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  • Disciplina y estudio, sus llaves para ir al espacio

    Valeria Heredia

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    Erase una vez un niño que soñaba caminar sobre la Luna. Jugaba con su nave espacial y llevaba puesto un traje de astronauta en el patio de su casa ubicada en Caranqui, localidad del sur de Ibarra.

    El niño se llamaba Edwin Gómez y ahora es un adulto que ha trabajado durante cuatro décadas para conseguir su sueño: viajar hacia el espacio y catapultar el nombre de Ecuador a los cielos.

    A sus cuatro años se convirtió en un aficionado del Universo. Acostumbraba ir a un templo indígena en el que podía sentirse en el espacio, ya que las paredes tenían dibujos del Sol, la Luna y las estrellas. Le encantaba.

    En ese lugar, Gómez prometió a su madre que se prepararía física, mental y académicamente para convertirse en un miembro de la tripulación de una nave.

    Durante su etapa escolar se dedicó al máximo para obtener buenas calificaciones. Fue el mejor egresado de la escuela y del colegio. Con dedicación y disciplina ganó una beca para estudiar en la ex Unión Soviética. El camino fue duro porque la formación académica para ser astronauta demanda tiempo y esfuerzo.

    La experiencia fue inolvidable. Con apenas 18 años viajó a ese país a forjarse una vida solo. Lo principal fue la disciplina para sobrevivir, reconoce el ecuatoriano, quien hoy reside en Boston (Estados Unidos) y es máster en Ingeniería de Sistemas Avanzados de Ingeniería Espacial.

    Sin embargo, tuvo que regresar a Ecuador tras la desintegración del país soviético. Gómez buscó una carrera afín a sus sueños y decidió enlistarse en las filas de las Fuerzas Aéreas Ecuatorianas.

    Nuevamente, este ibarreño mostró su carácter y disciplina hasta obtener el grado de capitán del Ejército ecuatoriano. Pero a pesar de que estaba bien en ese espacio sentía que no era lo suyo.

    Decidió ‘darse de baja’ y viajar a Estados Unidos junto con su esposa e hijo: quería ser astronauta.

    En 2007 aplicó por primera vez al programa de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), pero no fue admitido. En 2015 volvió a postular y tampoco fue aceptado.

    En cada llamado, relata, postulan cerca de 5 000 personas. Sin embargo, en 2015 se rompió el récord, ya que se inscribieron 18 000 aspirantes, pero escogieron 10.

    Gómez detalla las exigencias para ser admitido: “El 50% es la capacidad académica. Un 30% es la parte disciplinaria, es decir, cómo es el ser humano, cómo reacciona frente a la adversidad, cuando está enojado o cómo toma decisiones. Eso es básico porque una decisión puede salvar la vida de toda la tripulación”, anota este ecuatoriano que tiene como meta viajar a Marte, como parte de los programas espaciales de la NASA.

    Pero ¿qué pasa si no logra esta vez ingresar a las filas de la agencia espacial? La respuesta es sencilla: seguirá preparándose para postular una vez más. Lo hará hasta que las fuerzas le acompañen.

    Hasta que la NASA le dé una respuesta en abril, el ecuatoriano trabaja como consultor privado espacial para las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Y dedica su tiempo a sacar su PhD en Astrofísica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).

    De las 24 horas del día, Gómez duerme cuatro o cinco, porque su preparación como astronauta implica una intensa y larga jornada de entrenamiento físico.

    La vida del ecuatoriano no solo está plagada de estudios, también está acompañada del trabajo social y el cariño a su familia. Una vez al año, Gómez visita a sus padres en su natal Caranqui. También, recorre sus pasos en las instituciones educativas que lo acogieron. Es así como nace una iniciativa de premiar a los mejores estudiantes de instituciones educativas de Ibarra.

    Desde 2007 entrega una condecoración para premiar a estudiantes destacados.
    En este tiempo junto con su familia se da un espacio para visitar amigos y recordar las vivencias.

    Su profesor José Francisco Reyna compartió con Gómez un tiempo en las aulas de clase en el Colegio San Francisco (Ibarra). Él recuerda que los trabajos de Gómez eran impecables, sus razonamientos lógicos eran avanzados.

    Otro espacio en el que destacó fue el Grupo de Música Folclórica del Colegio, donde su voz hacía vibrar a los presentes.

    El honor, la disciplina y la lealtad son tres valores que destaca Nelson Baldeón, amigo cercano de Gómez. Se conocieron cuando cursaba sus estudios en MIT y lo describe como un hombre que ayuda a los demás para que crezcan personal y académicamente. “Tiene la valentía de ir contra la historia y su anhelo de llegar al espacio es enorme”.

    Edwin Gómez con sus compañeros en la ceremonia de graduación del Ejército de EE.UU. También parace en su Graduación en Cornell University y  recibiendo un premio. Fotos: cortesía de Edwin Gómez
    Edwin Gómez con sus compañeros en la ceremonia de graduación del Ejército de EE.UU. También parace en su Graduación en Cornell University y recibiendo un premio. Fotos: cortesía de Edwin Gómez
  • Un emprendedor español quiere convertir las llaves de casa en objeto del pasado

    Agencia EFE

    San Francisco

    Goji, una cerradura inteligente que se abre con el teléfono celular, puede activarse remotamente, da la bienvenida a casa al propietario y envía fotos al correo electrónico, quiere convertir las llaves en cosa del pasado.

    «Si tienes el teléfono contigo, simplemente se conecta con la cerradura y te abre y te da un mensaje de bienvenida con tu nombre, con lo cual sabes que te está reconociendo», explicó en entrevista con Efe Bestard-Ribas, el economista de origen catalán de 45 años que desarrolló Goji junto con otros tres socios.

    La cerradura, que comenzó a venderse recientemente en el área de la Bahía de San Francisco, funciona con pilas y está conectada al servicio de internet inalámbrico de la casa.

    «Desde cualquier sitio del mundo sabes quién está entrando a la casa y desde cualquier sitio del mundo si alguien llama a la puerta le puedes abrir», explicó el emprendedor catalán.

    Goji, que se vende por 299 dólares, viene equipada con un acelerómetro que genera una alerta cuando alguien llama a la puerta y envía un mensaje al propietario. Además, tiene una pantalla en la que se pueden dejar mensajes como «no estoy en casa» o «vuelve mañana».

    Bestard-Ribas y sus socios concluyeron tras «mucha investigación de mercado» que el problema para la gente no es llevar las llaves de casa en el bolsillo.

    «El problema es que una vez que le has dado las llaves a alguien ya no sabes si esa persona tiene una copia y no tienes control sobre quién tiene acceso a tu casa», dice el empresario, quien subraya que las cerraduras inteligentes otorgan «control total sobre el acceso a la casa y la gestión del acceso a la casa».

    Goji debuta en un segmento cada vez más popular, el de la automatización del hogar, y ha buscado diferenciarse de la competencia al ser, por ejemplo, la única cerradura que hace fotos de quién llega a la casa del propietario y enviarlas al móvil.

    Bestard-Rivas, exejecutivo de la firma de productos lácteos Danone, reconoce que el ser emprendedor en Silicon Valley ha supuesto un gran aprendizaje y no solo por los desafíos que plantea el desarrollo de un nuevo producto.

    «Es un proceso, entre comillas, de perfeccionamiento y purificación del alma porque te das cuenta de que la empresa que crees es igual a ti como persona», explicó, lo que implica que si uno quiere hacer una empresa grande «tiene que convertirse en una persona muy grande».

    «Habiendo nacido en España aprendes a ver el mundo desde una óptica muy española. Es una óptica muy europea, donde vas mercado a mercado», dice el economista catalán, quien apunta que los estadounidenses, por el contrario, tienen una mentalidad de «el mundo es mío».

    En su opinión, Estados Unidos en general, y Silicon Valley en particular, es la plataforma ideal para el lanzamiento global de un producto, por ser «un gran escaparate» que otorga mucha visibilidad.

    Su consejo para los que quieran convertirse en emprendedores es «que se consigan a un buen psicólogo, asesor, consejero, quien sea». «No puedes hacerlo solo, o lo podrás, pero es mucho más duro», dice.

    Su equipo está integrado por un experto en cerraduras, con más de 30 años de experiencia en ese área, un tecnólogo que se encargó de toda la parte del software y mecánica de la cerradura y otra persona que lleva la parte de inteligencia empresarial.

    A diferencia de lo que ocurre con frecuencia en Silicon Valley, donde abundan los millonarios veinteañeros, Bestard-Rivas y su equipo han rebasado ya el listón de los 40.
    «Tenemos todos más de 40 años, lo que hace más fácil tener cierta serenidad ante los eventos», afirmó.

    La automatización del hogar ha ganado empuje en los últimos años y facilita el control remoto de un número creciente de objetos, como el aire acondicionado.

    Un estudio realizado el año pasado por la firma Forrester Research entre 4 556 usuarios de internet concluyó que al menos un 18 % de los entrevistados usaba al menos un sistema de automatización en sus viviendas.

    Forrester Research pronostica que para el año 2020, la mitad de los hogares en EE.UU., en especial los de rentas más altas, tendrán un elevado grado de automatización.

    Goji ganó el premio de innovación en el segmento de automatización del hogar en la Feria de Electrónica de Consumo (CES) celebrada en enero en Las Vegas.

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    Foto: Archivo Líderes