Etiqueta: intercultura

  • Chicha, cerveza y cultura, en La Tola

    Redacción Quito

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    La Tola es uno de los barrios más tradicionales de Quito, ubicado en el Centro Histórico. Con el paso del tiempo fue convirtiéndose en una zona insegura, lo cual le generó una mala fama.

    Josué Moreno, de 26 años de edad, creció en este lugar. Su padre, Patricio Moreno, tuvo durante 15 años un local donde vendía fritada, funcionó en una antigua casa de dos pisos, de propiedad de la familia. Un día Patricio llamó a Josué y a Cristian, su otro hijo, para informales que cerraría el establecimiento y que ahora ellos debían decidir qué hacer.

    Los dos jóvenes pensaron en aprovechar el lugar para dar vida a un proyecto que conjugue el entretenimiento con la recuperación del espacio público y reanime la convivencia de la vecindad.

    Así surgió la idea de abrir el bar y restaurante Sereno Moreno, que funciona desde junio del 2016. También es un espacio de promoción cultural, para lo cual se formó el colectivo denominado ‘A verfff’, que promueve actividades dentro del establecimiento y festivales artísticos en las calles de La Tola.

    Para iniciar, los hermanos ahorraron por más dos años hasta acumular USD 20 000. Josué trabajaba en un bar de cerveza artesanal, de ahí adquirió conocimientos sobre esta bebida, así como destrezas para la administración de un negocio. Cristian, un ingeniero en alimentos, laboraba en una empresa privada, tenía la intención de independizarse y crear sus propios productos.

    Con el capital remodelaron el interior de la casa, imprimiendo un colorido diseño, característico del Quito antiguo. Compraron el mobiliario, las instalaciones de la cocina y las máquinas para el expendio de bebidas.

    El menú de alimentos se ha ido adaptando. La oferta actual está compuesta de comida típica: fritada, costillas de cerdo, maduros con queso, mote sucio y ensalada de chulpi y tostado. Se abastecen de todos los productos en el Mercado Central, uno de los más representativos de la ciudad y que se encuentra a pocas cuadras del Sereno Moreno.

    En cuanto a bebidas, al inicio la oferta era exclusivamente de cerveza artesanal, de productores locales. Aunque la acogida era positiva entre la clientela, Josué y Cristian buscaban innovar con un producto propio, que sea más económico.

    “Todo nuestro menú contiene algo autóctono, de nuestras raíces, entonces nos decidimos por hacer chicha”, cuenta Josué.

    Al principio fue una experimentación entre amigos y clientes más frecuentes, a quienes regalaban tragos de chicha para que los probaran. Hubo cierto recelo de algunas personas con la bebida, porque la asociaban con la chicha de yuca, tradicional de la Amazonía, que se elabora masticando y escupiendo sobre un recipiente, confiesa el propietario.

    Luego del año de pruebas el Sereno Moreno puso a la venta su bebida, a la que nombraron Mucha Chicha, logrando gran acogida. Está hecha a base de morocho, hierbaluisa, piña, naranjilla y clavo de olor, no contiene malta ni lúpulo. Posee alcohol natural de 5 grados.

    Normalmente este tipo de bebida es espesa, pero ellos adaptaron un proceso de purificación que la vuelve más ligera y clara.

    El Sereno Moreno fue uno de los primeros lugares alternativos que funcionaron en La Tola. Hoy en ese sector hay más movimiento. Al principio la facturación mensual bordeaba los USD 1 000, ahora rebasa los USD 3 000.

    “Es un lugar tranquilo, con buena atención y que se esmera en el rescate de los sabores tradicionales del Centro Histórico. Piensan en el público joven y organizan eventos variados”, dice Homero Arboleda, cliente del negocio.

    Los propietarios proponen actividades diversas que involucran a la comunidad. En estos tres años, han hecho talleres de pintura, actuación, cursos vacacionales para niños. Abrieron una escuela de fútbol llamada Esmeleón (en alusión a las calles Esmeraldas y Vicente León, donde está ubicado el bar). Tomaron ese nombre por equipo de fútbol barrial, donde juegan Josué y Cristian.

