350 emprendedores de todo el país ya pueden aplicar al programa Misión Ecuador, apoyado por la Embajada de Estados Unidos en el país. Este año, el programa se realizará de forma virtual del viernes 27 de noviembre al sábado 12 de diciembre del 2020.
Dentro del programa, los becarios recibirán herramientas de instructores y mentores nacionales e internacionales. Aprenderán sobre liderazgo, finanzas, servicio al cliente, técnicas de ventas, marketing, herramientas digitales, plan de negocios, acceso a créditos, pautaje en redes sociales, entre otros.
La aplicación es válida solamente para residentes en Ecuador. Se recibirán aplicaciones hasta el 8 de noviembre del 2020. Los requisitos son:
● Tener entre 20 y 50 años de edad.
● Tener un negocio, comercio y/o emprendimiento propio con al menos un año de funcionamiento, clientes y ventas.
● Contar con al menos un trabajador en su plantilla laboral.
● Tener un producto o servicio innovador.
● Aspirar a ser líder dentro de su comunidad.
● Comprometerse a participar al 100% de las capacitaciones.
“Les preparamos para responder a mercados turbulentos, cambiantes. Estos son escenarios altamente competitivos en los que necesitas de reacción inmediata para poder sobrevivir… algunos lo llaman crisis, para nosotros son oportunidades para evolucionar y aprender”, señala Marco Mendieta, fundador de Misión Ecuador.
En el 2016, Marco Mendieta fue seleccionado y becado por la Casa Blanca y el Departamento de Estado de Estados Unidos para participar en programa Young Leaders of the Americas Initiative (YLAI) www.ylai.state.gov, ya que, a través de su emprendimiento Megamobilier, junto a su hermano menor han ayudado en la creación de más de 3500 microempresas en todo el país.
Luego de regresar de este programa en Estados Unidos y en vista de la situación que atravesaban las provincias afectadas por el terremoto del 2016, Marco Mendieta decidió, junto a un equipo de jóvenes, crear un programa que reconozca y entrene a emprendedores tal como él había sido reconocido y entrenado en los Estados Unidos.
Los becarios aprenderán sobre liderazgo, finanzas, servicio al cliente, plan de negocios, acceso a créditos, pautaje en redes sociales, entre otros. Imagen: www.freepik.es
El mantenimiento de la infraestructura de una empresa puede ser complejo cuando se trata de buscar un proveedor, sobre todo si hay imprevistos.
Identificar la necesidad de servicios integrales del sector corporativo y descubrir que hay mucha informalidad al contratar personal para trabajos puntuales de pintura, plomería, etc., fue el impulso que llevó a cuatro amigos a montar una empresa que ofrezca soluciones al respecto.
Así nació -en el 2014- Yastá, un emprendimiento que brinda servicios de pintura, cerrajería, plomería, albañilería, electricidad, limpieza, entre otros. Ahora, la empresa está incursionando en el servicio de jardinería, mantenimiento de servidores (equipos críticos), además de remodelación y construcción.
Camilo Rueda, presidente ejecutivo de Yastá y uno de los fundadores, explica que se buscaba dar formalidad a este tipo de servicios y que los contratantes puedan negociar directamente con otra empresa, garantizando cumplimiento. “Damos soluciones en mantenimiento”, dice Rueda al comentar que le evitan al cliente lidiar con la compra de materiales, o con contrataciones de emergencia. Cuando se trata de trabajos más planificados o de prevención se mantienen reuniones con el cliente, para dar una asesoría previa y se hace una inspección física.
Para dar sus servicios, Yastá tiene conformada una red de trabajadores de diversas áreas a quienes se denomina técnicos.
En total suman 80 técnicos activos a escala nacional, aunque cuentan con una base de 200 personas. Ellos coordinan la atención con el equipo interno de la empresa (cinco personas), que además supervisa las actividades.
Patricio Colimba es uno de los técnicos, especializado sobre todo en pintura, que trabaja con Yastá hace ocho meses. Él asegura que desde que se vinculó su trabajo se ha incrementado.
Actualmente atienden entre 30 y 40 requerimientos de servicios mensuales, siendo el de pintura el más solicitado. Al inicio se atendían unos 10 requerimientos en promedio al mes. La compañía está presente en Quito, Guayaquil, Cuenca, Ibarra, Riobamba, Ambato y algunos puntos del Oriente.
Cuenta con 15 clientes que son empresas grandes de los sectores de la banca, seguros, alimentos, tecnología, salud, suministros de oficina, turismo, entre otros.
Uno de sus clientes es Tecniseguros. Darwin Ramírez, vicepresidente de administración y finanzas de esta empresa, asegura que en los dos años que trabajan con Yastá han recibido una respuesta de calidad y rápida.
La inversión inicial para poner en marcha el negocio fue de USD 15 000, pero se han hecho otras reinversiones que suman cerca de USD 30 000. Dentro de su plan de negocios está recuperar la inversión en su totalidad en el 2019, pero esperan empezar a generar utilidades para su repartición entre los socios este año.
Mientras tanto, Yastá va encaminada a superar sus previsiones de trabajo. En su primer año (de julio a diciembre) las ventas fueron de unos USD 50 000. En 2015 la cifra se duplicó y en 2016 llegó a los USD 115 000. Para 2017 está presupuestado alcanzar los USD 320 000 y, según sus cálculos, lo conseguirán. Durante el primer trimestre del año llevan ventas de USD 51 800, superando la previsión, que era de USD 42 000.
Camilo Rueda, presidente de Yastá, explica que para este año aspiran a llegar a una meta de ventas de USD 320 000. Fotos: Paúl Rivas / LÍDERES
Cuando el peruano Virgilio Martínez -cuyo restaurante Central de Lima fue catalogado como el mejor de América Latina el año pasado- visitó Ecuador hace dos semanas, Mauricio Acuña le invitó a comer el caldo de patas que prepara su madre y luego a desayunar en el Mercado de Santa Clara, en el norte de la ciudad.
“Yo me siento más orgulloso de eso, de pasear por un mercado que de ir a un restaurante de cinco estrellas”, afirma Acuña.
En aquella ocasión, el chef peruano del momento llegó a Quito para preparar una Cena a Cuatro Manos: una velada en la que Acuña cocina junto a un invitado especial en el restaurante Patria, del cual es chef desde el año pasado.
Y no solo Martínez ha pasado por la cocina del Patria. La danesa radicada en Bolivia Kamilla Seidler -que en el 2016 fue distinguida como la mejor chef del continente por los 50 Latin America’s 50 Best Restaurant- cocinó con Acuña en septiembre del año pasado.
A través de este tipo de espacios, Acuña ha buscado apuntalar la gastronomía ecuatoriana. Él también es uno de los artífices y actual director del festival gastronómico Latitud Cero, una plataforma que pretende difundir la comida nacional y que se celebra con el apoyo de entidades públicas y de la empresa privada desde el 2012.
Este encuentro, por ejemplo, ha traído al país a chefs de la talla de Ferran Adrià, en el 2013, considerado el mejor del mundo.
María Cristina Jarrín, editora de la revista gastronómica Viníssimo, asegura que Acuña abrió las puertas de Ecuador para que chefs internacionales conozcan lo que sucede en la gastronomía local.
“Mauricio acerca a los más jóvenes a la gastronomía y nos dio la oportunidad de conocer a los chefs internacionales”, dice Jarrín.
Justamente en el 2012 Acuña regresó al país luego de permanecer 20 años en Europa. En 1992 viajó a España para estudiar en la Escuela de Gastronomía de Sevilla.
