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  • Su afición es visitar librerías y bibliotecas

    Redacción Cuenca

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    Los viajes a Estados Unidos, Argentina, Chile y Europa y en el país, concretamente a Quito y a Guayaquil, los aprovecha para visitar bibliotecas y librerías. El interés del empresario minero Holguer Parra es revisar nuevas publicaciones, las tendencias de la literatura y adquirir libros.

    Parra, de 63 años, empezó en esta afición desde que ingresó a la Escuela México, en Ambato. Sus padres colaboraron al buscar textos para complementar sus conocimientos. Cuando él hablaba sobre un tema académico, histórico o geográfico que aprendió, sus progenitores le obsequiaban textos relacionados.

    Desde entonces ha armado una amplia biblioteca sobre una diversidad de ámbitos, como mineros, ambientales, cuencas hídricas, literatura, ética, historia, ecología, artes plásticas, entre otros.

    Parra se dio tiempo para inventariar su colección y asegura que cuenta con alrededor de 15 000 libros y revistas, que guarda en su casa, principalmente.

    En su oficina tiene los que está leyendo en la actualidad. Allí, tiene publicaciones como ‘Ilusiones, una ciudad para el tranvía’, de Eduardo Cardoso Martínez, ‘Ni atacar ni defender sino todo lo contrario’, de Daniel Samper Pizano, y ‘El Proceso’, de Franz Kafka.

    También ‘Las Tres Ratas’, de Alfredo Pareja Diezcanseco, ‘Testimonio de un comandante’, de Ernesto González, entre otros.

    Cada mañana, Parra dedica dos horas para revisar los textos porque considera que es el mejor tiempo del día para hacerlo. “No me gusta leer uno, sino varios libros a la vez, para evitar que sea monótono”.

    Otra de sus preferencias es tener textos en papel para poder llevarlos en sus viajes y porque le gusta sentir las hojas y el aroma que tienen los libros. Las obras digitales, dice Parra, solo las revisa cuando son materiales de consulta para su trabajo.

    Entre sus autores favoritos están Mario Vargas Llosa, Umberto Eco, Juan Montalvo, José de la Cuadra, Luis A. Martínez, Isabel Allende… De ellos, Parra trata de tener una colección completa.

    De esos escritores destaca libros como ‘Siete Tratados’, ‘Cómo se hace una tesis’, ‘Catilinarias’, ‘A la Costa’, ‘Hija de la Fortuna’ y ‘La Ciudad de las Bestias’. También, ‘Economía ecológica y política ambiental’, de Joan Martínez y Jordi Roca.

    Según cuenta, le gusta leer cuáles son las nuevas tendencias de las artes plásticas y sobre la ética, porque es vital tener una formación en valores. “Hay que lograr que sus familias tengan acceso a estas publicaciones”.

    Por ello, Parra busca que sus dos hijas de 9 y 10 años se interesen por el arte, deporte y, sobre todo, por la lectura. En su casa revisa los textos de su biblioteca para recomendar la lectura de ellas. Él considera que esta afición debe ser cultivada entre los menores de edad sobre otras distracciones, como el uso de dispositivos móviles.

    Parra considera que el Gobierno debería establecer como una política de Estado el brindar facilidades para que las personas tengan el hábito de la lectura, como exoneraciones tributarias para reducir el costo de los textos.

    Holguer Parra tiene una colección de unos 15 000 libros. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Holguer Parra tiene una colección de unos 15 000 libros. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • La impresora de libros promete revolucionar el mercado editorial

    Agencia AFP

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    La librería del futuro quizá sea así: uno se acercará a la pantalla de una máquina, elegirá una obra entre las miles disponibles, pulsará un botón y se marchará cinco minutos después con el libro recién impreso y encuadernado.

    En el Salón del Libro de París, dos editoriales francesas, PUF (Prensas Universitarias de Francia) y La Martinière, decidieron presentar sendas impresoras de libros bajo demanda, una innovación que podría revolucionar el mercado editorial.

