Etiqueta: hosteria

  • La naturaleza es la marca de sus instalaciones

    Giovanni Astudillo Editor (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    La Hostería Caballo Campana, que es una de las más reconocidas de la capital azuaya, cumplió 25 años de funcionamiento en mayo pasado. Los planes y programas previstos para la celebración se postergaron debido a la pandemia por el covid-19.

    Pero desde la semana pasada reanudó su funcionamiento en alojamiento y restaurante, luego que su plan de bioseguridad fue aprobado por las autoridades. Solo siguen suspendidos los eventos.

    Este último segmento de servicios fue uno de los que más le permitió crecer, dice su propietario Óscar Saldaña. Según él, hasta antes del confinamiento ofrecían un servicio completo del producto denominado boda-destino, que “tenía gran aceptación entre los clientes de la Costa, principalmente”. Será reanudado cuando las autoridades nacionales y locales consideren que ya se pueden desarrollar estos eventos.

    La Hostería Caballo Campana ofrecía sus salones para la recepción de la boda, alimentación, alojamiento para los invitados que llegaban de otras ciudades. Además, al día siguiente, podían acceder a servicios como paseos en caballo o recorridos por las 24 hectáreas de parques y jardines.

    Esta hostería, ubicada en el sector de Misicata, fue construida en una propiedad de 27 hectáreas. Cuenta con tres salones de eventos, que pueden recibir desde 30 hasta 3 000 personas. Su restaurante Barabón, que fue el primer servicio que ofreció hace 25 años, tiene capacidad para 100 comensales y otros 50 en la terraza.

    Adicionalmente, tiene un espacio a la intemperie o cancha de uso múltiple, que tiene una extensión de 25 000 m2. Allí, han realizado y organizado conciertos, competencias deportivas de rally o hípicas y ferias comerciales. Tiene capacidad para 8 000 personas.

    En la arquitectura de la hostería se destacan los elementos tradicionales de Cuenca como la teja, ladrillo, piedra, madera, entre otros. El hospedaje se realiza en la casa de hacienda bautizada como La Oliva, que cuenta con 21 habitaciones y cuatro cabañas. Fue remodelada el año pasado y puede albergar hasta 80 personas.

    Según Saldaña, por la aceptación de las personas han logrado crecer constantemente. Así, por ejemplo, en el 2018 facturaron USD 390 000 y el año pasado subieron a USD 500 000. “La empresa se fue consolidando poco a poco debido a la constancia”. Durante el 2019 organizaron seis eventos masivos como conciertos, ferias y convenciones empresariales y gremiales y fiestas de más de 1 500 personas. Las bodas, grados o primeras comuniones se efectuaban todas las semanas.

    Según Saldaña, la emergencia sanitaria generada por el coronavirus es grave para su negocio. En la actualidad, por las nuevas condiciones de bioseguridad, optarán por reinventarse y cubrir la demanda que tienen las personas por buscar espacios amplios y conectados con la naturaleza. Además, en el futuro, se enfocarán en eventos con menores personas.

    70 000 dólares fue la facturación de esta hostería cuencana entre enero y febrero de 2020.

    Otros detalles
    El personal. La Hostería Caballo Campana cuenta con 20 colaboradores, que se dedican a las áreas de restaurante, alojamiento, administración. Cuando hay eventos se suman entre 40 y 60 meseros.

    El objetivo.Según el propietario, Óscar Saldaña, la hostería surgió por el capital generado en otro negocio, que era la venta de neumáticos de vehículos durante 35 años. “Crecimos gracias a la acogida de la gente y a nuestra constancia”. Los ingresos de Caballo Campana se reinvirtieron en el crecimiento de las instalaciones.

    El producto denominado Boda-Destino fue uno de los más demandados hasta antes del inicio de la pandemia. Cortesía Caballo Campana
    El producto denominado Boda-Destino fue uno de los más demandados hasta antes del inicio de la pandemia. Cortesía Caballo Campana
  • Esta hostería se consolida gracias a la unidad familiar

    María Victoria Espinosa (I)
    redacción@revistalideres.ec

    El terreno donde hoy funciona la hostería D’Carlos era un potrero ubicado en la vía Santo Domingo – Las Mercedes.

    Pero Carlos Vélez se planteó convertir ese sitio en uno de los primeros balnearios del cantón. Él recuerda que desde que tenía 10 años quiso emprender un negocio turístico. Pero el sueño se cumplió en 1999, cuando adquirió un lote de 6 000 m2, en 6 millones de sucres (USD 240, en la época).

    Dice que esos eran sus únicos ahorros y no le alcanzaba para adecuar el lugar. Sin embargo, se propuso una fecha para inaugurar la primera ‘salsoteca de campo’: 18 de diciembre de 1999. Vendió la radio de su taxi para levantar un techo con paja toquilla y caña guadúa. Ese lugar serviría como una pista de baile. “Un club de fútbol me prestó las sillas, alquilé un discomóvil y abrí mi negocio”.

    Recuerda que cientos de personas asistieron ese día y uno de los motivos para atraer al público fue que en Santo Domingo no había espacios para bailar, jugar fútbol y bañarse en el río. Para el primer aniversario se le ocurrió llevar al artista lojano Máximo Escaleras. Allí identificó una nueva puerta para el emprendimiento, porque en este cantón tampoco se organizaban conciertos a menudo.

    Desde entonces, la ‘salsoteca’ se convirtió en balneario. Allí se construyó una piscina (hoy suman cuatro) y se organizaban presentaciones de artistas internacionales, sobre todo de Colombia.

    Pero según Vélez, para que un negocio progrese se debe innovar. Hace cinco años, los conciertos dejaron de ser rentables, así que el negocio familiar empezó a perfilarse como una hostería.

    Por ello, este emprendedor adquirió una hectárea de terreno a los costados del negocio, para construir una piscina de tilapias, desarrollar áreas ecológicas, edificar 14 habitaciones, colocar un sauna y habilitar un ‘hidromasaje natural’. Este último se ha convertido en un atractivo del lugar.

    Para Édgar Quimbo, de la operadora Blue Planet Ecuador, esos nuevos servicios hicieron que la hostería D’Carlos fuera considerada un atractivo para ofertar al turismo internacional. “Los extranjeros, por lo general, buscan lugares donde descansar y estar en contacto con la naturaleza”.

    En la actualidad, D’Carlos tiene clientes fijos de Alemania, Estados Unidos, Polonia, entre otros. Más de 10 000 personas visitan anualmente este negocio familiar.

    El quiteño José Carranco es uno de ellos. Cada año se hospeda con su familia en temporada de vacaciones escolares (julio-agosto). “Tienen lugares para niños y adultos; realizan concursos divertidos y podemos visitar a los tsáchilas”.

    Para que la estancia sea divertida, Vélez diseñó una ruta en forma de zigzag en el bosque. “El turista ingresa por un sendero y debe atravesar obstáculos. Al terminar, sale por otra ruta y piensa que el bosque es inmenso, pero tiene menos de una hectárea”.

    Pero estas ideas no las ha planteado solo. Sus hijos Miguel, Roberto, Génesis y su esposa María Mendieta son sus consejeros. Ellos siguieron carreras afines al turismo y se encargan de la publicidad y los paquetes de servicios.

    De hecho, en los últimos años han impulsado los paquetes empresariales y también para personas con discapacidad y de la tercera edad. “Adecuamos caminos y habitaciones específicas para que ellos se sientan cómodos”.

    Roberto Vélez asegura que uno de sus logros fue haber calificado para que empresas como Despegar.com oferten la hostería, en la que se ha invertido USD 400 000.

    Para el presidente de la Cámara provincial de Turismo, Lizardo Suárez, la hostería D’Carlos se ha posicionado en Santo Domingo gracias a la calidad del servicio y la innovación. “Cada mes ofrecen algo nuevo. Desde una estatua hasta un platillo o un sendero. Eso marca la diferencia”.

    INSIGNIA

    ‘He fusionado la teoría con la experiencia’

    Miguel Vélez. Administrador

    Desde hace 16 años trabajo con mi familia en este negocio. Empecé ayudándole a mi padre a limpiar mesas, atender a los clientes, cobrar, etc. Ahora me desempeño como administrador.

    Esta experiencia me ha ayudado en varios ámbitos de mi vida. Por ejemplo, ahora que estudio marketing puedo complementar la teoría con la práctica.

    Este negocio me ha ayudado a reinventarme cada día. Por ejemplo cuando tenemos grupos con alguna discapacidad nos esforzamos más para que se diviertan. De hecho, hemos modificado varios espacios para que se sientan cómodos. Una de las fortalezas de trabajar en turismo es que permite que el negocio innove cada día. Por ello siempre estamos pendientes de las tendencias mundiales y de cómo podemos adaptarlas a la hostería.

    Trabajar con la familia es aún más gratificante, porque nos volvemos un solo equipo y miramos hacia un objetivo común. Además, siempre buscamos la forma de hacer sentir bien a los turistas.

    hostería D’Carlos
    La familia Vélez se dedica al turismo desde hace 16 años. Ellos son los propietarios de la hostería D’Carlos, ubicada en el kilómetro 7 de la vía Santo Domingo – San Miguel de los Bancos. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES