Etiqueta: lana

  • Comercio justo con lana de alpacas y borregos

    Redacción Quito

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    Desde los páramos, a más de 3 500 metros sobre el nivel del mar, Karla Rodríguez recibe fibras de alpaca y borrego en su industria textil. Su objetivo, sin embargo, no solo es económico sino de carácter ambiental y social.

    Kun Eco Fibers es el resultado de las investigaciones de su dueña. Durante su posgrado en Australia, se especializó en lanas y fibras naturales.

    “Me fascinó la versatilidad de este material. Hace dos años y medio, cuando volví a Ecuador, me dediqué a realizar estudios sobre las alpacas. Descubrí que la lana no se valoraba. La gente la botaba, quemaba, se apolillaba o se comía a estos animales”, dice.

    Fue entonces que desarrolló un proyecto para la transformación de la fibra de este camélido en fieltro. En el 2017, participó con esta iniciativa en las becas ensamble de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación; ganó y obtuvo un capital semilla de USD 50 000.

    Con ese dinero incubó su emprendimiento, compró maquinaria y materia prima, hizo marketing, etc. Luego se acreditó en la Junta Nacional del Artesano.

    Ella adquiere lana de borrego y alpaca y la convierte en fieltro. Este material es el resultado de prensar y entrelazar naturalmente las fibras; con ello fabrica planchas con un área de un metro cuadrado o de dos por un metro.

    Con ello ofrece al mercado un insumo textil orgánico; evita que los productos sintéticos se sigan usando e impacten al ambiente.

    Rodríguez explica que el fieltro es termorregulable, es decir, se dilata en el calor y se estrecha en el frío. Sirve para el uso en la construcción por sus propiedades que logran abrigar los interiores de una casa y para la industria del diseño y la moda ya que permite la elaboración de prendas de vestir, zapatos, estuches para celulares y gafas, joyas, carteras, hilos, etc.

    Kun también provee de otros insumos provenientes de la fibra a diferentes industrias textiles.
    Rodrigo Muñoz, gerente de Andes Material, compra a Kun fibra de alpaca clasificada. “Trabajamos en el hilado, que es manual. Hacemos ovillos de 100 a 200 gramos, según se requiera. Compramos una cantidad variada. Vendemos a diseñadoras de moda sostenible o ‘slow fashion’”.

    Muñoz destaca que los productos de Kun son 100% orgánicos; los compran hace seis meses. Su compañía ha recibido por parte de Rodríguez información sobre el cuidado de las ovejas, ya que tiene algunos de estos ovinos.

    Para esta empresaria y veterinaria, el cuidado ambiental es clave. Las materia prima proviene de comunidades campesinas que cuidan de los animales.

    Las ovejas de las cuales se obtiene la fibra son de Yanahurco, población de Cotopaxi; pertenecen al núcleo genético 4M Merino (hay apoyo del Ministerio de Agricultura). Las alpacas están en el callejón interandino, desde Imbabura hasta Cañar; se muestreó 500 camélidos de dos razas (Huacaya y Suri), en 24 comunidades.

    Rodríguez se contactó con estas poblaciones gracias al trabajo de organizaciones no gubernamentales. El diálogo permanente permitió que se obtenga la fibra de la manera que esperaba.

    La esquila de las alpacas se hace una vez al año, entre agosto y noviembre. Rodríguez, con sus propias manos, reconoce la calidad de las fibras para insumos o bienes terminados.
    Bajo la marca Kun también se comercializan joyas hechas a mano, con la fibra. De este proceso se encarga la propietaria, pero desde este mes trabajarán madres adolescentes; la idea es que obtengan ingresos a través de la fabricación.

    Rodríguez apoya el tema social y capacita a aprendices de las comunidades en su taller, ubicado en el sur de Quito; además, impulsa el comercio justo: paga entre USD 5 y 7 por kilo de fibra de alpaca, cuando en el mercado se entrega solo hasta 1,50; en el caso de la de borrego busca mejorar los USD 0,75 que se cancela por libra.

    Actualmente, junto al médico William Llantuy, tiene un proyecto de fabricación de plantillas 50% fibra de borrego y 50% de alpaca para colocar en las botas plásticas de niños de la comunidad chimboracense de Pachancho. “Esto puedo ayudar a evitar enfermedades micóticas y hacer una base de datos sobre la incidencia de las enfermedades dérmicas”, explica.

    Las fibras de alpaca y borrego que procesa Kun Eco Fibers provienen desde los páramos de los andes ecuatorianos. No se maltrata a los animales. Fotos: Cortesía y LÍDERES
    Las fibras de alpaca y borrego que procesa Kun Eco Fibers provienen desde los páramos de los andes ecuatorianos. No se maltrata a los animales. Fotos: Cortesía y LÍDERES
  • Tejidos manuales elaborados con lana de alpaca

    Redacción Quito

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    La línea de productos elaborados con lana de alpacas nació en El Inga, sitio arqueológico ubicado en la parroquia de Pifo, al oriente de Quito.

    Marilú Cordobés, fundadora del emprendimiento Inga Alpaca nació y se crió en una hacienda ubicada en El Inga junto a su familia.

    Alfredo Cordobés, padre de la emprendedora era comerciante de productos lácteos debido a las vacas que mantenía dentro de su vivienda. La familia decidió invertir en la compra de alpacas para tener mayor sustentabilidad en el mercado. En la actualidad cuentan con 3 500 alpacas.

    En el 2007 Cordobés decidió posicionar su marca en el mercado con la elaboración de prendas de vestir fabricadas con base de la lana que expulsan estos animales.

    En los primeros meses del negocio, la emprendedora contrató dos tejedoras que le ayudaron con la elaboración de chompas y chalecos. Tras 11 años del emprendimiento, Cordobés cuenta con, aproximadamente, 12 empleados que aportan con la fabricación de su línea de productos.

    Inga Alpaca se encuentra en los grandes mercados del país. Sus productos se ofertan en los aeropuertos de Cuenca y Guayaquil. En locales como Galería Ecuador Gourmet y Galería Artik en el norte y centro de la capital. Imbabura es otro de los mercados de la marca, en un local cerca del emblemático Lago San Pablo.

    La marca ha sobrepasado fronteras como EE.UU y París en los que se han ofertado sus productos a través de ferias de emprendimiento. Asimismo se han realizado envíos a Rusia y España.

    El crecimiento que Inga Alpaca obtuvo desde el año en el que arrancó, fue de un 40% . Sin embargo las ventas han disminuido debido a la situación económica del país.

    La inversión inicial de la microempresa fue de USD 300 000 por la maquinaria de tejidos que fue importada desde Canadá.

    En cuanto a la materia prima, ésta proviene de la hacienda de su padre. Él es quién le vende la lana de alpaca a su hija para la respectiva fabricación.

    Según Cordobés, el negocio le permite tener ingresos de USD 2 000 a 3 000 al mes, cantidad que se invierte en la mano de obra de los tejidos.

    La marca ofrece una variedad ‘exótica’ de productos. Se ofrecen desde accesorios como bufandas, cuellos, guantes, chompas y chalecos, hasta edredones y cobijas. Es importante destacar que los edredones son su producto estrella en el mercado.

    El emprendimiento participa continuamente en la Feria ‘El Gran Bazar’ que se realiza periódicamente en Cumbayá. Dentro de esta obtiene mayor número de clientes y reconocimiento de sus productos.

    Mireya Cáceres adquirió un accesorio de Inga Alpaca. Ella dice sentirse cómoda con la marca.

    Marilú Cordobés presenta algunos de sus productos en el taller principal de la marca ubicado en Cumbayá. Foto: LÍDERES
    Marilú Cordobés presenta algunos de sus productos en el taller principal de la marca ubicado en Cumbayá. Foto: LÍDERES
  • Ellas elaboran bisutería con lana y semillas

    Mayra Pacheco

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    Creer que las prendas tejidas son aptas solo para los días fríos, ahora no resulta tan cierto. Desde hace cuatro años, Luna Escarlata implementa la técnica del tejido para elaborar bisutería y apliques para prendas de vestir o accesorios que se pueden usar todo el año, sin importar el clima.

    La experiencia de casi 40 años usando el croché o los agujones permitió que las hermanas Margarita Lobato y Olga Lovato innoven en el arte del tejido. Al fin ambas -exceptuando el apellido por cuestiones administrativas- tienen mucho en común: tejen desde que eran jóvenes. Su fuente de inspiración fue su madre.

    Margarita recuerda que su mamá, Manuela Chulca, les confeccionaba la ropa sin emplear ninguna máquina. Sus únicas herramientas eran la tela, el hilo, la aguja y sus manos.
    Esto motivó a estas hermanas a involucrarse en esta actividad desde muy jóvenes. Lo que al principio fue una afición se convirtió en un emprendimiento que involucró a otros miembros de la familia. A Luna Escarlata se incorporaron Katherine y Verónica Haro, hijas de Olga.

    Este grupo de mujeres tejedoras se ha capacitado para elaborar aretes, collares, anillos, pulseras, gargantillas y apliques para bolsos y blusas. Todos hechos totalmente a mano con lana y croché.

    Aparte cada modelo que diseñan es único. Para confeccionar estos accesorios, las socias de Luna Escarlata toman en cuenta las preferencias de sus clientes. Esto permite ofrecer un servicio personalizado.

    Como materia prima se emplea, principalmente, lana sintética y de algodón. Estos productos se adquieren en el almacén Conson, en el Centro Histórico de Quito. La compra se hace cada quince días o una vez al mes. En esto se invierte alrededor de USD 15.

    La fina lana permite que Margarita, Olga, Katherine y Verónica tejan objetos casi diminutos y de formas diversas. Elaboran flores, mariposas, espirales, círculos. El modelo de la puntada sale de su imaginación y de algunas revistas especializadas en este tipo de arte.

    El costo de estos accesorios tejidos a mano es desde USD 1 un par de aretes hasta juegos de gargantillas y aretes en 15. En promedio, al año facturan USD 1 800.

    Además, de la lana, algunos modelos de esta bisutería incluyen semillas de sambo, achira, huairuro, corteza de coco y otros. Así se trata de fomentar el reciclaje. “Nosotras queremos rescatar lo tradicional. No creemos que todo debe ser industrializado. De esta manera cuidamos el planeta”, menciona Olga Lovato.

    Los apliques de lana que se colocan en los bolsos y en las blusas, en cambio, van sobrepuestos sobre prendas de tela. En estos artículos el valor se establece según la talla, el tamaño y el diseño solicitado.

    Las artesanas de Luna Escarlata están en condiciones de recibir pedidos al por mayor y por menor. Cuando se trata de un accesorio el tiempo estimado de entrega son dos días. Y si se tratan de cantidades más grandes, se llega a acuerdos con los clientes para tener a tiempo los productos.

    Hasta ahora, en los pedidos por mayor no han tenido complicaciones. Luna Escarlata ha participado en la elaboración de pulseras para la campaña presidencial de Cynthia Viteri, en el 2006. Entonces trabajaron con mullos en colores amarillo, azul y rojo.

    La experiencia más reciente fue en febrero del presente año. Este último pedido consistió en elaborar unas mallas tejidas para decorar unos centros de mesa para un matrimonio. Fueron 300 de estas unidades. Cada una costó USD 3, por la mano de obra.

    Paula Weiss, quien contrató este servicio, comenta que el producto fue fin al sorprendió a los invitados del matrimonio. Era una idea innovadora y de alta calidad.

    Además, Weiss destaca que a diferencia de otras tiendas con Luna Escarlata tiene la posibilidad de participar del proceso de elaboración y sugerir ideas. “Esto no es usual en otros sitios”.

    Por esto, Weiss menciona que cada vez que tiene un evento especial o compromiso acude donde las hermanas Margarita y Olga para escoger algún tejido como regalo para el homenajeado. Ella considera que este tipo de detalles son únicos y especiales.

    Katherine Haro (izq.), Olga Lovato y Margarita Lobato realizan diseños personalizados para sus clientes. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Katherine Haro (izq.), Olga Lovato y Margarita Lobato realizan diseños personalizados para sus clientes. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • 72 mujeres emprenden con cabuya y lana

    Cristina Marquez

    (F – Contenido Intercultural)

    Las artesanías que elaboran las mujeres de la Asociación Pulinguí Razcuñan son coloridas y tienen aceptación entre los turistas y los amantes de la moda de estilo étnico. Ellas manufacturan bolsos y carteras con fibras de cabuya, y elegantes chalinas, bufandas, gorros y guantes con lana de alpaca y borrego.

    Sus creaciones cuestan entre USD 5 y 35, y se ofertan en ferias artesanales de Riobamba, en la sala de exhibiciones del centro comunitario de Pulinguí y, esporádicamente, también acuden a ferias de Quito, Ambato y Cuenca.

    La meta es mejorar la calidad de sus productos y enviar sus prendas al extranjero, donde la lana de alpaca es apetecida por su textura suave y sus cualidades térmicas. Para lograr ese objetivo ellas se capacitan una vez a la semana en su centro comunitario.

    “Soñamos con ser grandes empresarias. Actualmente ganamos poco con la venta de las prendas, pero estamos ahorrando y mejorando nuestro trabajo para encontrar nuevos mercados en el extranjero”, cuenta la presidenta, Escolástica Guzmán.

    La agrupación se inició en la manufactura de prendas de vestir en el 2014, cuando sus integrantes notaron la acogida que los productos de otras comunidades tenían entre los turistas. Sin embargo, la asociación surgió en 1996.

    Hasta ese año, las 72 integrantes se dedicaban únicamente a la agricultura, a la crianza de los animales domésticos y al cuidado de la casa. “Decidimos asociarnos porque vimos que las organizaciones tenían más respaldo de las ONG y de las instituciones gubernamentales”, dice Guzmán.

    El primer año, las mujeres emprendieron una microempresa de abonos orgánicos. Ellas construyeron en sus casas camas de lombricultura para obtener humus, un tipo abono rico en nutrientes orgánicos. Sus primeros clientes fueron administradores de estadios y parques de Riobamba. Con los recursos que obtuvieron, unos USD 4 000, construyeron un centro comunitario y adquirieron un espacio para mejorar la producción del abono.

    Sin embargo, la organización atravesó problemas de comunicación y algunas socias desertaron. “Fue difícil al principio, porque estábamos aprendiendo a ser líderes. Antes las mujeres no teníamos participación en los asuntos de la comunidad”, cuenta Manuela Guzmán, expresidenta de la agrupación.

    Las mujeres también incursionaron en la siembra de quinua orgánica, que se vende a la empresa Sumak Life. Ellas se unieron para sembrar al menos 14 hectáreas de este cereal, lo limpian y lo venden listo para el consumo. En el futuro incluso aspiran comercializar productos procesados y derivados de la quinua.

    Hoy la prioridad es impulsar la producción artesanal. Las socias de la agrupación recibieron apoyo de Trias, una organización no gubernamental que les dotó de equipamiento de oficina, materia prima para las artesanías, dos máquinas de coser y mostradores para sus mercancías.

    Esos enseres fortalecieron la organización y les motivaron a mejorar la calidad de los acabados de sus tejidos e incluso a incrementar su producción. Hoy tienen telares para la elaboración de ponchos y shigras, que pronto se incluirán en su menú de productos.

    “La asociatividad se volvió nuestra estrategia más efectiva para progresar. El objetivo del proyecto es mejorar las condiciones de vida de las mujeres y sus familias, involucrar a los jóvenes y nuevas generaciones en este trabajo y fortalecer nuestra identidad cultural”, dice Olmedo Cayambe, técnico de Trias y dirigente comunitario.

    Las mujeres también forman parte de la Corporación de Turismo Comunitario de Chimborazo, (Cordtuch). Ellas ofrecen servicio de alimentación, actividades de convivencia con la comunidad y una visita a la sala de artesanías, donde los visitantes pueden verlas trabajar.

    Otros detalles

    Las socias reciben invitaciones para compartir su experiencia. Dos representantes próximamente viajarán a dos encuentros en Perú y Cuenca.

    La organización les entrega todos los materiales necesarios para fabricar las prendas. Ellas ganan entre USD 1 y 5, por cada una. Los fondos se reinvierten en otros proyectos .

