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  • El impacto social lo combina con los negocios

    Redacción Quito

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    Pedro Crespo Flándoli no imaginó el alcance que llegaría a tener la campaña ‘Dar una mano sin dar la mano’, lanzada el 18 de marzo del 2020, en medio de la pandemia por el covid-19, por su fundación Donation en alianza con el Ministerio de Inclusión Económica y Social. El objetivo: recaudar fondos para la entrega de canastas alimenticias a familias de bajos recursos.

    En tres meses se lograron entregar 1,2 millones de kits en todo el país. La conciencia social es una de las cualidades que destacan en este emprendedor de 35 años. “Es una persona que siempre ha visto primero por el beneficio colectivo”, dice su amigo Andrés Granda.

    Crespo es un cuencano con raíces italianas. Su abuelo materno llegó al Ecuador, con 22 años, a finales de la década de los 50, desde la ciudad de Módena (Italia) y se estableció en la capital azuaya. “La cultura italiana tuvo peso en nuestra familia. Somos bastante unidos”, dice Pedro. Solo tuvo una hermana menor, pero creció cerca de sus primos por parte de la familia de su mamá.

    Con Franco, su abuelo materno, tuvo especial afinidad, recuerda cuando de niño jugaban juntos en el Atari. Aún conserva esta afición a los videojuegos. Le gusta leer libros sobre espiritualidad y negocios. Y disfruta de las caminatas al aire libre junto a su esposa, María Victoria Mora, y sus perros.

    Ellos son su debilidad. Creció rodeado de perros y hoy tiene cinco, todos rescatados de la calle: Lili, Lupin, Negrita, Pepa y Gato. “Los animales me han enseñado sobre el amor puro, la bondad, el perdón”. Su nivel de conciencia por el respeto a los animales lo convirtieron en vegetariano.

    Se graduó en el Colegio Borja de bachiller en Físico-Matemático. Durante la infancia y juventud practicó atletismo, llegando a competir en los juegos nacionales representando al Azuay. Luego jugó fútbol por varios años.

    La universidad fue una época intensa. Estudió Ingeniería en Sistemas en la Universidad del Azuay y a mitad de carrera comenzó a estudiar, paralelamente, Psicología Organizacional. Fueron ocho años de mucho estudio en los que participó en la dirigencia estudiantil, llegando a ser Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad del Azuay.

    Por algunos años trabajó para el sector público, vinculado a los temas sociales. Primero como Coordinador Provincial del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, donde impulsó la creación del Observatorio de los Derechos de los Animales Domésticos.

    También laboró para la Prefectura del Azuay, donde coordinó la creación de Mikhuna Banco de Alimentos del Azuay para proveer a personas de bajos recursos. Sobre este tema recibió una capacitación en el banco de alimentos de Houston, Texas (Estados Unidos).

    Estas experiencias lo impulsaron a formar su propia fundación Donation, en el 2017, con apoyo de su esposa y un grupo de voluntarios. Se dedica a apoyar proyectos de impacto social y asesorar a otras ONG para que logren ser autosustentables.

    Emprendió desde muy joven. Siendo estudiante universitario creó un sitio web de entretenimiento, Qenka.com, al que subía fotos de fiestas y ganaba dinero por publicidad. Actualmente rediseña la página para ofrecer contenidos de entretenimiento. Al salir de la universidad montó junto a un socio una discoteca en Cuenca, que funcionó cinco años.

    Aprendió programación de páginas web antes de ingresar a la carrera. Así creó junto a Juan Diego Rodas una empresa para el desarrollo de sitios web, que sería el preámbulo de La Motora, una agencia digital que fundó en el 2008 con Rodas y otros dos socios. Con esta firma, que se mantiene activa, crearon Megabite, una aplicación móvil para solicitar comida a domicilio, que luego de tres años vendieron a la multinacional Domicilio.com, posteriormente adquirida por Glovo. “Nos pagaron cinco veces nuestra proyección de venta de tres años”.

