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  • La proteína de clara de huevo nutre su negocio

    Redacción Quito

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    En la historia de este negocio están involucrados polacos fornidos, claras de huevos y un ecuatoriano en Londres.

    Corría el año 2003 y Milton Murgueitio viajó al Reino Unido en busca de trabajo. Este orense -que se había dedicado a los gimnasios y el fisicoculturismo- trabajó en empresas de seguridad para hoteles, discotecas o corporaciones del país británico.

    Murgueitio cuenta que en esa nación está prohibido que los trabajadores que ofrecen estos servicios utilicen armas. Por ello, la mayoría de personas que contrataban debían ser corpulentas.

    El ecuatoriano, que ocupaba el cargo de mánager, recuerda que unos guardias provenientes de Polonia le comentaron que consumían de tres a cuatro cubetas de huevos al día, como parte de su nutrición para estar en forma.

    “El huevo es un muy buen alimento para aumentar masa muscular sin grasa”, dice Murgueitio

    Sin embargo, al ecuatoriano le pareció desagradable la dieta que mantenían los polacos y les preguntó cómo hacían para poder ingerir esa cantidad del alimento.

    Los polacos le explicaron que solo ingerían la clara de los huevos en polvo, que conseguían luego de un procedimiento casero.

    “Me enseñaron desde cómo quebrar el huevo, separar la yema de la clara, hacer un cierto proceso en la cocina y volver a las claras de huevo polvo”, cuenta el emprendedor.

    Con ese conocimiento, Murgueitio volvió al país en el 2011 y desde ese entonces comenzó a ensayar con esta preparación. Pensó “¿por qué no se puede elaborar el producto casero para comercializarlo?” y así trató de perfeccionar este suplemento.

    En casa buscó la manera para que su preparación pudiera ser más agradable para potenciales clientes. Comentarios de amigos le decían que el polvo debía ser más fino, mientras que otros le sugerían que debía ser más grueso. Finalmente, a mediados del 2015 decidió salir al mercado con una preparación depurada.

    Murgueitio nombró al suplemento Mann Angel (hombre y ángel), debido a sus creencias y devociones espirituales.

    En principio, el emprendedor regaló su producto a deportistas y colegas de gimnasios para que probaran el suplemento.

    Durante los seis años de pruebas, Murgueitio invirtió unos USD
    30 000, que se destinaron a los ingredientes y maquinarias para la fabricación del producto.

    Mann Angel se comienza a distribuir en los gimnasios debido a que los más interesados son fisicoculturistas, deportistas que se dedican a la halterofilia o personas que quieren incrementar su masa muscular.

    Actualmente, la producción mensual de Mann Ángel llega a 500 fundas de 600 gramos que se comercializan en Quito, Guayaquil, Esmeraldas y Tulcán, por lo que sus ventas al mes llegan, en promedio, a los USD 10 000.

    El año pasado se incorporaron dos socios al proyecto. Édgar Villavicencio y Graciela Borja, ecuatorianos residentes en EE.UU., apostaron por el producto y ahora buscan expandir a Mann Angel en gimnasios de Los Ángeles.

    Borja trabaja en la cadena de gimnasios Crunch y ha llevado el producto nacional a EE.UU. y sostiene que ha tenido buena aceptación. Para cumplir el objetivo, los nuevos socios invirtieron USD 18 000 para obtener permisos de la FDA, agencia del Gobierno estadounidense responsable de la administración de alimentos y medicamentos. Con ello, Mann Angel espera realizar un primer envío de 1 000 fundas en las próximas semanas.

    Frank Flores, propietario del gimnasio Exerzone del norte de Quito, comercializa Mann Angel desde hace un año. Flores cuenta que el producto tiene buen aceptación y a la semana vende entre seis y siete fundas.

    Milton Murgueitio es el gerente y administrador de la pequeña empresa; su planta y oficinas están ubicadas en el norte de Quito. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Milton Murgueitio es el gerente y administrador de la pequeña empresa; su planta y oficinas están ubicadas en el norte de Quito. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Ovosan, el huevo pasteurizado es la apuesta de esta pequeña industria

    Pedro Maldonado O. Redacción Quito / LÍDERES

    Un camión circula lentamente por una calle del sector de Amaguaña, al este de Quito. El conductor se estaciona con cuidado: es responsable de entregar un total de 45 000 huevos en cubetas en las instalaciones de Ovosan.

    Es un martes por la mañana y el ritmo de trabajo se dinamiza luego de la entrega de la materia prima. Los huevos son seleccionados y lavados con cuidado. Este emprendimiento trabaja desde el 2003 en una línea poco explorada: la pasteurización de huevos. La tarea se cumple en su planta que tiene 300 metros cuadrados de construcción.