    Josué Moreno abrió el bar Sereno Moreno con su hermano Christian, en junio del 2016. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Josué Moreno abrió el bar Sereno Moreno con su hermano Christian, en junio del 2016. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Dulce artesanal a cargo de tres emprendimientos

    Marcel Bonilla

    Contenido intercultural

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    Las marcas Mermeladas y Dulces La Mayita, Macadé y La Campesina trabajan desde hace dos años en la elaboración de productos fabricados a base de coco y
    cacao, que se producen en diferentes fincas de Esmeraldas.

    Las tres marcas son parte de la Asociación de Artesanos Tejiendo Pinceladas y Dulzuras (Artepindul), integrada por 15 miembros que trabajan con juguetería en madera, juguetes de tela, tejidos en croché, pinturas en alto relieve, mazapán, arte arena, artes plásticas y todos los dulces.

    Cocada con manjar y con cacao crocante 100% orgánico son dos de las presentaciones con las que Mermeladas y Dulces La Mayita incursiona en el marcado local, para reactivar su economía.

    Como parte del procesamiento, la pepa de cacao se tuesta en pailas sobre fogones de madera. Luego pasa a molinos artesanales, hasta quedar en pequeños granos para ser agregado a las cocadas, con trazos rectangulares.

    A esa producción se suman las cocadas tradicionales, arroz con coco, manjar de coco y aceite de coco para el consumo en alimentos. También se desarrollan artículos de tocador como bronceador de aceite de coco y productos para tratar el cabello.

    Mayra Ortiz, representante de Mermeladas y Dulces La Mayita, explica que la producción se hace con capital propio y se trabaja con un promedio de 100 unidades por cada uno de los productos.

    Macadé, representada por Raquel Cañola, está dedicada a la producción de tortas de yuca y jabones de glicerina, con esencia de coco. La preparación se hace en su domicilio, mientras se financia la construcción de un galpón en el que funcionará su negocio.

    “Por ahora la manufactura es baja y se hace en función de los pedidos que tengamos dentro de la provincia, que suelen ser mayores en feriados”, señala Cañola.

    Una tercera marca es La Campesinita, que lidera María Esterilla, en la comunidad de Tabuche, a media hora de la ciudad de Esmeraldas. Allí prepara manjar de coco y borojó, y rompope de cacao.

    El manjar de coco y borojó ya cuentan con registro sanitario. El esfuerzo de 10 emprendedoras de La Campesinita tiene dos años ocho meses y la finalidad es potenciar su iniciativa para llevarla fuera de la provincia.

    La presentación de los manjares se la hace en recipientes de vidrio de 150 y 200 gramos, con proyecciones a que sea mayor y se incremente la producción que está sobre las 200 unidades al mes.

    El coco y el cacao son dos frutas que se producen ampliamente en la provincia de Esmeraldas y que han desarrollado el ingenio de mujeres emprendedoras para dar valor agregado a las mismas.

    La mayor promoción de los emprendimientos se hace en las ferias artesanales en las que se exponen las iniciativas de las esmeraldeñas, que están probando combinaciones para dar un mejor uso al coco y al cacao.

    El 90% de los negocios que se presentan en eventos tuvieron su origen después del terremoto de abril de 2016, que afectó el sur de la provincia de Esmeraldas.

    Por eso, con ayuda del Ministerio de Industrias, la Superintendencia del Control del Poder del Mercado y el Instituto de Economía Popular y Solidaria, se han logrado agilitar los procesos para que las emprendedoras puedan sacar al mercado sus productos con registros sanitarios.

    Una imagen de la venta de productos gastronómicos elaborados con coco y cacao. Las emprendedoras se presentan en ferias en la provincia. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Una imagen de la venta de productos gastronómicos elaborados con coco y cacao. Las emprendedoras se presentan en ferias en la provincia. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Los tsáchilas venden sus productos en un mercado

    María Victoria Espinosa

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    En el centro de Santo Domingo se fundó un mercado para que los tsáchilas pudieran vender los productos que siembran y cosechan en sus comunas.

