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  • El control de la seguridad vehicular pasa por sus test

    Redacción Quito  (I)

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    Para la homologación y comercialización de un vehículo en Ecuador, la normativa nacional exige que este cumpla con una serie de elementos y garantías de seguridad, que deben estar avalados por organismos acreditados.

    Las unidades de transporte público e institucional, fabricadas localmente o importadas, deben además cumplir con el ensayo de inflamabilidad en ciertos materiales para poder operar.

    Si bien la exigencia lleva varios años reglamentada, no había laboratorios acreditados para la aplicación de los ensayos. Mientras tanto, la Agencia Nacional de Tránsito (ANT) permitía a las empresas presentar una declaración juramentada, ante una notaría, de que habían cumplido con el ensayo de inflamabilidad.

    Esta falencia en el sistema de calidad y seguridad fue lo que motivó a Patricio Lalama, Javier Guijarro y Ramiro Nájera a conformar Vehicle Safety Automotives (VSA), un laboratorio de ensayos de inflamabilidad, que arrancó a funcionar en junio del 2019, con autorización del organismo de tránsito, y desde diciembre, acreditados por el Servicio de Acreditación Ecuatoriana (SAE).

    Hoy son uno de los primeros laboratorios en estar calificados para brindar el servicio a las empresas del sector automotor.

    Lalama, Guijarro y Nájera son ingenieros de las ramas de mecánica, mecatrónica y mecánica automotriz, y además extrabajadores de la ANT, experiencia laboral que les permitió encontrar esa oportunidad en el mercado para emprender.

    La inversión inicial fue de USD 12 000, principalmente destinados a la adquisición de equipos y materiales de laboratorio.

    Los parámetros del ensayo de inflamabilidad están establecidos en la norma internacional ISO 3795. Las pruebas se realizan a ciertos materiales del habitáculo (área donde viajan los pasajeros), por ejemplo, asientos, techo, agarraderas, paneles laterales.

    Por cada material, se aplica el ensayo en cinco muestras y consiste en determinar la velocidad de quemado del componente en un horno. Previo a eso, las muestras deben permanecer por 24 horas en una cámara de condicionamiento, para controlar su temperatura y humedad, explican Guijarro y Lalama.

    La velocidad de quemado se mide en milímetros por minutos. Según la normativa nacional, para el transporte interprovincial, intraprovincial y de turismo, el índice máximo permitido es de 100 mm/min; para transporte urbano, escolar e institucional, de 250 mm/min.

    El sistema automatizado que desarrolló VSA permite que los datos se vayan registrando a medida que se realiza el ensayo. Una vez finalizado, se envía un informe al cliente. En promedio, el proceso se demora 48 horas.

    Los clientes de la firma suelen ser autopartistas, fabricantes de vehículos e importadoras. En un comienzo, por la escasez de laboratorios que brindaran el servicio, la demanda fue alta; pero el paro 2019 y ahora la pandemia paralizaron su nicho de mercado, lo que afectó sus operaciones. Hace mes y medio, se reactivaron. Hasta ahora, han brindado el servicio a 72 clientes, para 180 ensayos.

    Javier Guijarro, responsable de calidad, y Patricio Lalama, director técnico de la empresa Vehicle Safety Automotives (VSA).
    Javier Guijarro, responsable de calidad, y Patricio Lalama, director técnico de la empresa Vehicle Safety Automotives (VSA).

    IMSA (Industria Metálica Salazar), empresa que fabrica carrocería para buses, realizó con VSA los ensayos de inflamabilidad a los asientos plásticos de la unidad prototipo, en marzo pasado. “El servicio fue excelente y rápido”, comenta Alejandro Viteri, ingeniero de producción de la firma.

    La proyección de VSA es pasar de ser un laboratorio acreditado a un organismo de inspección, autorizado por el SAE, que les permita ofrecer a las empresas toda la gestión de trámites para la homologación de cualquier vehículo en un tiempo mucho menor al regular, e incluso otorgar el certificado, si logran la delegación de la ANT.