    Paralelamente, en el 2018 creó la start up Piloto Automático, junto a Jonathan Flores y Fabián Pozo, con la que desarrollaron Chofi: una ‘app’ que permite solicitar un chofer para que conduzca el vehículo del usuario que lo solicite.

    Pozo, su amigo y socio, lo describe como una persona extremadamente organizada y con visión comercial. Flores lo considera una persona importante en su vida: “Me ha dado una visión global de la vida y de los negocios”.

    Desde hace cuatro años, Crespo asesora a otras empresas desde su consultora Welfare en temas de estructuración de negocios, procesos, tecnología, diseño, etc.
    ¿Cómo maneja tres empresas y una fundación? “El éxito es una agenda estricta y tener la mentalidad de que menos es más”.

    La hoja de vida
    Ingeniero en Sistemas y Psicólogo Organizacional por la Universidad del Azuay.
    Cofundador  de La Motora, una agencia digital.
    Cofundador  de Piloto Automático.
    CEO de la consultora empresarial Welfare.
    Presidente  de Donation, organización que creó la campaña ‘Dar una mano sin dar la mano’

    El enfoque está en alimentos y animales
    Redacción Quito (I)
    ‘Dar una mano sin dar la mano’ ha sido hasta ahora la campaña con mayor alcance que ha logrado levantar Donation, una fundación que se dedica a recaudar fondos para proyectos sociales de alto impacto, que tiene su sede en Cuenca.

    La iniciativa fue lanzada el 18 de marzo, en colaboración con el Ministerio de Inclusión Económica y Social, con el fin de levantar recursos para la entrega de canastas de alimentos a familias de bajos recursos, durante la cuarentena por el covid-19.

    Más de 200 empresas, incluidas las cadenas de supermercados, se unieron al proyecto como patrocinantes, detalla Pedro Crespo, presidente de Donation.

    En tres meses la plataforma digital de la campaña logró levantar más de USD 2,5 millones para la entrega de cerca de 200 000 canastas. Con la integración de Municipios y organizaciones internacionales esa cifra subió a 1,2 millones de kits, que se han entregado en todo el país con el apoyo del Ejército y la Policía.

    Otro tipo de proyectos en los que se ha enfocado Donation desde sus inicios, en 2017, son las campañas de esterilización para perros en zonas de Cuenca de bajos recursos.

    La fundación que lidera Crespo también tiene como eje asesorar a otras organizaciones o proyectos sociales en la construcción y desarrollo de productos y servicios que les permita ser autosustentables. Por ejemplo, a Fundación FAAN, de refugio de animales, le colaboró en el diseño de un plan de apadrinamiento.

    Donation se financia mediante donación voluntaria de clientes en locales comerciales y aportes recurrentes de un grupo de donantes.

    Pedro Crespo, de 35 años, maneja tres empresas vinculadas con la economía digital y una fundación. Dice que la clave es cumplir los compromisos. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Pedro Crespo, de 35 años, maneja tres empresas vinculadas con la economía digital y una fundación. Dice que la clave es cumplir los compromisos. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • El trabajo solidario es la ruta que marca la carrera de Pedro Morales

    Cristina Marquez

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    Una fotografía antigua se exhibe en una de las paredes de la oficina de Pedro Morales, gerente de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Riobamba. En la gráfica, tomada en 1957, se lo ve junto al obispo de esa época, Leonidas Proaño.

    La fotografía muestra uno de los momentos más importantes de la vida de Morales: fue captada cuando se integró la Organización de Jóvenes Trabajadores de Chimborazo, y cuando simultáneamente descubrió en el cooperativismo una oportunidad para el desarrollo colectivo.

    Hoy la institución que él dirige es la sexta más grande del país, según datos de la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria: tiene más USD 260 millones en activos y unos 100 000 socios.

