perder el hilo de la conversación, pero nadie puede contestar dos correos importantes simultáneamente. «Hay personas que tienen predisposición a realizar varias tareas a la vez porque poseen una alta incapacidad de inhibir interferencias exteriores y no se enfocan en una cosa», explica la especialista.

    Pero si estas personas tienen más desarrolladas las habilidades cognitivas específicas de memoria de trabajo -que permite traer información ya almacenada para resolver problemas- y la velocidad de proceso, esta deficiencia se convierte en una fortaleza.

    Un estudio de la Universidad de California, Irvine (EE.UU.), descubrió que un trabajador de oficina promedio gasta el 23% de su día solo contestando correos.

    Además, cada empleado tiene en promedio 11 minutos entre una interrupción y otra, y le toma otros 25 volver a la tarea a la que estaba abocado antes de ser interrumpido.

    El mismo estudio midió qué pasaba si a esos empleados se les eliminaba el e-mail por algunas horas, y todos estuvieron menos estresados y pudieron concentrarse en una sola tarea por más tiempo. Todo lo anterior redunda en una incapacidad de responder eficazmente.

    Espejismo
    Más contentos.  Aunque está demostrado que hacer más de una cosa a la vez no nos hace más eficientes, al parecer sí nos deja más contentos con nosotros mismos.

    Un estudio.  En la Universidad Estatal de Ohio se comprobó que solo por el hecho de realizar más de una cosa a la vez, la gente se siente más satisfecha de sí misma, a pesar de que los resultados no sean los óptimos.

    El sentimiento desaparece. Por el contrario, si las personas hacen algo bien sin nada más en paralelo, ese sentimiento de satisfacción desaparece rápidamente, según la investigación hecha en Ohio.

  • Mas-Can, su cliente es el mejor amigo del hombre

    Redacción Quito

    Durante un viaje a Estados Unidos, Eduardo Sosa Vorbeck encontró la oportunidad para hacer negocios: notó que EE.UU. era un país con mucha demanda de juguetes para perros, pero que no contaba con producción propia.

    Era 1990, Sosa visitaba en el país del norte a su amigo William Garcés y durante un paseo por supermercados se fijó en los huesos para perros que se ofertaban en los estantes y que además tenían gran aceptación de los clientes. «En Ecuador ni se pensaba en un producto así. Había la costumbre de alimentar a los perros con sobras, a lo mucho una harina amarilla y no se usaba la comida para perros como tal», recuerda.

    Ese mismo año Sosa y Garcés conocieron a Steven Mendel, de la empresa Petrapport, que maneja la marca Beefeaters de productos caninos para EE.UU.Mendel adquiría huesos para perros en Argentina, pero la demanda era tan alta que debía también comprar el producto elaborado a Colombia. Esto porque son países que poseen en grandes cantidades la materia prima con la que se elaboran estos huesos: la carnaza de ganado.

    Allí Sosa recordó que en Ambato existe una oferta considerable de este material. «Tuvimos que competir con las gelatineras, pues también utilizan carnaza para hacer gelatina», recuerda.

    Sosa y Garcés se asociaron y juntaron USD 50 000 para rentar un espacio, comprar materia prima y montar un planta en Salcedo. En 1991 comenzaron con la producción, que solo se vendía a la empresa Beefeaters, en EEUU.

    Su primera exportación fue de 5 toneladas de huesos para perro, en agosto de 1991. Para entonces contaban con apenas 30 empleados, pero esta cifra se duplicó en 1993, por lo que compraron un terreno de 3 500 metros cuadrados y levantaron su propia planta.

    La planta creció y se duplicó la cantidad de carnaza procesada que pasó de 12 toneladas por mes, en 1991, a 25 toneladas por mes, en 1993.

    Hasta 1995, Sosa Vorbeck y su socio vendían su producto exclusivamente a la empresa de Mendel, pero ese año, con la aparición de las diferentes marcas de comida para canes en el país, decidieron crear la marca Mas-Can, para abrirse mercado en Ecuador.

    Esta decisión salvó de la quiebra a la empresa años más tarde, pues en 1999 Brasil comenzó también a fabricar huesos para perro que vendían a EE.UU. a precios más bajos, dejando atrás a los tres productores sudamericanos: Argentina, Ecuador y Colombia.

    Entre 1999 y el 2000, con la dolarización de por medio, Mas-Can estuvo por desaparecer. Sosa compró las acciones de su socio y les otorgó las gerencias General y la de Ventas a sus hijos Eduardo y Esteban Sosa, respectivamente.

