Etiqueta: leyendas

  • Leyendas y comidas, en un menú exótico

    José Luis Rosales

    Relacionadas

    En un terreno que heredó de sus padres, José Velásquez Cahuasquí decidió instalar el Restaurante Museo Tuparina Wasi (Casa de Encuentro, en español).

    El establecimiento se encuentra situado en la comuna Pucará Alto, en Otavalo. Tiene una vista privilegiada del lago San Pablo y del volcán Imbabura.

    Además, a unos 200 metros está El Lechero, un árbol considerado sagrado por los descendientes del pueblo kichwa Otavalo.

    La vecindad con el mítico macizo, que es visitado por turistas nacionales y extranjeros, impulsó la apertura de este emprendimiento turístico familiar.

    Al principio se pensó en instalar una pequeña cafetería, que a más de la venta de bebidas y bocadillos, funcione como un centro de información para los visitantes, explica Velásquez.
    El proyecto se transformó en un amplio restaurante, que está decorado con elementos de varias culturas de América. La segunda planta, construida en forma de la chakana, ofrece una vista panorámica de 360 grados.

    La iniciativa tuvo el respaldo de Nancy Bonilla, esposa del ideólogo del proyecto. La dos son médicos de profesión. Velásquez es especialista en oncología y Bonilla en dermatología.
    Sin embargo, el proyecto surgió con el objetivo de generar fuentes de empleo para la familia. En el negocio colaboran las seis hermanas del emprendedor.

    Pero, además buscan revalorizar la cultura indígena local. Lo principal, señala Bonilla, es rescatar la parte cultural y religiosa de El Lechero, que en los últimos años ha sido distorsionada.

    El lugar representa el cementerio de los Awka Wawa (niños limbo), que fallecieron sin tener un nombre. También se cree que en épocas prehispánicas fue un gran observatorio astrológico.
    Los viajeros que visitan el establecimiento pueden escuchar historias y leyendas de los volcanes que rodean al mirador natural. En los solsticios y equinoccios también participan en rituales.

    Para construir este sitio turístico apelaron a dos créditos bancarios de USD 15 000 y 16 000. El resto provino de ahorros de los esposos. Hasta hoy calculan que han invertido USD 50 000 en la construcción y el equipamiento del restaurante.

    El sitio se especializa en la gastronomía andina, con un toque de esta parcialidad Otavalo. A diferencia de otras localidades vecinas, en donde la fritada va acompañada de maíz tostado, mote y papas, en Tuparina Wasi va con choclo, habas, y mellocos.

    También hay caldos de gallina de campo y cuy asado. Otro eje de esta iniciativa es apoyar a los campesinos de esta localidad, mediante la compran de productos.

    La idea es que la oferta gastronómica complazca tanto al paladar del turista nacional,a sí como del visitante extranjero. Éstos últimos prefieren platillos como carne o pollo salteados con vegetales.

    Por temporada ofrecen la chicha de maíz, que se elabora para celebrar el Inti Raymi o Fiesta del Sol. Y bajo pedido se prepara la misma bebida con frutas. También hay cócteles exóticos como el canelazo Pucará, que es producido con aguardiente de caña de azúcar, limón y canela.

    Uno de los detalles que cuidan mucho es que los precios sean módicos. El valor de un plato a la carta fluctúa entre USD 4 y 4,50. Un cuy entero cuesta 15 y la mitad 7,50. Las porciones de choclo, habas y queso USD 2,50.

    La idea es que los aventureros retornen o que recomiende a otros viajeros, asegura Velásquez. Está contento porque cuando llegan visitantes, especialmente foráneos, quedan fascinados con las historias que narra.

    Así ocurrió con las francesas Carla Turban e Iena Yatzee, que arribaron al sitio guiadas por un mapa en Internet. El paisaje del centro lacustre y de las verdes montañas cautivaron a las galas.

    Con la publicidad de boca a boca, el Restaurante Museo Tuparina Wasi se ha dado a conocer. También se apoya en redes sociales. Recientemente participaron en la Expo Imbabura, en Quito.