    Hace 15 años, los vecinos de la urbanización Albarracín decidieron donarles un espacio a los tsáchilas para que instalaran un mercado artesanal y productivo.

    María Calazacón recuerda que esa decisión se tomó, luego de que un grupo de tsáchilas le contara a los vecinos las dificultades que tenían para comercializar sus productos en los mercados.

    Una de las razones era que debían pagar un arriendo para poder vender en los mercados y un vehículo para que los transportara desde las comunas hasta la ciudad con sus productos. “No era rentable porque teníamos poca producción y no nos quedaba nada para nosotros”.

    En ese terreno, construyeron pequeñas cabañas con materiales como el pambil y la caña guadúa, que obtuvieron de los bosques nativos. Ahí, 32 tsáchilas exhiben de lunes a domingo productos como la piña, plátano, papaya, naranjas, entre otras, que se dan en las parcelas tsáchilas.

    Cada tsáchila invirtió alrededor de USD 50, para acondicionar el terreno para construir las cabañas y recibir a los clientes. Además hicieron estanterías y sillas de madera para acomodar productos.

    Entre los frutos más comercializados están el plátano, las naranjas y la piña. Esos productos son comprados por dueños de los restaurantes aledaños al mercado. “Solo nos pitan y ya sabemos que vienen a comprarnos y le llevamos las frutas”, dice Calazacón.

    Las artesanas también venden collares, pulseras, faldas típicas y artículos de madera para el hogar.

    Los tsáchilas reciben alrededor de 60 clientes semanales en el mercado. La mayoría son vecinos de la urbanización, aunque también llegan personas de otros lugares para buscar productos orgánicos.

    Uno de los clientes es Miguel Flores. Él señala que los productos tsáchilas aún se cosechan con las técnicas ancestrales y que por ello no contienen químicos. “El sabor es diferente, más natural”.

    Además son alimentos económicos. Los tsáchilas ofrecen piñas desde USD 0,50 y racimos de verde desde USD 3.

    El Ministerio de Agricultura y Ganadería les ayudará a organizar una feria artesanal y productiva cada jueves para atraer a más clientes. La semana anterior se realizó la primera feria con la que se re inauguró el mercado.

    Miguel Aguavil, presidente de la Asociación de Tsáchilas, afirma que a diario se seguirá atendiendo a los clientes. Pero que el jueves habrá más variedad de productos.

    Susana Aguavil, de la comuna Colorados del Búa, afirma que para economizar USD 20 diario que cuesta un vehículo para transportar los productos desde la comuna hasta el mercado, ella solo saldrá los jueves a vender sus productos en la feria. “Hay días que se vende poco (USD 10). Pero en la primera feria vendimos más de USD 100 en frutas”, asegura.

    María Calazacón, de la comuna Chigüilpe, en cambio, venderá a diario debido a que en su cabaña puede almacenar los productos y por eso solo ocupa un vehículo semanalmente, por el que paga USD 10.

    Según el gobernador tsáchila, Javier Aguavil, se trabajará en la promoción de la feria. Se hará a través de la radio comunitaria tsáchila Sonba Pamin. También harán la invitación a través de las redes sociales.

    A esa iniciativa de la feria también se unirán los tsáchilas que realizan remedios naturales y artesanías como collares y pulseras para evitar las malas energías.

    María Calazacón es una de las vendedoras del mercado tsáchila, ubicado en el centro de Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    María Calazacón es una de las vendedoras del mercado tsáchila, ubicado en el centro de Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • La gastronomía es un gancho turístico

    Marcel Bonilla

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    La tradición y la cultura gastronómica de Rioverde, cantón de Esmeraldas, se la puede representar o resumir en 20 platos. Y sobre esta base los mariscos son los ingredientes principales de esta oferta vinculada con las comunidades negras que habitan esta parte del territorio ecuatoriano.

