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  • El penco, esencia de sus bebidas

    Mayra Pacheco

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    Los pencos que crecen en zonas áridas del país y que a veces pasan inadvertidos son el ingrediente estrella en Agave Spirit. En esta empresa se usa su néctar, flores y fibras para elaborar una variedad de bebidas, destilados, conservas, alimentos y artesanías.

    Estos productos son el resultado de una serie de investigaciones y pruebas que ha realizado Diego Mora, gerente de Agave Spirit, desde hace más de 15 años. Él se interesó en esta planta silvestre tras conocer que su uso se estaba perdiendo, en zonas como en la Mitad del Mundo, en Quito.

    Para intentar mantener viva la tradición de extraer el chawarmishki, que es la savia del penco, Mora decidió en el 2014 darle un valor agregado a esta materia prima, para esto creó Agave Spirit. Inicialmente invirtió USD 200.

    Con este líquido dulce, que tiene un tono blanquecino, y las flores de agave, aprendió a elaborar una serie de preparados.

    Actualmente, ofrece chawarmishki pasteurizado, jugos saborizados, miel, vinagre, miske (bebida alcohólica), mizhqueza (cerveza), flores de penco en conservas, y helados. Estos alimentos tienen propiedades nutritivas, probióticas e incluso medicinales.
    Cecilia Flores, quien consume este producto, asegura que el chawarmishki le permitió recuperarse, tras una enfermedad a los huesos. “No podía caminar, pero tras consumir esta bebida me siento mejor”.

    Israel García, cliente, comenta que por las propiedades nutricionales de las bebidas compra estos productos semanalmente. “Estos aportan a mi salud, saben bien y son de calidad”.
    En el proceso de elaboración de estas bebidas y alimentos se emplean solo ingredientes naturales, para mantener la esencia de esta planta nativa, que crece sin necesidad de la intervención de la mano del hombre.

    La materia prima se adquiere a cuatro familias que producen en la Mitad del Mundo y la provincia de Cotopaxi. Cada semana recibe 400 litros. En esto se invierte alrededor de USD 600.

    “Ellos reciben un precio justo por la savia de penco que se entrega de manera periódica”, precisa Agave Spirit.

    Christian Tito, productor, comenta que vende desde hace tres años alrededor de 100 litros de chawarmishki. En promedio, por cada litro recibe USD 0,80 centavos.

    Con esta materia prima se realiza las preparaciones en la planta de producción ubicada en la Ciudadela El Señor del Árbol, ubicada en el norte de Quito. En total, en este sitio trabajan 30 personas, entre colaboradores directos e indirectos.

    La comercialización se realiza en Quito y Guayaquil, en tiendas de productos orgánicos, y en ferias de emprendimientos. El precio de los jugos oscila entre USD 2 y 3, mientras que los destilados cuestan USD 20 y 35, el que es reposado en barriles de roble.

    En este año, la meta de Agave Spirit es exportar el miske. “Estamos en conversaciones con los Estados Unidos para vender nuestros destilados de penco”, refiere Mora.

    Si bien las bebidas alcohólicas de Agave Spirit se elaboran con agave como se hace el tequila en México, su preparación -sostiene Mora- es distinta y por esto su sabor es diferente.
    Esto permitió que esta pequeña empresa ecuatoriana participe como ponente en marzo pasado en el Simposio Internacional del Agave, en México.

    Aparte de la fábrica de bebidas y alimentos, esta empresa elabora artesanías y promueve la cultura alrededor del penco, en la Casa del Agave, ubicada en la Mitad del Mundo.

    En este sitio, que está a un costado de la planta, las personas pueden conocer más sobre las propiedades y usos del agave, previo una reservación. El ingreso cuesta USD 5.

    El recorrido se inicia en un mirador en donde se aprecia varias especies de penco. Incluso, en este espacio los turistas pueden experimentar las propiedades de las raíces del agave.

    Al avanzar se conoce los utensilios que se emplean para extraer el chawarmishki, la importancia de esta planta en América y los otros productos que se pueden obtener del penco.
    Entre estos instrumentos musicales, tambores, alpargatas hechas con fibra de cabuya, correas, elementos de arquitectura hechos con chawarquero (flor del penco). La visita incluye el acceso a la destilería, la tienda, degustación de productos y un recorrido por la ruta del agave en la zona.

    Este servicio más la venta de las bebidas, alimentos y artesanías generan un ingreso de USD 30 000 al año. Pero este 2019 quieren duplicar esta cifra.

    Diego Mora, gerente de Agave Spirit, y Andrea Villarroel, jefa de Innovación, organizan recorridos para los visitantes que acuden a la planta. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
    Diego Mora, gerente de Agave Spirit, y Andrea Villarroel, jefa de Innovación, organizan recorridos para los visitantes que acuden a la planta. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
  • Los violonchelos con penco son su negocio

    Redacción Quito

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    Su taller está cubierto de pedazos de madera, herramientas, mesas, sillas y más. Pero lo que llama la atención son unos violonchelos y unos bongós que son elaborados con la madera del penco.

    El nombre de este ebanista es Lucio Cabascango, hombre de 76 años, que comenzó a trabajar la madera hace ya 40 años.

    En su carpintería, Cabascango realiza los diferentes productos con madera de ceibo, nogal y otras. Generalmente, el hombre elabora puertas, ventanas, mesas o sillas para la sala o comedor, según los pedidos que le hagan sus clientes. Pero, lo que en verdad le gusta es la actividad que realiza hace 10 años: la elaboración de instrumentos musicales.

    El primer paso es sencillo y se trata de conseguir la materia prima: el penco. Lo hace cerca de su casa y taller ubicado en la parroquia rural de Tumbaco (Quito). Luego moldea la madera para convertirla en un flamante violonchelo. Esa tarea es fácil, comenta el hombre quien es oriundo de Cayambe (Pichincha).

    Lo difícil es cuando trata de afinar el instrumento musical. Le lleva horas para que el violonchelo tenga una acústica adecuada. Lo hace con agrado, porque es su pasión y lo que le gusta elaborar. “El arte nació de una curiosidad que tuve y se volvió realidad”.

    Pese a su edad, el hombre sigue trabajando con el mismo agrado y ahora piensa trabajar con piedra.

    El costo de los violonchelos no es alto. Son precios significativos, menciona el emprendedor. Llegan a los USD 300.

    La mayoría de sus trabajos ha salido del país porque hay turistas que aprecian su trabajo y los llevan como recuerdo a su país. Han ido hacia Chile o Estados Unidos, explica con alegría mientras afina uno de los violonchelos.

    Este negocio es familiar. Cabascango heredó su talento a sus hijos, quienes le ayudan a elaborarlos en su taller. Aunque, también, tienen sus obligaciones y trabajos.

    Este cayambeño, quien reside hace más de 40 años en la comuna Leopoldo Chávez, señala que se unió a un grupo para promover los saberes ancestrales en esta localidad rural del Distrito Metropolitano de Quito.

    Durante sus meses de estancia, considera que se ha trabajado para sacar adelante los negocios de los involucrados en el proyecto Raíz.ec. El mentalizador de este emprendimiento es Jairo Calupiña, quien destaca que meses atrás Cabascango era conocido únicamente como un carpintero no como un ebanista, que elaboraba instrumentos musicales. “Ha realizado investigaciones para lanzarse a elaborar los violonchelos, porque lograr su acústica no es sencillo”.

    Calupiña afirma que es impresionante como Cabascango moldea la madera y, en especial, el penco. “Tiene su edad y, sin embargo, sigue investigando y haciendo estos objetos”.

    Una de las pasiones de Lucio Cabascango es afinar su violonchelo. Con sus gruesos dedos entona las notas musicales así como lo hiciera un músico. Pero, en el caso del hombre de 76 años nadie le enseñó. Aprendió por su ánimo de aprender música.

    Mientras que para aprender el ebanismo se preparó en el Centro de Artes, en San Antonio de Ibarra, recuerda.

    Juyana F. es hija de Paola Herrera. La niña estudia violonchelo en un instituto de música en el norte de la urbe. Desde el año anterior, esta joven madre empezó a buscar un instrumento para que su hija estudie. En los locales que preguntó, los instrumentos estaban sobre los USD 600, por lo que sigue buscando.

    Semanas atrás se enteró de la existencia de este ebanista y planea acudir para comprar un instrumento. “Es positivo saber que existen este tipo de artesanos que trabajan la madera”.
    Otros instrumentos que elabora son las guitarras.