    En Otavalo, los esposos  José Velásquez Cahuasquí y Nancy Bonilla impulsan este emprendimiento familiar. Foto: José Luis Rosales/ LÍDERES
    En Otavalo, los esposos José Velásquez Cahuasquí y Nancy Bonilla impulsan este emprendimiento familiar. Foto: José Luis Rosales/ LÍDERES
  • La ruta turística que usa acertijos y leyendas

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Seis de cada 10 quiteños no realizan tours en su ciudad porque les parece aburrido. Este fue el diagnóstico de un estudio realizado el año pasado por Gabriela Fernández, ingeniera en Turismo y Preservación Ambiental.

    El segundo hallazgo de la investigación fue que ocho de cada 10 niños en Quito no conocen lo que es un juego tradicional.

    Estas dos realidades fueron el punto de partido para la construcción de Mi ruta, mi Quito, un recorrido por el Centro Histórico de la capital, donde lo fundamental es que los participantes tengan una experiencia vivencial.

    Se trata de la primera ruta de Ecuador Mystic Country, empresa conformada por Gabriela, su esposo Cristian Espinosa, quien se encarga de la parte administrativa, e Israel Vera, desde el lado del diseño y la publicidad.

    Mi ruta, mi Quito parte en la Iglesia de San Francisco. Desde este punto comienza la integración de los participantes. Gabriela no solo les cuenta las historias conocidas y no tan conocidas de la congregación franciscana, además les entrega un acertijo que deberán descifrar. En cada parada hay un nuevo acertijo. El ganador se lleva un souvenir.

    La segunda parada son las Colaciones de la Cruz Verde. El local es atendido por Luis Banda, quien se dedica al preparado de los tradicionales dulces desde hace 30 años, siguiendo los pasos de su abuelo, quien comenzó la labor hace más de un siglo, en 1915.

    Los integrantes de la ruta podrán observar la elaboración de las colaciones. El maní se va tostando en un caldero de gran tamaño, que Luis menea con sus dos manos, mientras en otra olla se prepara la miel, que poco a poco se irá agregando al maní. Finalmente, se añade limón como preservante natural.

    Doce lugares del Centro Histórico integran Mi ruta, mi Quito. Algunos son bastante conocidos y otros no tanto. Es el caso de la Cerería Rumivel’s, ubicada en la calle Flores, donde Uvaldina Quillupangui explica el proceso de elaboración de las velas palmatorias, utilizadas en procesiones y festividades religiosas. En este lugar, Gabriela cuenta la leyenda popular de la Dama Tapada.

    Rescatar los juegos tradicionales también es uno de los objetivos de la ruta. Todos, grandes y pequeños, deben hacer bailar al trompo, saltar la rayuela o adivinar quién tiene el florón.
    Gladys González hizo la ruta en marzo junto a sus nietos y sobrinos, quienes hicieron bailar el trompo y jugaron a la rayuela. Gladys, a pesar de que tiene 52 años viviendo en Quito, conoció las Colaciones de la Cruz Verde y la Cerería Rumivel’s.

    Lorena Acuña tampoco había participado antes en rutas de estilo similar. En mayo, se sumó a Mi ruta, mi Quito. Dice que lo que más le gustó fue poder interactuar y conocer las leyendas populares.

    Desde febrero, cuando arrancaron oficialmente, han participado 70 personas en 12 rutas. El precio por persona es de USD 20.

    Para el inicio del año escolar, están organizando rutas para grupos de escuelas y colegios. Próximamente, también tendrán un nuevo recorrido por el barrio La Tola, que incluye una visita al Parque Itchimbía y conversaciones con personajes emblemáticos de este sector.

    El mes pasado, Gabriela quedó en segundo lugar en el concurso Mujeres Emprendiendo con Éxito, organizado por la Agencia de Promoción Económica Conquito, que ahora le ayudará a pulir el emprendimiento turístico.

    Israel Vera, Cristian Espinosa y Gabriela Fernández conforman el equipo de Ecuador Mystic Country. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Israel Vera, Cristian Espinosa y Gabriela Fernández conforman el equipo de Ecuador Mystic Country. Foto: Galo Paguay / LÍDERES