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  • Ellos piensan en huertos que beneficien a los refugiados

    Sofía Ramirez

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    Huertos urbanos y familiares para la reinserción social y económica de los refugiados. Esa es la propuesta de tres estudiantes y un graduado de la Universidad Central del Ecuador (UCE). El equipo representará a la institución en el concurso Hult Prize en San Francisco (Estados Unidos), en marzo.

    La idea de este viaje es presentar el proyecto y demostrar su viabilidad económica. La meta es pasar a las finales del certamen, en las que el ganador obtendrá USD 1 millón.
    Maritza Molina, encargada de la parte comunicacional de Hult Prize en la Universidad Central, recuerda que las convocatorias para el certamen iniciaron en septiembre del 2016.

    Los estudiantes que se inscribieron formaron equipos de cuatro personas y, en torno a la temática de los refugiados, presentaron emprendimientos sociales. 12 equipos fueron seleccionados en la UCE y el proyecto Kuman resultó el ganador.

    Kuman representará a la UCE en el concurso regional en EE.UU. El objetivo de este proyecto de corte social es desarrollar huertos urbanos y familiares, en los que participen refugiados.

    Santiago Loaiza, ingeniero agrónomo de la Universidad Central e integrante del equipo ganador explica que el plan tendrá cuatro ejes: la implementación de los cultivos de ciclo corto con componentes agroecológicos.

    El segundo eje es la creación de escuelas de capacitación agrícola -para los refugiados-, con la consigna de que los beneficiarios repliquen el modelo productivo en los huertos.

    El tercer punto es fortalecer las cadenas de comercialización para ofertar los productos de los huertos. Para esto se crearán grupos o asociaciones entre los refugiados, para crear microemprendimientos. Y el cuarto punto es la elaboración y venta de los huertos urbanos, con la marca G Box.

    Las cajas donde se cultivarán los alimentos serán fabricadas con materiales de reciclaje, detalla Carla Macas, estudiante de 24 años de la carrera de arquitectura. En los huertos, además de sembrar y cosechar semillas agroecológicas, también se podrá elaborar el compost.

    Este último es un abono orgánico que proviene de la descomposición de materiales orgánicos. El material ayuda a mantener la fertilidad en los suelos.

    Los responsables de la idea añaden que en los huertos urbanos también se podrán elaborar fertilizantes orgánicos, dice Macas.

    El costo de todo el proyecto es de USD 60 000 a 80 000. Para eso el equipo de Kuman también está en la búsqueda de socios estratégicos para obtener fondos.

    La implementación del primer eje del emprendimiento está previsto para inicios de abril próximo, indica Jéssica Velasco, estudiante de arquitectura e integrante de Kuman.
    Francisco Pulliquitín, otro de los estudiantes que representará a la Universidad Central en Estados Unidos, destaca la oportunidad de la convocatoria mundial Hult Prize para demostrar su capacidad en innovación. El estudiante comenta que parte de los recursos que se obtendrán para el proyecto serán procesados a través de la autogestión.
    Los docentes también colaboraron. Entre otras tareas participaron en el diseño del plan de negocios, explica Pulliquitín.

    Francisco Abad, director de Hult Prize en Ecuador, indicó -en noviembre pasado- que el enfoque de la temática de este año -los refugiados- tiene el propósito de mejorar el ejercicio de los derechos de estas personas que viven en esta condición.

    César del Valle es el director de crecimiento y operación de Hult Prize Foundation, comentó al Semanario LÍDERES, a inicios de febrero que la misión es inspirar y crear una generación de emprendedores sociales. “Ahora estamos trabajando para traer esta iniciativa al Ecuador, con un premio de USD 250 000 y la idea de montar una incubadora. Buscamos inspirar a todo el mundo, a gente que no tiene nada que ver con emprendimiento, pero que puede aportar en lo social”.

    Del Valle recomendó encontrar aliados, no intentar hacer todo por su cuenta sino con colaboraciones y alianzas para aumentar su visibilidad. “No deben pensar en impactar solo en su comunidad, sino pensar en soluciones globales. A veces piensan en algo pequeño, rentable, suficiente para ganarse la vida y nada más. Hay que mirar modelos innovadores a escala internacional”.

    Santiago Loaiza, Carla Macas, Francisco Pulliquitín y Jéssica Velasco, estudiantes de la UCE, viajarán en marzo a Estados Unidos al Hult Prize. Foto: Paúl Rivas/ LÍDERES
    Santiago Loaiza, Carla Macas, Francisco Pulliquitín y Jéssica Velasco, estudiantes de la UCE, viajarán en marzo a Estados Unidos al Hult Prize. Foto: Paúl Rivas/ LÍDERES
  • Huertos urbanos, su aporte a la comunidad

    Sofía Ramirez

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    Unas 350 familias de la comunidad de Santa Inés, en Cumbayá se beneficiarán del Centro de Interpretación de Agricultura Urbana, Kikinta.

    La puesta en escena del proyecto -en el área arquitectónica- fue desarrollado este año por estudiantes y docentes del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).

    Aunque la iniciativa surgió desde la Cervecería Nacional; cuenta también con el apoyo de la Agencia de Promoción Económica (ConQuito) afirma Paola García, docente universitaria y coordinadora del proyecto.

