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  • La propiedad intelectual tiene a un lápiz como protagonista

    Redacción Guayaquil,

    La nueva imagen institucional del Instituto Ecuatoriano de la Propiedad Intelectual (IEPI) tiene como protagonista a un lápiz. La entidad gestora de las patentes y registros de creación presentó su primera renovación de logotipos. Lo hizo en dos eventos, la semana pasada, en Guayaquil y Quito.

    La conceptualización del proceso se inició en el 2012. En enero pasado se iniciaron las evaluaciones a las propuestas gráficas generadas por los departamentos internos. Luego de analizar una docena de imágenes, que incluían engranajes y otras formas geométricas, se optó por una cinta tricolor en movimientos espirales descendentes y que converge en la punta de un lápiz.

    «Buscamos una imagen institucional más cercana a nuestros usuarios», indica Andrés Ycaza, director ejecutivo del IEPI. Para él, los términos patente, registro de marca o protección intelectual siguen siendo ajenos a la percepción ciudadana. «Como si fuesen conceptos solo de transnacionales».

    El concepto de la nueva imagen institucional es que toda creación comienza con una hoja en blanco y un lápiz. La inversión alcanza los USD 150 000 e incluye los rubros para la promoción y cambios en señalética. La red social Twitter, dice Ycaza, ha sido un pilar en la promoción de este nuevo logo, pues cuentan con más de 16 000 seguidores.

    La nueva imagen institucional es necesaria para comunicar sobre los cambios internos. Así lo considera Cinthya Barathau, principal de Comunicación del Instituto con sede en el norte de Quito, una oficina en Cuenca y ventanillas para trámites empresariales en Otavalo, Esmeraldas, Loja, Portoviejo y Quevedo.

    En las oficinas de la Subdirección del IEPI en Guayaquil se gestionan unos 250 registros de propiedad industrial (marcas y signos distintivos de cada firma), al mes(promedio). También se realizan 300 consultas sobre patentes.

    «Unos 100 registros de obras artísticas se tramitan aquí al mes. Se ha fortalecido el trabajo en Guayaquil», indica Marina Blum, principal de esta oficina. Para Ycaza el objetivo institucional es cambiar la mentalidad del generador de ideas. «Que los artistas, diseñadores, los cineastas… pueden ‘vivir’ de sus obras».

    Un IEPI más cercano a los productores, según Ycaza, es una herramienta necesaria para la transición hacia la etapa de innovación en la matriz productiva.

  • ‘Buscamos más investigación para crecer en innovación’

    Pedro Maldonado O. Redacción Quito / LÍDERES

    Entrevista/ Juan Fernando Salazar

    La innovación y el respeto a la propiedad intelectual van de la mano. El primer proceso requiere de recursos financieros y de tiempo que benefician al segundo. Juan Fernando Salazar, director nacional de Propiedad Industrial del Instituto Ecuatoriano de la Propiedad Intelectual (IEPI), analiza la importancia de patentar un desarrollo. Según su punto de vista, «la propiedad intelectual es el resultado de la investigación y hay que proteger y reconocer esa investigación». El funcionario señala que con la evaluación y acreditación de las universidades, el Gobierno desarrolla una política integral en favor de la innovación.

    ¿Cuánto importa el tema de la propiedad intelectual en los procesos de innovación de un país?
    La propiedad intelectual se rige por normativas internacionales, como los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Adpic) de la Organización Mundial de Comercio, emitidos en 1996. Los Adpic establecen los estándares mínimos de protección que adopta un país en su legislación, en materia de patentes. En Ecuador, la Ley de Propiedad Intelectual, vigente desde 1998, señala que una patente tiene un período de vigencia de 20 años. Hay que anotar que la propiedad intelectual es un mecanismo que un país lo toma para manejar y proteger a los investigadores. Se trata de una herramienta que, según la perspectiva, puede ser muy comercial o muy social, que protege mucho o que permite el acceso con mecanismos establecidos en la ley. Este Gobierno concibe a la propiedad intelectual, como un mecanismo de desarrollo.

