Etiqueta: pastelería

  • De la ingeniería a la pastelería, para sobrevivir a la pandemia

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    La pandemia afectó la salud y el trabajo de los latinoamericanos, con un impacto directo en la informalidad. Paula Pinto es una ingeniera civil con especialización en gerencia de obras, que antes de la pandemia era jefa del área de compras y logística en una constructora en Perú, con un horario y salario estables. Todo cambió a partir del 16 de marzo, con el inicio de la cuarentena estricta y se resume en esta frase: trabajar más horas y menor remuneración.

    “Con el paso de las semanas, el trabajo se desbordó con llamadas y mensajes en las noches y los fines de semana, con el agravante que después nos informaron que ante la parálisis de las obras el salario se reduciría al 50%. Al principio traté de apoyar a la empresa mientras que pasaba la coyuntura, pero llegó un punto en el que el agotamiento físico y mental me desbordó y decidí renunciar”, ­relata Paula.

    Por si fuera poco, se contagió de covid-19 tras asistir a una reunión presencial de trabajo, donde sus colegas no cumplieron con las medidas de bioseguridad.

    Estuvo dos semanas con síntomas moderados y ese fue su punto de inflexión. Decidió dedicarse a algo totalmente diferente y que siempre le ha gustado: la repostería artesanal. Desde hace unos dos meses lanzó su emprendimiento en Instagram llamado @paucakes.bakery.

    “Estoy muy contenta, aunque ahora trabajo casi lo mismo que antes. Me está yendo bien con los productos, ya tengo mis propias recetas, logré darles un valor diferenciado a mis tortas y si todo sigue como hasta ahora, podré recuperar mis ingresos a los mismos niveles antes de la pandemia”, agregó la emprendedora.

    Detrás de esta historia de resiliencia se esconden dos problemas del mercado laboral en América Latina: el deterioro de las condiciones de los trabajadores por cuenta de la pandemia y la informalidad como puerta de escape ante la falta de oportunidades. En el primer aspecto, un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que en América Latina y el Caribe se registró una pérdida de horas de trabajo de alrededor del 33,5% en el segundo trimestre del 2020, a saber, 80 millones de empleos a tiempo completo equivalentes, que ha dado lugar a su vez a una drástica reducción de los ingresos de los empleados, siendo la región con la mayor pérdida de horas de trabajo en el mundo. Además, se prevé que América Latina y el Caribe siga siendo la región más afectada en el tercer trimestre, con una disminución de las horas de trabajo del 25,6%.

    “Al tiempo que redoblamos esfuerzos para vencer al virus, debemos adoptar medidas a escala lo antes posible, para paliar sus efectos en los planos económico, social y laboral. En particular, fomentar el empleo y la actividad empresarial y garantizar los ingresos”, señaló Guy Ryder, director general de la OIT.

    Para mitigar estos efectos en el bienestar de la población y la economía, los gobiernos han implementado medidas como transferencias directas focalizadas; subsidios a las nóminas; reducción, postergación y hasta eliminación de impuestos; garantías parciales y facilidades de acceso a créditos, entre otros; que han permitido mantener a una parte de los empleos formales.

    La informalidad es el principal cuello de botella del mercado laboral y también explica la reducción de ingresos, debido a que el 51% de los ocupados en América Latina y el Caribe (OIT 2019) vive del día a día y fueron sometidos a cuarentenas estrictas. Los
    más afectados son los jóvenes y las mujeres.

    “Además de las medidas adoptadas por los gobiernos para enfrentar esta emergencia sanitaria y social, se requieren reformas de largo aliento especialmente en la formación del capital humano para aumentar su productividad e inserción laboral; y en el caso puntual de los trabajadores con hijos, promover una mayor flexibilidad de horarios en el empleo formal, para que tanto padres y madres puedan conciliar de mejor manera los empleos de calidad con la vida familiar”, explicó Lucila Berniell, economista principal del CAF, Banco de Desarrollo de América Latina. Un estudio reciente del CAF evidencia que en los mercados laborales de la región las mujeres participan menos que los hombres, tienen más probabilidad de estar ocupadas en empleos informales, a tiempo parcial, con menor productividad y menor remuneración, y están subrepresentadas en puestos gerenciales y ejecutivos.

