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  • Quinua, jora y cedrón, en sus recetas de cerveza

    Carolina Enriquez

    Un negocio amigable, abierto a recibir a mascotas, familias, parejas, personas con discapacidad, etc. Se trata de Sinners Microcervecería, una firma que produce cerveza artesanal y que, a la vez, cuenta con su propio pub en el norte de Quito.

    Andrian Romero y Pául Bohorquez son los propietarios de este emprendimiento que opera, formalmente, desde el 2012. Sus inicios, sin embargo, van más atrás.

    “Arrancamos hace ocho años y fue primero un ‘hobby’. No pensábamos en hacer negocio de esta actividad. Hacíamos cerveza en casa, los fines de semana. La familia y los amigos nos convencieron que nos pusiéramos una planta productora y lo hicimos a finales del 2012”, dice Romero.

    Los socios comentan que la preparación de la cerveza surgió a través de un método autodidacta. Además, Romero tiene en la familia de lado de su madre, de origen ucraniano, la tradición de preparar alimentos por ellos mismos; su abuelo destilaba vodka.

    Ambos nombraron a su negocio Sinners (pecadores). La idea es tentar al consumidor a probar cerveza no industrial, conocer nuevos sabores y aromas.

    La inversión inicial fue de USD 25 000. En el garaje de la madre de Bohórquez se instalaron los equipos y se inició la producción con las materias primas importadas.

    En el sector de La Pradera, los socios tienen la planta de producción. En la parte frontal de la construcción funciona el pub cervecero de la marca. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    En el sector de La Pradera, los socios tienen la planta de producción. En la parte frontal de la construcción funciona el pub cervecero de la marca. Foto: Julio Estrella / LÍDERES

    Los socios arrancaron con tres clientes. La estrategia de comercialización se basó en un puerta a puerta: se acercaban a los restaurantes y ofrecían su producto.

    Ana María López, de Frida Tacos, explica que compra la cerveza de Sinners desde hace tres años, unas 80 al mes. Las que más se demandan son las rojas.

    Los dueños también participaron en ferias en las que se dieron a conocer. Esto fue clave, ya que mucha gente comenzó a llamarles directamente para hacer pedidos.

    Actualmente, Sinners cuenta con un portafolio de 25 a 30 clientes en Quito, Guayaquil y Tulcán. La empresa, además, intenta ingresar al mercado de Cuenca.

    Para crecer, los propietarios hicieron inversiones que les permitieron ampliar su planta de producción. Esta operaba en Pifo.

    Si bien el negocio funcionaba, los jóvenes querían acercarse más al público. Así fue como se les ocurrió la idea de abrir un pub.

    Este se encuentra en el sector de La Pradera. Allí, los emprendedores trasladaron su planta de producción; aunque es más pequeña que la anterior, les resulta más fácil estar en un sitio céntrico.

    Cuando Sinners arrancó solo contaba con dos tipos de cerveza: roja y negra. Actualmente, la empresa cuenta con 28 recetas; seis se producen y venden todo el año, el resto son de temporada.

    De estas últimas, cada mes se ofrece al público una o dos. Algunas de las variedades son negra, con coco y jengibre, tipo belga, con cáscara de naranja, con trigo y miel, con vainilla y toques de café para el desayuno, entre otras.

    Adrián Álvarez ha probado esta última. “Me pareció una cerveza diferente, con un sabor único. La vainilla le da un toque especial, muy agradable. Considero que es una excelente innovación en cuanto a la cerveza artesanal”.

    Los propietarios de Sinners también han querido que algunos de sus productos tengan esencia nacional. Por ello es que cuentan con recetas con quinua, jora y cedrón; otra con arrayán y ají rocoto.

    Los insumos los compran en los mercados de Quito, aunque también realizan caminatas en zonas agrestes en las que consiguen elementos de la naturaleza.

    Bohórquez explica que en el pub trabajan hace año y medio y que están remodelando el sitio (pero siguen abiertos). Espera que en unas tres semanas terminen las mejoras y se ofrezcan amplios servicios a la gente. Por ejemplo, las personas contarán con un área para hacer asados; pueden llevar sus carnes y prepararlas.

    En el sitio ofrecerán pizza, pues consideran que puede haber un maridaje entre la cerveza y diferentes alimentos. Los clientes también podrán solicitar café de especialidad, gracias a una alianza de la firma con la cafetería Isveglio; asimismo, sodas artesanales fabricadas por un proveedor.

    Los dueños quieren desarrollar una cultura cervecera entre sus consumidores. Por eso al pub pueden asistir padres con sus hijos o personas con sus mascotas a saborear las recetas.

