Etiqueta: insectos

  • Los insectos, la cereza del pastel de sus postres

    Redacción Cuenca  (I)

    Relacionadas

    Brincos BJ es un emprendimiento dedicado a la elaboración de productos basados en la entomofagía, que funciona en Cotopaxi. Jonathan Lema y Betsabé Pacheco ofrecen postres y gelatinas cuyo ingrediente singular son los insectos deshidratados como grillos, catzos, entre otros.

    Emplean esos insectos porque poseen muchas proteínas beneficiosas para el ser humano, asegura Lema. El emprendimiento surgió hace un año y fue un trabajo de él para presentarlo en su carrera de Turismo, en la sede de Latacunga de la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE). Lema, en la actualidad, ya se graduó como Ingeniero en Turismo.

    Su novia Betsabé Pacheco le apoya por sus conocimientos en biología. Ella está por culminar esa carrera en la ciudad de Latacunga. Ambos decidieron emprender en la elaboración de postres basados en estos insectos porque ‘es una idea singular’.

    “El objetivo es combatir los problemas de nutrición que existen en Latacunga y una de las mejores maneras de hacerlo es a través de este tipo de postres, porque estos insectos tienen un alto nivel proteínico”, dice Lema.

    Él asegura que los grillos, por ejemplo, aportan con más proteínas que cualquier otro tipo de carne y solo son superados por el salmón y el atún. Este ingeniero en turismo se encarga de la preparación de los postres, mientras que Pacheco indica qué insectos se pueden consumir.
    La profesora de emprendimiento de Lema les puso en contacto con el Centro de Innovación y Emprendimiento Prendho de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL). Ellos participaron en una convocatoria y fueron escogidos para ser capacitados y desarrollar su proyecto.

    En Prendho aprendieron a conocer la mentalidad de los clientes y desarrollar su eslogan, formas de comercialización, costeo, evaluación de los productos…

    Antes de la pandemia ya realizaron las primeras ventas cuando participaban en ferias en Latacunga, Riobamba, Loja, entre otras ciudades del país. En total vendieron 900 postres de chocolate, pasteles y gelatinas con diferentes insectos. Desde el confinamiento no pueden participar en estos espacios de ventas, por lo que ahora laboran bajo pedido.

    Los pastelitos con varias capas de crema y el insecto cuestan desde USD 1,50. Lema explica que en los postres de chocolate se coloca el grillo entero y deshidratado y es bañado con mermelada.

    Según él, es un producto rentable porque la ganancia supera el 100% frente al costo. La inversión es poca ya que tienen un criadero de insectos y la máquina deshidratadora la presta un amigo, que tiene un emprendimiento de frutas deshidratadas.

    “Nuestro emprendimiento ofrece al consumidor una experiencia diferente y logramos la aceptación, aunque hay quienes tienen temor. A ellos se les explica el valor nutricional que tienen los insectos y se animan a probarlos”, señala Lema. Sus productos tienen más aceptación en Latacunga. 

    900 postres y gelatinas comercializaron en las ferias realizadas en ciudades de la Sierra.

    Jonathan Lema y Betsabé Pacheco iniciaron el emprendimiento el 2019. Se capacitaron en el Centro Prendho. Foto: cortesía Brincos BJ
    Jonathan Lema y Betsabé Pacheco iniciaron el emprendimiento el 2019. Se capacitaron en el Centro Prendho. Foto: cortesía Brincos BJ
  • Él investiga los insectos invasores de Galápagos

    Cristina Marquez

    Redactora (I)

    Relacionadas

    El día empieza temprano para Henri Herrera, un entomólogo riobambeño que investiga las especies invasoras de las islas Galápagos. Él espera descubrir un mecanismo para controlar a estos insectos que afectan la agricultura, el turismo y las especies nativas, sin afectar al delicado ecosistema del archipiélago.

    Las horas pasan y él continúa en el laboratorio. Su rigurosa rutina de investigación la comparte con las horas que dedica a la docencia en la Facultad de Recursos Naturales, en la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch).

    “Es agradable participar en la preparación de las nuevas generaciones, son ellos quienes deberán retomar los estudios que yo he estado construyendo toda mi vida profesional. La meta es aportar al país con estudiantes con proyección, que entienden las necesidades y prioridades”, cuenta Herrera, de 47 años.

    Él se enamoró de las ciencias biológicas en su juventud. Siempre demostró aptitud para todo lo relacionado con el estudio de los recursos naturales y, aunque en un inicio tenía una marcada fobia a los insectos, el estudio de estos animales se convirtió en su pasión. Hoy incluso un micromolusco que ayudó a descubrir lleva su nombre.

    “Es como haber ganado un premio Nobel, cuando una nueva especie descubierta lleva tu nombre”, explica entusiasmado. Ese micromolusco, que hoy está registrado en los libros de la ciencia como Henri Herrera, lo descubrió con la ayuda de su colega argentino Sergio Miquel en el 2011, y fue casi por casualidad. Esa época, él viajaba junto a otros científicos por las Islas para recoger insectos, mientras sus colegas recogían plantas y muestras del suelo.

    “Yo estaba encargado sólo de los insectos, pero decidí dar un vistazo también a las muestras de suelo, y fue una sorpresa. Descubrimos varias especies de micromoluscos de las que no había registros”, recuerda.

    Él ha trabajado en las Islas Galápagos por más de 16 años. Se vinculó a la Fundación Charles Darwin y al Parque Nacional Galápagos en el 2003, cuando trabajaba en su tesis de pre grado con la que buscaba medir el impacto de la actividad humana en la zona de uso especial.

    Su trabajo le permitió obtener un puesto permanente como investigador de invertebrados y curador del museo de entomología de Galápagos, donde se exhiben unas 3 000 especies de insectos, y es uno de los más grandes del mundo.

    En esa misma época se sintió atraído por la mirmecología (la ciencia que estudia a las hormigas). Él enfocó sus estudios a una especie introducida a las Islas desde la zona costera del Ecuador que se conoce como la ‘hormiga de fuego’ por su tonalidad rojiza, que afecta a las especies nativas y que también causa estragos en la zona cultivable de Galápagos.

    Además, estudia los nematodos de la Isla para entender el rol que cumplen en el ecosistema. Durante los 16 años de investigación, encontró al menos 8 especies de las que no había registros en los libros de biología, entre ellos un nematodo del que se pensaba que sólo existía en África.

    Ahora, Herrera lidera seis proyectos de investigación en la Espoch, que buscan prevenir un desastre ecológico en Galápagos. La meta de él y sus estudiantes es encontrar una forma de control biológico que les permita reducir la población de hormigas sin afectar a las hormigas nativas.

    Los investigadores ahora realizan pruebas con hongos y otros parásitos que podrían exterminar a las hormigas y a otras especies invasoras, como una microabispa que acaba con las larvas de las mariposas endémicas del Archipiélago y de la que no hay registros.

    Henri Herrera, docente de la Espoch, quiere evitar un desastre ecológico en las Islas Galápagos. Él investiga las hormigas y otros insectos.
    Henri Herrera, docente de la Espoch, quiere evitar un desastre ecológico en las Islas Galápagos. Él investiga las hormigas y otros insectos. Foto: Glenda Giacometti / Líderes
  • Los insectos, entre el hambre y una tendencia gastronómica

    IPS

    La última propuesta de la FAO, considerar a los insectos como parte del menú para combatir el hambre, repercute con especial énfasis en Colombia y México, dos países con tradición de entomofagia y gran diversidad biológica.

    En México hay más de 300 especies comestibles de estos invertebrados, según un estudio del Departamento de Entomología de la holandesa Universidad de Wageningen, y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Pero investigaciones reportan más de 500 en el centro, sur y sudeste de México, país megabiodiverso y con una pobreza que afecta al 47% de sus habitantes.

    ‘Los insectos son una fuente viable y económica de alimento de calidad que podría llegar a ser incluso mejor que alimentos industrializados que se consumen en la actualidad’, dice la investigadora Julieta Ramos-Elorduy, del Instituto de Biología de la pública Universidad Nacional Autónoma de México. ‘El país está preparado para un consumo masivo, pero se necesita educar a la gente sobre técnicas y formas de comercializarlos. No hay preocupación por protegerlos’, señaló la especialista que investiga desde la década de 1970 las bondades de estos bichos milenarios.

    La ingesta de insectos o entomofagia es una tradición indígena en México, como constató el Códice Florentino, escrito por fray Bernardino de Sahagún (1499-1590) y que llegó a describir el consumo de 96 especies.

    Algunos insectos contienen hasta tres veces más proteínas que un kilogramo de carne y presentan una concentración de nutrientes solo superada por el pescado, según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

    El menú mexicano de insectos se compone de chinches, gusanos, escarabajos, mariposas, larvas de hormigas y moscas, abejas, avispas y chapulines -un tipo de saltamontes-, presentes en casi todo el territorio. Se los prepara asados, fritos o en salsas. Varios de estos manjares saltaron de las cocinas de hogares rurales y pobres a mesas de restaurantes de moda.

    En la ciudad de Mitla, cercana al sitio arqueológico zapoteco del sureño estado de Oaxaca, una pequeña empresa usa los gusanos (Hypopta agavis) del vegetal agave para elaborar una sal picante con que se acompaña el mezcal, bebida alcohólica que se destila de la misma planta.

    ‘Nos basamos en una receta casera. La molienda se hace a mano y usamos una mezcladora manual. Empacamos también a mano’, explica la gerenta comercial de la firma Gran Mitla, Diana Corona, que produce 300 kilogramos de sal de gusano por mes.

    La publicación de la FAO indica que más de 1 900 especies forman parte de dietas tradicionales de al menos 2 000 millones de personas en todo el mundo. Los preferidos son escarabajos, orugas, abejas, avispas, hormigas, saltamontes, langostas y grillos.