    Paula sigue trabajando en su residencia en ampliar su oferta de productos y explorando las herramientas digitales para conquistar más paladares e innovando con sus recetas artesanales, aún sin los ingresos que generaba su empleo anterior ni la cobertura a salud y pensión, pero con la satisfacción de haber creado un emprendimiento con altos estándares y todas las medidas de bioseguridad en plena pandemia.

    Nicolás Abrew, ejecutivo principal de comunicación en CAF
    Visiones del Desarrollo es una sección promovida por CAF -Banco de Desarrollo de América Latina- que analiza los principales temas del desarrollo de la región. Los artículos que contiene se publican simultáneamente en los principales medios de América Latina.

    El coronavirus deja dos problemas en el mercado laboral latinoamericano: el deterioro de las plazas de trabajo y el incremento de la informalidad. Imagen: Freepik.es
    El coronavirus deja dos problemas en el mercado laboral latinoamericano: el deterioro de las plazas de trabajo y el incremento de la informalidad. Imagen: Freepik.es
  • Una nueva planta en la industria panadera

    Redacción Quito

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    Facilitar el trabajo en la industria panadera es el objetivo de la empresa holandesa Bakels, que en mayo abrió una planta de producción en Pifo, al oriente de Quito.  La firma, que tiene fábricas en más de 40 países, produce premezclas para panificación y pastelería a escala industrial. En el país está presente hace 10 años.

    Cristina Caicedo, gerenta general de Bakels Ecuador, explica que en esos diez años se tuvo un ‘joint venture’ o alianza estratégica con Moderna Alimentos, que producía para la firma holandesa.

    Pero la empresa europea decidió producir por su cuenta. “El año anterior se vio la oportunidad de independizarse, de contar con una propia planta de producción (…) En Latinoamérica tenemos plantas en Perú, Brasil, Chile y ahora en Ecuador. Y una comercializadora en Argentina”,.

    Entre las razones que le llevaron a Bakels a montar su planta en Ecuador está el crecimiento en ventas. Entre mayo del 2017 y mayo de este año fue de 18%. El terremoto de abril del 2016 también incidió. La planta de Moderna, que se encontraba en Manta, tuvo que parar. “Hubo desabastecimiento de producto por algunas semanas. Los consumidores probaron la competencia y sintieron la ausencia de productos Bakels. Dentro de todo lo negativo y triste del terremoto, fue una oportunidad para ver lo bien que estaba posicionada la marca”.

    La compañía comercializaba cerca de USD 7 millones al año y era una cifra que dejó claro que se podía hacer una inversión fuerte. Además, la producción alcanzaba unas 1 600 toneladas por año.

    En septiembre pasado se decidió la independencia de Moderna Alimentos y arrancó el proceso para montar la nueva planta. Se invirtieron unos USD 3 millones. Se prevé que la producción arranque en julio próximo, porque la planta este momento todavía se encuentran en adecuaciones. Se calcula producir de 2 500 a 3 000 toneladas anuales.

    En la nueva planta se harán premezclas para pan y pastelería. Entre los artículos que se ofrece a la industria se encuentran premezclas para bizcochuelos, pancakes y tortas como las de naranja, chocolate, vainilla, entre otras.

    La principal ventaja de usar estos productos para la industria panadera es que se estandarizan los procesos y la cantidad de ingredientes. A una premezcla de pan, por ejemplo, se añaden apenas dos productos adicionales como agua y mantequilla. Dependiendo del gusto u objetivo de los fabricantes se puede colocar cereales, frutas, entre otros.

    Pedro Miranda, representante del sector panificador del Ecuador, indicó que se trata de productos novedosos. Sin embargo, señaló que en Ecuador un numeroso grupo de maestros todavía se dedican a la fabricación de pan y pasteles de manera tradicional.

    El sector utiliza insumos locales e importados para la producción de panes y pasteles. Bakels, de hecho, también importa y distribuye artículos como cremas marca Richs de EE.UU., esencias de Colombia y levadura de Europa. Cuenta también con chocolate, manjar y mermeladas con su marca, que maquilan firmas locales.

    La firma tiene una cartera de 80 productos, de los cuales 30 son nacionales. Los insumos que se usan para la fabricación de estos últimos también son nacionales; harina (de Moderna Alimentos), cereales para hacer una premezcla de pan y azúcar.

    Bakels apunta a un país con una alta demanda de pan. Hasta el 2012 era el producto alimenticio que más se consumía a escala nacional, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2011- 2012, del Instituto Nacional de Estadística y Censos .

    Miranda explica que no existe un dato exacto de la producción de pan a escala nacional ya que todo depende de los negocios. Agregó que el sector es un importante generador de empleo.
    Bakels cuenta con 40 trabajadores, de los cuales seis se encuentran en la parte productiva. La planta es altamente tecnificada por lo que los requerimientos de personal operativo son mínimos.

    Entre los empleados están aquellos que son parte del equipo de investigación, que se encarga de elaborar nuevos desarrollos y determinar la calidad de estos. Asimismo, la empresa tiene seis personas que dan asesoría a panaderos sobre el uso de los productos en polvo para la fabricación.

    La oferta de Bakels no se comercializa en autoservicios. La firma tiene puntos de venta en locales dedicados a la comercialización de artículos de panadería y pastelería, en los que las personas fuera la industria pueden adquirir las pre mezclas de la multinacional. La compañía tiene 15 distribuidores a escala país. Los productos se ofrecen puerta a puerta en las diferentes panaderías, que tienen diferentes tamaños.

    A futuro la marca tiene como objetivo seguir creciendo y generar nuevos desarrollos.
    Para la fabricación, en la nueva planta ubicada en Pifo, reciben materias primas importadas y nacionales.

    Bakels cuenta con un amplia bodega dentro de su planta en Pifo. Además, tienen su propio  laboratorio. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Bakels cuenta con un amplia bodega dentro de su planta en Pifo. Además, tienen su propio laboratorio. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • La afición por la pastelería se expande en tres provincias

    Patricio Ramos (I) Redacción Manta / LÍDERES

    Su afición por la pastelería y los postres empezó cuando tenía 10 años, en su natal Cuenca. Elaboraba golosinas para familiares y amigos, dice Valeria Montesinos, fundadora y gerenta de Dulce y Cremoso, una marca de pasabocas que nació en Manta hace cinco años, con USD 15 000 de inversión. Los bocados elaborados en dulce, crema y sal son los protagonistas del menú.

    Lo que arrancó en su casa en Cuenca siguió en Manta. Después de haberse titulado en Comercio Exterior en Quito, ella regresó al puerto manabita; aunque esa titulación no estaba acorde con su afición: los pasteles y la crema.

    Por ello, recuerda Valeria, decidió continuar con la elaboración de tortas y bocados junto a su madre de origen argentino. Primero trabajaba pedidos para amigos y familiares; luego, su lista de clientes se amplió hacia las empresas y además surtía de sus productos a cinco cafeterías ubicadas en Manta.

    Hace cinco años se decidió y dio el paso vital: emprendió en el montaje de su propia cafetería. Nada lo dejó a la improvisación. Para ello, contrató a la arquitecta Silvia Machuca que diseñara el proyecto, una cafetería ubicada en la av. Flavio Reyes y Calle 16, en Manta.

    «Silvia (Machuca) fue más allá de las expectativas y hasta le dio la partida de nacimiento al emprendimiento, Dulce y Cremoso», cuenta Valeria. Lo que empezó en un pequeño local se expandió.

    Para ella, el primer reconocimiento lo tiene «la gente de Manta», que aceptó su propuesta. Por ello, en estos cinco años, montó cuatro locales más en la ciudad.

    Además, tiene dos en Portoviejo, uno en el recientemente inaugurado centro comercial Paseo Shopping. Las circunstancias jugaron a su favor y con apoyo de un familiar montó un local en Cuenca, también tiene uno en Riobamba.

    La aceptación de su marca permitió entrar en el negocio de las franquicias y la primera se ubica en Montecristi en una zona turística y comercial por excelencia. Juan Manuel Moreira compró la franquicia. «Sin duda la calidad de los productos juega a favor a la hora de montar un negocio franquiciado», asegura Moreira.

    Montecristi es el sitio de paso obligado del turismo nacional y extranjero que llega a Manabí. Con nueve meses en funcionamiento, el local franquiciado tiene «buenos volúmenes de venta», indica Moreira, aunque prefiere no revelar los ingresos. En los locales de Dulce y Cremoso en Manabí se atiende desde las 08:30 hasta las 23:00.

    Para Montesinos otro aspecto estratégico de su negocio es ‘explotar’ que a los manabitas les gusta conversar y para ello, «qué mejor si la charla se acompaña con un pedazo de torta y un vaso de jugo».

  • Los ingredientes vegetales dan sabor a esta pastelería

    Redacción Guayaquil

    La pastelería tradicional utiliza como principales ingredientes la harina, la leche de vaca y los huevos de gallina. En la pastelería vegana, en cambio, se omite el uso de cualquier producto derivado de los animales. Así lo explica Sarah Vélez, propietaria de Magdalena’s Bakery en Guayaquil.

    Ella dirige un negocio que elabora y vende cupcakes, galletas, tortas, tartaletas, magdalenas y bocaditos… todos veganos. ¿Cuál es la receta? En la preparación se sustituye la leche de vaca por leche de soya y los huevos por salsa de manzana, comenta la emprendedora de 21 años.

    La idea de montar una pastelería surgió en el 2010, mientras estudiaba en La Escuela de los Chefs, en Guayaquil. Así, al graduarse de la institución, en enero del 2011, invirtió USD 300 de ahorros personales y arrancó con la iniciativa. El dinero lo destinó a la compra de un horno semiindustrial y una batidora eléctrica.

    Sin embargo, al inicio no se dedicaba a la pastelería vegana. “Soy vegana y quería aplicarlo, con recetas creadas por mí y otras aprendidas en Internet. Pero no sabía cómo iba a ser la aceptación”, dice.

    Fue hace tres meses que se decidió a producir siguiendo esta tendencia. La acogida de parte de los consumidores ha sido positiva; vende a vegetarianos, a veganos y a personas que no siguen estas líneas como un estilo de vida.

    Andrea Portilla compra los postres desde hace cuatro meses. Indica que lo que más le gusta es la tarta de chocolate, crema pastelera y frutas frescas. Añade que cuando Vélez anunció el cambio de línea le pareció buena idea. “Es la única opción de pastelería vegana que conozco”.

    Sus productos se comercializan en el local Punto Caliente, del que sus padres son administradores. Su madre, Jeaneth Quintero comenta que existe interés de parte de los clientes. “Les parece novedoso y comentan sobre el buen sabor”.

    Lo más vendido son las tortas. Cada una tiene un precio de USD 20 y vende unas 18 al mes. Por las ventas, factura cerca de USD 500 mensuales. “Hay tanto meses bajos como ocasiones especiales en los que las ventas aumentan”, dice Vélez.

    Los productos los elabora en su domicilio, en el norte de la ciudad. Por otro lado, las ventas son bajo pedido y la entrega a domicilio. La promoción se realiza básicamente en las redes sociales.

    Elaine Silva es otra clienta. Ella trabaja en el Centro Ecuatoriano Norteamericano y dice que en junio realizaron un evento en el que se buscó no comer derivados de animal por un día. “Creí que al no ser preparados tradicionalmente no serían buenos pero me sorprendió su sabor”.

  • Su creatividad se traslada a la pastelería

    Redacción Quito

    Los héroes de las series de televisión o los personajes infantiles son algunas de las imágenes que la firma Panificadora Superior muestra en sus creaciones pasteleras, desde hace 17 años.

    Este negocio, ubicado en el Centro Histórico y constituido en agosto de 1996, comenzó como una pequeña panadería en San Rafael (suroriente de Quito). Su propietaria, Elena Galárraga, cuenta que en la actualidad el negocio ha crecido y hoy brinda servicios de cafetería, pastelería, panadería y ‘catering’.

    Entre las instituciones a las que brinda sus productos y servicios están el Ministerio de Salud, el Municipio de Quito, la Fundación VIHDA, entre otras. “Trabajamos con un público exigente y por esa razón nuestro personal está en constante capacitación”, dice Galárraga.

    El servicio más popular que ofrece es el de pastelería decorativa. Desde tasas comestibles hasta camas con almohadas y sábanas de dulce, cualquier diseño no es un reto para la empresa.

    Fernando Fuentes, cliente de Panificadora Superior, cuenta que solicitaron un pastel de Alicia en el País de la Maravillas para la fiesta de 15 años de su hermana. “Ellos se encargaron de la movilización y realizaron desde el árbol de dulce hasta las tarjetas comestibles que iban integradas en el pastel. Incluso los personajes eran de dulce. Fue un éxito”.

    El proceso de elaboración de un pastel decorativo dura entre 10 y 15 días. Para iniciar el diseño se debe determinar el tono, la masa, el modelo y el número de personas. Algunos de los pasteles deben llevar aditamentos estructurales adicionales. “Por ejemplo, para pasteles a desnivel, se arma desde la base para que el diseño quede perfecto y se elabora una estructura interna para que sostenga al pastel”, explica Galárraga.

    El costo de estos pasteles varía entre USD 300 y 500, para unas 200 personas. Esto dependerá de la complejidad del diseño y si se integran diseños mecánicos. “En algunos pasteles incluso integramos cascadas mecánicas y escaleras para mejorar el diseño”. El precio promedio de los pasteles convencionales es de USD 1,50 el pedazo. “Nuestra meta es atender a todos los mercados”.

    El servicio de cafetería es otro valor agregado que ofrece la Panificadora. En el local del Centro Histórico, los dueños y sus 10 empleados tienen conocimientos básicos de idiomas como el francés, inglés, italiano, holandés y alemán, como un recurso para brindar un mejor servicio a los extranjeros. “Nuestros clientes en el Centro Histórico salen tan a gusto que incluso se llevan nuestros productos al extranjero”, dice Galárraga.

  • Ella gana mercado con 24 sabores de cupcakes

    Redacción Quito

    El tradicional pastel comparte cada vez más espacio en la mesa con pequeños pastelitos con decorado llamativo conocidos como cupcakes. «Son ideales para cualquier evento por su decoración, sabor y tamaño», comenta María Antonieta Vayas, propietaria de Sweety Cupcakes, una microempresa que oferta estos productos desde diciembre del año anterior.

    Vayas administra un local especializado en la elaboración de cupcakes. Todo comenzó en enero del 2012, cuando vio en televisión un programa en el que se explicaba la preparación de este postre de origen estadounidense. «Mi esposo y yo experimentamos con las fórmulas de la masa, nos asesoramos con expertos en pastelería y estudiamos sobre la preparación de los cupcakes», cuenta.

    Como en buena parte de los emprendimientos, sus familiares y amigos fueron los primeros en probar sus cupcakes; luego de un año de pruebas decidieron abrir un local para ofertar una línea de 20 sabores de cupcakes.

    Con una inversión de USD 22 000, Vayas adecuó las instalaciones de un local arrendado entre las avenidas Amazonas y Mariana de Jesús. Ella cuenta que tuvo que esperar varios meses antes de que ese sitio estuviera disponible. «Lo prefería por ser un punto muy transitado».

    Para acercarse al público ofrecía pequeños bocaditos de masa de cupcake en la puerta del local. Su olfato emprendedor no le falló y en el primer mes alcanzó ventas por USD 2 500.

