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  • Esta industria láctea reforzó sus procesos

    Redacción Quito

    Estrictas normas de higiene y calidad para mantener la cadena de abastecimiento durante la emergencia sanitaria por covid-19 tiene la industria láctea Alpina. La compañía participa en el mercado con cuatro categorías de productos: quesos, yogures, postres, avena. Cuenta con ocho marcas.

    Al estar dentro del sector de alimentos está habilitada para operar normalmente. Luis Laso, gerente de Aprovisionamiento y Calidad, explica que si bien esta tiene rigurosos estándares de calidad, una vez que se anunciaron las medidas de confinamiento se reforzaron sus políticas de inocuidad e higiene.

    Un primer paso fue capacitar al personal sobre las normas de cuidado que anunció el Gobierno ante la pandemia. Además, con el fin de salvaguardar la salud de los colaboradores y sus familias, contrató busetas para que los trasladen desde su casa a las plantas de producción y viceversa; las unidades se desinfectan dos veces al día.

    El contar con colaboradores sanos permite continuar con la operación y, por ende, seguir llegando con los productos a los canales de comercialización en el país.

    La firma vigila permanentemente la temperatura del personal y se lleva un formulario médico sobre cada empleado. Alpina cuenta con 570 de trabajadores, de los cuales 350 se encuentran laborando en las áreas de industria, ventas y distribución.

    El personal operativo trabaja en las dos plantas de la firma: en San Gabriel (Carchi) y en Machachi (Pichincha). Para garantizar que estos ambientes sean estériles se los desinfecta dos veces al día y los colaboradores deben cumplir estrictos procesos de higiene y distanciamiento.

    La firma también ha desarrollado protocolos de desinfección de vehículos y bodegas en su centro de distribución de Guayaquil. Asimismo, existe un alto control durante la etapa de entrega en los puntos de comercialización.

    En esto último, al igual que otras empresas, se registraron inconvenientes durante los primeros días. Sin embargo, conforme han pasado las semanas se ha logrado reducir la problemática con relación a salvoconductos y otras complicaciones.

    Christian Wahli
    , presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), indica que uno de los problemas para entregar el alimento era la negativa de ciertos transportistas para llevarlos.

    Alpina cuenta con servicios externos de distribución, lo que le ha permitido cumplir con los puntos de comercialización: 70 camiones para la operación de producto terminado y 20 para la recolección de leche cruda.

    En condiciones normales la empresa distribuye su producto en tres canales: institucional (hoteles y restaurantes), tradicional (tiendas) y moderno (supermercados). Este último es en el que actualmente se está concentrado la mayor cantidad de venta. “En estos momentos se volvió el principal, pese a que hay micromercados que están funcionando muy bien”, comenta Laso.

    Regularmente las tiendas, que suman 130 000 en el país, son otro de los negocios de venta más fuertes. Sin embargo, según Anfab, el 50% de estas a escala nacional están cerrado, principalmente por el miedo de los vendedores a contagiarse.

    Guido Varela, titular de la Red Ecuatoriana de Tenderos, asegura que la situación ha ido cambiando conforme el paso de los días y ese 50% de cierre se registra en Guayas y el 30% en el resto del país. Confirma que luchan contra el miedo y contra las dificultades logísticas para el abastecimiento.

    Actualmente, se desarrolla una campaña en la que participan actores como la Red, Anfab y sus empresas, el Gobierno, etc., para que las tiendas mantengan sus negocios y alcancen las mejores condiciones de operación. Además, Varela explica que es un proceso de doble vía, empresa – tendero / tendero -cliente, el ofrecer higiene en los productos y los empaques para proteger la salud de todos los involucrados.

    Una imagen de las instalaciones de Alpina. La firma continúa con sus procesos en medio de la pandemia
    Una imagen de las instalaciones de Alpina. La firma continúa con sus procesos en medio de la pandemia. Foto: Cortesía
  • La planta láctea renació después del terremoto

    María Victoria Espinosa (F) Contenido Intercultural

    El terremoto del 16 de abril de 2016, acabó con la microempresa de lácteos Lalo Loor, pero no derrumbó los sueños de su dueño.

    Este emprendimiento tiene 30 años en el mercado y debió empezar nuevamente a la semana del sismo, que afectó a Manabí y Esmeraldas. Pero desde hace un año y seis meses recién inició la producción de yogur.

    Lalo Loor tuvo que remover los escombros que habían caído en las maquinas. Una parte de la producción, logró salvarse y fue donada a los niños de Tabuga y Jama (Manabí), donde se encuentra instalado este negocio.

    Para que esa producción no se perdiera, Loor debió conseguir hielo para hacer funcionar una máquina y comprar una planta de energía, debido a que la luz a penas fue reinstalada dos meses después del terremoto.

    Pese a ese esfuerzo por colocar la luz en la planta láctea, que fue de unos USD 5 000, Loor entendió que reabrir su planta tardaría más tiempo porque el sistema de enfriamiento del yogur había colapsado, al igual que las máquinas con las que se mezcla el yogur. “Hubo momentos en los que no sabía qué hacer. Pero con mi familia decidimos no rendirnos”.

    Loor decidió vender el ganado que le proporcionaba la leche para hacer el yogur. Con ese dinero, alrededor de USD 10 000, compró nuevamente la maquinaria Pero esta vez la leche tuvo que comprársela a los ganaderos montuvios de la zona de Tabuga.

    Al día llegan unos 50 litros de leche hasta la planta con los que se hace yogur, queso y postres.

    Hasta antes del terremoto la producción diaria era de hasta 30 litros de yogur, ahora mermó a la mitad. Loor señala que se debe a que aún no ha podido recuperar el cuarto frío para almacenar el producto. Por el momento, la producción se guarda en refrigeradoras industriales. “Aplicamos a créditos y ayudas del Estado, pero no fuimos favorecidos”.

    Sin embargo, el manabita afirma que de a poco ha ido recuperando a sus clientes, más de 100 y el producto se volvió a comercializar en Pedernales y Jama.

    El punto de venta principal está ubicado en el kilómetro 28 de la vía PedernalesJama.
    Ahí, la familia Loor construyó una cabaña típica del pueblo montuvio. En ese sitio funciona una tienda en la que ofrecen los yogures con trozos de piña, coco, mora, fresa y durazno, que cuestan entre USD 1 y USD 5, según la presentación y el tamaño.

    También se venden postres como las frutillas con crema batida y el flan de fresa. “No utilizamos preservantes. Son postres con recetas típicas manabitas”.

    En esa cabaña también se encuentran productos típicos de Manabí, que son elaborados por emprendedores de Jama y Pedernales. Se encuentran dulces manabitas, café de Tabuga, rosquillas, queso de finca, dulce de leche, entre otros.

    Esos productos, en su mayoría, son comprados por los turistas y estudiantes que visitan el bosque Lalo Loor, ubicado a pocos 700 metros de la cabaña, o las playas.

    El turista Juan Carlos Borja viaja hasta Bahía de Caráquez cada dos meses y una de las paradas es en la tienda de ‘don Lalo’. Él asegura que en el lugar hay un espacio para descansar y comprar productos típicos manabitas. “Siempre venimos para tratar de reactivar los negocios que se afectaron en el terremoto”.

    Sobre el negocio

    La planta láctea Lalo Loor se creó hace 30 años, cuando la familia empezó a dedicarse a la ganadería, en Tabuga.

    Del ganado lechero obtenían la leche para vender y para fabricar el yogur. Pero en el terremoto debieron vender las vacas y ahora compran a los montuvios de Tabuga.
    El negocio tiene cinco empleados entre familiares y lugareños. El producto se vende en las tiendas de Jama y Peder­nales. Pero también a los turistas que vistan la playa y el bosque de esa zona.

    En una cabaña, en la vía Jama - Pedernales, Lalo Loor elabora sus productos como el yogurt y los postres. Foto: Juan Carlos Pérez  para LÍDERES
    En una cabaña, en la vía Jama – Pedernales, Lalo Loor elabora sus productos como el yogurt y los postres. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Un tercio de la producción láctea se dedica al queso

    Mónica Orozco

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    El ecuatoriano demanda más queso. En los últimos ocho años el consumo per cápita de queso se duplicó. Este pasó de 0,75 kilos por persona al año en el 2006 a 1,57 kilos el año pasado.

