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  • Un giro de negocio en medio de la crisis

    Redacción Quito

    Redacción Quito  (I)
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    Hace cinco años y medio, Franklin Tirira dejó su cargo de jefe de producción en la fábrica en la que trabajó durante 25 años y decidió emprender un negocio propio.

    Con una inversión inicial de USD 70 000, Tirira creó Frankplast, una pequeña empresa que se dedicaba a producir piezas plásticas para los sistemas de funcionamiento de sanitarios; sin embargo, en un momento de crisis, el empresario tuvo que analizar si cerraba el negocio o si optaba por darle un giro.

    “La producción cayó mucho. Prácticamente toda la utilidad se iba en pagar el arriendo del espacio en donde funcionaba la planta, los costos de mano de obra eran altos y la energía también. Tuve que buscar un cambio en el giro de negocio”, recuerda.

    Así, hace un año y medio Tirira dejó de producir las piezas de plástico y se dedicó solo a ensamblarlas, para reducir costos sin prescindir de toda la mano de obra. Con una inversión de USD 80 000, compró un local pequeño en el sur de Quito y estableció una planta con dos líneas de ensamblaje, en la que trabajan 13 operarios y ensamblan 3 000 piezas al día para sanitarios.

    Esta pequeña empresa tiene dos líneas de ensamblaje en las que laboran 13 personas. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Esta pequeña empresa tiene dos líneas de ensamblaje en las que laboran 13 personas. Foto: Galo Paguay / LÍDERES

    La planta en la que se producían inicialmente las piezas de plástico funcionaba con 24 operarios. En ese espacio, con dos máquinas inyectoras, se procesaban unas ocho toneladas de plástico mensualmente.

    Pero a partir del 2015, junto con la recesión económica que vivió el país, la demanda se redujo y el empresario emprendió el proceso de cambio de su empresa. Actualmente cuenta con tres clientes, entre ellos, Edesa.

    Otro factor que incidió para que la demanda se redujera, recuerda el empresario, fue el crecimiento de la competencia, principalmente de piezas importadas de China.

    Cesar Ati, jefe de planta de Edesa, cuenta que contratar a Frankplast para que ensamble las piezas les permite ahorrar costos y optimizar tiempo. “No solo nos ahorra los gastos de comprar equipos y tener empleados en esas líneas de producción, también es un beneficio que ellos tienen la experiencia, el ‘know how’ y el control de calidad que se requiere para esto”.

    Tirira señala que con este nuevo giro de negocio ofrece a las empresas que producen sanitarios una reducción en sus costos de producción por pieza de entre un 10 y 12%, aproximadamente.

    En medio de la crisis, Tirira cuenta que su lema fue “zapatero a tus zapatos”, por eso, decidió quedarse en el rubro del plástico. No obstante, reconoce que la industria atraviesa un momento difícil.

    Según la Asociación Ecuatoriana de Plásticos (Aseplas), en el país existen 600 empresas que se dedican a fabricar productos de este material, principalmente en Guayaquil, en donde está un 64% de las empresas; y en Quito, que abarca al 27% de las firmas.

    Alfredo Hoyos, presidente de Aseplas, dice que uno de los factores que afectan a la industria es la poca estabilidad en temas normativos. “En el último trimestre del 2018 se han presentado en la Asamblea siete proyectos de ley, que han pretendido prohibir y/o eliminar el plástico de un solo uso. ¿Cómo se puede planificar con tantos eventuales cambios?”, cuestiona.

    Hoyos además advierte que en el 2019 se proyecta una reducción del tamaño de la economía que incidirá en el consumo de los ecuatorianos y que afectará al desempeño del sector.

    Cifras del sector

    Empleo. Según Aseplas, la industria del plástico representa el 1,2% del PIB y genera 19 000 empleos directos y 120 000 empleos indirectos, con lo que beneficia a 130 000 familias.
    Ciudades. El sector está compuesto por unas 600 empresas. Aseplas señala que se encuentran principalmente en Guayaquil (64%), Quito (27%), Cuenca (3,5%), Ambato (3,5%) y Machala (2%).

    Sectores
    . En Ecuador las industrias que consumen más cantidad de plástico son las del sector automotor, fundas de comercios, fundas para el sector bananero, el sector de embalaje, pañales y laminados, fundas para alimentos, entre otros rubros.

    Franklin Tirira está en la industria del plástico hace casi 30 años. Es el dueño de Frankplast. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
    Franklin Tirira está en la industria del plástico hace casi 30 años. Es el dueño de Frankplast. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
  • Él innova para solucionar problemas globales

    Pedro Maldonado

    Editor del Semanario Líderes (I)

    Innovador. Visionario. Estratega. Curioso. Un líder de la revolución industrial 4.0. Esas son algunas de las características que tiene el ecuatoriano Inty Gronneberg, que en la actualidad reside en el Reino Unido.

    En Londres fundó Ichthion, una ‘start up que desarrolla tecnología capaz de combatir la polución por plásticos de los océanos a escala global; Ichthion suma reconocimientos de organismos como Climate Kic, en Europa; Techa Planter, en Japón; o el MIT Technology Review, en Estados Unidos.

    Esta última acaba de nombrarlo a finales de noviembre pasado como uno de los ‘Inventores del 2018 en América Latina’. Esta distinción llega por su trabajo contra la contaminación plástica. Gronneberg, con el equipo de la ‘start up’, inventó una turbina que recolecta basura plástica de ríos y océanos.

    De padre noruego y madre ecuatoriana, Gronneberg nació en Ibarra, se educó en Quito y ahora brilla en Londres, Inglaterra. En la actualidad tiene 34 años y estudia un PhD en innovación tecnológica en emprendimientos en el Imperial College London, una de las instituciones de educación más destacadas en materia de innovación en Europa y el mundo.