    ‘Innovamos en la producción cervecera’

    Andrés Bermeo 
    Jefe de producción

    Estoy en mi cargo hace tres años y medio en Sinners, estoy encargado de la elaboración de la cerveza. Ha sido una experiencia totalmente nueva, súper buenas. Es un tema de producir la cerveza desde otro punto de vista. Yo soy ingeniero en alimentos, así que estoy en la línea de lo que estudié en la universidad. Acá aprendí a hacer cerveza, con Andrian y Paúl. Estoy, prácticamente, la mitad de la historia de existencia de la cervecería. Hemos desarrollado muchos nuevos productos y tenemos cervezas que han ganado reconocimientos internacionales (Ocho medallas: dos de oro, tres de plata y tres de bronce. Han participado tres veces en la copa Cervezas de América). Creo que estamos haciendo las cosas totalmente diferentes. El consumo de cerveza artesanal es, prácticamente, nuevo en Ecuador. No lleva más de 10 años. Es una nueva oportunidad para la gente, para que conozca que hay muchas más opciones de consumo de bebida de moderación. Más allá del vino y la cerveza industrias existen otras posibilidades para la gente.

    Andrian Romero y Paúl Bohórquez son los propietarios de Sinners Microcervecería. Son autodidactas en la preparación de cerveza artesanal. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Andrian Romero y Paúl Bohórquez son los propietarios de Sinners Microcervecería. Son autodidactas en la preparación de cerveza artesanal. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Chicha de jora, con la marca Sara Mama

    José Luis Rosales

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    La chicha de jora, bajo la marca Sara Mama, se podrá disfrutar cualquier día del año, como una bebida refrescante.

    La botella, cubierta con una etiqueta amarilla, en la que resalta la frase para toda la familia, representa una mazorca de maíz, que es el principal ingrediente con la que se elabora este néctar ancestral.

    Esta iniciativa innovadora es impulsada por el Comité Central de Mujeres de la Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Cotacachi (Unorcac).

    Ha sido un trabajo de largo aliento. En el 2011 empezaron con las primeras operaciones para que este refresco pase de ser un producto de consumo local a uno masivo. Sin embargo, tomó su tiempo porque se hicieron investigaciones hasta obtener el estado idea del líquido.

    La iniciativa busca garantizar una alternativa económica a 70 mujeres que integran las unidades de producción y que proveerán de la materia prima.

    Cotacachi tiene una larga tra­dición de producción de maíz y de elaboración artesanal de la jora. En la zona andina se han identificado 12 de los 17 tipos de maíz que hay en el país.

    Inicialmente, para industrializar la bebida se sembró el grano de la variedad Chaucha Bolón en 10 parcialidades del cantón. Pero no en todas se adaptó, comenta Luz María Lanchimba, expresidenta del Comité de Mujeres.

    Por eso, se empleó en el proceso de producción de la chicha otras especies que hay en la localidad.

    Lanchimba es una de las cuatro mujeres que están a cargo del funcionamiento de la factoría, instalada en la comuna de Morochos.

    Ahí resaltan dos líneas. La primera es de malteado y posibilita que de los granos de maíz, previamente seleccionados, se obtenga la harina, luego de un proceso artesanal de macerado y germinado del grano. A este último se le denomina maíz de jora, que da el nombre al refresco.

    En la otra línea, que ocupa el área más grande, se transforma la harina malteada en la bebida tradicional, que se esteriliza para su conservación, hasta por seis meses. Lo que buscamos es ofrecer un producto natural, comenta Clara Flores, otra de las productoras. Por eso, la chicha es embotellada bajo normas sanitarias.

    Sara Mama (Maíz Madre, en español), se produce con: maíz, agua y azúcar morena. El líquido fermentado no lleva aditivos. Esto se logró tras un estudio que permitió establecer los parámetros bioalimenticios que dan estabilidad al líquido. El análisis se desarrolló el año pasado y estuvo a cargo el PhD Julio Pineda y el ingeniero Armando Chávez.

    Esta es quizá la única iniciativa en su género en el país, asegura Denis Laporta, responsable del estudio de mercado, que se realizó en el marco de un acuerdo entre la Asamblea de Unidad Cantonal de Cotacachi y la Agencia Española de Cooperación Internacional Entre Pueblos.

    Este es el segundo año que brinda su apoyo financiero la entidad internacional para que Sara Mama se pueda comercializar en el mercado nacional.

