Etiqueta: intecultural

  • Con sus trajes típicos transmite cultura

    María Victoria Espinosa

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    El asesoramiento sobre los pueblos y las nacionalidades indígenas del país ha sido la clave del negocio la Casa del Disfraz.

    Este local, en el que alquilan trajes típicos de Ecuador, fue creado hace 15 años por Carmen Gavidia.

    Ella es una apasionada por el arte y la cultura ecuatoriana. Todos los días busca nueva información sobre las 14 nacionalidades y pueblos indígenas para asesorar a su clientela. “Vienen de los colegios y me preguntan sobre los platos típicos o las costumbres porque deben hacer exposiciones en casas abiertas”.

    Además de los conocimientos que ha adquirido en los libros, también ha visitado varias etnias para aprender sus tradiciones, costumbres y el idioma.

    En uno de esos viajes visitó a los saraguros, una población ubicada al sur de la provincia de Loja. Ellos se caracterizan por vestir de negro. “Hay niños que por el color no quieren usar esas prendas porque no conocen su cultura”.

    Según Gavidia hay dos teorías sobre su vestimenta. La primera es que el negro es un campo magnético para conservar la energía del sol. La segunda es que aún conservan el luto por la muerte de Atahualpa, quien era su líder.

    Al relatarles esas historias, los niños y jóvenes se entusiasman con el traje y replican en el colegio esos conocimientos.

    Como parte del asesoramiento, Gavidia también les ayuda a seleccionar las canciones para armar las coreografías para las ferias escolares o los concursos en los barrios. “A veces hay clientes que alquilan un traje de montuvio, pero piensan bailar música afroecuatoriana”.

    La Casa del Disfraz tiene al menos 200 clientes fijos. La mayoría son estudiantes y profesores.

    Ellos alquilan hasta 50 trajes en un día. De cada etnia tiene más de 150 trajes. Eso debido a que hay fechas en las que varios colegios coinciden con el mismo traje.

    La fecha en la que más se alquilan vestuarios es el Día de la Raza o de la Interculturalidad.
    La docente Mariana Zambrano es clienta desde hace cinco años de la Casa del Disfraz. Ella asegura que con Gavidia aprendió sobre trajes típicos y cómo colocarlos. “Antes las mamitas no sabían colocar las fajas y en las presentaciones a las niñas se les caían. Carmen nos asesoró”.

    Los clientes de este local reservan hasta con un mes de anticipación. Un día antes del evento, el cliente debe acercarse a retirar el traje y debe regresarlo en un periodo máximo de tres días.
    Los precios de alquiler de trajes típicos y disfraces varían de entre USD 3 y USD 10, dependiendo del diseño y los accesorios como sombreros y bisutería.

    Pero no siempre fue así. Hace 15 años cuando recién se inauguró la Casa del Disfraz, los clientes eran esporádicos. Los pocos que llegaban, menos de cinco al mes, buscaban disfraces.

    Sin embargo, ella empezó a viajar a la Sierra y a comprar prendas como blusas bordadas, sombreros, fajas y cinturones de las culturas kichwa.

    Luego de dos años, las escuelas empezaron a realizar concursos de danza, casas abiertas y obras de teatro.

    Gavidia recuerda que al principio, los clientes pedían solo trajes de la costa. “Poco a poco les fui mostrando otras opciones y ahora ya tiene más acogida”.

    La emprendedora empezó su negocio con un traje de mujer otavaleña. Ella recuerda que desde niña se había interesado por esa cultura, ubicada en la provincia de Imbabura.
    En esa zona convivió con los indígenas y ellos le confeccionaron la primera blusa bordada. Ella invirtió unos USD 40.

    Desde hace siete años, los otavaleños surten su local. Anualmente despachan unas 30 blusas, con diferentes bordados. En estos productos invierte unos USD 300.

    La mujer señala que sería más fácil elaborar los trajes en Santo Domingo, pero estos no tendrían el sello indígena. “Mi labor no solo es alquilar un traje sino transmitir cultura. Que la persona sepa lo que lleva puesto para no distorsionar la cultura”.

    El negocio

    La Casa del Disfraz se inauguró en el centro de Santo Domingo en el 2003. El negocio se mantiene en el mismo lugar desde esa fecha.

    Al principio solo contaba con unos 100 trajes típicos de montuvios, afroecuatorianos y kichwas. Ahora tiene más de 1000, de todas las nacionalidades y pueblos indígenas del país.

    La inversión inicial fue de USD 40. Pero en total, se ha invertido en telas y trajes alrededor de unos USD 20 000.

    A parte de los trajes típicos también alquila ternos para hombre y vestidos de gala y para novias y quinceañeras.