Al cruzar el charco forjó su experiencia en restaurantes con estrellas Michelin -distinciones de excelencia culinaria para establecimientos gastronómicos de Europa- como el Cenador de Salvador de Madrid, el Bulli de Cataluña, en el que incluso fue jefe de Partida, o del Eme Fusión Hotel de Sevilla, en el que ocupó el cargo de chef ejecutivo.
Pero la relación de Acuña con la gastronomía no fue siempre la alta cocina. Su amistad con el cuchillo, la tabla de picar y los sabores nacionales proviene de toda su familia. Su abuela, Rosa Acuña, tenía una picantería en la calle Mejía (centro) y ofrecía caldos de 31, gallina, fritada, mote, tostado… Mientras que su tío, Jaime Acuña, tenía un restaurante en el sector de El Cumandá, cerca a la antigua terminal terrestre (centro), en el que se vendía pan en las mañanas y se transformaba en un pequeño bar durante las noches.
En la adolescencia, su primera cocina estuvo ubicada en San Juan, barrio del centro de Quito, en donde estaba su casa y funcionaba la base de operaciones de Tourblanche Ecuador, el servicio de catering que su madre, Blanca Inga, fundó a mediados de 1980. El negocio se encargaba de preparar almuerzos que se entregaban en empresas de la ciudad.
El emprendimiento familiar le motivó a estudiar administración de empresas hoteleras en la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) y a la par comenzó su vinculación con el mundo gourmet. En 1989 ingresó como aprendiz en el Hotel Colón de Quito. En esa época comprendió que su carrera tenía que ser la gastronomía y buscó salir a otro país.
Con la ayuda de su familia, en 1993, viajó a España para estudiar en la Escuela de Gastronomía de Sevilla. No obstante, su anhelo, fue siempre volver a Ecuador y así lo hizo, motivado por la salud de su madre y con la intención de emprender proyectos propios.
Juan Sebastián Pérez, chef ejecutivo y propietario del restaurante Quitu, conoció a Acuña hace cinco años en un almuerzo en la Universidad de las Américas (UDLA). Desde ese entonces han compartido recetas, viajes, charlas, eventos y conferencias.
“Me sorprende el entusiasmo que Mauricio tiene, como si fuera el primer día que entrara a una cocina”, comenta Pérez.
Acuña también ha buscado impulsar productos amazónicos para chefs del país para favorecer a comunidades de esa zona conjuntamente con CanopyBridge.com, una plataforma de comercio justo. Martha Echavarría, directora de la iniciativa, asegura que Acuña “es un cocinero pionero explorando los sabores tradicionales”.
Ahora mantiene tres emprendimientos: su hogar de San Juan se convirtió en el hotel Casa Alta. También está al frente de El Salnés Gastro-Picantería (norte) y es socio y chef del restaurante Patria .
Su CV 1999. Jefe de Partida Pescados del restaurante La Regalade París Yves Camdeborde. 1999. Diplomado Superior en Cocina por la Escuela de Hostelería de Sevilla. 2000. European Diploma of Technician por Eurodip. 2010. Chef Corporativo I+D Grupo de Restauración CB Coruña España. 2012. Director Espai-Epicur.
Acuña junto con su madre, Blanca Inga, su primera maestras (derecha). Junto a la chef Kamilla Seidler, en la Cena a Cuatro Manos (izquierda). En el festival Latitud Cero (abajo). Foto: Vicente Costales / LÍDERES
El ‘Día D’ es una fecha inolvidable en la memoria de Carlos Sarmiento (Ibarra, 1971). Esa jornada “se pareció a una de esas películas de Hollywood”, en donde un operativo de rescate es el hilo conductor de esta historia, cuyo objetivo era liberar a un equipo de técnicos petroleros de Schlumberger. Ellos estaban trabajando en El Yopal (llanos orientales de Colombia), y ante las constantes amenazas de las fuerzas irregulares en esa zona, la única opción era salir. Dejar ese sitio, como sea, era la consigna de quien se desempeñaba como ingeniero de campo.
