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  • Los microempresarios son el foco de atención de este banco

    Redacción Líderes

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    Petrona Tuglema y su esposo Antonio Carrillo viven en una comunidad distante de Colta, Chimborazo. Ellos se dedican a la crianza de cuyes y conejos para venderlos en los mercados de Cajabamba y Riobamba.

    El negocio lo iniciaron ese mismo año, cuando obtuvieron un crédito de USD 500 para capitalizar su pequeño emprendimiento, sembrar pastos y construir cuyeras adecuadas para la crianza de esos animales, así minimizaron pérdidas y mejoraron la calidad de sus productos. Son clientes de Vision Fund desde el 2012

    “Nuestra situación era muy difícil. Fuimos engañados por un coyotero y nos quedamos con una deuda altísima en el banco”, recuerda Carrillo, de 69 años.

    Además, él y su esposa se quedaron a cargo de sus nietos, Bertha y Carlitos, desde que su hija falleció hace casi 10 años. La familia atravesaba por una crisis económica hasta que fueron contactados por la banca comunal de Vision Fund.

    “La ayuda llegó por medio de los niños”, cuenta Petrona Tuglema. Los dos pequeños fueron patrocinados por World Vision, y el banco, que es uno de los brazos de ayuda de la ONG, les dio prioridad al recibir el crédito.

    “A diferencia de la deuda que teníamos en el banco, esta fue más fácil de pagar. No nos pidieron tantos papeles y los intereses fueron muy flexibles”, dice Carrillo.

    A 30 minutos de allí, en Guamote, viven José Urquizo y su familia. En el 2012, ellos también accedieron a un crédito de Vision Fund para iniciar una fábrica de quesos que se llama Muchuk Mikuy. Generan dos fuentes de trabajo adicionales a la familia y benefician indirectamente a unas 350 familias que les proveen de los 1 700 litros de leche que requieren para producir 400 quesos diarios.

    La administradora e impulsora de la empresa familiar es Gladys Urquizo, de 22 años. Ella se educó patrocinada por World Vision, se graduó con las mejores calificaciones y se hizo acreedora a una beca para estudiar su carrera universitaria en la Universidad San Francisco de Quito. “Escogí estudiar auditoría porque es lo que ahora le hace falta a nuestro negocio, un manejo administrativo técnico”.

    Ellos obtuvieron crédito de Vision Fund y adquirieron los equipos básicos para producir los quesos, y con los siguientes mejoraron la pequeña planta de producción que instalaron en su casa, hoy incluso cuentan con un caldero industrial, tanques de enfriamiento, y otros equipos.

    José Luis Ochoa Gamboa, director de Vision Fund en Ecuador, explica que el trabajo de la entidad se enfoca en capacitar a microempresarios para un adecuado negocio. “Trabajamos en inclusión financiera, que es un tema clave en la productividad”. La entidad busca negocios con al menos seis meses en el mercado, añade Gamboa.

    También pone atención en temas de salud, desarrollo productivo y empleabilidad.

    En Ecuador, la mayoría de cliente está en el campo y el 65% son mujeres. En la actualidad la organización cuenta con 17 oficinas ubicadas en la Sierra y Costa ecuatoriana, a través de las cuales ha permitido atender a más de 56 000 clientes con una cartera de USD 50 millones. El trabajo del 2017 ha permitido generar impacto social en 68 000 niños y niñas.

    Las operaciones de esta entidad se enfocan hoy en día en provincias del norte del país como Esmeraldas, Carchi e Imbabura. Pero también llegan a Manabí, Tungurahua, Bolívar, Cotopaxi, Chimborazo, Los Ríos y Bolívar.

    La fábrica de quesos Muchuk Mikuy está en Guamote. Foto: Gleda Giacometti / LÍDERES
    La fábrica de quesos Muchuk Mikuy está en Guamote. Foto: Gleda Giacometti / LÍDERES
  • 400 microempresarios de cinco provincias se capacitaron sobre calidad

    Redacción Guayaquil (I)

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    Alrededor de 400 microempresarios de las provincias de Guayas, Los Ríos, Santa Elena, Bolívar y Galápagos han sido capacitados sobre los sistemas de calidad de sus productos.
    El lunes 11 de abril del 2016 se realizó la segunda capacitación en Guayaquil a la que asistieron cerca de 200 emprendedores. El evento se desarrolló desde las 14:00, en las oficinas del Ministerio de Industrias y Producción (Mipro) ubicadas en el edificio del Gobierno Zonal, en el norte del Puerto Principal.

