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  • Con un libro de ajedrez, José Ochoa forjó su estrategia hotelera

    Giovany Astudillo

    El ajedrez es su pasión. En su adolescencia, en el colegio Técnico Salesiano, de Cuenca, leyó varios textos vinculados con esta disciplina para aprender jugadas, pero uno le marcó.

    De ‘Mi sistema’, de Aron Nimzowitch, no solo aprendió sobre las técnicas de ajedrez sino que también le sirvió para el futuro. Formó su visión sobre el corto, mediano y largo plazo y sobre las estrategias. Según Ochoa, cuando elabora una estrategia en ajedrez piensa en una serie de movimientos antes de ejecutarla. “Ese ver hacia adelante me sirvió en la universidad y en los negocios”.

    Ochoa, quien es presidente de la Federación Hotelera del Ecuador, asegura que aprendió a ser más organizado en sus estrategias. “Planificar los siguientes pasos para iniciar un proyecto”.

    Posteriormente, en la Universidad leyó libros vinculados con el ámbito social. Uno de los fundamentales fue ‘Las venas abiertas de América Latina’, del uruguayo Eduardo Galeano. Según Ochoa al estudiar en la Universidad de Cuenca se rodeó de un mediomuy preocupado por lo social.

    Por cada etapa se interesa de una temática. Así comenzó a revisar textos sobre del Opus Dei como el escrito por John L. Allen. Quiso aprender cómo era, porque un grupo de amigos le invitó a ser parte. “Preferí no continuar”.

    Ahora le gusta la literatura contemporánea, pero no los ‘best seller’. “Siento que los ‘best seller’ se vuelven muy comerciales y creo que no son buenos. Prefiero comprar una temática similar”.
    Le atraen obras como ‘El Viejo y el mar’, de Ernest Hemingway, ó ‘Kitchen’, de Banana Yoshimoto, También le interesan las novelas de ficción y la temática de la educación.

    Recomienda el libro de Andrés Oppenheimer ‘Basta de historias’ para entender la problemática de la educación.

    “Si tenemos tantos recursos naturales o turísticos y no somos desarrollados, la respuesta es la educación en Latinoamérica”.

    Por ello, señala que a sus tres hijos les inculcó que es importante que un profesor sea exigente más aún en la Universidad para aprender a conciencia.

    Durante los viajes aprovecha para leer y comprar en los aeropuertos del país o del exterior. Antes revisa sobre autores o textos que son buenos en Internet, en las redes sociales o pide recomendación a sus amigos. Lee un libro a la vez y los que le marcaron repite.

    Tiene cerca de 500 textos que están repartidos entre su hogar, su oficina y su quinta ubicada en el valle azuayo de Yunguilla. En este último espacio lee los fines de semana. Si le gusta una publicación la regala a sus amigos o familiares para que ellos también conozcan sobre la calidad del contenido.

    A Ochoa también le gusta leer textos para entender los cambios que ocurren en el mundo debido a la masificación del Internet no solo en el ámbito turístico sino también en otros como los servicios, marketing, comercialización… “Quienes no se adapten al cambio quebrarán, pero también se crearán nuevas empresas”.

    Según Ochoa, nos hemos vuelto muy competitivos… Hay que aprovechar mejor el tiempo con espacios de lectura”.

    Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES José Ochoa guarda sus libros en su casa (foto), quinta y oficina.
    Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    José Ochoa guarda sus libros en su casa (foto), quinta y oficina.
  • Las flores ayudan a germinar este negocio

    Redacción Quito

    Dejar su Ambato natal fue lo que más le costó a César Augusto Ochoa, luego de terminar sus estudios superiores en la Universidad Técnica de Ambato.

    Este ingeniero agrónomo tuvo que viajar en 1985 a El Quinche (nororiente de Quito), para cumplir con sus prácticas profesionales en una plantación de verduras. Ochoa se dio cuenta que en este poblado hacía falta un centro veterinario y de distribución de insumos agrícolas.

    Por ello, se decidió a iniciar su negocio junto a su esposa, Carmen Guevara, denominado Agroveterinario El Quinche-Guayllabamba. Ochoa calcula que en esa época invirtió USD 100 000 para empezar el emprendimiento. Este monto se destinó a la compra de los productos, adquirir un local y adecuarlo.

    Luego de cinco años, este matrimonio comprobó que sus cálculos y previsiones fueron acertadas; el negocio comenzó a ser rentable y fue el momento oportuno para abrir otro local en la parroquia de Guayllabamba (norte de Quito). Los agricultores de esta zona, gracias a las referencias de otros compradores, comenzaron a sumarse a su cartera de clientes.

    Al mismo tiempo que se desarrolló la industria floricultora en esa zona, el negocio ganó popularidad entre las empresas de ese sector. Por esta razón, solicitaron la representación de marcas importantes para distribuir productos de firmas como Bayer, Basf, Pfoficol, Yara, SQM, Everflor, entre otros.

    Ochoa comenta que la época inicial de su negocio coincidió con el ‘boom’ florícola en el país, con el desarrollo de plantaciones en Tabacundo, Lasso, Cayambe y Guayllabamba. Por ello, decidió especializar su negocio en atender este ámbito, en el 2005.

    Agroveterinario El Quinche-Guayllabamba abrió una nueva línea denominada Crait, que se especializa en la comercialización de insumos para floricultoras, como fungicidas, nematicidas (tipo de pesticida químico), equipos de fumigación, etc.

    Actualmente, Crait distribuye sus productos al 45% de las florícolas de la zona norte del país y cuenta con una facturación anual aproximada de USD 3 millones. La nómina asciende a 15 personas, que se distribuyen entre ventas y empleados administrativos. Además, al negocio también se unieron sus hijos Santigo, Álex y Teresa Carolina, en las diferentes líneas de la empresa familiar.

    Andrés Moreano, gerente de Eternal Flower, firma que siembra gypsophilia, comenta que trabaja con Crait desde que nació la empresa, hace 14 años. Añade que esta firma ha sido su socia estratégica para el desarrollo de la compañía; al mes, Eternal Flower compra a Crait cerca de USD 60 000 en insumos. «Crait se ha convertido en un actor importante en la industria florícola, no solo por ser proveedor, sino también por la capacitación en temas de seguridad industrial que brindan a los empleados».

    «El papel de los insumos en la industria floricultora es fundamental; de él depende que la producción sea buena, juegan un papel importante», señala Álex Albuja, gerente de ExpoFlor, una empresa ubicada en el sector de Puembo (nororiente de Quito).

    ExpoFlor realiza compras a Crait por aproximadamente USD 30 000 al mes. Albuja coincide con Moreano y explica que la capacitación «es un valor agregado» de la empresa.

    LA CIFRA
    USD 3 millones en ventas, al año