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  • El laboratorio donde nacen restaurantes

    Evelyn Tapia

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    En 1940, en un espacio de 80 metros cuadrados, ubicado entre las calles Lizardo García y Tamayo, en el norte de Quito, se producían alambres. Hoy, en ese mismo espacio, nacen restaurantes.

    Se trata de Laboratorio Gastronómico, una incubadora de ideas culinarias creado en junio del 2015, por Camilo Kohn, chef quiteño, y su cuñada Chami Lee, diseñadora industrial coreana radicada en Quito.

    Kohn explica que Laboratorio Gastronómico es un espacio para chefs que tienen una idea de negocio culinaria, pero que todavía no cuentan con los recursos para invertir en un local propio. Es un local que da cabida a restaurantes itinerantes, un concepto que se conoce como ‘pop up’.

    “Es para gente con talento y creatividad que tal vez no tiene los medios y los contactos que se necesita para montar un negocio de este tipo. La idea es que puedan ‘testear’ el concepto, ganar público y dinero y arrancar su propio negocio”, explica Kohn.

    En el sitio aún quedan los rezagos del pasado, que se amalgaman con detalles de decoración moderna y ecológica. Lee supo sacar provecho de lo que quedó del antiguo lugar. La remodelación tomó un año y costó unos USD 140 000, dice esta diseñadora.
    En el patio exterior del local predominan las plantas ornamentales, se observa un colorido mural, y mesas que fueron construidas con parte de las bobinas de las máquinas de la antigua fábrica.

    Dentro, la cocina abierta permite a los comensales ver cómo se trabaja en la preparación y en una de las paredes se lee el nombre del lugar construido con restos de material industrial.
    Los pasamanos de las escaleras son tubos metálicos que formaban parte del mobiliario antiguo. Además, se utiliza un panel solar para calentar el agua y desde el segundo piso se puede ver el huerto de esta incubadora.

    Desde el 2015, por esta exfábrica han pasado ocho conceptos gastronómicos, pero Kohn explica que la decoración no suele cambiar mucho, porque es parte de la experiencia.
    El último concepto en arribar fue MX.593, del chef mexicano Rodolfo Reynoso, que ocupa el Laboratorio desde septiembre y estará hasta marzo del 2018.

    Reynoso cuenta que su idea es ofrecer platillos tradicionales de la cocina veracruzana y mexicana, revalorizando los ingredientes típicos de la cocina ecuatoriana.

    “Muchos de los platillos símbolos de la gastronomía mexicana tienen su inicio en la cocina veracruzana, que es donde se mezcla la cocina de tres mundos: la indígena, la española y la africana”, detalla Reynoso. El chef añade que lo que hace diferente a su propuesta es la inclusión de ingredientes típicos de Ecuador en las recetas. Por ejemplo, recomienda la tostada de atún, que se sirve con chicharrón de chontacuro.

    Reynoso , que vive en Ecuador hace dos años, cuenta que en los casi dos meses que lleva ocupando el espacio del Laboratorio Gastronómico le ha ido tan bien que ya recibió una propuesta de un potencial socio que está interesado en que MX.593 se convierta en un restaurante fijo. “Si todo sale bien, luego de marzo, cuando termine la estadía en el Laboratorio, comenzaría con este proyecto propio”, cuenta.

    Kohn menciona que esa es parte del objetivo de la incubadora, lograr que el concepto del chef se materialice en un negocio estable en un local propio.

    El primer concepto que ocupó el Laboratorio en el 2015 fue Banh­mi, de sánduches, que dos años y medio después ya tiene un local propio en La Floresta.

    No existen límites para el tipo de cocina, dice Kohn. “Lo único que importa, es la calidad de los platillos”. Para esto, el proceso de ­curaduría y selección de los conceptos que van a entrar al Labo­ratorio es estricto.

    “No hay limitaciones. Tuvimos un chef de Dinamarca que trajo un concepto de restaurante escandinavo y uno de Estados Unidos que trajo comida de estilo californiano-mexicano. Tampoco queremos que se repitan conceptos, menciona Kohn.

    El modelo del negocio, explica Kohn, consiste en que el chef que llega recibe un sueldo y entre un 15% y 20% de las ganancias que deja su concepto. El Laboratorio corre con todos los gastos.

    Entre las facilidades que se dan a los chefs está proporcionarles de una planta de personal de siete trabajadores que incluye meseros, cajeros, administrador, bartender, lavaplatos y cocinero; y un listado de unos 20 proveedores, un 50% de los cuales son pequeños productores y artesanos.

    “Nos sentimos a gusto de trabajar con el Laboratorio porque están apoyando a la pesca artesanal. En este caso, nosotros traemos pescado de Cojimíes. Camilo está pendiente siempre de buscar productos orgánicos y artesanales de buena calidad”, dice Freddy Flores, proveedor de pescado.

    El lugar tiene espacio para unos 60 clientes, semanalmente reciben unos 200 comensales. Para Kohn, el reto más grande fue lograr que el público se acostumbrara a la itinerancia.
    “Cuando terminó el primer concepto, la gente no se esperaba el cambio, les chocaba, seguían pidiendo los mismos platos del primer concepto. Pero ahora la gente ya lo sabe y viene más bien con expectativa de probar lo nuevo”, indica Kohn.

    El local tiene capacidad para unas 60 personas, hasta marzo del 2018 habrá comida mexicana. Foto: Galo Paguay/LÍDERES
    El local tiene capacidad para unas 60 personas, hasta marzo del 2018 habrá comida mexicana. Foto: Galo Paguay/LÍDERES
  • Dos marcas nacen de esta firma

    Sofía Ramirez

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    El chocolate orgánico Minka y la harina de pescado Titán son los dos proyectos de Avalmarti, que busca posicionarse en el mercado local y extranjero.

    Esta empresa ecuatoriana nació en el 2008, de la mano de Jorge Martínez, su gerente general, y de Luis Ávalos, de 60 años y socio de la firma. Ambos se conocieron cuando eran vecinos por el sector de El Batán, en el norte de Quito. Siempre se encontraban para hacer deporte, manifiesta Jorge Martínez, de 38 años.

    Unos cuatro años antes, este quiteño graduado de ingeniero agropecuario en la Universidad del Azuay se desempeñaba como encargado del área comercial de una firma privada que entregaba productos balanceados, mientras que su colega gerenciaba una empresa productora de harina de pescado. “Cuando nos conocimos con Luis, tuvimos mucha empatía y siempre hablábamos de negocios mientras caminábamos por el Parque Metropolitano”, dice Martínez.

    Entonces, la empresa de Luis Ávalos se quedó con ‘stock’ de harina de pescado por vender (por una negociación que no se concretó) y pidió a Jorge que la vendiera entre sus clientes. La comercialización se dio con éxito y ahí se dio el primer acuerdo para unir esfuerzos, y crear Avalmarti.

    La primera línea de negocio a la que le pusieron ideas y cabeza fue Titán, la harina y aceite de pescado que se comercializa en empresas atuneras del país.

    La harina, dice Martínez, desde sus oficinas en Tumbaco (al oriente de Quito), es elaborada con base en ‘scrap’ o subproducto del atún; mientras que el aceite de pescado contiene omega 3.

    Para esto, ellos contrataron a la empresa Tadel en Manta, para que maquile sus productos. Con la harina de pescado, por ejemplo, empezaron a vender unas 800 toneladas de harina de pescado al año y así fue creciendo la empresa, sostiene el empresario.

    Jacinto Alvear es gerente de planta de Molinos Champion, que produce balanceados para pollos y camarones en Guayaquil. Desde hace dos años, dice, la firma adquiere 3 000 toneladas de harina Titán. El empresario comenta que decidieron que Avalmarti sea su proveedor debido a la buena calidad de la harina: “Tiene un 58% de proteína óptimo”, dice.

    Durante esos siete años y hasta el 2014, con la venta de estos productos recaudaron un capital de USD 500 000. Con esto decidieron crear una nueva línea de negocio, pero esta vez enfocada en la producción de chocolate orgánico negro. La marca se denomina Minka. La primera acción para dar vida a este producto fue la investigación sobre los cultivos del cacao; y luego iniciaron con la búsqueda de cinco fincas ubicadas en Guayas, Esmeraldas, Manabí, Napo, y Cotopaxi (parroquia La Maná). Esto, con la idea de elaborar un solo tipo de chocolate orgánico negro por cada finca.

    El arranque de la producción de esta barra de chocolate fue de 5 000 unidades. Y Avalmarti también la maquila en la empresa Ecuatoriana de Chocolates.

    Serena Rivadeneira, gerenta comercial de esta fábrica -que solo maquila chocolate gourmet-, señala que acogieron a Minka debido a la trazabilidad del producto. Es decir, que el cliente final podrá saber de donde viene la ‘pepa’ del cacao hasta su procesamiento.

    Ecuatoriana de Chocolates, desde hace más de dos años, maquila 16 marcas de chocolate gourmet, y en planta trabajan 14 personas.

    Con ambos productos, Avalmarti logra expandirse hacia mercados extranjeros, además de consolidar clientes en Ecuador. Por ejemplo, a inicios de este año, se exportaron 2 000 barras de chocolate Mirka a Corea del Sur y EE.UU., mientras que Titán sigue posicionándose en el Ecuador.

    Gerente de proyecto

    Juan Román 
    Para impulsar Minka, nos encargamos de desarrollar las barras de chocolate orgánico negro, con cacao fino de aroma. Además, supervisamos el control de todos los procesos de producción, hasta el empacado. Minka salió a la venta en diciembre del año pasado. El producto está integrándose al mercado de manera progresiva en supermercados locales. Para los clientes externos, hemos participado en ferias en Europa y EE.UU. con Pro Ecuador,

    Las Cifras
    40 clientes tiene Avalmarti hoy en día.
    14 personas trabajan en la empresa, incluido el consejo directivo.
    25 000 barras de Minka se producen al mes.
    80 000 dólares será la inversión para el 2016.
    5 orígenes de cacao se usa en Minka
    2 líneas  de negocios tiene Avalmarti.
    65 por ciento de proteína tiene la harina de pescado Titán.

    Jorge Martínez es el gerente general de Avalmarti. Esta empresa nació en el 2008 y tiene dos marcas: Titán (harina de pescado) y Minka (chocolate orgánico). Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    Jorge Martínez es el gerente general de Avalmarti. Esta empresa nació en el 2008 y tiene dos marcas: Titán (harina de pescado) y Minka (chocolate orgánico). Foto: Diego Pallero / LÍDERES