    Para Morales, la clave del crecimiento de la cooperativa es la cercanía que mantiene con sus socios y la aplicación de la filosofía que le enseñó Proaño, en su intento de fortalecer la economía de Chimborazo. “De Monseñor Proaño aprendí que el trabajo en equipo y la organización son parte de la solución a nuestros problemas. Esas enseñanzas las replicamos con nuestros socios, promovemos el ahorro con fines solidarios, ellos saben que su dinero se reinvierte y se utiliza para otorgar créditos”.

    Él tenía 20 años cuando conoció al Obispo que influenció su amor por el cooperativismo y la solidaridad. En esa época era difícil acceder a la educación y escaseaban las fuentes de empleo, pero Proaño le vinculó a otros jóvenes con deseos de emprender iniciativas de desarrollo y los organizó.

    Los talleres y capacitaciones con especialistas extranjeros que proponían un sistema financiero cooperativo como alternativa a los bancos marcaron el inicio de su vida profesional. Morales se convirtió en poco tiempo en uno de los líderes más activos de la organización juvenil.

    “Pedro siempre se destacó por su intensa militancia en los momentos políticos más coyunturales de la provincia y la ciudad. Se reunía toda la semana con otros activistas de un origen muy diverso. Había cristianos, socialistas, guevaristas, curas, monjas…”, recuerda Mariana Guambo, otra joven que se formó junto a Proaño.

    Morales fue designado como representante del Ecuador en varios encuentros mundiales de la Juventud Obrera Católica. Además obtuvo una beca en un Instituto de Cooperativas, en Francia, donde estudió el sistema de cooperativas y la organización popular.

    Cuando retornó al país, en 1981, se encargó de promover cooperativas de vivienda que empezaban a formarse en los sectores rurales de Riobamba y luego fue designado subsecretario regional de cooperativas.

    Cuatro años después se vinculó a la Cooperativa Riobamba. Pero antes de su llegada, la entidad no era tan exitosa como lo es hoy. De hecho, estaba a punto de liquidarse debido a una crisis de cartera.

    Morales fue contratado por la Dirección Regional de Cooperativas como interventor; debía organizar la liquidación de la entidad. Pero un grupo de socios le pidió sacarla a flote e impedir su cierre.

    “Eran cerca de 1 000 socios activos y tenían unos 800 000 sucres de capital. Pero la cartera vencida los había superado y no tenían liquidez por una falta de experiencia en la administración”, recuerda Morales. Su primer reto fue recuperar la confianza de los socios. Contactó a un grupo de mujeres artesanas y emprendedores y los convenció de ahorrar, obtener créditos y mejorar sus pequeños emprendimientos.

    Otro reto fue recuperar la cartera vencida e incrementar el patrimonio de la cooperativa. Morales dice que los esfuerzos se enfocaron en la gente trabajadora que no podía acceder a un crédito bancario, como campesinos, agricultores, amas de casa…

    “Estudiamos su comportamiento financiero y los invitamos a ahorrar con nosotros”, dice Morales. El crecimiento de la cooperativa fue inmediato, la entidad incluso llegó a ser tan solvente que resistió la crisis financiera que se produjo en el país debido al feriado bancario en 1999.

    Sonia López, quien actualmente se desempeña como jefe nacional de crédito, es una de las primeras colaboradoras de la Cooperativa. Ella se vinculó a la entidad hace 28 años. “Los valores con los que nos formó el licenciado Morales se convirtieron en una marca de la cooperativa”, cuenta López. Ella dice que la confianza de la gente se ganó con la perseverancia del Gerente y hoy es la fortaleza de la institución.

    La Cooperativa Riobamba reportó un crecimiento anual del 10,43% en el 2016, pese a la recesión económica, que influyó en la colocación de créditos. Esta entidad ahora cuenta con agencias en cinco cantones de Chimborazo, en Quito y Cuenca.

    Fotos: Ángel Barona para LÍDERES
    Fotos: Ángel Barona para LÍDERES