    La Expresso Book Machine, presentada por PUF, atrae a decenas de curiosos. La máquina fue ideada por la empresa norteamericana Xerox, pero en Francia la explota el programa Ireneo, impulsado por la Asociación Nacional de Impresores. Se asemeja a una enorme impresora y uno ve desfilar a toda marcha las páginas por un lado, mientras la portada se acerca por el otro. El resultado es sorprendente: el libro es casi idéntico a un ejemplar clásico y cuesta lo mismo, tan solo se percibe un brillo distinto en la tapa.

    El modelo que presenta La Martinière es bastante más pequeño, pero el resultado es similar. Lo creó la empresa japonesa Ricoh y lo gestiona la empresa francesa Orséry. La tecnología, que existe desde hace una década en Estados Unidos, prepara ahora su desembarco en Francia. «Esto supone una gran oportunidad para todos», asegura, entusiasta, el director general de PUF, Frédéric Mériot. «Con esta máquina, se solucionan muchos de los problemas que viven hoy las editoriales, los libreros y los clientes».

    Dar una nueva vida al libro

    El uso de estas máquinas promete reducir los costes relacionados con el transporte y el almacenamiento de los libros, así como los plazos de entrega y los daños medioambientales. «Nosotros tenemos miles de títulos cuya demanda es demasiado baja para que sean rentables», explica Mériot. «Ahora tenemos la posibilidad de darles una segunda vida con pequeñas tiradas. No hay riesgo porque un libro impreso es un libro vendido».

    Para los promotores del proyecto, la dificultad consiste ahora en convencer a los libreros y a los lectores de que utilicen el invento. Con un precio que ronda los USD 86 000 dólares, parece poco factible que los libreros adquieran una de estas impresoras. «Proponemos alquilar nuestra máquina a los libreros por USD 273 mensuales. A cambio, ellos ingresarán el 33% del precio de venta del libro», poco más que lo que se llevan habitualmente, asegura el presidente de Orséry, Christian Vié.

    En PUF, creen que el futuro no solo pasa por el alquiler de estas máquinas, sino también por la creación de una red de imprentas capaces de proporcionar cualquier libro al librero en cuestión de horas. El gran tamaño de las impresoras es otro escollo a la hora de convencer a las librerías. «Hay que explicar al librero que, al instalar uno de estos modelos, tendrá que quitar dos mesas de exposición, pero que, a cambio, dispondrá de un catálogo mucho más amplio».

    «Yo creo que no tendremos ningún problema para atraer a los libreros», afirma, por su parte, Vié, que opina que las impresoras les permitirán defenderse ante gigantes como la compañía estadounidense Amazon. «Hoy en día, un lector puede acudir un par de veces a su librería en busca de la obra que desea comprar, pero si no la tienen se irá a Amazon. Con la impresora, los libreros podrán conservar a este tipo de clientes», asegura.

    Más allá de las librerías y los lectores, el éxito o el fracaso de estas iniciativas dependerá, en gran medida, del interés de las editoriales. «Lo más importante es el catálogo», explica Vié. «Cuantas más editoriales consigamos, más librerías se interesarán por el proyecto», afirma el presidente de Orséry, que ya firmó un contrato con los grupos editoriales franceses La Martinière, Média Participations y Éditis.

    «Pensábamos que el mundo digital iba a acabar con el libro de papel, pero no ha sido así», dice Mériot. «Ahora puede incluso que las soluciones digitales den una segunda vida al libro clásico. Quizá estemos ante la revancha del papel sobre lo digital».

    El uso de estas máquinas promete reducir los costes relacionados con el transporte y el almacenamiento de los libros, así como los plazos de entrega y los daños medioambientales. Foto: Glenda Giacometti/ El Comercio
    El uso de estas máquinas promete reducir los costes relacionados con el transporte y el almacenamiento de los libros, así como los plazos de entrega y los daños medioambientales. Foto: Glenda Giacometti/ El Comercio