    La Kikinta busca a largo plazo ser el punto de encuentro de los habitantes de Santa Inés (Cumbayá), en donde aprenderán a manejar huertos urbanos en casa con productos orgánicos.
    Pero también se quiere compartir el conocimiento de cómo tratar estos cultivos a través de talleres multifacéticos y capacitaciones. Por eso construyeron un domo, en un área donada por Cervecería Nacional para impartir charlas.

    Desde agosto pasado, 100 estudiantes de la USFQ y 10 docentes iniciaron el diseño arquitectónico de la Kikinta. Incluso, el esquema fue reconocido como uno de las 50 mejores iniciativas presentadas durante la pasada edición de Hábitat III, en octubre pasado, indica García.

    Andrés Bolek, presidente de Asuntos Corporativos de la cervecera, detalla que tenían una propiedad ubicada junto al Chaquiñán, en Cumbayá.

    Este espacio se escogió para construir el centro de agricultura urbana de la Kinkinta. Aunque Bolek detalla que anteriormente la empresa ya instaló un huerto en la misma zona con la USFQ, con la idea de que las familias de Santa Inés se autoabastezcan de alimentos orgánicos.

    Para la construcción del domo los estudiantes buscaron opciones vanguardistas.
    Utilizaron materiales reciclables como la madera -resistente a la humedad- y ensamblaron la estructura en un lapso de seis días, menciona Eliana Salazar, docente de Arquitectura Efímera de la casona universitaria.

    Daniela Herrera, estudiante de quinto año de Arquitectura de la USFQ, participó en la construcción del domo. Señala que, además de instalar huertos orgánicos, la idea es explicar a quienes visiten el centro de interpretación el origen de las plantas nativas. Estas son las guabas, por ejemplo.

    La inauguración de la Kikinta para el público será en el 2017, una vez esté culminada la fase dos.

    En esta etapa ya se tendrá listo un vivero de especies endémicas y plántulas (plantas pequeñas) de hortalizas y vegetales que se cultivarán según la temporada.
    A largo plazo se busca que la comunidad comercialice los vegetales y hortalizas cultivados en el huerto. La idea es que se presenten con marca propia.

    Docentes y estudiantes de la USFQ, junto a Cervecería Nacional, desarrollaron el huerto urbano en Cumbayá. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
    Docentes y estudiantes de la USFQ, junto a Cervecería Nacional, desarrollaron el huerto urbano en Cumbayá. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
  • Su aporte es crear pequeños huertos en los departamentos

    Redacción Quito

    La jardinería y la agricultura fueron concebidas para espacios abiertos; lo rural es su territorio natural. Pero Nina Velasco, una bióloga quiteña de 29 años e Isadora Espinosa, una diseñadora gráfica de la misma edad, quisieron romper estas reglas. Para estas dos emprendedoras, la casa o el departamento en la ciudad, también pueden ser un espacio para sembrar alguna planta.

    Con esta idea nació Kenku, en el 2011, una marca que comercializa pequeños maceteros con semillas, para germinar una planta de jalapeño, tomate, ají, rúcula, albahaca, girasol y cebollín.

    Kenku significa bambú en Shuar. Según un relato de esta nacionalidad ecuatoriana, un espíritu de la selva habita en el bambú que almacena agua, por ello, el Kenku es un símbolo de vida, y este nombre calzaba para su producto.

    Con el nombre definido, Espinosa se encargó del diseño de los logotipos y las etiquetas. Mientras que Velasco estudiaba qué semillas se adaptarían al clima de Quito y germinarían sin mayores dificultades. Así, el kit de kenku consta de la pequeña maceta, las semillas y dos pastillas de sustrato de fibra natural de coco, donde se plantan las semillas. Para hacer esto posible, la inversión inicial fue de USD 800.

    En principio sacaron a la venta 100 unidades. La mayoría se distribuía entre amigos y familiares, pero desde el año pasado se comenzó a vender en la tienda Messklan (norte de Quito).

    Velasco dice que no tienen un público específico, ya que personas de distintas edades adquieren los pequeños kits para sembrar. Aunque dice que han tenido éxito con los niños, que les gusta mirar el proceso de crecimiento de una planta, y también en jóvenes que tienen un pequeño huerto en sus departamentos.

    Cada kit cuesta USD 6. Al mes tienen una venta promedio de 50 unidades; en meses como diciembre las ventas se incrementan hasta 150. Actualmente, buscan nuevos canales de distribución para que la marca Kenku sea más conocida.

    Carmen Terán es secretaria de una empresa privada y adquirió el producto el año pasado. Comenta que es una gran iniciativa, porque es muy fácil de usarlo, porque en la etiqueta vienen todas las instrucciones. «Es muy bonito ver cómo crece la ‘plantita’, y no necesita de mucho cuidado». Ella ha adquirido seis macetas, la mayoría para regalar a familiares.

    Oferta
    Los kits.Producen un promedio de 80 unidades. Las semillas son provenientes de los EE.UU.

    El armado.  La elaboración de los kits lo realizan en la vivienda de Nina Velasco, ubicada en el Valle de los Chillos. Un fin de semana produen 80 unidades entre dos personas.

    LA CIFRA
    USD 300 al mes es el promedio de facturación