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  • Cada paso que da Juliana García le ayuda a conquistar cumbres

    Sebastián Angulo

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    Utiliza dos palabras para definir montaña: “mi casa”. Desde hace dos semanas, Juliana García lleva un prendedor metálico azul. La insignia indica que es una guía de montaña.
    Esta certificación le otorga la Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña (Uiagm), a través de la Escuela de Guías de Montaña (Esguim).

    Con este título, García -de 32 años- puede ser una guía de montaña en cualquier parte del mundo y la convierte en la primera mujer latinoamericana en alcanzar esta certificación internacional.

    Junto a García, seis andinistas del país alcanzaron este título. Todos fueron sometidos a pruebas el mes pasado con observadores de la Uiagm, de la Escuela Nacional de Esquí y Alpinismo de Francia (Ensa) y de la Asociación Argentina de Guías de Montaña (AAGM). Ellos han participado de este proceso de formación desde el 2015.

    A la ecuatoriana le llevó cerca de 10 años obtener este título y debió aprobar escalada en roca, escalada en nieve y escalada alpina. “Son disciplinas bien exigentes, sobre todo de seguridad para guiar a gente”, asegura García.

    Joshua Jarrín, colega de García quien la conoce desde hace 20 años, sostiene que la mujer es muy persistente. Él sostiene que muchos exámenes incluso debió repetirlos, pero no se cansó hasta conseguir su objetivo.

    “Para mí la mejor manera de describirle es que es intensa. Tiene intensidad. A veces eso es bueno, a veces eso es malo, pero por ser tan intensa es que ha logrado sus objetivos”, dice Jarrín.

    El medio británico BBC recogió este hecho y lo tituló “Rompiendo barreras: La mujer guía de montaña luchando contra el machismo”.

    Pese a que el andinismo es una actividad en la que predominan los hombres, García está al frente de la Asociación Ecuatoriana de Guías de Montaña (Aseguim).

    “No ha sido fácil. No es común. Voy en mi primer período, son tres años, voy dos y tal vez haya una reelección”, dice García.

    Esta quiteña se reconoce como una lideresa y asegura que debido a su actual cargo y pasión por la montaña renunció a su trabajo, en la cadena de tiendas Explorer de Marathon Sports.

    Su amistad con la montaña y los deportes al aire libre nació con un viaje en bicicleta de Quito a Manaos -cuando tenía 13 años- que duró cerca de cinco meses.

    Esa experiencia le llevó a practicar deportes al aire libre y se inclinó por el andinismo. Su primer maestro fue el montañista Fabián Zurita. Además, esta disciplina le llevó a vivir en Perú y Bolivia para aprender en diversos clubes de andinismo de esos países.

    Esteban Barrera, fotógrafo de deportes de aventura, conoce a García desde hace unos 15 años. Él la define como una mujer muy determinada y con mucha energía “que contagia”.
    Barrera y García trabajaron juntos como guías de montaña de niños, en viajes académicos y aventura. Además han trabajado en otros proyectos. “Nos unía esa pasión por enseñar y ese amor a la naturaleza y a estar afuera, a estar desconectados, pasar en la montaña”, cuenta su amigo y colega.

    En actividades muy extenuantes, dice Barrera, García muestra su energía que incluso puede hacer olvidar el cansancio a las personas que la rodean.

    La andinista siempre ha buscado vincular su actividad deportiva a todos sus ámbitos. Estudió diseño comunicacional en la Universidad San Francisco de Quito y desde su profesión también ha trabajado para el andinismo. Por ejemplo, ocupó el cargo de gerenta de Marketing de la cadena Explorer, especializada en implementos e indumentaria ‘outdoor’.

    Otra de las pasiones de García es correr. Martha Arízaga, socióloga es su amiga desde hace 14 años y ha compartido esta actividad y otras. De hecho, uno de los recuerdos más memorables es una media maratón que corrieron hace unos cinco años, en Quito.

    Arízaga cuenta que las dos entrenaron para esta competencia y llegaron a la meta casi al mismo tiempo. Al final, sus madres les entregaron un diploma por su participación en la competencia que hicieron ellas mismas.

    “Así como es en la montaña es igual en la vida social, en la amistad, en la vida de fiesta (…) Es muy trasparente”, asegura Arízaga.

    Actualmente, debido a sus actividades, García viaja constantemente por el mundo a entrenar o guiar. Por ejemplo, la semana pasada estuvo en Austria y meses atrás en Alaska.

    La montañista ecuatoriana disfruta de escuchar todo tipo de música y prefiere leer novelas. Ha ascendido casi todas las montañas del país y su primera cumbre fue el Atacazo, que lo subió a los 14 años. Ahora, su nuevo reto es aprender a esquiar.

    Juliana García Hace dos semanas, esta quiteña obtuvo la certificación de guía de montaña internacional. Es la primera mujer de América Latina en cumplir esta meta. Fotos: Cortesía
    Juliana García Hace dos semanas, esta quiteña obtuvo la certificación de guía de montaña internacional. Es la primera mujer de América Latina en cumplir esta meta. Fotos: Cortesía
  • La bicicleta de montaña se ensambla en Cuenca

    Redacción Cuenca

    Cima, Cumbre, Matorral, Chaquiñán y Pajonal son algunos de los modelos de las bicicletas de montaña de la marca cuencana Santa Ana. Su propietario Marcelo Solís importa desde el 2010, las piezas, piñones, aros, asientos…, desde China, Taiwán y EE.UU. y ensambla en su taller (sur de Cuenca).

    En su local, comercializa estas bicicletas especializadas y su facturación bordea unos USD 12 000 al mes. Solís también comercializa otras marcas y accesorios, pero su orgullo es Santa Ana.

    La idea surgió porque este cuencano, quien vendía bicicletas de otras marcas, identificó un mercado en sus clientes que se especializaban en ciclismo de montaña. Pagaban hasta USD 12 000 por una bicicleta. Solís pensó que importando piezas de calidad y ensamblando en el país el costo disminuiría.

    Averiguó proveedores y creó la marca inspirándose en Santa Ana de los cuatro ríos de Cuenca, el nombre de la ciudad. También, fue creando modelos como Cumbre, Quebrada, Pampa… no quiso bautizarlas con nombres del exterior.

    En el 2010, nueve empleados acompañaban esta iniciativa y sus ventas bordeaban los USD 9 000 al mes. Para Solís, la acogida fue inmediata y se ha sostenido, porque los ciclistas se conocen y la publicidad que funciona es el ‘boca en boca’.

    Esa percepción tiene sentido, cuando uno de sus clientes en Ibarra, Carlos Revelo, comenta que apenas se enteró que un ecuatoriano ensamblaba bicicletas de montaña averiguó sobre el producto. Se convenció, por la experiencia de Solís, y adquirió una bicicleta Santa Ana.

    “Es de primera calidad y es el precio más económico en el país por una bicicleta con doble suspensión y otras características profesionales”.

    Actualmente, Santa Ana cuenta con 11 empleados que ensamblan, comercializan, dan servicio técnico… Y esa es precisamente una de las fortalezas que resalta Fabián Luzuriaga, otro cliente, quien adquirió una bicicleta hace un año.

    Él destaca el servicio, asesoría en la compra, respaldo técnico… Además, de la calidad de la bicicleta que “no tiene nada que envidiar a una extranjera”.

    Otra estrategia que Solís aplica es patrocinar a ciclistas de montaña que compiten en certámenes nacionales para exponer su marca. Para Daniel Crespo, publicista, es una forma efectiva de que se conozca el producto, porque espectadores y competidores se identifican con la marca, ya que la ven en acción. “Santa Ana ha tenido un crecimiento importante por su calidad. Manejar nombres locales -en marca y modelos- ayuda, porque el consumidor se identifica”.

    En marzo próximo, Solís lanzará la colección 2013. Este licenciado en Cultura Física explora todos los días páginas web para conocer las tendencias del mercado en el extranjero y ver cómo puede mejorar sus modelos.

    También es detallista con los colores que escoge para pintar cada bicicleta, para que se ajusten al gusto de los consumidores. Según cada modelo utiliza negro, dorado, blanco, rojo, azul…

    El mercado

    • El monto.  Desde USD 1 600 hasta 6 000 cuestan estas bicicletas que son especializadas para terrenos difíciles.
    • Los clientes.  El perfil del consumidor está entre los 20 y 50 años que practica ciclismo de forma amateur o profesional.