    Adicionalmente, se trata de una tradición y una costumbre relacionada con una actividad económica importante para las comunidades costeras esmeraldeñas: la pesca artesanal. Una parte de esta producción importante se comercializa y otra la destinan para preparar los platos más ricos, con el uso del coco. La pesca artesanal se desarrolla en Rioverde, Rocafuerte, Bocana de Lagarto y Bocana de Ostiones .

    Los turistas que viajan de Ibarra a Esmeraldas, si deciden hacer una parada en Vuelta Larga de Rioverde, a más de probar su oferta gastronómica y pasear por esta jurisdicción para conocer los mitos y verdades del pueblo afro.

    Otra opción es el recinto San Vicente. Ahí puede saborear el delicioso camarón de río, la gallina criolla y el apetitoso encoca’o de jaiba, y cangrejo azul; estos dos platos están entre los más solicitados por los turistas. Los tradicionales platos que preparan las mujeres de Rioverde van desde los cebiches, apanados de mariscos hasta la sopa de mejillones, langostinos y caracoles de mar. Esta es una especialidad de la Paufí, una población de afros.

    Quienes promocionan este circuito turístico gastronómico son mujeres afroesmeraldeñas de poblaciones como Paufí, Lagarto, Montalvo, Palestina, San Vicente y Vuelta Larga. Ellas se han organizado para ofrecer lo mejor de la cocina ancestral esmeraldeña.

    Esta es una idea que se inició hace cinco años. Desde el 2012, la creación de una ruta turística – gastronómica, fue tomando fuerza hasta promover ferias. Estas ideas contaron con la participación del Ministerio de Turismo y también con el apoyo de la Municipalidad de Rioverde. En la actualidad cuentan con una ruta para los turistas que viajan desde Ibarra o de ciudades del centro o sur de Colombia. Ellos pueden utilizar la carretera Ibarra-San Lorenzo-Rioverde-Esmeraldas.

    Una suerte de primera parada gastronómica es la población de Lagarto, luego Montalvo, Vuelta Larga y finalmente San Vicente. Son sitios fácilmente ubicables por la información de las señales colocadas en esta vía.

    Las mujeres emprendedoras son esposas de pescadores. Ellas decidieron aprovechar la producción de camarón, pescado, langostinos, langosta, pateburro (caracol de mar), cangrejos, jaibas y camarón de río, para emprender en esta actividad. Una de las pioneras en el negocio gastronómico es Jenny Bautista. Ella señala que uno de los principales objetivos es el desarrollo de la actividad turística en el sector de Vuelta Larga de Rioverde. Cuenta que la respuesta de los visitantes es buena, sobre todo los fines de semana.

    Como mujeres emprendedoras encontraron en la utilización de aliños tradicionales como la chiyangua y el orégano, una manera de darle mejor sabor a sus platos, que preparaban cotidianamente en sus comunidades.

    Alfonsina Caicedo, una de las emprendedoras que tiene 56 años, de edad, mantiene, conserva y fomenta la tradición de sembrar sus plantas con las que sazona sus platos, y el excedente de la producción (chiyangua) manda a su venta al mercado de la ciudad.

    Una forma de llamar la atención de los turistas que acuden a degustar los platos de la cocina rioverdeña, es mostrando cómo se cultiva el “montecito verde” con el que adorna los platos y dan sabor sus recetas.

    Holanda Realpe, propietaria del local El Enganche, cuenta que durante estos años han sido sometidas a capacitaciones en temas de presentación de su producto, manejo financiero, atención al cliente y el asesoramiento con un profesional de la cocina de Quito.
    En esta parte del proceso y capacitación ha participado entidades como la Prefectura de Esmeraldas y la Universidad Católica.

    En Vuelta Larga hay varias opciones gastronómicas para los turistas nacionales y también extranjeros. Foto: Marcel Bonilla / LÌDERES
    En Vuelta Larga hay varias opciones gastronómicas para los turistas nacionales y también extranjeros. Foto: Marcel Bonilla / LÌDERES