    La riobambeña Carmen Gavidia instaló un negocio de alquiler de trajes típicos en Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    La riobambeña Carmen Gavidia instaló un negocio de alquiler de trajes típicos en Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Las artesanías que impulsan la cultura afro

    Marcel Bonilla

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    Veinte artesanos afros se organizaron para vender sus artesanías en diez módulos ubicados en el malecón del balneario de Las Palmas, en el norte de la ciudad de Esmeraldas.

    El objetivo es mostrar a los turistas una parte de la cultura afroesmeraldeña, basada en la construcción de réplicas de marimbas, bombos y paisajes norteños, con palmeras, trabajados en coco.

    Los artesanos ocupan el centro del malecón desde hace dos años. Ahí se ubicaron con el objetivo de vender sus productos, pero también con la idea de mostrar la representación de la cultura afro en cada detalle de sus artículos.

    Los módulos donde funcionan los construyó la Flota Petrolera Ecuatoriana EP. (Flopec), que cada mes cobra USD 250 más IVA por el alquiler de los locales. Esa empresa es la encargada de la administración del malecón.

    Los módulos de metal están a escasos 20 metros de la playa, eso permite a los turistas acercarse, para observar las 50 variedades de artesanías que exponen en perchas y vitrinas.
    La semana pasada Juan José Arango, un turista colombiano, pagó USD 12 por una marimba pequeña, la que llevaría de recuerdo hasta Cali, su ciudad natal.

    Antes recibió una explicación de uno de los artesanos, sobre la marimba declarada como patrimonio inmaterial de la humanidad, así como los cantos y la danza tradicional del pueblo afro.

    “El trabajo artesanal es muy bueno, por los detalles en los acabados y el mensaje del pueblo esmeraldeño, que promociona su cultura de esta manera”, señaló este visitante colombiano.

    Algo similar ocurrió con Carmen Elena Tobón, de la ciudad colombina de Pasto, que tras comprar pulseras con diseños afros, aprovechó para recibir una explicación del trabajo que realizan los artesanos en los 10 talleres en Esmeraldas.

    Los materiales son otro gancho. Las artesanías que se ofertan son trabajadas en coral, concha Spondylus, tagua, caña guadúa, madera, conchas de coco, pambil, calabazas y conchas de nácar, con las que elaboran aretes.

    Todos los locales cuentan con una sección de ropa afro como las batonas y kenyas o gorros, con características de tribus africanas. Esos atuendos se utilizan en Esmeraldas para las reuniones ceremoniales del pueblo afro.

    Jéssica Simisterra, una de las artesanas de Las Palmas, explica que muchos turistas quieren llevarse un recuerdo, y en el caso de las mujeres, prefieren las batonas para identificarse con la tierra.

    Simisterra tiene una inversión de USD 5 000 en sus artesanías, y tiene un promedio de venta de 700 al mes. Ella asegura que diciembre pasado fue un mes muy bueno para los artesanos.
    Otros artesanos tienen inversiones que sobrepasan de los USD  5 000, como Medardo Caicedo, que lleva dos años en el malecón de Las Palmas. Según él, las ventas mejoran en febrero con el Carnaval, entonces pueden recuperar lo que no se vende en otros meses.

    “Nuestros mayores clientes son los propios esmeraldeños, que compran para tener en sus casas los rincones afros, en los que colocan una marimba, un bombo y las réplicas de mujeres afro danzando”, dice Caicedo.

    Uno de los locales más surtido es el de Édison Delgado. Él se encarga de recoger la concha del mar para hacer los aretes cuando el mar baja por completo. Los aretes de este artesano son de los artículos que más llaman la atención a los turistas.

    Los artesanos del balneario de Las Palmas ya trabajan en una promoción de sus artesanías en las caravanas que organiza el Ministerio de Turismo, en las provincias de la Sierra para invitarles a las playas de Esmeraldas

    Medardo Caicedo lleva dos años en el malecón de Las Palmas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Medardo Caicedo lleva dos años en el malecón de Las Palmas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • El mobiliario que lleva la cultura afro

    Marcel Bonilla

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    Las hosterías que están en la vía que conecta a la ciudad de Esmeraldas con los cantones del norte de la provincia cuentan con mobiliario construido con base en troncos de madera de forma rústica. Esta es una forma de aprovechar los troncos talados por efectos de nuevas plantaciones.

    Con este materia prima los maestros y arquitectos fusionan el uso de mobiliario ancestral en las hosterías con el cemento. El planteamiento de los grupos culturales de Esmeraldas es que en los diseños de hosterías, siempre se tome en cuenta un área donde se refleje la cultura esmeraldeña, con la colocación de cuadros alusivos a la población afro, así como instrumentos como la marimba y el bombo.