    ¿Qué tipo de investigación o desarrollo puede calificarse como patentable?
    En propiedad intelectual una de las áreas es la propiedad industrial, en donde están las marcas y la unidad de patentes. Dentro de lo que es patentes se receptan las solicitudes, se hace un análisis, un examen de patentabilidad y se buscan tres características: que tenga nivel inventivo, que tenga novedad y que tenga aplicación industrial. Si ese invento, proceso o producto cumple esos tres requisitos se lo considera patentable. Pero antes se verifica que el invento no está protegido.

    ¿Es verdad que un indicador de innovación es el número de patentes que se solicitan y conceden en un país?
    En Ecuador tenemos que este año se presentaron 405 solicitudes de patentes hasta octubre. En el 2012 fueron 489. En años pasados eran 600, 700 o más. Este número ha variado hacia abajo, porque en el IEPI hemos subido los estándares de patentabilidad. Antes, había mucha «patente basura». Dentro de una patente es necesario incluir una reivindicación y una memoria descriptiva, que es básicamente la información que dice de qué se trata el invento o el desarrollo.

    ¿A qué se refiere con «patente basura»?
    No es que negamos por negar sino que subimos los estándares. Desde que se presenta la solicitud de registro de patentes, el producto ya recibe protección. Hay un plazo de 18 meses previo a la publicación para que terceros, que puedan sentirse perjudicados, se puedan oponer aduciendo una titularidad anterior. En esos 18 meses el proceso se queda en confidencialidad, luego la solicitud se publica en la Gaceta de Propiedad Industrial del IEPI, para que la gente sepa qué se está patentando y pueda ejercer sus derechos. Es un tramite común.

    Hay casos de reclamos, ¿cómo se resuelven?
    Siempre tenemos reclamos. Se resuelven con un análisis técnico. Quien presenta una oposición debe aducir un legítimo interés por ser un competidor directo o por tener un registro que diga que un desarrollo ya está patentado. Es un análisis muy técnico; en mi unidad de patentes trabajan 13 personas: de ellos, dos son abogados y 11 son técnicos (químicos, físicos, mecánicos…), porque cuando se discuten temas de innovación o asuntos tecnológicos, se necesita que se pronuncie un experto; lo técnico es primordial.

    ¿Con los datos que menciona sobre solicitud de patentes se puede decir que los niveles de innovación son bajos en el país?
    Hay que tener claro que el Gobierno está dividido en ministerios coordinadores y que en cada uno de estos ministerios hay un Consejo sectorial. Nosotros estamos enmarcados en el Consejo sectorial de Conocimiento y Talento Humano. Con el tema de la evaluación de las universidades, con la idea de tener más investigación, con lo de contar con docentes a tiempo completo, buscamos más investigación para que mañana suban los indicadores de innovación. Por eso hay que entender el tema de las evaluaciones y acreditaciones integralmente. La propiedad intelectual es resultado de la investigación y hay que proteger y reconocer esa investigación e innovación. En investigación se puede gastar tiempo y dinero en algo que ya estaba posicionado y por eso queremos dar orientación. Lo que hacemos es poner en conocimiento lo que está protegido. Recuerde que luego de los 20 años una patente ya no puede renovarse y ese conocimiento queda libre. Esos 20 años es un ‘monopolio legal’ y durante ese tiempo se explota comercialmente a la patente.

    ¿Suena contradictoria esa figura de «monopolio legal»?
    No. Es un monopolio que se da al titular de un medicamento, por ejemplo. Se beneficia quien lo solicita. En propiedad intelectual es un tema de exclusividad, para que terceros no utilicen una patente. A eso se refiere el «monopolio legal».