Él debía cumplir un rol en esa actuación: advertir que no se podía ejecutar ninguna operación debido a fallas en los equipos, por lo que era necesario renovar esa maquinaria y aprovechar la logística prevista, para dejar el lugar. Fueron horas de suspenso, pero al final se dejó un sitio, en el que esta multinacional de origen francés tiene operaciones en Colombia.
La nación cafetera trae gratos recuerdos en este Ingeniero Mecánico graduado en la Politécnica Nacional (EPN) y educado en el Colegio Municipal Sebastián de Benalcázar (Quito), que desde hace siete años es el CEO de esta firma en el país y es el primer ecuatoriano en ocupar el cargo.
Desde que firmó su contrato en Caracas, Venezuela, en 1994, su carrera en la empresa de servicios petroleros ha sido de permanente ascenso. Aunque los primeros cuatro meses de entrenamiento en la Escuela de Livingston de Schlumberger, en Escocia, fueron su “primer infierno”. Sin conocer el idioma inglés, recibía clases en ese idioma, en jornadas diarias desde las 07:00 hasta las 21:00.
Tenía que retornar a su pequeña habitación, para comprender lo que no había entendido durante esas 14 horas de clase. Estuvo a punto de retornar al Ecuador, pero, al final, el deseo de cumplir uno de los objetivos que se había trazado en su vida pesó más y así se constituyó en uno de los 12 ingenieros júnior que se incorporaron, de los 23 aspirantes iniciales.
Por ejemplos como estos es que la “tenacidad” es la fortaleza que más destaca de él su tío Manuel.
Cumplida esta meta, el destino lo esperaba en el campo de Las Morochas, Venezuela. Allí desempeñó cargos en tres ocasiones. Una, antes de la llegada de Hugo Chávez al poder y en otras dos, cuando el expresidente impulsaba su estilo de Gobierno sustentada en el socialismo del siglo XXI.
Su primera experiencia allá, entre 1995 y 1996, fue la que más disfrutó profesional y personalmente. Las siguientes dos ocasiones entre el 2002 y el 2006, en cambio, le trajeron un sinnúmero de dolores de cabeza, debido a las crisis petroleras que le tocó enfrentar desde la Gerencia, tanto desde la gestión técnica como en el manejo del recurso humano.
En estas dos décadas de permanente ascenso en la firma, ha dirigido operaciones desde Río de Janeiro, para Brasil, Argentina, Bolivia y Chile. También, desde Houston, en EE.UU., estuvo a cargo del área de Entrenamiento y Desarrollo, con una cobertura en todo el territorio americano, desde Alaska hasta la Patagonia. “Tenía en ese momento a mi cargo, entre tareas de entrenamiento y desarrollo, a unos 1 800 ingenieros, 1 000 especialistas, en 65 locaciones de todo el continente”.
Está convencido que una de sus misiones es apoyar a quienes buscan alcanzar objetivos en la vida. Ese es uno de los soportes de su visión del liderazgo. Ser líder, dice, es dejar un legado e implica desarrollar tres ámbitos: primero, siempre ponerse retos complicados, pero no inalcanzables. Segundo, que nunca gana el individuo sino el equipo; y, tercero y fundamental, nunca tomar atajos.
Carlos Baldeón, presidente del Colegio de Ingenieros Mecánicos de Pichincha, lo conoce desde que fue su alumno en la EPN, en las materias de Resistencia de materiales y Estructuras metálicas. “Como estudiante era de los mejores. Se graduó con honores”. Además, resalta su amabilidad y solidaridad. “Es un orgullo para nosotros y, cómo no, lo veo más lejos en su carrera profesional”.