    En el 2001 los productos de Mas-Can llegaron al mercado peruano, en donde se mantienen hasta hoy. Su última exportación a EE.UU. fue en el 2003 y desde ese año hasta el 2006 exportaron su producto a Chile.

    Para el 2012 su facturación alcanzó el USD 1 050 000 y las principales cadenas de supermercados como Supermaxi, Mi Comisariato, Almacenes Tía, así como tiendas para mascotas y veterinarias ofertan su productos. Un 35% del total de la producción se vende a Supermaxi.

    Javier Aguirre, gerente de la cadena de tiendas Mundo Mágico de la Mascota, trabaja con Mas-Can desde hace aproximadamente unos 15 años y compra un promedio USD 5 000 de sus productos cada mes.

    También se vende el producto en el hospital veterinario Sinaí y en la clínica veterinaria San Francisco de Asís. Christian Caicedo es médico en esta última y asegura que los productos de Mas-Can evitan el estrés de los canes.

    El especialista cuenta que trabaja hace cuatro años con los productos de Mas-Can. «Los recomiendo sobre todo a las personas que tienen a sus perros en departamentos, así evitan que la mascota, a causa de la ansiedad, haga cualquier destrozo dentro de casa».

    La producción

    Los productos.  Mas-Can cuenta con una línea de 30 productos entre huesos de carnaza, masticables, barras… para razas de perros pequeñas, medianas y grandes.

    Una nueva línea.  Para el segundo semestre de este año esta empresa tiene previsto lanzar la línea de aseo canina Mas-Clean, de jabones, talcos de baño en seco y champús para perros. Tiene 60 empleados; las mujeres son el 75%.

  • Las diferencias salariales persisten

    Redacción Quito

    Aunque se han realizado esfuerzos importantes, los hombres todavía ganan un mejor salario que las mujeres en el ámbito local.

    Los datos muestran un cambio significativo en la fuerza de trabajo en el país, con una presencia creciente de mujeres en posiciones de liderazgo, representando 27% del nivel ejecutivo, anota un estudio elaborado por la firma consultora Deloitte, realizado en el 2011, el más reciente sobre el tema.

    Pero, según el mismo informe, la brecha de salarios entre hombres y mujeres en el país es del 15% en promedio.

    De igual modo, a medida que el nivel de jerarquía es mayor, la brecha aumenta hasta llegar a una diferencia del 28% en el nivel de directores.

    Los datos coinciden con el estudio ‘Nuevo Siglo, Viejas Disparidades‘, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el 2012. De acuerdo con este documento, los hombres ganan en Ecuador un 3% más que las mujeres, pero al comparar hombres y mujeres de la misma edad y del mismo nivel educativo, los hombres ganan casi un 15% más que las mujeres.

    Para los expertos consultados, estos índices responden principalmente a factores culturales e, incluso, estereotipos.

    Tania Moscoso, gerenta de Consultoría de Capital Humano de Deloitte, señala que esto obedece a «un concepto errado», de que las mujeres son menos productivas, porque tienen un rol de madre en el hogar. «Ese rol de la mujer en el hogar implica un esfuerzo adicional; no solo de la mujer sino de la corporación».

    Ella considera que cada vez un mayor número de empresas incorpora dentro de sus políticas la flexibilidad laboral, un factor que, según la ejecutiva, puede contribuir a una mayor equidad.

    Eddy Troya, gerente de Human Plus, considera que la cultura ecuatoriana aún es machista. «Aunque algunas empresas están gerenciadas por mujeres, la generalidad es que se privilegie al hombre». Otro factor es la educación. «El rol para el cuidado de los chicos hace que la mujer no pueda seguir preparándose». A esto se suma una estructura de políticas estatales que no privilegian lo suficientemente en el ámbito laboral a la mujer.

    Moscoso indica que países europeos y de la región están haciendo esfuerzos interesantes para reducir esta brecha. Comenta que una ley en Francia estableció que para el 2016, el 40% de mujeres ocupe cargos directivos en las corporaciones. En Colombia se introdujo una ley que fija que hombres y mujeres deben tener iguales condiciones salariales.

    Según el estudio del BID, las mujeres en América Latina solo ocupan el 33% de las profesiones mejor pagadas en la región (arquitectura, la abogacía o la ingeniería). A pesar del avance en años de escolaridad (0,5 años más que los hombres), la mujer tiende a concentrarse más en carreras como Psicología, Enseñanza o Enfermería. En Ecuador, las mujeres escalan posiciones en las áreas de Recursos Humanos, Marketing y, últimamente, Finanzas, dice Troya.