    Un informe del Banco Mundial señala que América Latina innova menos que otras regiones y que la protección de la propiedad intelectual puede generar una barrera comercial…
    En propiedad intelectual uno de los principio es la territorialidad; es decir, la protección dentro del territorio en el cual una persona o una empresa solicita esa protección. Como empresa o inventor ecuatoriano, si tengo objetivos comerciales en otros países, debo cumplir el mismo procedimiento en otros países. En Ecuador hay casos muy buenos, como el de una petrolera que aplica este principio en México, Brasil, Medio Oriente…

    Con los antecedentes legales que menciona, ¿qué tan fácil es innovar en el país?
    En lo que es el registro de patentes hay figuras que no siempre se utilizan. Muchas veces el registro de una patente demora entre 4 y 5 años, pero la misma ley ofrece mecanismos para agilitar el proceso. La empresa puede ‘renunciar’ a los 18 meses de confidencialidad que mencionamos anteriormente para ganar tiempo. Allí, la clave es conocer las leyes, que los abogados conozcan el sistema. También se necesita conocer los derechos del investigador, temas de derechos de autor, etc. Por eso estamos creando para el próximo año un centro de difusión de la propiedad intelectual, para capacitar en la búsqueda de patentes. Es parte de la política pública y todo esto servirá para innovar.

    UN RESUMEN DE SU HOJA DE VIDA Y SU EXPERIENCIA

    Carrera.  Abogado con más de 10 años de experiencia en los sectores privado y público.

    Especialidad.  Tiene una especialidad en Derecho Constitucional de la Universidad Andina Simón Bolívar.

    Cargo.  Es Director Nacional de Propiedad Industrial en el IEPI y ha participado como representante del Ecuador en materia de propiedad intelectual en Ginebra, Brasil, Cuba y Bélgica.

    «para patentar un producto o un desarrollo se requieren tres condiciones:  que tenga nivel inventivo, que tenga novedad y que tenga aplicación industrial».

  • Asociatividad que rinde frutos

    Bolívar Velasco (F) Redacción Santo Domingo / Líderes. Contenido Intercultural

    Antes de que la microempresa de procesamiento de chifles se estableciera, las 110 familias que ahora dependen del negocio dejaban su cosecha de plátano y de yuca en manos de una cadena de intermediarios.

    Los compradores que llegaban a sus fincas en decenas de camiones les pagaban, por ejemplo, USD 2 por un racimo de barraganete, aunque ellos consideraban que al menos se les debía dar USD 4. Rodrigo Cuenca, el administrador del emprendimiento, recuerda que no objetaban la paga para evitarse malos ratos.

    Pero en el 2004, él analizó que la producción cada vez era menos valorada y por eso decidió organizarse con otros finqueros de la zona rural de Santo ­Domingo de los Tsáchilas.

    La primera idea que se les vino fue sacarle provecho al plátano con la elaboración y venta de chifles. Juntaron USD 1 500 que fueron el resultado de las ganancias y adquirieron pailas, una cocina con hornilla industrial y otros accesorios para la fritura y empacado del producto.

    La primera producción de unas 1 000 fundas de chifle fue motivo de una fiesta en las parroquias de Puerto Limón, El Esfuerzo, San Jacinto del Búa y Luz de América, de donde son oriundos.

    A raíz de eso, hubo mayor compromiso en la organización y en el 2008 gestionaron la legalización de la Unión de Producción Agrícola y Pecuaria.

    A través de la microempresa, hoy se comercializan 25 000 fundas de chifles de 1 000, 500, 200, 85 y 45 gramos. Los precios van desde los 20 centavos hasta los USD 3,50 y se comercializan principalmente en los bares de escuelas y colegios bajo el sello de Tsachibanana.

    Además de Santo Domingo, esta marca también se vende en planteles educativos de Quito, a través de 26 convenios con comerciantes de la capital.

    El Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) y la Escuela de Comercio Exterior de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) se constituyen en un soporte para sostener la organización y conseguir los contactos externos, señala Cuenca.

    El Magap, por ejemplo, les entregó -sin costo- una planta para elaborar alimentos especiales dotada con cocinas industriales, cortadoras, freidoras, mesas y selladoras al vacío. El Ministerio hizo un seguimiento del trabajo de los cultivadores y decidió apoyarlos con herramientas de última tecnología, para sus procesos.

    En contraparte, la Unión de Producción Agrícola y Pecuaria puso el terreno de 180 m² de superficie, en donde se levantó la infraestructura para la planta. Esta se encuentra en la ciudadela de los choferes ubicada en el km 6 ½ de la vía a Quevedo, en el oeste de Santo Domingo de los Tsáchilas. La inversión del Magap fue de USD 134 840.

    En la planta de alimentos cada tres veces a la semana se reúnen 12 integrantes de la microempresa para pelar el plátano, hacer las rodajas, freír el producto y empaquetarlo, para su venta.

    Un día antes de cada jornada, un grupo se encarga de bajar los racimos de plátano, desenterrar la yuca y movilizar esta materia prima desde las fincas hacia la planta. El otro grupo de 12 personas distribuye los chifles en las tiendas y bares de los establecimientos educativos.

    Petita Caicedo dice que el negocio ha sido un salvavidas para ayudar a sostener la economía de su familia. Ella se ocupa de pelar los plátanos y por su labor recibe USD 30 al día, más el almuerzo. En los dos años que lleva en la microempresa ha podido reunir dinero para costear los gastos de los estudios de sus cinco hijos.

    Rosa Simbaña, una de las trabajadoras de la microempresa, señala que por este mes utilizan 5 000 kilos de plátano maqueño y unos 4 000 de barraganete. Del primero sale el chifle de dulce y del segundo el de sal. La mujer se encarga de la trituración en una máquina especial.

    Simbaña señala que en esta temporada las ventas bajan, debido a que por la Navidad y Fin de Año los alumnos buscan otras opciones. Es por eso que las ganancias en los últimos dos meses han sido de USD 300, diarios en promedio. Pero en meses de mayor movimiento, como el inicio de clases, llegan hasta los 600 al día. La inversión que destinan para la producción es de USD 100 al día.

    En la presentación del producto consta el nombre de la marca, el registro sanitario, código de barras, la información nutricional y el semáforo con el contenido de sal, azúcar y grasa. En el momento se hacen gestiones para patentar la marca ante el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI).

    El objetivo, según Rodrigo Cuenca, es llevar a Tsachibanana al exterior. Para eso mantienen contactos con una empresa especializada en control de calidad y diseño de etiquetas. Se espera que este trabajo arroje sus frutos en el 2015.

    La UTE los asesora para exportar el producto. El trabajo ya empezó con contactos con empresarios de Chile y Argentina. Estas gestiones se complementan con la constante actualización del personal conocimientos en temas relacionados con la economía popular y solidaria.

    Eso les ha permitido, por ejemplo, recibir financiamiento del Estado para solventar las necesidades del emprendimiento. En el momento se gestiona un convenio con el Secap, para capacitar a las trabajadoras en tecnificación del proceso de preparación de la materia prima. La idea es que aprenden a organizarse mejor y acelerar el ritmo del trabajo.

    Las zonas plataneras

    Los cultivos. La mayor producción de plátano del país se concentra en el denominado triángulo platanero, que comprende las provincias de Manabí, Santo Domingo y Los Ríos.

    Los datos. En el 2011, a escala nacional, se sembraron 136 323 hectáreas de plátano, de las cuales 43 144 se encontraban en Manabí, 15 917 en Santo Domingo y 12 798 en Manabí.

    Las variedades. Además del plátano barraganete y maqueño existe la variedad del dominico, que tiene de 22 a 30 centímetros de largo.

    Los usos. En Santo Domingo este fruto se emplea para elaborar bolones, empanadas de verde y tortillas fritas. Eso también ha generado el desarrollo de microemprendimientos.