    Carlos Vaca, Coordinador Zonal del Mipro manifestó que el principal objetivo de estas charlas es que los emprendedores conozcan como mejorar sus productos, a qué instituciones acudir en caso de ayuda y cuáles son las normas o leyes a las que están sujetos en torno a su producción.

    “Los micro, pequeños y medianos empresarios deben conocer todas las alternativas que tienen para que su productos puedan ser vendido de mejor forma al momento de estar en la percha y que incluso puedan ser exportados”, indicó el funcionario.

    Las capacitaciones las realiza la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa), del Servicio Ecuatoriano de Normalización (INEN) y gestores privados, que se han sumado a esta iniciativa como consultores que promueven las normas ISO 9001, ISO 14001, ISO 22000 y OHSAS 18000.

    Vaca dijo que continuarán con las capacitaciones, cuyos participantes reciben, al finalizar, certificados de asistencia.

    El MIPRO realiza la socialización de Sistemas Integrados de Gestión con la participación de micro, pequeños y medianos empresarios. Foto: LÍDERES
    El MIPRO realiza la socialización de Sistemas Integrados de Gestión con la participación de micro, pequeños y medianos empresarios. Foto: LÍDERES
  • Conexión Emprendedores aglutinó a 60 microempresarios en Guayaquil

    Washington Paspuel

    Más de 60 emprendedores se citaron entre el viernes 13 y el sábado 14 de noviembre del 2015 en el salón principal del Centro Empresarial Las Cámaras, en el norte de Guayaquil, para exhibir y promocionar sus productos. Los micro y medianos empresarios fueron el eje de la feria Conexión Emprendedores 2015, organizada por el Ministerio de Industrias y Producción, con la intención de promocionar sus productos y servicios.

    Carlos Vaca, coordinador de la Zona 5 del Ministerio de Industrias y Producción, estimó que las expectativas de ventas durante los dos días de la feria son de entre USD 120 000 y USD 150 000.

    La feria incluyó la organización de una pequeña rueda de negocios, en un área contigua a la exhibición, y en la que participaron representantes de grandes cadenas de venta minorista, como los grupos El Rosado (Mi Comisariato), Corporación Favorita (Supermaxi), De Prati, y Supermercados Coral. Los organizadores prevén que tras las 80 citas de negocios pactadas se generen acuerdos de ventas, a mediano y a la largo plazo, por alrededor de USD 1 millón.

    En la feria predominó el emprendimiento femenino, con alrededor del 60% de los negocios liderados por microempresarias. Fanny Caiza fue la prueba. Esta especialista apícola colocó el estand de su microempresa, bautizada como Zángano Danny, en la entrada del salón de exhibición. Caiza lleva más de 30 años extrayendo miel de abeja en su granja apícola ubicada en la parroquia rural Luis Gómez Rendón (Progreso), en el suroeste de Guayaquil.

    Hace 20 años, se capacitó con un especialista israelí en técnicas de manejo del producto, pero hace poco más de un año empezó a darle valor agregado al producto. “Ahora, además de la miel, elaboro champú de miel con polen, champú con propóleos, polen deshidratado, y dulces”.

    La feria también resultó el escaparate para negocios más consolidados, como el dirigido por Raquel Cajamarca, una profesional estilista que creó una línea de tratamiento capilar para uso profesional. “Empezamos con productos exclusivos para los salones de belleza, y luego nos extendimos con opciones para el público en general”. Su empresa, Lugus Innovation oferta una gama de productos para el cuidado del cabello bajo la marca LG.

    Hernán Once expuso en un stand más sobrio, situado en un costado del salón, dos opciones de licor de cacao, obtenido de sus cultivos en el cantón Vinces (Los Ríos). “Este licor puede disfrutarse directamente, o con leche y hielo al gusto. Proviene del mejor cacao fino de aroma de la zona de Los Ríos”, se promocionó.

    La feria de emprendimiento incluyó una serie de charlas, entre ellas sobre el correcto manejo de las redes sociales para mejorar las ventas.

    La feria incluyó la organización de una pequeña rueda de negocios. Foto: Enrique Pesantes/El Comercio
    La feria incluyó la organización de una pequeña rueda de negocios. Foto: Enrique Pesantes/El Comercio
  • Los microempresarios sacan el jugo a los créditos

    La economía popular y solidaria ha sido clave para que los campesinos desarrollen emprendimientos. Según datos de la incubadora de empresas Innpulsar, con sede en Cuenca, de 200 proyectos femeninos que han acompañado, el 70% es de mujeres rurales.

    Para Héctor Fajardo, de la Unión de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Sur (Ucacsur), este dato tiene sentido, porque las campesinas se acercan con frecuencia para solicitar créditos para instalar criaderos de pollos, asaderos de cuyes, negocios de deshidratación de frutas o elaboración de pulpas para jugo.

    Una de ellas es Carmen Quizhpe, quien solicitó, en el 2010, un crédito por USD 3 000 a la cooperativa Juventud Ecuatoriana Progresista e instaló un negocio de mermeladas de papaya, mango, fresa, maracuyá, ají y pimientos. Al año pagó el crédito y ahora solicitará otro para comprar hornos para deshidratar la fruta con la que trabaja.

    En la ciudad también se benefician los emprendedores de los créditos de las cooperativas. Empanadas y algo más es un negocio de 15 m2 en el centro de Cuenca. Allí, Amelia Orellana comercializa empanadas, humitas, quimbolitos, entre otros bocaditos tradicionales. Ella obtuvo un crédito de USD 1 500, de la cooperativa La Merced y ya lo pagó. «Las cooperativas son más accesibles con las personas de escasos recursos y uno se siente en casa cuando llega a esas entidades, lo que no pasa en los bancos».

    Otro de los beneficiarios de las entidades de la economía popular y solidaria es Luis Andagana, que vive en el sector de Mogato, al occidente de Ambato. Este hombre de 33 años conformó una empresa familiar de explotación de material pétreo sobre la base de un crédito otorgado por la cooperativa Chibuleo.

    Andagana proviene de una familia de agricultores. Tiene seis hermanos. Con dos de ellos, Ángel y Hernán, conformó la empresa de explotación minera.

    Luego de una fugaz carrera como artista popular, Andagana tomó la decisión de emprender un negocio propio. Los tres hermanos invirtieron sus ahorros en la cooperativa Chibuleo. Esa entidad financiera les desembolsó USD 15 000; además Andagana hipotecó la primera volqueta de su iniciativa. Con ese automotor comercializaba el material pétreo que comparaba en las minas.

    Nicolás Manobanda, ejecutivo de la cooperativa Chibuleo, menciona que no le pidieron garantía porque entre los indígenas «la palabra es suficiente».

    Otra cooperativa indígena de éxito es Mushuc Runa (‘Hombre nuevo’ en quichua). Una de sus clientes es Carmen Tualisa, de la parroquia Quisapincha. «Desde el 2011 ya me han entregado tres créditos. El último fue de USD 7 000. Con eso compro terneros de cuatro meses, a USD 200 cada uno, semillas e insumos agrícolas».

    Esta forma de operar de las dos cooperativas generó la apertura de más instituciones. En Tungurahua, en el 2002 eran 16, hoy suman 402 entidades, entre cooperativas, corporaciones de desarrollo y cajas de crédito.

    La Superintendencia de la Economía Popular y Solidaria tiene un registro de 900 cooperativas de ahorro y crédito. Sin embargo, las estadísticas de los organismos de control sostienen que el crédito de las cooperativas están enfocado básicamente en el consumo, que se lleva alrededor del 50% de los préstamos otorgados y que ha venido en aumento a raíz de la dolarización.

    La otra parte de los préstamos se reparte en micropréstamos para actividades productivas, comercio y servicios principalmente.

    Glosario

    El sector cooperativo:  comprende el conjunto de organizaciones entendidas como sociedades de personas que se han unido en forma voluntaria para satisfacer sus necesidades económicas, sociales y culturales en común, mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática, con personalidad jurídica de derecho privado e interés social.

    El sector asociativo:  está constituido por personas naturales con actividades económicas productivas similares o complementarias, con el objeto de producir, comercializar y consumir bienes y servicios lícitos y socialmente necesarios, autoabastecerse de materia prima, insumos, herramientas, tecnología, equipos y otros bienes, o comercializar su producción en forma solidaria y autogestionada bajo los principios de la economía popular y solidaria.

    El sector comunitario:  es el conjunto de organizaciones vinculadas por relaciones de territorio, familiares, identidades étnicas, culturales, de género, de cuidado de la naturaleza, urbanas o rurales; o, de comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades que con trabajo conjunto tienen por objeto la producción, comercialización, distribución y el consumo de bienes o servicios lícitos y socialmente necesarios, en forma solidaria y autogestionada.

    Las unidades económicas populares:  son emprendimientos unipersonales, familiares, domésticos, comerciantes minoristas y talleres artesanales; que realizan actividades de producción, comercialización de bienes y prestación de servicios.

  • El Bazar es la vitrina de microempresarios

    Redacción Guayaquil (I)

    Los costos de alquilar un local, amoblarlo y pagar servicios básicos cada mes para tener un espacio donde dar a conocer sus productos pueden limitar a los microempresarios y mermar la rentabilidad de sus negocios. Esto sucede porque cuando arrancan con sus ideas, no siempre cuentan con el capital suficiente para cubrir estos gastos fijos.

    Las ferias, que también se conocen como bazares, en los que se alquilan espacios o estands durante determinados períodos (tres a cuatro días, en promedio), son eventos que en Guayaquil han tomado fuerza. Estos espacios se han convertido en una alternativa económica para los microempresarios que buscan captar clientes.

    El Mercadito, Artsenal, El Mercadillo y El Art Bazaar son algunos de los espacios que funcionan como locales temporales para microempresarios. Un espacio puede costar desde USD 15 hasta 450, dependiendo de los días que dure el evento y el sitio en el que se realice.

    Uno de las iniciativas más conocidas en bazares al aire libre en Guayaquil fue El Mercadito. Esta idea surgió en la mente de Alexa Altgelt, Pierina Álvarez y Gabriela Zea, en septiembre del 2010, en Samborondón.

    La primera vez tuvo 30 expositores. Ahora lleva 14 ediciones y agrupa a unos 80 expositores. Del 4 al 6 de septiembre se realizará una nueva edición del evento en el Parque Histórico de Samborondón; como en años anteriores, dice Altgelt, se espera tener una afluencia de entre 7 000 y 8 000 personas durante los tres días.

    «Muchos de nuestros expositores han estado en los 14 eventos, y hemos empoderado a la gente para que tenga un mercado estable. Algunos ya abrieron su propios locales. Es gratificante porque muchos, antes, solo trabajaban desde sus casas», cuenta Altgelt.

    Los expositores pueden acceder a un espacio pagando desde USD 200 hasta 450. Denisse Ortega es una diseñadora de joyas que participa en El Mercadito y dice que ha sido «una plataforma para llegar a clientes que de otra manera no hubieran llegado». Gracias a la acogida que han tenido sus piezas de joyería, ya está pensando en abrir un local.

    Otro bazar al aire libre que tiene gran acogida es El Mercadillo, que se realiza dos sábados al mes en el patio de una casa en Urdesa, conocida como La Casa del Árbol. En este evento, los expositores pueden vender sus productos en estands de 2×2 metros por USD 15, durante un día, de 08:30 a 19:00.

    El valor agregado que buscan espacios como estos es darle a los visitantes una experiencia diferente, al comprar al aire libre. Sin embargo, los bazares también se abren cancha en los espacios tradicionales, en donde la afluencia de gente es fija, como los centros comerciales.

    En el Mall del Sol y en Village Plaza, por ejemplo, el pasado julio se realizaron ferias para emprendedores.

    El Artsenal, cuyo enfoque son las manualidades, es ideado por Daniella Morales y se realiza hace tres años en Village Plaza, en Samborondón.

    Este bazar dura cuatro días y se realiza cuatro veces al año. Los participantes tienen la opción de compartir el espacio y seleccionar cuántos días quieren estar. Por jueves y viernes se puede pagar entre 150 y 180, y por sábado y domingo de USD 200 a USD 240.

    Patricia Zambrano, una de las participantes, que vende placas y collares para mascotas, dice que esta es la mejor forma de vender cuando no se puede poner un local. «La gente me puede contactar, porque se llevan una tarjetita. Siempre invierto como mínimo unos USD 500 por los cuatro días y a diario vende unos USD 300, hay una ganancia en todo sentido», señala.

    Los espacios

    Las fechas. Por lo general, las ferias se realizan en las épocas más co­merciales del año. El Mercadito y Artsenal, por ejemplo, se realizan en los días previos al Día de las Madres y Navidad.

    Con temas. Los bazares suelen ser temáticos también. El Art Bazaar, que se realizó este mes en el Hostal Manso tuvo como temática expositores relacionados al reciclaje.