    Hoy, este negocio ya cuenta con una variedad de 24 sabores de cupcakes, entre ellos: chocolate, marshmallows, nutella, durazno, naranja, jengibre, menta… y unos cupcakes para personas con diabetes. Vayas tiene una colaboradora.

    Sweety Cupcakes elabora hasta 500 cupcakes cada semana, por lo que percibe ingresos de USD 4 500 mensuales.

    Tatiana Lara ve en los cupcakes de esta microempresa una alternativa original para los eventos empresariales. Ella trabaja en una empresa del sector farmacéutico y cuenta que para San Valentín pidieron 1 200 cupcakes.

    Luis García también es cliente y recomienda este producto. «La presentación, el sabor, la decoración… hacen que sea un regalo en cualquier ocasión».

    Datos

    • Precio. Oferta cuatro tamaños de cupcakes y sus precios van desde los USD 0,35 hasta los USD 25, que es el costo del cupcake gigante. También cuentan con servicio a domicilio.
    • El plus. Sweety Cupcakes prepara pastelillos elaborados con sacarosa, aptos para el consumo de personas con diabetes.
  • Con los muffines se desarrolló este grupo microempresarial

    Redacción Quito

    La empresa Muffines se forjó en 1990 en la Hacienda La María, ubicada en Cayambe. Así lo recuerda Hernán Rojas, quien hoy gerencia esta iniciativa que produce panes precocidos que se comercializan con el nombre de la firma.

    Hernán y su hermana, Mirian Rojas, le dieron impulso a su producto hasta ese momento conocido solo en EE.UU.

    La firma y el producto fueron iniciativa de la ecuatoriana María Cárdenas. Este tipo de pan precocido era su plato preferido en el país del norte y pensó que el producto podía tener acogida en Ecuador, buscó recetas y comenzó a preparar los primeros panes. «Era un pan muy casero. Empezamos con ventas para amigos y vecinos a domicilio», recuerda.

    Por motivos personales, Cárdenas decidió vender su participación a sus socios, los hermanos Rojas, quienes asumieron el reto de masificar el producto en el país.

    «Han sabido sobrepasar todo reto. Ellos han sabido luchar para mantener la empresa», comenta la exsocia.

    Hernán recuerda que en 1990 la crisis financiera en el Ecuador lo llevó a pensar en migrar fuera del país. Pero optó por quedarse, porque Muffines le daba la oportunidad de hacer realidad su sueño de convertirse en empresario, una meta que se propuso al cumplir 16 años cuando ayudaba a su madre en una pequeña tienda de abarrotes.

    Oriundo de Bolívar, Hernán siempre ha estado dispuesto a arriesgar e innovar. Desde hace cuatro años invirtió poco más de USD 85 000 para levantar una planta propia, adquirir maquinaria, hacer adecuaciones para certificar las Buenas Prácticas de Manufactura (que está al 50%) y adquirir un vehículo de distribución, para no romper la cadena de frío.

    La firma arrancó con ventas a Supermaxi. Hoy entre sus clientes también están Burger King, Hotel Marriott, etc.

    Además de muffines, la firma tiene dos líneas complementarias de negocio. La primera es Bestrans, con la cual presta servicios de transporte de productos para otras pequeñas y medianas empresas. La segunda es Bestmarketing, un segmento de mercadeo también dirigido a pymes, que analiza la rotación del producto en un local o supermercado.

    Paola Echeverría, propietaria de Quick Dog, compra desde hace dos años muffines para el sánduche de desayuno que oferta este restaurante. «Me gusta, porque se pueden congelar y al prepararlos quedan como pan recién hecho y son deliciosos», dice Echeverría, quien compra dos docenas de muffines al mes.

    Más datos

    Ventas. En el 2003 las ventas eran de USD 3 000 al mes. Actualmente, estas suman 10 000 al mes.

    Alianza. Bestrans llegó a una alianza con la Compañía de Transporte Cofreí, para dar el servicio de transporte en el ámbito nacional.

    20 trabajadores fijos tiene este emprendimiento quiteño.