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  • Las participación de las pymes en la Bolsa de Valores es menor

    Redacción Quito

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    En el mundo de la Bolsa de Valores, las pequeñas y medianas empresas (pymes) tienen una presencia limitada y la expectativa es que su participación en el mercado bursátil crezca con el tiempo.

    Lo que sucede con las pymes confirma de cierta manera que la participación en la Bolsa de Valores no es de interés para el tejido empresarial ecuatoriano. Los números lo muestran: de alrededor de 50 000 empresas constituidas en el país, solo se cuentan 391 que realizan emisiones, es decir que buscan financiamiento en el mercado de valores.

    Otro dato confirma que el peso de las pymes es marginal. Según la Bolsa de Valores de Quito, el año pasado se negociaron USD 7 474 millones en el mercado de valores ecuatoriano. De esa cifra USD 46,8 millones correspondió a pymes, es decir el 0,6%.

    Históricamente, la participación de las pymes ha sido reducida. Los tres casos más recientes se registraron en el último trimestre del año pasado: la firma de servicios petroleros Sinpet, la compañía de insumos de limpieza Absorpelsa y la Red Transaccional Cooperativa RTC acudieron a la Bolsa por primera vez.

    La primera realizó una emisión por USD 500 000, la segunda por USD 2 millones y la tercera por USD 1,2 millones, según información proporcionada por la Bolsa de Valores de Quito (BVQ).

    A estas tres empresas se suma un listado de 19 pymes inscritas en la BVQ.

    Para Paul McEvoy, gerente de la BVQ, la ausencia de las pymes ocurre por falta de conocimiento sobre las alternativas de financiamiento y sobre las ventajas que trae el mercado de valores. Sin embargo, resalta que existen casos de pymes que empezaron a financiarse en la Bolsa, pero que con el tiempo crecieron y dejaron de ser pymes.

    Un ejemplo es la papelería y librería Dilipa, que llegó a la Bolsa de Valores hace cerca de 10 años. El gerente de la empresa, Ángel Segura, califica como fabulosa la experiencia en el mundo bursátil.

    “Con esta forma de financiamiento, la empresa ha crecido especialmente en activos, porque nosotros tenemos la política de crecer con locales propios, no arrendar, porque eso es un gasto. Entonces, invertir en Bolsa nos ha permitido ampliarnos más”.

    Dilipa ha realizado cinco emisiones. Las dos últimas han sido en papel comercial a corto y a largo plazo por un total de USD 5,5 millones. Segura añade que también se ha apoyado en la banca, pero la ventaja de la Bolsa de Valores es que las hipotecas o colaterales de garantía para obtener el dinero no existen. Otra ventaja es el costo. Según Segura, hay un ahorro de 1,5 a 2 puntos porcentuales si se compara con el costo que se paga por pedir un crédito en un banco.

    Uno de los puntos claves en el mercado bursátil es la transparencia de la información. Fernando Simó, presidente del Directorio de la Asociación de Casas de Valores (Asocaval) explica que para entrar al mercado de valores hay que ser especialmente formales con la información, “algo a lo que tal vez no todas las pymes están acostumbradas”.

    McEvoy compara la llegada de una pyme al mercado de valores con una persona que pide un crédito bancario. “A veces no se cumplen todos los requisitos. Además hay empresas con balances que no son suficientemente sólidos”. Por eso la importancia de contactarse con las casa de valores para recibir asesoría.

    Otro factor crucial es qué montos emitir. Simó considera que para que una emisión sea rentable no debe ser menor a un millón de dólares. El vocero de Asocaval reconoce que esa cantidad puede ser un limitante, pero añade que también existe un mecanismo especial llamado registro especial bursátil (REB), que es más rápido y que permite hacer emisiones por montos desde USD 300 000. El instrumento más utilizado por las pymes en el mercado bursátil es la factura comercial negociable.