    Lucio Cabascango es un ebanista que elabora violonchelos, bongós, guitarras. Además, fabrica mesas, ventanas, puertas y otros. Foto: cortesía
    Lucio Cabascango es un ebanista que elabora violonchelos, bongós, guitarras. Además, fabrica mesas, ventanas, puertas y otros. Foto: cortesía
  • Las cualidades del penco se trasladan a productos

    Carolina Enríquez 
    Contenido Intercultural

    Como un ‘milagro’ para la salud y el paladar surgió La Mishkerita. Se trata de un emprendimiento que utiliza la miel de penco, para la elaboración de productos alimenticios.

    En el 2006, la antropóloga Jenny Donoso, propietaria del negocio, tenía en Pujilí un restaurante de gastronomía ancestral. En esa época, ella enfermó de los huesos de las rodillas y de las manos.

    Dice que los tratamientos médicos a los que se sometió le aliviaban el dolor, pero no la curaban. Entonces, una anciana de la comunidad en la que vivía le recomendó consumir miel de penco. “Salí a buscar y nadie lo hacía. Vi que vendían el agua miel o el producto con cebada pelada. Le pregunté a la señora cómo hacer. Lo hice; tomé la miel y mejoré”.

    Donoso se decidió primero a vender la miel como un postre en su restaurante. Luego, lo hizo por tarrinas, ante la demanda del público. Fue cuando, dice, cerró su negocio y se concentró en la comercialización del producto.

    Al inicio solo vendía a la gente que conocía, pero ahora comercializa en Supermaxi y espera ingresar al Grupo KFC, supermercados de El Rosado y Coral.

    Inicialmente su único producto era la miel, pero ahora tiene 12 artículos. Entre ellos, la colada de miel de ágave, los jugos refrescantes con miel de ágave y frutas, manjar de coco con miel de ágave, rompope, gelatina, trufas, etc.

    Jorge Yacelga, propietario de un negocio de diversos artículos en Tulcán, compra desde hace dos años la miel de penco. “Es muy buena. El sabor es muy dulce y tiene propiedades medicinales. La he consumido para probar y tiene muchos beneficios”, comenta.

    Lo propio señala Carlos Gutiérrez, propietario del negocio El Mundo del Bonsái, ubicado en Ascázubi (Pichincha). “La miel de penco se usó históricamente por nuestros antepasados. Ahora se está retomando y hallando las virtudes. Está totalmente vigente, pero se halla subutilizado”, dice.

    La propuesta de Donoso es cambiar la idea que tienen en el mercado con relación a la miel de penco, mejor conocida como ‘chawarmishki’. Ella dice que la gente cree que es una bebida alcohólica.

    Las investigaciones que hizo le llevaron a conocer que el agua miel tierna es dulce. “Claro está que también puede fermentarse y producir licor tipo tequila”.

    La inversión inicial en este negocio fue de USD 5 000, que se utilizó para la compra de ollas grandes, cocina industrial y otros insumos del proceso productivo.

    Ahora, Donoso ha aumentado el capital para las inversiones. El último aporte que hizo fue de USD 25 000, destinados para materias primas y costos de producción.

    La miel de penco la extrae de plantas de Pujilí, Cayambe, Ilaló, etc. Trabaja con mujeres campesinas de esas poblaciones. “La Mishkerita es un proyecto inclusivo, donde las mujeres rurales están presentes. Ahora, trabajamos con 15 personas, mientras que al inicio era una”, dice Donoso.

    La planta de la firma se encuentra en Tambillo (cantón Mejía). Desde allí distribuye el producto a escala nacional. Tiene, sin contar con las cadenas de retail, 20 puntos de comercialización en ciudades del país como Tulcán, Lago Agrio, Ibarra, entre otras.

    Para la dueña de La Mishkerita su negocio es innovador, por eso sacó una línea de productos para lonchera denominada Chapitos. Se trata de un alimento que incluye la miel de penco, tocte y máchica. También cuenta ahora con agua miel y varias frutas.

    Al inicio facturaba USD 800 al mes, ahora entre 10 000 y 15 000. Donoso acude siempre a ferias para ofrecer sus productos. “A mí me interesa mi país. Lo que quiero es que los niños y los jóvenes vuelvan a creer en lo nuestro (…) poco a poco hemos crecido”.

    Penco
    Jenny Donoso y su esposo Carlos Criollo ofrecen miel, rompope, jugos de frutas y otros alimentos hechos a base del agua miel del penco. Foto: Eduardo Terán / LÍDERES