    Los bancos construidos artesanalmente tienen una sola base, conformada por un tronco de madera de 60 cm de alto, y unos 15 cm de diámetro. La parte superior está recubierta con una tela tipo cuerina, asegurada en los costados con tachuelas amarillas. “Los muebles hechos con troncos se ajustan a la visión de mostrar una hostería con toques de ancestralidad”, señala Lourdes Plaza, propietaria de la hostería Pailón Beach, en Colope.

    Este tipo de trabajo que se lo sigue haciendo en espacios como el balneario de Camarones, en Esmeraldas, llama el interés de turistas como Rosario Bueno, quien visita las playas del sur de la provincia dos veces por año.

    Con este tipo de muebles se trata de conservar ese toque de ancestralidad, replicando una antigua forma de elaborar mobiliarios a cargo de afroesmeraldeños que habitaron a lo largo de poblaciones como Colope, Camarones, Bandera, Playa Arena…

    Polibio Gómez, maestro de carpintería ancestral, explica que la clave en este tipo de muebles para playa es mantener el aspecto rústico, dejando la corteza del árbol, lo que le da un destaque al mueble.

    Hosterías y viviendas del norte de Esmeraldas utilizan mobiliario elaborado con base a la tradición. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Hosterías y viviendas del norte de Esmeraldas utilizan mobiliario elaborado con base a la tradición. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • La chicha de jora es parte de sus recetas de pan artesanal

    Redacción Quito

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    Los hornos de leña, las ollas de barro y la tradición familiar fueron la inspiración de Paulina Tapia para crear una nueva propuesta en la elaboración de pan artesanal.

    Ella y su esposo Paúl Aguilera pusieron en marcha la idea en el 2012. L’Artisan es un emprendimiento que se dedica a la elaboración y distribución de pan artesanal hecho con levaduras naturales como la chicha de jora.

    Los creadores de este negocio utilizan una gran variedad de harinas para producir el pan artesanal;entre estos se cuentan la harina de trigo, de quinua, de maíz, de centeno, entre otras.

    Para impulsar el proyecto la pareja inicialmente invirtió alrededor de USD 18 000. Este valor se invirtió en la compra de las mesas de trabajo y los insumos.

    Tapia cuenta que en Europa se especializó en la elaboración de pan artesanal en el 2009. Pero al llegar a Ecuador, en el 2011, quiso rescatar algunas de las tradiciones ancestrales.

    La abuela de Tapia ayudó a rescatar la receta tradicional con chicha. La emprendedora cuenta que se sentó varios días con su abuela para descubrir la receta.

    La pareja de emprendedores se demoró alrededor de un año en experimentar el proceso y las cantidades necesarias para crear la masa que tenía como ingrediente la bebida tradicional.

    Los dos emprendedores explican que la chicha es utilizada como una levadura natural para que el pan se fermente y crezca. “Los microorganismos de esta bebida se encargan de transformar y fermentar los ingredientes del pan”, afirma Aguilera.

    Ahora, la microempresa tiene una variedad de ocho panes fermentados a base de chicha, entre estos se cuentan: maíz y queso; pan mestizo; de quinua; las lloronas; boyos de cardamomo, entre otras.

    La panadería busca rescatar las formas de elaboración ancestral de pan, sin el uso de levadura comercial que hace que el proceso de elaboración se acelere.

    La panadería L’Artisan tiene un menú de diferente tipo de panes cada día. Estos son comercializados a través de la página web (lartisanpan.com) y en tiendas como Superfoods, Canello, Gaia.

    Grizella Greene, propietaria de Superfoods, compra los productos de L’Artisan para su tienda y piensa que el pan fermentado con chicha “es un producto tradicional, L’Artisan está rescatando nuestras tradiciones y con esta idea preparan un producto de calidad ”, afirma Greene.

    Cuando la compra se hace a través de la página web, el pan se envía al domicilio del consumidor final. La empresa aplica esta modalidad en Quito, Guayaquil y Cuenca.

    El peso de los panes que comercializa este emprendimiento van desde los 400 g a un kilo. Los costos oscilan entre USD 4 y 6 según el proceso y los ingredientes que se utilicen.
    En la actualidad la empresa fabrica alrededor de 4 000 kilogramos de pan al mes y la facturación, en ese período, es de USD 1 0 000.

    Paúl Aguirre y Paulina Tapia elaboran su producto en hornos de leña. En el 2016 los emprendedores realizaron la ampliación de su taller. Foto : Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Paúl Aguirre y Paulina Tapia elaboran su producto en hornos de leña. En el 2016 los emprendedores realizaron la ampliación de su taller. Foto : Pavel Calahorrano / LÍDERES