    Negociar facturas es una alternativa

    Urbandata, ubicada en Cumbayá, es una Pyme que comercializa equipos tecnológicos. Se calificó para emitir facturas comerciales hace tres años
    Urbandata, ubicada en Cumbayá, es una Pyme que comercializa equipos tecnológicos. Se calificó para emitir facturas comerciales hace tres años. Foto: Vicente Costales / Líderes


    En el 2017, a la empresa Water Projects, una firma que se dedica a la comercialización de equipos de purificación de agua, se le presentó una buena oportunidad de venta. El monto era atractivo, pero el cliente iba a tardarse en pagar la deuda.

    Paúl Redrován, gerente de la empresa, cuenta que buscó una alternativa que le permita concretar esa venta por USD 90 000, sin que el período de espera afectara la liquidez de su empresa, que está dentro del segmento Pyme (pequeñas y medianas empresas).

    Redrován optó por entrar al mercado bursátil mediante el esquema que se conoce como emisión de facturas comerciales negociables (FCN).

    Las FCN son instrumentos que permiten a las empresas vender a inversionistas del mercado de valores el derecho de cobro de sus facturas en plazos establecidos, de hasta 360 días.

    Así, empresas como Water Projects no tienen que esperar varias semanas o meses a que su cliente pague la factura, sino que, a cambio de un porcentaje de descuento del monto, reciben de inmediato el dinero del inversionista que compra la FCN.

    Se trata de uno de los instrumentos más utilizados por las Pymes que están en Bolsa, debido a que una resolución de la Junta de Política y Regulación Monetaria emitida en el 2016 dispuso que las FCN no necesitan calificación de riesgo, como otros instrumentos.

    La resolución además creó un Registro Especial Bursátil exclusivamente para Pymes y de la economía popular y solidaria; y estipuló que las empresas emisoras de las FCN no están obligadas a contratar una auditoría externa, por lo que el proceso para realizar la emisión resulta más expedito y económico.

    Según datos de la Bolsa de Valores de Quito (BVQ),las FCN representaron el 46% del total negociado en títulos valores emitidos por Pymes en el 2018.

    También es uno de los instrumentos que más han crecido. En el 2016 se negociaron USD 30 millones en facturas; en el 2017, unos USD 62 millones y en el 2018 el monto creció a USD 271 millones.

    Gonzalo Cucalón, representante de la casa de valores Banrío, explica que el porcentaje de rendimiento que ganan los inversionistas que compran las facturas depende de varios factores. El año pasado, el rendimiento promedio estuvo en el 7%, pero puede llegar hasta el 10%.

    Entre los factores que influyen, Cucalón menciona el tamaño de la empresa que se conoce como aceptante; es decir, la empresa que tendrá que pagar la factura al inversionista, su flujo financiero, entre otros.

    Para Sebastián Suárez, gerente de dos Pymes calificadas para negociar en el mercado bursátil, Urbandata y Plumobile del Ecuador, uno de los factores que complican a las Pymes a acceder a esta forma de financiamiento es el requerimiento de que el aceptante esté de acuerdo en que el documento se negocie en la Bolsa.

    En su caso, en los tres años que sus dos empresas están inscritas en la Bolsa de Valores, solo ha podido negociar dos facturas. La mayoría de sus clientes no están de acuerdo y no aceptan la negociación en el mercado bursátil.

    “Los pagadores necesitan entrar a una plataforma y aceptar que van a pagar esa factura. A muchos no les gusta la presión de que deben pagar, sino entran en default y eso les perjudica en su imagen”.

    Cucalón menciona que debido a este requerimiento no se registran casos de no pago en la negociación de facturas en Bolsa.

    La BVQ, no obstante, ha propuesto que se reforme la ley y se elimine el requisito.

    Las casas de valores realizan un diagnóstico de la empresa

    En el camino que una pyme recorre hasta llegar a la bolsa de valores las casas de valores resultan fundamentales. Estas entidades se convierten en una suerte de asesor o de guía para que la pequeña o mediana empresa incursione con éxito en el mundo bursátil.

    Fernando Simó, presidente del directorio de Asocaval, considera que una pyme que se acerca a una casa de valores tiene mayor potencial. “La participación de una casa de valores permite elaborar un diagnóstico sobre las condiciones financieras de la pyme, para ver si con la estructura actual de la compañía es beneficioso entrar al mercado de valores”.

    El vocero de Asocaval añade que las pymes deben tener claro que la estructura de financiamiento en la bolsa de valores no solo es para las corporaciones, “Una pyme también pueda acceder. La casa de valores asesora al emisor, no es imperativo que la pyme tenga especialistas en materia financiera”.

    Paul McEvoy, gerente de la bolsa de Valores de Quito, añade que el mercado bursátil es útil para que toda empresa se expanda y reciba nuevas inversiones. Algo muy interesante, según McEvoy, es que cuando una empresa realiza una primera emisión, se recurre nuevamente a este mecanismo. “Es una forma de diversificar el financiamiento, más en un momento de baja liquidez en la economía y con la banca siendo mas cuidadosa en los créditos”.

    ¿Cuál es el perfil del inversionista que coloca su capital en las Pymes? Según McEvoy, es un inversionista sofisticado, que tiene cierto nivel de conocimiento de finanzas, de riesgos y que cuenta con un patrimonio importante que le permite diversificar sus inversiones. También hay inversionistas institucionales, como los bancos o las aseguradora o administradoras de fondos.

    Los consultados añaden que existe mucho optimismo para este año en el mercado bursátil. McEvoy destaca que con el anuncio de créditos de multilaterales hay expectativa y ánimo en el sector privado. “Esto ayuda mejorar el panorama de inversión en la bolsa de valores”.

    El año pasado se negociaron USD 7 474 millones en el mercado de valores ecuatoriano. De esa cifra  46,8 millones correspondió a Pymes, es decir el  0,6%. Sin embargo existen casos de empresas que han crecido apoyadas en el mercado bursátil.
    El año pasado se negociaron USD 7 474 millones en el mercado de valores ecuatoriano. De esa cifra 46,8 millones correspondió a Pymes, es decir el 0,6%. Sin embargo existen casos de empresas que han crecido apoyadas en el mercado bursátil. Foto: Ingimage
  • La papelería Dilipa llegó al mercado bursátil

    Redacción Quito

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    La historia de la papelería y librería Dilipa está llena de anécdotas. La apertura de su primer local, la compra del sitio donde se levantó el segundo local, los viajes por el país que hicieron sus fundadores, la expansión por Quito y otras ciudades son historias que su fundador y actual gerente general, Ángel Segura, las recuerda con claridad y las cuenta con una mezcla de emoción y nostalgia.

    Segura es oriundo de San Miguel de Bolívar, en el centro del país; él dejó su pueblo natal por idea de su madre y se formó en Quito, en el Colegio Mejía. Estudiaba en la noche y trabajaba por el día. Cursó Economía en la Universidad Central y trabajó en una agencia de viajes, así como en una empresa que importaba libros desde España. Así forjó su espíritu para los negocios.

    También estuvo desempleado y esa circunstancia lo llevó a tomar una decisión que fue la semilla de Dilipa. Eran los finales de la década de 1970 y un pariente lo convenció para trabajar juntos. Se involucró con el mundo de los textos escolares y para 1982 Segura ya tenía su primer local en Quito.

    A esta aventura se sumó su hermano Otto, actual presidente de la firma. El primer local de esta empresa -que hoy suma cerca de 360 empleados en Quito, Ibarra, Santo Domingo, Portoviejo y Ambato- lo arrendaron frente a la Universidad Católica de Quito. Y años después, los hermanos compraron una vivienda, a pocos metros del primer local.

    “La compra fue sin pensarlo. Vi un letrero de venta, hice una oferta y el comprador la aceptó. El negocio se cerró en 16 millones de sucres”, recuerda Segura.

    Para 1987, Dilipa se inscribió en el Registro Mercantil de Quito. El negocio se dinamizaba con el inicio de clases (en octubre en la Sierra y en mayo en la Costa). El trabajo era arduo: ambos hermanos viajaban desde Tulcán hasta Riobamba, pasando por ciudades del Litoral, ofreciendo los textos para escuelas y colegios.

    “Los clientes comenzaron a pedir útiles y así empezamos con la línea de papelería”, cuenta Segura desde su oficina ubicada en la matriz y centro de distribución.

    Para 1992, la empresa de los hermanos Segura hizo su primera importación de material escolar, desde Colombia. Hoy, Dilipa comercializa productos de España, Brasil, México, China, etc. El 40% de sus ventas corresponde a productos importados y el 60% es producción nacional. Firmas como Papelesa y Norma son proveedoras de esta compañía.

    Con el negocio consolidado, los hermanos Segura tomaron una decisión que les permitió obtener recursos. A finales del 2009 acogieron la sugerencia de entrar en el mercado bursátil.

    René Racines, gerente de Sucaval, les propuso a los representantes de Dilipa buscar financiamiento en la Bolsa de Valores de Quito. Racines recuerda que en principio hubo temor de parte de los hermanos Segura. “Con la asesoría que les ofrecimos entendieron el proceso de participar en la Bolsa y en el 2010 se hizo la primera emisión de papeles por cerca de USD 1,5 millones”.

    Hasta la fecha, Dilipa ha obtenido cerca de USD 10 millones en el mercado bursátil. Estos recursos sirvieron como capital de trabajo. Racines describe el proceso como una experiencia gratificante. “Les asesoramos permanentemente y la idea es generar confianza y tener una relación de largo plazo”.

    Ahora Dilipa continúa con su tarea bajo el mando de la segunda generación de la familia Segura. El objetivo es abrir más locales a escala nacional. “Queremos una fuerza de ventas más grande, nuevas sucursales e incrementar las líneas de negocios con productos digitales”, señala con seguridad Renato Segura, hijo de Ángel.

    Los hermanos Otto y Ángel Segura son los fundadores de Dilipa. Esta empresa tiene hoy en día locales en Quito, Ibarra, Santo Domingo, Portoviejo y Ambato. Foto: Alfredo Lagla / Líderes
    Los hermanos Otto y Ángel Segura son los fundadores de Dilipa. Esta empresa tiene hoy en día locales en Quito, Ibarra, Santo Domingo, Portoviejo y Ambato. Foto: Alfredo Lagla / Líderes
  • La aparatosa quiebra del imperio X

    Fernando Larenas. Redacción Quito

    Del 2005 al 2012, Eike Batista captó inversiones por 26 mil millones de dólares en las compañías que llevó al mercado bursátil. Los nombres de todas sus empresas siempre terminan en X y fueron diseñadas para actuar de manera complementaria en los sectores de minería, energía, petróleo, logística y construcción naval.

    Todas partieron de cero y con fecha marcada para entregar resultados: El plazo llegó pero no aparecieron los resultados. Hoy, Batista acumula deudas, tiene enormes inversiones que hacer, poco dinero en caja y, lo peor de todo, nadie está dispuesto a financiarlo.

    Tras liderar la lista de Forbes como el más millonario de Brasil y de estar en el ‘top ten’ mundial, en pocos meses cayó al puesto 52; su patrimonio se redujo a un poco más de 1 000 millones de dólares. El imperio X se derrumbó.

    El Grupo EBX está en liquidación. El golpe fatal ocurrió el 1 de junio de 2013, cuando su principal empresa, la petrolera OGX anunció que iba a detener las inversiones en su mayor campo de crudo. Las acciones cayeron entonces en un 90% y las empresas perdieron 23 mil millones de reales al valor del mercado.

    Según la revista Exame, que pertenece al poderoso Grupo Editorial Abril, una de las grandes premisas del mundo de los negocios es aquella que pregona la diversificación como la mejor forma de reducir los riesgos. Batista llegó a tener 16 empresas, concentró riesgos en vez de desparramarlos. Su conglomerado actuaba en mercados tan diversos como el del petróleo (OGX) al entretenimiento (IMX) que organiza espectáculos como el Circo du Soleil en Brasil. Sin embargo, detrás de tanta diversificación estaba un grupo altamente dependiente de sus cinco principales empresas, diseñadas para auxiliarse unas a otras, pero comenzaron a caer como en paracaídas.

    En el caso de estas empresas, la minera Votorantim tuvo un mal año. El eje del grupo era la petrolera OGX, un proyecto de alto riesgo que acabó en la lona. Todas las demás empresas sufrieron igualmente con la crisis de confianza que afectó al Grupo. Otro de los signos de este fracaso, según Exame, es que Eike Batista pagó el mayor interés de la historia en las subastas de petróleo y después gastó 5,3 mil millones en una campaña de exploración que no tuvo retorno.

    Exfuncionarios que trabajaron para el millonario lo definen como un gran vendedor, hábil para levantar capitales de los inversionistas bursátiles, que ascendieron a 26 mil millones de dólares. Pero financiar tantas empresas novatas en el mercado de acciones tuvo un costo muy alto. El Grupo dependía demasiado del precio de las acciones y se olvidó de dedicar tiempo a la consolidación de las empresas. Batista inventó un modelo de creación de negocios en una fórmula que, para funcionar, necesitaba transformar los proyectos en empresas con alto valor en la Bolsa; esto fue algo inédito en el mundo.

    El mercado accionario estaba encantado con Batista y dispuesto a pagar caro, sin embargo, las mayores empresas acabaron abriendo el capital. Según los analistas, el resultado fue «un grupo viciado en la Bolsa porque todo era guiado por el precio de las acciones». Un ejemplo: en la primera semana de producción de su campo Tubarão Azul (Tiburón Azul) la OGX informó que esperaba una producción de 15 mil barriles al día en cada uno de los cuatro pozos. Seis meses después, cuando se descubrió que esos pozos tenían capacidad para 5 mil barriles por día cada uno, comenzó el colapso de la empresa petrolera.

    Al contrario de EBX, Exame cita al grupo Odebrecht, el mayor conglomerado brasileño en la actualidad, con más de 16 empresas. Después de 35 años emprendió en nuevos negocios. Entre 1944 y 1979 solo trabajó en construcción, hoy en petroquímica, energía y hasta en administración de estadios.

    Batista creó negocios a una velocidad inédita en la historia del capitalismo brasileño, especialmente en sectores altamente complejos y sin dar tiempo para que una empresa sirva de pilar del grupo. Todo fue hecho al mismo tiempo para aprovechar el dinero fácil que venía de inversores extranjeros.

    Todavía el empresario brasileño continúa con sus planes de crisis destinados a deshacerse de algunos activos para lograr capitalizarse. La transacción más reciente fue la venta del tradicional Hotel Gloria, uno de los más emblemáticos de Brasil, cuya remodelación debe terminar antes de los Juegos Olímpicos del 2016 que se disputarán en Río de Janeiro. El hotel fue comprado por el grupo suizo Acron AG en un equivalente a 230 millones de dólares.

    En Colombia vendió los activos de una empresa de carbón (CCX) a la compañía turca Yildrim en 125 millones de dólares, un valor 72% por debajo de lo previsto en octubre del año pasado.El testimonio después de la crisis financiera

    En un artículo  en primera persona que publicó O Globo después de la caída del imperio X, el magnate expresó: «Quien más perdió con el derrumbe en el valor de la empresa OGX fue un accionista: Eike Batista; nadie perdió tanto como yo y es justo que así sea, yo invertí en un negocio de riesgo y es injusto que se diga que yo induje deliberadamente a creer en un sueño o en una fantasía. Soy un optimista incorregible por mi país, por mis negocios y por las personas que me rodean. A lo largo de mi actividad empresarial los éxitos y las conquistas superan largamente a los fracasos y a los errores. La minería y la extracción de petróleo son una actividad de alto riesgo. En el pico de las obras de mis emprendimientos llegué a emplear a 30 000 personas».