¿Qué tan complejo es manejar en la actualidad una empresa de servicios petroleros en Ecuador? Reflexiona, se toma unos segundos, para cuidar el mensaje de cada una de sus palabras: “Hemos venido contribuyendo, creemos que en situaciones de crisis podemos contribuir al país. Parte de ser responsables es estar donde se puede contribuir. Estamos trabajando en eso. Tratando de ser ‘resilientes’ y más que hablar de crisis, hablemos de cómo ayudar a seguir cumpliendo los objetivos”.
Estos días son ajetreados en su agenda, aunque trata de darse modos por llegar temprano a casa y disfrutar de sus hijos Sofía, Filipe y Arantxa, junto a su esposa Daysi, a quien conoció en Colombia, y recuerda cada detalle del ‘Día D’.
Tres facetas en la vida de este ejecutivo: a la izquierda, en la ceremonia de jura de la Bandera en la época escolar; en una actividad comunitaria de la compañía; y en un campo petrolero en Lago Agrio. Foto: Fotos: Patricio Terán / LÍDERES
La cápsula Dragon de la empresa SpaceX cayó este jueves (21 de mayo) en el océano Pacífico a la hora prevista tras desacoplarse con éxito de la Estación Espacial Internacional (EEI) y poner fin a su sexta misión de entrega de suministros, informó la Agencia Espacial estadounidense (NASA).
La cápsula no tripulada cayó en el Pacífico a las 16:42 GMT, a unos 249 kilómetros (155 millas) de Long Beach, en California, tras abandonar la EEI a las 11:04 GMT.
La sonda será trasladada en un barco a un puerto cercano a Los Ángeles y parte de la tonelada y media de material que transporta llegará a la NASA en las próximas 48 horas.
El ingenio espacial salió de Cabo Cañaveral (Florida) el 14 de abril y el 17 se acopló a la EEI cargado con unas dos toneladas de material y 40 nuevos experimentos científicos.
Con este vuelo de Dragon, SpaceX ya ha realizado seis misiones de abastecimiento de las quince que acordó con la NASA en un contrato de USD 1 600 millones.
En septiembre de 2014, la NASA anunció la concesión a la empresa SpaceX y al fabricante aeronáutico Boeing de un contrato millonario para transportar desde 2017 a astronautas estadounidenses, algo que desde la jubilación del programa de los transbordadores espaciales, en 2011, dependía de las cápsulas Soyuz rusas.
La SpaceX Dragon se convirtió en 2012 en el primer vehículo comercial en llevar carga a la estación espacial y la compañía está trabajando en una versión para transportar humanos.
La cápsula de la empresa Spacex salió de Cabo Cañaveral (Florida) el 14 de abril y el 17 se acopló a la EEI. Foto: Archivo/AFP
El programa espacial chino estudia lanzar a finales de esta década una misión no tripulada que alunizaría en la cara oculta de la Luna, lo que convertiría al país asiático en el primero en lograr este hito, según señaló uno de sus expertos citado este jueves (21 de mayo) por la agencia Xinhua.
El jefe de diseño de este programa, Wu Weiren, hizo este anuncio en una conferencia sobre las misiones espaciales chinas, donde subrayó que China quiere buscar un lugar de aterrizaje más complicado que en la anterior misión lunar, la Chang E 3, que llegó al satélite terrestre en diciembre de 2013.
Ese alunizaje en la cara más alejada de la Tierra, que ha sido observada por múltiples sondas orbitales pero nunca explorada en superficie, podría intentarse ya en la siguiente misión, la Chang E 4, cuyo lanzamiento se ha ido posponiendo y para el que aún no hay fecha concreta.
La misión Chang E 3 también desplegó el primer robot de exploración lunar china, el Yutu (‘Conejo de Jade’), y ahora China estudia principalmente que las siguientes misiones sean capaces de regresar a la Tierra, de cara a un viaje tripulado a largo plazo.
China estudia principalmente que las siguientes misiones a la Luna sean capaces de regresar a la Tierra. Foto archivo: María Isabel Valarezo / El Comercio