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  • El desprecio a lo distinto, a lo diferente

    Arturo Castillo, Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    Muchos aspectos relativos al comportamiento humano parecieran volverse visibles a partir de la creación de términos que los consagran como fenómenos existentes. Ese es el caso de la palabra ‘bullying’, que ha desvelado una forma patológica de interacción social.

    Sin embargo, el hecho de acuñar un término no significa que este agote la realidad subyacente, todo lo que hay detrás de lo que pretende describir.

    Tampoco significa que la nueva palabra se refiera a hechos nunca conocidos. Así, el nacimiento de la expresión ‘personalidad bipolar’ ha dado paso a descripciones de la conducta propia de quien padece tal trastorno, aunque debe entenderse que la expresión no es el fenómeno como tal, sino una osada aproximación teórica.

    Hoy se habla del ‘bullying’, que se manifiesta en prácticamente en todos los campos de la relación entre los individuos. El término elegido alude, en realidad, a una conducta que ha existido desde siempre, como lo demuestra el etólogo austriaco Karl Lorenz en ‘Sobre la agresión’.

    De otra parte, podría decirse que ciertas peculiaridades del comportamiento se manifiestan bajo condiciones sociales específicas. Concretamente, la sociedad de nuestros días es generadora de conductas patológicas. Aun así, no hay nada que los individuos podamos ‘inventar’ acerca de nuestra condición psíquica.

    El ‘bullying’ es la expresión de sociedades crecientemente hostiles, donde los sujetos se perciben como enemigos potenciales, como amenazas latentes, donde el hecho de ser distinto puede condenar al aislamiento permanente. El ‘bullying’ es la exacerbación del ánimo violento que se ha apropiado de la sociedad contemporánea, es la expresión de la naturaleza humana primitiva que ha tomado el control del mundo. La lapidaria frase de Thomas Hobbes, «El hombre es un lobo para el hombre», revela que el acoso es algo que domina la conducta de los hombres desde siempre.

    Este fenómeno ha trascendido el espacio escolar y se ha instalado en la familia, en el trabajo, en toda situación que implique ejercicio de autoridad.

  • El acoso en la oficina trae costos invisibles

    Leonardo Gómez Redacción Quito / LÍDERES

    Cuando Cristina P. comenzó en su nuevo trabajo estaba atravesando por un divorcio. «Es un tema personal que nadie en el trabajo tiene por qué enterarse», pensó sin darle mayor importancia. Lo cierto es que tres meses más tarde, muchas de sus nuevas compañeras comenzaron a molestarle por esa razón.

    «Primero empezaron a preguntarme sobre el tema y cometí el error de contarles mi situación. Al poco tiempo el tema estaba en boca de todo mundo y fui la última en enterarme», cuenta. «Si salía a almorzar con alguno de mis compañeros ya se inventaban alguna historia, peor si alguno, por amabilidad, me acercaba en su carro a mi casa».

    Este es un ejemplo de acoso laboral o ‘mobbing’, asegura Daniel Dávalos, gerente consultor de Selecta, empresa especializada en selección ejecutiva. «Lo que se busca es discriminar o hacer sentir mal a una persona para separarla del grupo, por lo general se ejerce la presión de grupo con el objetivo de obligarla a que renuncie», explica Dávalos.

    El ‘mobbing’, que se asemeja al ‘bullying’, consiste en el continuo maltrato moral y verbal que recibe un trabajador a pesar de tener un excelente desempeño en la oficina. Las razones del hostigamiento se deben a situaciones como celos profesionales, envidia, prejuicios o, en muchos casos, represalias personales.

    Dos de los síntomas más fáciles de identificar cuando un empleado es víctima del ‘mobbing’, asegura el experto, es un bajo rendimiento y el aumento de ausentismo. Asimismo, si recibe constantes críticas a su trabajo, aunque se haya esmerado; si es víctima de rumores falsos que dañan su imagen o si es delegado con frecuencia a tareas por debajo de sus facultades profesionales.

    Renato Baldeón, experto en gestión de Talento Humano, cuenta que ha visto casos donde ubican a la víctima en un escritorio sin ninguna tarea por realizar».

    Las secuelas del ‘mobbing’ no solo causan daño en la salud mental de la víctima, explica, sino también en la economía de las personas. Al ser destruida su reputación o al ser aislada del grupo a la persona le es más difícil tener acceso a un puesto de trabajo o a un ascenso, ya que puede recibir malas referencias.

    Pero, ¿qué puede hacer una empresa para evitar el ‘mobbing’ o acoso laboral? Enrique Barrezueta, director de Corporación Líderes, firma dedicada a la capacitación empresarial, asegura que en el país el acoso laboral no es muy visible, pero que lo adecuado es que cada institución posea políticas de talento humano adecuadas para que el empleado pueda denunciar este comportamiento.

    «Las víctimas del ‘mobbing’ pueden tener miedo a represalias, sobre todo si el victimario es una persona con autoridad. Por eso es necesario que la empresa posea un sistema confidencial de denuncia».

    Las dificultades

    Las leyes. Un empleado se resiste a denunciar el acoso laboral cuando existe una legislación poco clara respecto a las normas de respeto y denuncia.

    El control. El ‘mobbing’ se presenta también por la falta de políticas laborales de seguridad para el empleado y el incumplimiento de las empresas privadas y públicas de las leyes de riesgos laborales y de evaluación de los daños psicofísicos.

    El conflicto. El problema puede darse simplemente porque dos áreas no están de acuerdo, o por un tema de procesos; si no tienen cómo resolverlo el problema se vuelve personal y violento en los casos extremos.