    Ello evidencia un sector dinámico y en crecimiento, dice Luis Paucar, jefe de Planta de Zulac.
    Para Norberto Purtschert, presidente de la empresa de lácteos Floralp, tres factores explican este crecimiento. El primero es la migración. El ecuatoriano que dejó el país y luego retornó ha adquirido la costumbre de consumir más de este derivado lácteo.

    El segundo es, por un lado, el desarrollo gourmet del país y, por otro, la llegada de franquicias extranjeras que usan más este ingrediente. Y, tercero, el desarrollo mismo de la industria. “Tenemos la suerte de comer un muy buen queso en Ecuador, grandes queseros suizos introdujeron la producción de un queso diferente”, dice Purtschert.

    Juan Carlos Romero, director de la planta de Nutrileche, dice que la formalización de la industria y el fortalecimiento de la clase media en el país son otros factores.

    “El hecho de que las autoridades exijan productos con registro sanitario ha hecho tener más conciencia en el consumidor”.

    La industria láctea procesa 5,8 millones de litros al día, según datos del Centro de la Industria Láctea (CIL). De esos, más de un tercio se destina a la elaboración de queso. Le sigue la leche en funda, de cartón y otros.

    Las ventas de la industria quesera crecieron 3,4 veces entre el 2005 y el 2014, al pasar de USD 71,4 millones a 243,1 millones en ese período.

    En el país existen 31 empresas dedicadas a la producción de lácteos, según el último censo económico del 2010.

    En algunas empresas la producción de quesos es más importante que en otras. En Floralp, esta es su principal línea de negocio y abarca un 80% de su producción, la mayoría de queso tipo maduro y semimaduro.

    Ocho de cada 10 ecuatorianos dicen que compran queso fresco. Le sigue en preferencia el mozarela, queso crema, maduro, semimaduro y el queso de cabra.

    Paucar explica que el queso fresco está entre los hábitos de consumo del ecuatoriano gracias a su tradición y a su precio.

    Pero el queso maduro, que en el país tiene como mínimo seis meses de maduración, gana adeptos.

    Paucar dice que aunque la tradición de elaborar quesos maduros surgió hace 50 años, con maestros queseros como Oskar Purtschert, la producción no era rentable.

    Paucar relata que fue recién a partir de los años noventa cuando comenzó a apreciarse y hoy es un nicho en crecimiento. El 80% de la producción de Zulac es queso semimaduro, 15% maduro y 5% queso fresco.

    Zulac, que creció un 10% en el 2014, tiene productos de hasta dos años de maduración, muy buscados y apetecidos, en especial entre ciudadanos extranjeros.

    La principal razón es la variedad de sabores. En el mercado hoy se encuentran quesos con pesto, con rosas, con orégano, laurel y otras especias.

    La CIL, además, promueve la innovación y la calidad con un concurso de quesos, que se realiza cada dos años. La primera edición se realizó el año pasado y contó con la inscripción de 55 muestras de nueve empresas.

    Para Purtschert, el 2015 plantea un escenario complejo también para el mercado lácteo, pero señala que la industria responderá con productos nuevos e innovadores.

    La firma cree que este año crecerá 10%, la mitad de lo que venía creciendo los últimos años.
    A Paucar le preocupa que el nuevo etiquetado de alimentos juegue también en contra.

    Desde el año pasado todos los alimentos y bebidas procesados deben tener un sistema tipo semáforo que alerte del contenido de sal, grasa y azúcar.

    Las ventas de enero pasado de Zulac fueron 35% menores a las ventas de igual mes en el 2014. Aunque es difícil asegurar que se debe a la semaforización, cree que ha influido de alguna manera, en especial entre compradores extranjeros.

    La baja producción obligó a la empresa a reducir su demanda de leche, lo que afecta a los agricultores de la zona que son sus principales proveedores. Según datos del Banco Central (BCE), el sector de producción de lácteos esperaba crecer 12,1% el año pasado.

    Un 80% de la producción de la planta de Zulac, ubicada en la provincia de  Imbabura, se destina a elaborar quesos semimaduros. También producen queso fresco y maduro. Foto: José Mafla/ LÍDERES.
    Un 80% de la producción de la planta de Zulac, ubicada en la provincia de Imbabura, se destina a elaborar quesos semimaduros. También producen queso fresco y maduro. Foto: José Mafla/ LÍDERES.