    La pasteurización elimina microorganismos riesgosos para la salud y se desarrolla bajo estrictas normas de bioseguridad. Los empleados que trabajan en el proceso visten botas de caucho, mascarillas, mandiles y guantes; asean sus manos cada vez que ingresan a uno de los espacios de trabajo. Contados trabajadores acceden al espacio en donde los huevos son cascados o quebrados con una maquinaria específica para esa tarea; las mismas restricciones se cumplen en la zona de pasteurizado, así como en el congelado y en la entrega, que se realizan bajo una cadena de frío.

    Esta firma surgió en el 2003 por requerimiento de empresas nacionales del sector de salsas y aderezos. En ese entonces, el proceso era una novedad en el mercado y explicar los beneficios del huevo pasteurizado fue el primer reto que enfrentaron Joaquín Rodríguez y Eduardo Tapia, los socios de este emprendimiento ecuatoriano.

    Entre ambos invirtieron alrededor de USD 50 000 para instalar la planta en un espacio de propiedad de Rodríguez, en la zona de Amaguaña. El dinero sirvió para comprar maquinaria y para distintas adecuaciones. El equipo inicial estaba conformado por cuatro trabajadores de planta y tres administrativos.

    El huevo pasteurizado, explica Tapia, se utiliza en industrias como hoteles, restaurantes, servicios de catering, entre otras. «En otros países como Argentina o México, cada vez se exige más el uso de huevo pasteurizado y en Ecuador la tendencia va creciendo, lo que nos ayuda en el crecimiento del negocio».

    Tapia es doctor en bioquímica y conoce a detalle los cuidados que requiere el huevo para que mantenga sus características nutritivas. El huevo líquido, es decir la yema y la clara fuera del cascarón, tiene una vida útil de máximo 25 días en refrigeración. «Vender la idea del huevo líquido ha sido un trabajo difícil, pero los clientes lo van aceptando».

    Uno de los clientes con los que Ovosan trabaja desde sus primeros días es la empresa de salsas y aderezos Marcseal. Natalia Zambrano, representante de la compañía, recuerda que trabajan con Ovosan desde el 2003. «Esa empresa nació básicamente por un requerimiento que les hicimos. El huevo pasteurizado es clave para nuestros procesos».

    Marcseal compra alrededor de 10 a 12 toneladas mensuales de huevo pasteurizado a Ovosan. «Nos han respondido con calidad y con rapidez en los pedidos en todo este tiempo. Es un producto innovador y la relación entre las dos empresas avanza muy bien», añade Zambrano.

    Ovosan cuenta en la actualidad con una cartera de seis clientes entre los que están un hotel cinco estrellas, empresas de salsas y de pastas. Para esto procesa alrededor de 16 000 kilogramos de huevos al mes, en promedio.

    Para cumplir con la producción, la empresa cuenta con proveedores, entre los que consta Laura Torres. Ella indica que entrega cada semana cerca de 90 000 huevos que llegan desde Puéllaro, en el norte de Pichincha. «Trabajo con Ovosan hace dos años y puedo decir que son puntuales en los pagos».

    El trabajo se desarrolla de lunes a viernes y los socios de la empresa ya piensan en nuevas líneas. Una de ellas es el huevo en polvo. «Se asemeja a la leche en polvo y se puede almacenar, como un ingrediente más de la cocina», dice Tapia.

    También está en mente la producción de barras energéticas para niños, deportistas y adultos utilizando la proteína que tiene la yema del huevo. En estos procesos la inversión (unos USD 300 000 en 10 años) y la confianza en los colaboradores (10 en la actualidad) son parte de la estrategia de esta empresa cuyas ventas crecen año tras año.

    EL INSIGNIA
    ÁNGEL LLUMIQUINGA. El empleado más antiguo

    Tengo 42 años y conozco a Eduardo Tapia desde hace 18 años. Él me llamó para trabajar en Ovosan hace unos nueve años, cuando la planta recién estaba operando.

    Recuerdo que cuando llegué el trabajo de quebrado o cascado de huevos era manual. Pero los demás procesos ya estaban tecnificados.

    Actualmente, todos los procesos están automatizados y siempre se trata de innovar. A pesar del tiempo que llevo en la empresa, cada etapa del trabajo me sigue llamando la atención.

    Con los demás compañeros nos llevamos bien, cada uno cumple con su tarea de manera responsable.

    No nos vemos tanto, porque paso la mayor parte de mi jornada en el cuarto de pasteurizado; sin embargo, me llevo bien con todos, nos respetamos. Estoy contento con mi trabajo, es equipo muy colaborador.