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  • Tres mentes creativas dan identidad a las empresas

    Sebastián Angulo

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    Llamas, osos de anteojos, cojines de colores… son parte del ambiente de las oficinas de Blu! Lab, un estudio creativo ubicado en Cumbayá (nororiente de Quito).

    No se trata solamente de una agencia de publicidad. Blu! Lab realiza trabajos que van desde el diseño industrial, pasando por el ‘branding’ (identidad y marca), hasta el diseño de empaques para diversos productos (packaging).

    Este negocio inició sus operaciones en el 2013 y, en principio, se dedicaba a la decoración de habitaciones para niños.

    Diana Zambrano y Emilia Wright arrancaron con el negocio luego de que regresaran de sus estudios de diseño gráfico, en Barcelona (España). Las dos amigas iniciaron su emprendimiento y arrancaron con la fabricación de vinilo decorativo: un plástico adhesivo para adornar interiores.

    Al empezar, invirtieron USD 3 000 para comprar un ‘plotter’ especializado en vinilo: una máquina para cortar este material en la forma que deseen las diseñadoras. Gracias a la buena aceptación que tuvo el diseño de habitaciones infantiles los clientes comenzaron a pedir otro tipo de servicios.

    En ese entonces también se incorporó Marisol Rosero al equipo; en el 2014, finalmente, el negocio tomó el nombre de Blu! Lab.

    Gracias a las buenas referencias, el estudio también comenzó a elaborar logotipos para empresas.

    Uno de los primeros contratos importantes fue con Novopan del Ecuador, firma que se dedica a la fabricación de tableros, aglomerados y laminados. En esta firma, Blu! Lab elaboró la parte gráfica, como catálogos para comunicación interna y externa.

    César Álvarez, vicepresidente de Ventas y Mercadeo de Novopan, asegura que Blu! Lab ha realizado trabajos en diferentes áreas desde hace tres años. Álvarez destaca la creatividad y puntualidad en la entrega de sus trabajos. “Nos ha ido muy bien. Siempre la calidad del trabajo es muy buena”.

    La fabricación de pósteres, lienzos, afiches y objetos decorativos como lámparas y platos base en las cadenas de Corporación Favorita también ayudaron a consolidar el estudio.
    Otra de las líneas de negocio de la firma es el diseño industrial. En el 2014 comenzaron a desarrollar esta área cuando elaboraron lámparas para el restaurante Osaka de Quito, especializado en comida japonesa y peruana.

    Además, en ese mismo año trabajaron en la decoración del restaurante de comida mexicana Chipote Chillón (norte de Quito), en el que manufacturaron piñatas, lámparas, entre otros artículos.

    Desde su creación la empresa ha trabajado para 150 firmas del país. Además ha colaborado en el desarrollo de marcas para pequeños negocios que están empezando.
    Otro de los proyectos que ha emprendido Blu! Lab -junto a otros emprendedores- es La Tejedora Distrito Creativo, en Cumbayá, que aglutina negocios de arte, yoga, meditación, relajación entretenimiento, estilo de vida, diseño arquitectónico y de modas, música, deportes, gastronomía y cerveza artesanal.

    La Tejedora está conformada por un área -donde anteriormente operaban dos antiguas fábricas textiles- que se está adecuando para convertirse en el primer distrito creativo del Ecuador.

    Blu! Lab trabajó en el ‘branding’ de Amha Design, una firma guayaquileña que se especializa en arquitectura de interiores. Ana María Hanse, arquitecta de interiores, señala que trabajaron en la personalidad de la marca, definición de colores y elaboraron el manual en el que se establecen cómo se deben trabajar las piezas gráficas de la empresa.

    Emilia Wright, Marisol Rosero  y Diana Zambrano son las socias de Blu!Lab, un estudio de diseño industrial, ‘branding’ y ‘packaging’. Su centro de operaciones está en Cumbayá. Fotos: Vicente Costales / LÍDERES
    Emilia Wright, Marisol Rosero y Diana Zambrano son las socias de Blu!Lab, un estudio de diseño industrial, ‘branding’ y ‘packaging’. Su centro de operaciones está en Cumbayá. Fotos: Vicente Costales / LÍDERES
  • Deportes para mentes extremas

    Arturo Castillo / Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    Se afirma repetidamente que el éxito de los grandes hombres de negocios de los países asiáticos se debe a que mantienen vivo el contacto con las raíces espirituales de su milenaria cultura. Efectivamente, la influencia de las tradiciones religiosas y morales de Oriente, con el budismo, confucionismo y taoísmo, principalmente, parece explicar sus sorprendentes conquistas en variados ámbitos.

    Prácticas como la meditación, kung fu, taichi, chi kung, yoga, que ayudan a mantener la mente alerta y en calma, el cuerpo dispuesto, listo para actuar de forma libre, fluida, forman parte de la cotidianidad de muchos empresarios asiáticos.

    Nada en estas disciplinas es extremo; el ideal del individuo es más bien la conquista del equilibrio, la búsqueda del centro, llamado en japonés hara y en chino, chi. Karlfried G. Dürckheim, en su libro ‘Hara’, justamente, relata sus impresiones acerca del pueblo japonés y las múltiples expresiones de ese centro vital.

    En contraste, los hombres de negocios occidentales gustan de los deportes competitivos, que permiten a su ego manifestarse, hallar alivio tensional, ‘vaciarse’ por unos momentos.

    Pero también cultivan los llamados ‘deportes extremos’, que les permiten ‘desafiarse’, tentarle al peligro, alcanzar el ‘éxtasis adrenalínico’. En general, los ejecutivos occidentales son reacios al silencio, al sano y estratégico aislamiento.

    El carácter extrovertido hace que la práctica deportiva tenga como prioridad la experiencia sensorial exaltada, el derroche energético, el reto.

    Quien se considera a sí mismo hiperactivo, seguramente buscará los deportes extremos, aunque lo coherente sería que tratara de compensar la hiperactividad con algo de quietud física y mental.

    Sin generalizar, quien se siente emocionalmente anestesiado quizás necesite ‘pellizcarse’ para constatar que aún está vivo. Hay que preguntarse si acaso las conductas de riesgo extremo no se traducen en conductas financieras de riesgo, en decisiones temerarias, en un liderazgo avasallador, en maneras sobresaltadas de conducir una organización.

    Sentarse cómodamente en una postura de yoga, respirar de manera natural y rítmica, simplemente observando el curso de los pensamientos, no es precisamente la forma ‘adecuada’ de afrontar el estrés según la mentalidad del empresario moderno. Quizás prefiera acorazarse en su auto y manejar de manera agresiva, o lanzarse desde un puente, como una forma de desafiar a la vida, como un acto ‘heroico’, de soberbia.