    Hay presentaciones de 1 litro y de 250 mililitros. La chicha se ofrecerá en botellas de vidrio, porque así demandan las líneas de calidad. El precio de venta al público es USD 3,50, el litro.

    Por lo pronto, el mercado principal está concentrado en la Sierra. Laporta señala que para la venta buscan establecer varios canales. Uno de ellos es a través de las cadenas de supermercados del país. A escala local, el producto también será promocionado en restaurantes y ferias ecológicas.

    Una de las últimas en la que promocionó el novedoso producto fue durante el Muyu Raymi o Fiesta de la Semilla, que se realizó el 12 de agosto pasado, en Cotacachi.

    Esta marca, que navega en la economía popular y solidaria y que busca conservar la receta milenaria, será presentada el 24 de septiembre próximo, en el marco de la Fiesta de la Jora.
    Por lo pronto, todos coinciden que Sara Mama es ideal para acompañar cualquier platillo de la gastronomía nacional.

    En la comuna de Morochos, en Cotacachi, está instalada la planta procesadora, operada por las mujeres. Foto: Francisco Espinoza para El Comercio
    En la comuna de Morochos, en Cotacachi, está instalada la planta procesadora, operada por las mujeres. Foto: Francisco Espinoza para El Comercio
  • La chicha de jora es parte de sus recetas de pan artesanal

    Redacción Quito

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    Los hornos de leña, las ollas de barro y la tradición familiar fueron la inspiración de Paulina Tapia para crear una nueva propuesta en la elaboración de pan artesanal.

    Ella y su esposo Paúl Aguilera pusieron en marcha la idea en el 2012. L’Artisan es un emprendimiento que se dedica a la elaboración y distribución de pan artesanal hecho con levaduras naturales como la chicha de jora.

    Los creadores de este negocio utilizan una gran variedad de harinas para producir el pan artesanal;entre estos se cuentan la harina de trigo, de quinua, de maíz, de centeno, entre otras.

    Para impulsar el proyecto la pareja inicialmente invirtió alrededor de USD 18 000. Este valor se invirtió en la compra de las mesas de trabajo y los insumos.

    Tapia cuenta que en Europa se especializó en la elaboración de pan artesanal en el 2009. Pero al llegar a Ecuador, en el 2011, quiso rescatar algunas de las tradiciones ancestrales.

    La abuela de Tapia ayudó a rescatar la receta tradicional con chicha. La emprendedora cuenta que se sentó varios días con su abuela para descubrir la receta.

    La pareja de emprendedores se demoró alrededor de un año en experimentar el proceso y las cantidades necesarias para crear la masa que tenía como ingrediente la bebida tradicional.

    Los dos emprendedores explican que la chicha es utilizada como una levadura natural para que el pan se fermente y crezca. “Los microorganismos de esta bebida se encargan de transformar y fermentar los ingredientes del pan”, afirma Aguilera.

    Ahora, la microempresa tiene una variedad de ocho panes fermentados a base de chicha, entre estos se cuentan: maíz y queso; pan mestizo; de quinua; las lloronas; boyos de cardamomo, entre otras.

    La panadería busca rescatar las formas de elaboración ancestral de pan, sin el uso de levadura comercial que hace que el proceso de elaboración se acelere.

    La panadería L’Artisan tiene un menú de diferente tipo de panes cada día. Estos son comercializados a través de la página web (lartisanpan.com) y en tiendas como Superfoods, Canello, Gaia.

    Grizella Greene, propietaria de Superfoods, compra los productos de L’Artisan para su tienda y piensa que el pan fermentado con chicha “es un producto tradicional, L’Artisan está rescatando nuestras tradiciones y con esta idea preparan un producto de calidad ”, afirma Greene.

    Cuando la compra se hace a través de la página web, el pan se envía al domicilio del consumidor final. La empresa aplica esta modalidad en Quito, Guayaquil y Cuenca.

    El peso de los panes que comercializa este emprendimiento van desde los 400 g a un kilo. Los costos oscilan entre USD 4 y 6 según el proceso y los ingredientes que se utilicen.
    En la actualidad la empresa fabrica alrededor de 4 000 kilogramos de pan al mes y la facturación, en ese período, es de USD 1 0 000.

    Paúl Aguirre y Paulina Tapia elaboran su producto en hornos de leña. En el 2016 los emprendedores realizaron la ampliación de su taller. Foto : Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Paúl Aguirre y Paulina Tapia elaboran su producto en hornos de leña. En el 2016 los emprendedores realizaron la ampliación de su taller. Foto : Pavel Calahorrano / LÍDERES