    Escolástica Guzmán, Manuela Guzmán y María Juana Pacheco son de la directiva. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Escolástica Guzmán, Manuela Guzmán y María Juana Pacheco son de la directiva. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • Un grupo de mujeres realiza prendas de lana con íconos de la cultura Pasto

    José Luis Rosales   (F) Contenido Intercultural

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    Desde hace seis años 15 mujeres de San Gabriel, en Carchi, se unieron para que el tejido de lana no se pierda. Paralelamente se plantearon rescatar en las confecciones manuales los íconos de la cultura Pasto.

    Así nació la Asociación Tusa Gabal, dice su presidenta, Patricia Lloré. En el 2010 el gremio instaló un taller-tienda que funciona en la Casa de las 7 Puertas.

    Se trata de un inmueble patrimonial, de propiedad del Municipio de Montúfar, situado en la céntrica calle Los Andes.

    La idea, además, era que se valore la mano de obra de las tejedoras, explica Lloré. Antes, estas mujeres confeccionaban prendas de lana de oveja para varias empresas exportadoras.
    Por eso, el cabildo local emprendió en labores de capacitación y de ayuda logística, que permita dar un valor agregado a este oficio.

    Lo hicieron a través de dos proyectos de Fortalecimiento de las Capacidades de los Artesanos de Montúfar y de Economías Creativas, explica Darwin Enríquez, técnico de Patrimonio del Cabildo.

    Este plan contó con la ayuda financiera de la Articulación de Redes Territoriales de la Prefectura del Carchi, el Gobierno Vasco (España) y la Fundación Tecnalia.
    Esta última entidad aportó con USD 9 000 para la adquisición de materia prima, mobiliario y maquinaria, explica la dirigente.

    Con los fondos de la Prefectura, en cambio, compraron dos máquinas de costura industrial, que son para las socias que confeccionan manteles y cortinas.

    En el local, sobre estanterías de madera y maniquíes, se exhiben una variedad de modelos de sacos, gorras, bufandas, ponchos, ternos para recién nacidos…

    En varias de ellas resaltan figuras de monos, el Sol Pasto, entre otros. Este último identifica a este pueblo preincásico que ocupó los territorios del norte del actual Ecuador y del sur de Colombia.

    Esa iconografía ancestral, que luego la trasladaron a moldes, la aprendieron en una capacitación que les facilitó el arqueólogo Cristóbal Landázuri.

    La mayoría de hábiles artesanas heredó los primeros diseños y puntadas de madres y abuelas.
    Entre las socias resalta la destreza de María Nelly Nastar y Germania Pozo. Nastar, nacida en Ipiales, Colombia, y radicada desde hace tres décadas en San Gabriel, perfeccionó los secretos del tejido en la escuela.

    Estas artesanas pasan la mayor parte del día urdiendo prendas, que luego serán comercializadas en el almacén comunitario.

    Las tejedoras ponen la materia prima y la mano de obra. Eso garantiza que el 90% del valor de cada prenda vaya al bolsillos de las artesanas. El resto es para el funcionamiento de la organización.

    Desde el año pasado, se implementó en la tienda el servicio de venta de lana antialérgica, que tiene mayor acogida. Las artesanas también comparten su conocimientos sobre las diferentes técnicas con los visitantes.

    La Asociación Tusa Gabal ha diversificado sus servicios. Actualmente, en Montúfar, capacita a mujeres ecuatorianas y colombianas. Por esta actividad, el Cabildo le pagó USD 7 200.
    Mientras que, en los poblados fronterizos de Chical y Maldonado, en el noroccidente de Carchi, el grupo asesora sobre cómo iniciar una microempresa. Trabajan con el apoyo del Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio.

    Por ahora, esperan ampliar el mercado para la venta de sus artesanías. De acuerdo a Lloré cuatro prendas estarán en el catálogo del Instituto Nacional de Economía Popular y Solidaria.

    Tres  socias de Tusa Gabal : Rebeca Quinche,  Germania Pozo y Patricia Lloré. Ellas  atienden por turnos el almacén comunitario. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Tres socias de Tusa Gabal : Rebeca Quinche, Germania Pozo y Patricia Lloré. Ellas atienden por turnos el almacén comunitario. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES