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  • Su estrategia mezcla sabor y superación

    Redacción Quito

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    Cansadas de que las tareas del hogar sean sus únicas actividades diarias, 16 mujeres decidieron reunirse para conversar, salir de la cotidianidad y aprender a hacer manualidades juntas.

    Sin embargo, debido a la difícil situación económica en la que varias de estas mujeres se encontraban al separarse de sus maridos, decidieron organizarse para emprender en el mundo de los negocios. Así nació, en el 2015, el Grupo de Mujeres Emprendedoras La Rumiñahui.
    María Inés Ayala, coordinadora de esta organización, comenta que el primer obstáculo con el que se enfrentó el grupo, fue la creación de un producto innovador que cause impacto en el mercado.

    No obstante, gracias a la ayuda de la Agencia de Promoción Económica del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito (ConQuito), el grupo obtuvo la capacitación necesaria y decidió incursionar en el mundo de la pastelería y galletería.

    El Grupo de Mujeres Emprendedoras La Rumiñahui decidió mantener, desde un inicio, un sistema de caja comunal donde todos sus ingresos permanecían guardados. Gracias a esto, ellas lograron acumular la inversión inicial de USD 900 que serviría, en octubre del 2016, para la creación de su empresa Divinos pasteles y galletas.

    Después de 4 meses de pruebas e investigación, estas emprendedoras lograron desarrollar recetas únicas con productos ancestrales como: chocho, quinua, zapallo, amaranto, camote, entre otros; que al mezclarse con frutas y otros ingredientes naturales, dan paso a la creación de pasteles y galletas sin azúcar y que, además, tienen un alto valor nutricional.

    Ayala cuenta que lo más difícil para las emprendedoras ha sido el riguroso proceso de capacitación que fue necesario para dar inicio a la empresa. Además, encontrar el tiempo, dentro de sus actividades diarias, para asistir a las exposiciones que impulsan los productos. Esto ha sido complicado.

    “No es fácil capacitarse cuando nosotras somos madres, amas de casa y estamos solas; es difícil, pero nunca imposible”, comenta María Inés.

    En la actualidad en día, Divinos pasteles y galletas produce una amplia gama de estas golosinas que están especialmente dirigidos a personas que por problemas de salud, como los adultos mayores, han tenido que dejar de consumir sus postres preferidos.

    Esta pastelería ofrece productos naturales que son consumibles para todas las edades y que buscan ser accesibles para el mercado quiteño. La porción de pastel de chocho con durazno, por ejemplo, tiene un costo de USD 2; el pastel completo , de 12 porciones aproximadamente, USD 25.

    Según la coordinadora de esta organización de mujeres, la solidaridad y la colaboración grupal son la base en la que se fundamenta su emprendimiento. Por este motivo, las mujeres se encargan de que toda la materia prima que se utiliza en la elaboración de sus productos venga siempre de lugares afines al llamado ‘fair trade’ o comercio justo.

    Estas emprendedoras buscan constantemente exhibir sus productos en ferias y exposiciones para poder crecer cada día más. Así, fruto de este alcance, la empresa logra facturar mensualmente la cantidad de USD 1 000.

    Para las mujeres de la agrupación, estos ingresos económicos representan una gran ayuda para sustentar a sus familias, pues en su mayoría son divorciadas o madres solteras. Sin embargo, las integrantes se encargan de seguir aportando a la caja comunal para dar más recursos a la empresa.

    Para María Inés Ayala, lo más importante y trascendente que le brinda su emprendimiento es un mundo nuevo de posibilidades y oportunidades para salir adelante y espera que, en un futuro, su empresa esté totalmente consolidada y pueda vivir de ella.

    María Inés Ayala, coordinadora del Grupo de Mujeres Emprendedoras de Rumiñahui y su empresa Divinos. Foto: Diego Pallero /LÍDERES
    María Inés Ayala, coordinadora del Grupo de Mujeres Emprendedoras de Rumiñahui y su empresa Divinos. Foto: Diego Pallero /LÍDERES
  • Un bar mezcla gastronomía con detalles étnicos

    José Luis Rosales

    En junio del año pasado retornó al país, luego de estudiar una maestría en Negocios, en España, el ingeniero en alimentos Joaquín Purtscher. Vino con la idea de establecer su propio negocio.

    La iniciativa gira entorno a la línea de venta de cerveza artesanal, que produce su familia en Caranqui, una parroquia del sur de Ibarra. Ahí, en una planta se elabora la bebida bajo la marca Caran.

    La firma de la cerveza es un apócope en homenaje a Caranqui. El nombre viene de una anécdota familiar, se cuenta en la página web de la cervecería. El suizo Óscar Purtscher, fundador de la empresa de lácteos Flor de los Alpes (Floralp) y abuelo de Joaquín, adoptó el nombre de ‘Caranqui Libre’, como una versión local del famoso coctel cubano.

    Joaquín heredó del patriarca de la familia el gusto por experimentar con propuestas nuevas. La idea es atar el turismo con productos locales, como la cerveza.

    En Otavalo, asegura, encontró un buen nicho de mercado. Para ofrecer la refrescante bebida creó la Cava Caran-Beer Experiencie, un local con diseños que resaltan íconos de la cultura Kichwa local. El novedoso bar está ubicado frente Plaza de Ponchos, considerado el mercado artesanal más grande de Sudamérica, que es un imán para viajeros que vienen de todas partes del mundo.

    En el diseño del establecimiento se cuidaron detalles. “No se trata solo de un bar, sino también es una especie de museo en el que los clientes pueden conocer la historia y el proceso de elaboración de la bebida de cebada”, explica el arquitecto Sebastián Narváez.

    El dibujo de los murales estuvo a cargo del artista kichwa Álvaro Córdova. El hábil grafitero otavaleño, conocido con el seudónimo de ‘T-naz’, plasmó a una joven mujer indígena bebiendo chicha. También, hizo una imitación de la chakana o cruz andina.

    Para instalar este negocio se invirtieron USD 30 000. El sitio abrió sus puertas hace dos meses.

    Purtscher explica que la propuesta no solo seduce a turistas extranjeros, sino también a los vecinos de la urbe.

    La idea de abrir este establecimiento surgió luego de un festival de la cerveza artesanal, que se realizó en este cantón imbabureño, el año pasado.

    Purtscher asegura que la cerveza Caran tiene acogida. En el mercado se comercializan tres variedades: Chonera (Lager), Colorado (Ale) y Esmeraldas (Black Ale). Además, hay dos bebidas especiales que son elaboradas con frutos locales. Una tiene como ingrediente la tuna, que florece en el caluroso valle del Chota.

    La otra es una cerveza negra que lleva un jarabe de higo. Esta última, tiene 8,5° y es una de las más solicitadas, comenta Joaquín.

    Sin embargo, en la Cava Caran no solo se puede degustar una de esas cinco bebidas. También se ofrece un menú con platillos que tiene entre sus ingredientes un tipo de cerveza o alguno de los componentes que se utilizan para preparar la bebida artesanal.

    Pero, indiscutiblemente la golosina del lugar es la hamburguesa de higo morlaca. Está compuesta por carne, tocino, salsa de higo con cerveza artesanal, lechuga y tomate, señala Cristian Fuentes, de Zapote Gourmet. Esta firma de consultoría gastronómica se encargó del desarrollo del concepto del negocio y el manejo de la marca, explica el chef.

    En el caso de la carta de Cava Caran, agrega, hay una fusión de la gastronomía local con recetas urbanas de Argentina y Estados Unidos. “Es comida rápida, pero con un toque gourmet”.

    La siguiente meta de Cava es replicar la iniciativa en otras urbes del país con potencial turístico.

    Joaquín Purtscher es el fundador  de Cava Caran-Beer Experiencie, en Otavalo. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Joaquín Purtscher es el fundador de Cava Caran-Beer Experiencie, en Otavalo. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
  • Su calzado es una mezcla de estilo e interculturalidad

    Redacción Quito

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    Comodidad, estilo e interculturalidad. Estas tres palabras definen a los zapatos de la marca ecuatoriana Qunis, un emprendimiento que nació de las manos de una familia en el norte de Quito.

    Fernando y Andrea Bravo (padre e hija), y Diana Ávila (cuñada) levantaron este negocio hace dos años con el objetivo de crear un calzado de mujer que se use para ir al trabajo, a la universidad y demás ocasiones.

    Pero no solo eso, estos emprendedores apuntaron a dar un valor agregado a sus clientes: los estilos andinos en cada modelo.

    La idea partió con la búsqueda de productores-artesanos para la elaboración de los zapatos y para la entrega de la materia prima: el cuero, los telares y la suela de los zapatos. Para ello recorrieron el país y llegaron a la parroquia Quisapincha (Tungurahua). En este sector encontraron a Javier Lozada, un artesano que se dedica a la producción de carteras, billeteras, cinturones de cuero y hace dos años a la elaboración de zapatos.

    El encuentro entre ambos emprendedores fue interesante para Andrea Bravo, porque juntos aprendieron a elaborar los zapatos. “Él nunca había elaborado zapatos pero tenía la indumentaria necesaria para hacerlo; por lo que tuvimos que aprender juntos”.

    Ambos hicieron pruebas durante meses, porque tenían que adaptar los modelos a todo tipo de pie. En su primera producción sacaron tallas desde la 36 hasta la 39.
    Ahora tienen una mayor variedad, que van desde la 35 hasta la 40. “Es un producto elaborado con cariño y de diseñador”, expresa Lozada.

    Este zapato es una mezcla de cuero y partes de telares de diferentes colores y formas. Este último material traen desde Otavalo (Imbabura). En total son cuatro productores que entregan los insumos para el calzado femenino.

    Bravo rescata el trabajo con las comunidades, porque ellos dan una oportunidad para que su trabajo sea reconocido fuera de sus localidades. A esto se suma que “el pago a los productores que trabajan con nosotros es justo. No regateamos”, señala la joven de 28, quien estudió una maestría en Marketing y Comunicación en Moda e hizo una inversión de USD 600 para este negocio.

    Sus colecciones son únicas, por lo que no sacan una producción masiva. Al mes producen 50 pares.

    Estos zapatos están en almacenes de hoteles del norte de Quito, en tiendas como Ashanka (Conocoto) y otros. Además se comercializan vía ‘on line’, por medio de su página de Facebook, donde están los precios de los modelos de cada uno. La mayoría alcanza los USD 35, por lo que su facturación mensual llega a USD 2 000 aproximadamente.

    Adriana Castillo es una joven que busca productos andinos elaborados en el país. Su gusto radica en que compra productos a artesanos y ayuda a que sus negocios salgan a flote. “Conozco de los zapatos por Facebook y me parecieron lindísimos, por lo que compraré unos. La idea es apoyar a los emprendedores”.

    Andrea Bravo es una de las emprendedoras que levantó la marca Qunis junto con su papá Fernando y su cuñada Diana. Foto: Galo Paguay/LÍDERES
    Andrea Bravo es una de las emprendedoras que levantó la marca Qunis junto con su papá Fernando y su cuñada Diana. Foto: Galo Paguay/LÍDERES
  • La ciencia se mezcla entre el plátano y el chocolate

    Redacción Quito

    En octubre del 2010, Frank Durán recibió un correo electrónico de su amigo Christian Zanipatín. ¿Y si hacemos chocobananas? fue la inquietud que le planteó su compañero en aquel e-mail. Ellos cursaban el último año en la carrera de Ingeniería en Biotecnología de la Espe, en el valle de Los Chillos.

    Un año y medio más tarde, la idea se consolidó como Chocobakano, plátanos congelados recubiertos con chocolate. El producto se comercializa desde mayo, en las cadenas de Supermaxi y Megamaxi.

    La firma, con sede en Alangasí (en el suroriente de Quito) alcanzó USD 2 000 en facturación en mayo. Cuenta con dos colaboradores e inició con una inversión de USD 20 000, que los dos socios obtuvieron de préstamos familiares. Aquel monto se destinó a la edificación del sitio de trabajo, la adquisición de maquinarias y frigoríficos, entre otros insumos.

    Hasta mediados del 2011, los productos se vendían, 1 000 unidades al mes, solo en siete colegios ubicados en el valle de Los Chillos, en la parroquia de Tumbaco y en el norte de Quito.

    El objetivo del proyecto, explica Zanipatín, fue promover el consumo de esta golosina mediante la industrialización de su elaboración. “El verano pasado, los colegios iniciaron vacaciones y nos quedamos sin clientes. Nos fuimos a las playas de Esmeraldas, a vender el Chocobakano. Al regresar iniciamos el proceso para ser proveedores en tiendas”, dice Durán.

    Andrea López desde hace un año consume el producto e indica que le gusta su sabor. “Consumo hasta 12 unidades a la semana con mis familiares”.

    Para los socios este negocio también es una vitrina para sus investigaciones biotecnológicas. A los plátanos semimaduros se les coloca un ‘agente madurador’ (fórmula), para que alcancen en un tiempo determinado sus mejores propiedades. Este proceso es la investigación de la ingeniería de Zanipatín.

    Luego, la fruta se congela a -20° por dos horas, de allí se recubre con chocolate. Durán indica que la cobertura tiene un conservante que se extrae de aceites de canela. Este proceso también es parte de su investigación de grado. Así se extiende la duración del producto a dos meses. “La intención es que pueda exportarse”, dice.

    Piedad Ojeda, propietaria del minimarket Tradición Lojana, norte de Quito, cuenta que comercializa Chocobakano desde hace ocho meses. “Se pueden vender hasta 200 unidades por mes”.

    Zanipatín y Durán prefieren no encasillarse en un cargo específico dentro de la empresa. Ambos se encargan de la tributación hasta la repartición de los pedidos.

    Carlos Valenzuela, propietario de la cancha de fútbol sintética San Toño, en la Mitad del Mundo, cuenta que su último pedido fue de 180 Chocobakano para un torneo infantil, la semana pasada.

    La producción

    La presentación. Se distribuye en cajas de seis unidades empacadas una a una. El precio por caja es de aproximadamente USD 3.
    La elaboración. Poseen una capacidad de elaborar hasta 100 000 unidades de Chocobakano por mes. Se les añade grageas de caramelo o ralladura de coco dependiendo de cada pedido.

  • El nuevo chocolate usa más cacao y se mezcla con frutos y especias

    La producción de chocolate en el país está en una etapa en la que se aplican nuevas recetas. Esa innovación viene con la elaboración de tabletas que mezclan cada vez más cantidad de cacao fino de aroma con frutos y especies, como maracuyá, naranja, ají, mortiño, jengibre…

    Una de las marcas que participa en esta evolución es Pacari. Santiago Peralta, su representante, explica que en el país el chocolate más popular aún es el de leche, tal como ocurre en todo el continente. Sin embargo, advierte que en los últimos cuatro años se han desarrollado marcas de chocolate negro que han ampliado la oferta en el mercado local.

    Como ejemplo, Peralta menciona que Pacari ha desarrollado tabletas de chocolate con uvilla o mortiño. “Hemos innovado en nuevos procesos y ahora contamos con reconocimiento y certificaciones internacionales”, dice el representante de la marca que envía cerca del 40% de sus exportaciones a Europa.

    Otra de las marcas que desarrolla nuevos productos es Caoni. Su vocero, Roberto Brauer, coincide con Peralta en cuanto a las preferencias del paladar ecuatoriano. Este empresario del sector chocolatero señala que en el país existen dos mercados: el chocolate golosina y las tabletas elaboradas con cacao fino de aroma. “El primero es mucho más grande, es masivo, mientras que las tabletas son de nicho”. Esto se confirma con el número de empresas que cubren este segmento: “no somos más de cinco o seis”, en palabras de Brauer. Aún así, el representante de Caoni considera que el consumo de chocolate negro irá creciendo en el país.

    En las cadenas de retail se confirma la tendencia de innovar sabores. Una fuente de Corporación Favorita destaca que el uso de cacao fino de aroma para producir localmente chocolate de exportación ha sido la mayor innovación en los últimos años. También destaca las combinaciones de hierba luisa, sal, ají, etc., con cacao con determinación de origen. Esta oferta es parte de las 110 marcas de chocolate que vende Corporación Favorita.

    Chocolates Bios es otra de las marcas que se cuentan en el mercado local, que en el 2010 registró 25 establecimientos, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos. Bios se especializa en tabletas y bombones de chocolate con leche.

    Su gerente, Juan Olgieser, cuenta que mantener la receta dulce original utilizada desde hace más de 70 años tiene beneficios: “Las ventas de nuestros chocolates crecen un 20% anual y mantenemos un target que elige nuestro producto. Además, el 25% de la producción de la empresa se envía a Costa Rica y Singapur”.

    No obstante, Bios también sigue la corriente y alista nuevos productos. Para eso invirtió unos USD 80 000 en nueva maquinaria, para elaborar tabletas con chocolate más amargo y otras variedades.

    Ahora, el reto del chocolate ecuatorianos es potenciarse en el país y en el extranjero. Cyril Prud’homme, de la firma Cyril-Boutique, comenta que entrar en Europa es muy difícil. “La competencia es muy grande; hay centenares de marcas de todo el mundo que buscan espacio”.

    Para este chocolatero francés, es importante tener cuidado en la mezcla del cacao y el manejo de publicidad fuera del país. “El cacao ecuatoriano es uno de los mejores del mundo, pero aún puede mejorar”.

    El embajador de Francia en Ecuador, Jean-Baptiste Main de Boissiere, también cree que la nueva oferta chocolatera ecuatoriana tiene potencial en el extranjero. “No solo se debe exportar, también es necesario fomentar el consumo interno para desarrollar nuevos gustos en cuanto a sabores. Solo así se fortalecerá a la industria chocolatera ecuatoriana”.

    El diplomático también recomienda transferir conocimientos de países con tradición chocolatera y desarrollar una política de cooperación entre la empresa privada y el sector estatal.

    Para Jean-Christophe Lievain, director de la Cámara Franco-Ecuatoriana, el reto de los productores es abaratar costos y mantener la calidad del chocolate. “Hay que aprovechar que Ecuador exporta el 70% del cacao fino de aroma del mundo”.

  • La pinta es una mezcla entre la durabilidad y el buen diseño

    Nicolás tiene 14 años. La semana anterior, al preparar los materiales y uniformes para ingresar nuevamente a clases, se dio cuenta de que había crecido unos tres centímetros en estatura. Édgar Soto, su padre, explica que destinará USD 120 para comprar un nuevo uniforme deportivo para el Colegio La Salle, en donde estudia su hijo.

    El aspecto de los uniformes es fundamental para las instituciones educativas. “Pero ha tomado una nueva definición”, señala la parvularia Gissela Díaz. Ella añade que la nueva proyección de las escuelas y colegios es que el estudiante se sienta “satisfecho”, con el uniforme que lleva. Para Mónica Vela, propietaria del negocio Modas y Tela (cuyo local está en el valle de Los Chillos), los modelos en los uniformes escolares han evolucionado en los últimos cinco años.

    Vela explica que antes los colores más utilizados eran los oscuros, como café y azul marino. “El modelo camisa blanca y pantalón oscuro está en declive”. Los colores verdes marcan las tendencias y el algodón va siendo reemplazado por poliéster de alta resistencia, añade la propietaria de este negocio que elabora uniformes para seis planteles de los valles.

    En agosto, esta microempresa que emplea a tres madres de familia, elaboró más de 800 prendas. En otros meses confecciona hasta 300, en promedio.

    Modas y Tela es uno de los 578 locales dedicados a la confección y venta de prendas de vestir deportivas, guantes, corbatas, etc., que se registraron en el Censo Económico del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos.

    Otro negocio de este tipo es DeCasa Sport. José Casa, su propietario, indica que desde hace 10 años se dedica al corte y costura de modelos escolares y añade que el mercado ha ido en aumento.

    Casa sostiene que su producción se incrementó este año, ya que elaboró 559 kits para el Ministerio de Educación. Se tratan de conjuntos de vestimenta comprendidos de pantalón, camisetas y buzo. Según datos de esta cartera de Estado, para el inicio del año lectivo 2012 – 2013 se entregarán uniformes para más de 560 000 niños.

    El presupuesto asignado para este rubro bordea los USD 14 millones.

  • Manillas: una mezcla de moda y marketing

    Fernando Mendoza / LÍDERES

    Las pulseras o manillas elaboradas con telas de colores ahora son más sofisticadas. Ya no solo son hechas por artesanos y vendidas en las calles o ferias artesanales.

    Ahora, hay empresas que se dedican a elaborarlas y en ellas colocan mensajes sociales, promocionales o lemas de otras firmas o asociaciones que desean ingresar con un producto al mercado. Estos accesorios también son utilizados como estrategia de promoción o posicionamiento de marcas o productos.

    Viviana Gaibor es gerenta general de Equitex, negocio especializado en elaboración de etiquetas. El fuerte de la empresa, hace dos años, era precisamente esa línea de negocio; pero desde el 2010 cambió. Hoy, la elaboración de pulseras abarca el 50% de su producción.

    Gaibor explica que la elaboración de pulseras nació en el 2009 y nadie lo tomaba en cuenta. Pero en estos dos últimos años la utilización de estos accesorios se ha incrementado. Según ella, los pedidos van de 1 000 a un millón de pulseras mensuales. Eso porque los accesorios sirven como una estrategia BTL.

    Andrés Menéndez, experto en marketing, da la razón a Gaibor. “La mayoría de esos accesorios son de bajo costo y alta trascendencia. Son utilizados para promocionar campañas con toque social y dependiendo de los mensajes son utilizados por jóvenes y adultos”.

    Precisamente, en ese aspecto tienen otro punto a favor. Menéndez explica que esos accesorios (manillas) son multitarget; es decir, pueden ser utilizados por hombres, mujeres y niños de todas las edades y no pasa nada”. Para él, es una apuesta marketera ganadora.

    Miguel Aguirre, coordinador de comunicación de Fundación Telefónica Movistar, explica que utilizaron la distribución de manillas porque la Fundación ejecuta programas propios de desarrollo social, entre ellos Proniño. Este programa tiene como objetivo prevenir y erradicar el trabajo infantil y se ejecuta en el Ecuador desde hace 14 años.

    “En este sentido, con motivo del 12 de junio, Día Mundial contra el Trabajo Infantil, vimos la oportunidad de entregar a la comunidad un material (las pulseras) que sensibilice y recuerde a las personas el compromiso de combatir esta problemática social que afecta al país”.

    Según Aguirre, las manillas se convirtieron en un elemento importante para que las personas se sensibilicen ante una problemática social, puesto que tiene una recordación directa al ser utilizada en la muñeca. En las manillas de Fundación Telefónica estaba escrito el mensaje: “Juntos contra el trabajo infantil”.

    Francisco Guerra es estudiante de cuarto nivel de Mecánica Automotriz, en la Universidad Tecnológica Equinoccial. Él, en sus muñecas, lleva más de ocho manillas verdes, amarillas, negras, rojas y azules. “Son chéveres, están a la moda. Además cada una tiene un mensaje. No me pongo las que promocionan marca o producto, prefiero ponerme las que encajan más con mi forma de pensar, por ejemplo, la del Yasuní-ITT. Es un proyecto que apoyo y por eso utilizo la pulsera en mi muñeca”.

    Las manillas también son utilizadas dentro de las empresas con un mensaje de empoderamiento de los espacios de la firma o como una forma de hacer campaña o tener buenas prácticas dentro de las firmas. Un ejemplo es Edesa, empresa que produce sanitarios y griferías de baño.

    Bertha Bustos, gerenta de Marketing de la empresa, explica que utilizaron una manilla porque buscaban algo sencillo, llamativo y atractivo para cualquier edad y que les permita recordar la necesidad del cuidado del planeta. Además, que sea interesante para sus colaboradores.

    Para Bustos, la acogida de las manillas fue muy buena. Ella explica que el 100% del personal se acercaba a ella para obtener una manilla. Se convirtió en una representación de marca que resultó muy efectiva para aprovechar y comunicar el mensaje que quería al interior de la empresa. Además, todos los colaboradores portaban la manilla con orgullo.

    Las pulseras

    • Uso. Son colocadas en las muñecas o en los tobillos. Se las hace de diferentes colores y se ajustan a la necesidad de los clientes empresariales.
    • Punto de venta. Como parte de la estrategia, algunas pulseras son obsequiadas en los puntos de venta. Así se asegura el uso de las mismas.
    • El impacto. Las manillas con mensajes sociales o promoción de marcas son las más utilizadas hoy en día.