    Con miras a alcanzar esa meta, desarrollaron una plataforma web, denominada Inspector, para ofrecer estos servicios de manera ágil y descentralizada.

    La firma Wace-IT les hizo el desarrollo tecnológico, que se encuentra en fase de prueba. Andrea Cadena, gerente de la firma, explica que se trata de dos plataformas, una en donde el cliente cargaría su solicitud y los datos del vehículo, y otra para la gestión del servicio. “Lo que se busca es optimizar el proceso”, añade Cadena.

    La firma desarrolló la plataforma web ‘Inspector’, con la que prevé ofrecer la gestión de todos los trámites para la homologación de un vehículo. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    La firma desarrolló la plataforma web ‘Inspector’, con la que prevé ofrecer la gestión de todos los trámites para la homologación de un vehículo. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Roberto Villamil: ‘La innovación pasa por la educación’

    César Augusto Sosa 

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    El especialista de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en Actividades para los Empleadores reflexiona sobre la cuarta revolución industrial y los retos que eso implica para las empresas, los trabajadores y los gobiernos de la región.

    ¿Qué trascendencia tiene que el sector empresarial del Ecuador haya planteado un plan con miras al 2030?

    Es un paso muy importante, pues además de reclamar sus legítimos intereses, el sector empresarial elaboró unas propuestas de desarrollo alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Eso demuestra que el sector tiene una visión de desarrollo que va más allá del crecimiento económico.

    ¿En qué sentido?

    Los ODS tienen como eje principal la erradicación de la pobreza. Y eso pone en el centro del debate el papel de las empresas como generadoras de más y mejores empleos. Cuando la ONU elaboró los objetivos de desarrollo sostenible se basó en una investigación internacional, la cual consultó a los ciudadanos del mundo sobre sus prioridades. La gente dijo que lo que más necesita es un trabajo.

    Empresarios y Gobierno tienen diferentes visiones para alcanzar los mismos objetivos. ¿Cómo superar eso?

    No es lo mismo gestionar un gobierno que estar al frente de una empresa. Lo que se debe buscar es que los Estados implementen políticas de desarrollo productivo orientadas a mejorar la competitividad y la productividad del país. Tenemos que lograr una diversificación de la matriz productiva. Las materias primas aún pesan en los países latinoamericanos, pero generan poco valor agregado. Las economías basadas en la producción y exportación de bienes primarios siempre estarán en desventaja respecto a aquellas que tienen como base las industrias innovadoras.

    ¿Hay que priorizar las empresas tecnológicas?

    No necesariamente. La idea es tener sectores modernos, que incorporen la tecnología para hacer mejor lo que vienen haciendo, con mayor calidad y productividad.

    ¿Por ejemplo?

    En España hay una empresa que elabora detergente, un producto sencillo de producir. Pero esta empresa aplica la tecnología en el proceso de producción, de almacenamiento y de distribución, usando canales no convencionales. Es decir, elabora un producto elemental, pero lo hace con un nivel de conocimiento que le permite ser muy competitiva. Y se trata de una pequeña empresa que ocupa 80 personas, pero factura 50 millones de euros anuales. Hay que repensar los modelos de producción y ver sectores que están ganando protagonismo como los servicios. La población está cambiando, hay menos jóvenes para mantener a los adultos y ahí hay oportunidades de negocios.

    ¿Qué políticas públicas han funcionado para que se desarrollen las empresas?

    Aquellos países que muestran una mayor orientación a innovar y a promover el emprendimiento, sobre todo entre los jóvenes, tienen mejores resultados. Igual sucede con aquellos que ponen énfasis en la educación, no solo en la formal sino en la profesional, para que los trabajadores del futuro tengan los conocimientos que las empresas demandarán en el futuro. Y sobre todo, los países con estabilidad política, paz social, un sistema judicial que funciona y menores niveles de corrupción tienen mejor desempeño.

    ¿Es necesario flexibilizar la legislación laboral para adaptarse a la cuarta revolución industrial, en la que los negocios cambian rápidamente?

    La flexibilización del mercado de trabajo no puede significar dejar a un lado derechos de los trabajadores. Hay que respetar la norma internacional del trabajo.

    En Ecuador se prevé reformar el Código del Trabajo, que data de 1938. ¿Qué se debe tener en cuenta para hacer reforma laboral en un mundo que cambia muy rápido?

    Si se va a emprender un cambio profundo en el Código del Trabajo hay que involucrar a los actores: empresarios y trabajadores, pues un Código no se hace todos los años. Hay que pensar en una normativa que avizore los cambios que ya se están dando como la cuarta revolución industrial o el pensamiento exponencial. El Ministro de Trabajo de Ecuador nos visitó en Lima y, entre otras cosas, planteó que la OIT ofrezca asistencia técnica para este cambio del Código del Trabajo.

    ¿Qué temas requieren mayor atención cuando se moderniza una norma?

    Los sistemas de producción, de trabajo y la forma de comunicarnos están cambiando rápidamente. Debería apostarse fuertemente a la promoción de la innovación y el emprendimiento entre los jóvenes, para que ellos entren o desarrollen nuevas actividades que tengan como materia prima el conocimiento. Y eso implica trabajar muy fuerte en educación.

    ¿Qué hacer en educación?

    Hay que modificar las bases de los sistemas educativos, para que los niños estén preparados para el mundo que se viene. Y hay que reestructurar los sistemas de formación profesional, para que los trabajadores adquieran las habilidades que demanda el mundo del trabajo y que no suelen estar en los sistemas de formación.

    ¿A qué se refiere?

    En América Latina se escucha que las empresas no encuentran trabajadores formados para cubrir sus necesidades. Pero el problema puede ser que nunca se trabajó en formar a la gente con esas habilidades. Las empresas debieran poner atención en las habilidades que necesitarán varios sectores dinámicos en el futuro.

    ¿Como cuáles?

    Servicios de salud, de cuidado a personas adultas, de acompañamiento. En esas áreas no hay mucha oferta de formación, pese a que tendrán mucha demanda. Cuando se quiere transformar una matriz productiva y tener productos con mayor valor agregado hay que incentivar al sector privado para que incorpore nuevas tecnología e innove. Y un buen paso es apoyar a los jóvenes, que hoy registran más desempleo

    ¿Qué tipo de apoyo debieran tener los jóvenes?

    Los países más desarrollados ven al joven no solo como un futuro profesional o trabajador, sino como un futuro emprendedor. Y los apoyan con las herramientas que les permitan crear empresas. Y aunque algunas puedan fracasar, otras pueden desarrollarse y ofrecer trabajos de mejor calidad.

    ¿Cuál es el escenario para las nuevas empresas en un mundo donde los robots desplazan a los trabajadores?

    Es un temor que todos tienen. Hay trabajos de baja calificación que han sido sustituidos por máquinas. Por eso la importancia de trabajar en educación y formación. En América Latina tenemos una gran cantidad de personas con educación básica.

    ¿Cómo superar eso?

    Hay dos problemas por resolver. Primero, se necesita reformular los sistemas educativos para que los futuros trabajadores estén capacitados para el mundo que se viene. Y segundo, tenemos que reconvertir a la gente que hoy no conoce las nuevas tecnologías y no está preparada para realizar otro tipo de trabajo. Los ciudadanos deberían pelear por la educación con más entusiasmo.

    Durante 14 años fue gerente general de la Cámara de Industrias de Uruguay. Fue director ejecutivo del Instituto de Promoción de las Exportaciones y de la Inversión de Uruguay (Uruguay XXI). Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Durante 14 años fue gerente general de la Cámara de Industrias de Uruguay. Fue director ejecutivo del Instituto de Promoción de las Exportaciones y de la Inversión de Uruguay (Uruguay XXI). Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • El sector cafetalero pasa por una transición

    Evelyn Tapia (I)

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    redaccion@revistalideres.ec

    Pocos cultivos agrícolas tienen la cualidad de crecer en las cuatro regiones del Ecuador. El café es uno de ellos.

    La única provincia del Ecuador en la que no crece la planta es Tungurahua, señala Javier Villacís, gerente del Proyecto de Reactivación de Café del Ministerio de Agricultura (Magap).
    Incluso en Galápagos hay cultivos de este tipo. Pero a pesar de esa cualidad, y de que la demanda mundial de café no se ha contraído, las cifras de producción y exportación que alcanza este producto agrícola han decrecido en los últimos tres años entre un 15 y 20%, sostiene Pablo Pinargote, gerente general de la Asociación Nacional de Exportadores de Café.

    En ese contexto, las iniciativas para reactivar al café ecuatoriano vienen desde los sectores privado y público.

    El Magap ha invertido USD 20 millones desde el 2012, cuando comenzó el proyecto de reactivación. El programa contempla la renovación de 135 000 hectáreas hasta el 2021, cuenta Villacís.

    Otra iniciativa es la que emprendió en febrero la empresa procesadora Solubles Instantáneos en Guayaquil. El presidente de esta compañía, Jorge Salcedo, cuenta que debido a que la oferta de café ecuatoriano no compensa la demanda, la empresa invertirá unos USD 220 000 para reactivar 66 hectáreas de café en la provincia de Santa Elena.

    “Entregamos insumos, abono, asistencia técnica por tres años. Así tenemos la seguridad de que se van a hacer bien las cosas y la garantía de que van a tener un comprador de su producción”, sostiene Salcedo.

    La época dorada del café ecuatoriano, cuando Ecuador producía 2 millones de sacos al año, se apagó a finales de los años ochenta y no ha vuelto ha alcanzar esa cifra, desde que en 1989 se rompió el Acuerdo Internacional de Café, que regulaba mediante un sistema de cuotas el comercio internacional del grano.

    En el primer semestre de este año, las exportaciones de café sumaron USD 5 millones, mientras que en el mismo período del 2013, la cifra fue de USD 16 millones, de acuerdo con datos del Banco Central del Ecuador.

    “Estimamos que el sector este año va a decrecer el 60% tomando en consideración que en el 2012 que empezaron los problemas del sector”, sostiene Pinargote.

    Los actores de la cadena productiva coinciden en tres factores que han perjudicado el desarrollo del sector: los precios, la baja productividad por hectárea y el hongo conocido como Roya.

    Eloy Torres, caficultor de Sucumbíos, dice que los USD 0,75 que las industrias procesadoras pagan por libra de café no son suficientes para mantener la actividad. “¿Por qué al consumidor final le cobran tanto y el productor recibe tan poco?”, se cuestiona.

    La productividad promedio de café en Ecuador es de cinco quintales por hectárea. En el 2014, indica Villacís, se produjeron unos 300 000 sacos. “Este año esperábamos llegar a los 500 000, pero por los factores climáticos, tal vez solo lleguemos a 350 000”, indica el funcionario del Magap.

    Víctor Salas, presidente la Asociación de Productores de Café de altura de Espíndola y Quilanga (Procafec), explica que la baja de productividad en las plantaciones obedece a la falta de tecnificación de los caficultores y a que las plantaciones se envejecieron.

    “En la década de los noventa bajó la producción, la tierra se empobreció”, recuerda Salas.

    Otro problema, según Vinicio Dávila, presidente de la empresa Cafecom, es que los productores del grano son pequeños. “En promedio tienen dos hectáreas por familia y les hace falta recursos económicos para comprar insumos, para fertilizar y tratar bien sus cafetales”.

    La empresa Solubles Instantáneos, con planta procesadora en Guayaquil, comenzó un programa de incentivos para productores cafetaleros en Santa Elena. Foto: Mario Faustos / LÍDERES.
    La empresa Solubles Instantáneos, con planta procesadora en Guayaquil, comenzó un programa de incentivos para productores cafetaleros en Santa Elena. Foto: Mario Faustos / LÍDERES.