    Luego de culminar sus estudios en la Escuela Politécnica del Ejército, (ahora Universidad de las Fuerzas Armadas-Espe) y trabajar durante casi 10 años en el sector industrial, Gronneberg salió de Ecuador hace cinco años para estudiar una maestría en manufactura avanzada, en Londres, gracias a una beca del Gobierno ecuatoriano. Este inventor conoce de cerca lo que sucede en el ecosistema emprendedor nacional. “En el país existe una actitud positiva ante el emprendimiento, pero el emprendimiento tecnológico es distinto. En este último se requiere de un sistema que soporte la innovación tecnológica y Ecuador tiene mucho que desarrollar en este tema”, cuenta sin rubores en una entrevista telefónica.

    Los estudios y la dedicación siempre fueron dos de sus fortalezas, según cuentan quienes lo conocen. Alexis Ortiz fue su profesor en la universidad y lo recuerda como un excelente estudiante. “Era preguntón, buscaba información y debatía con argumentos”. Ortiz añade que Gronneberg era de esos alumnos que exigen a los profesores y hacen crecer al grupo de estudiantes. “Es un líder, con un gran espíritu humano, sencillo y de un corazón enorme que siempre prioriza el interés colectivo”.

    Casado con una polaca a la que conoció en el Reino Unido y con quien tiene una pequeña hija de dos meses, Gronneberg se define como un innovador, pero también como un inventor. “Son dos términos que van de la mano”.

    Uno de sus inventos es una tricicleta eléctrica pensada en sustituir a los vehículos convencionales. “En Europa 1,3 personas en promedio usan un solo vehículo. Eso es un problema por el espacio que ocupan los autos. Mi invención busca reducir el espacio y combatir el sedentarismo”.

    La jornada de este ecuatoriano se cumple principalmente en la oficina que tiene Ichthion en el clúster de innovación de Imperial College. El laboratorio de manufactura es el sitio donde pasa la mayoría de su tiempo, como investigador. Allí realiza pruebas permanentes de los prototipos pensados y desarrollados por el equipo que dirige junto a Robert Rouse, cofundador de Ichthion.

    Javier Maza estudió la universidad con Gronneberg y luego fue compañero de trabajo en una ensambladora de vehículos. Él lo califica como una persona muy inteligente, con liderazgo notable, estratega y sumamente analítico. “Es un excelente profesional y siempre está dispuesto a apoyar y liderar causas de bien común”.

    Sobre los reconocimientos que su excompañero de aulas tiene. Meza dice sentirse feliz. “Son merecidos y no serán los últimos ya que es un entusiasta por el emprendimiento y la innovación”.

    El voluntariado es otra de las facetas de este innovador. Mario Hidalgo,otro ecuatoriano que estudia en Londres, lo conoce desde hace tres años y recuerda cuando trabajaron juntos en la campaña se llamó SOSEcuador que tuvo como objetivo recaudar fondos para los damnificados del terremoto de abril del 2016. “Se unieron más de 200 estudiantes ecuatorianos en el Reino Unido y alcanzamos a recoger alrededor de USD 80 000 en un mes”.

    Para Hidalgo, Gronneberg es un visionario con gran capacidad de resolver problemas. “Él tiene la capacidad de ver un problema desde distintos ángulos y de ese modo generar soluciones que quizás la mayoría de personas no logra ver. Es una persona que realmente piensa ‘out of the box’”.

    Gronneberg sigue con los pies en la tierra pensando en nuevas soluciones a problemas globales.

    Inty Gronneberg explica al príncipe Alberto de Mónaco, el funcionamiento de la turbina desarrollada por Ichthion. Abajo aparece en la premiación del MIT Technology Review. Foto: Cortesía de Inty Gronneberg
    Inty Gronneberg explica al príncipe Alberto de Mónaco, el funcionamiento de la turbina desarrollada por Ichthion. Abajo aparece en la premiación del MIT Technology Review. Foto: Cortesía de Inty Gronneberg
  • Las mangueras son su especialidad

    Cristina Marquez

    Redactora (I)

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    Carlos Romero y su familia sonríen cuando recuerdan cómo transformaron su pequeño negocio, una ferretería que distribuía insumos para la agricultura, en una fábrica de plásticos que actualmente lidera el mercado nacional. Ellos manufacturan mangueras de diversos grosores, tuberías y todo insumo hecho a partir del plástico que requiera la industria agrícola y el sector de la construcción.

    Sus productos se distribuyen en 23 provincias del Ecuador, aunque tienen mayor clientela en las que la agricultura es la actividad predominante, como Cotopaxi, Chimborazo, El Oro.
    “El futuro de la economía del país está en el campo. La agricultura fue una actividad menospreciada durante años, pero es lo que nos da de comer y todas las ciudades necesitan alimentos”, dice Carlos Romero, quien es el gerente y fundador de Icoplast.

    La empresa surgió en 1994. Ese año Romero y su esposa Dora Marroquín se dedicaban a la distribución de materiales ferreteros, pero su fuerte siempre estuvo en el sector agrícola, por lo que también entraron en la venta de insumos para el agro.

    “Conocíamos bien el campo, y así nos dimos cuenta de las necesidades insatisfechas y decidimos convertirnos en fabricantes”, recuerda Dora.

    El principal desafío en esa época era la falta de tecnología. La gente desconocía sobre riego tecnificado y aunque el agua siempre fue un recurso escaso, no se optimizaba en el campo.

    La familia adquirió ese mismo año una máquina de segunda mano para fabricar mangueras de plástico.

    Posicionar su producto en el mercado no fue una dificultad debido a la escasez de materiales de ese tipo, pero sí lo fue desarrollar el producto sin conocimientos previos. En Riobamba, donde se instaló el negocio, pocos conocían sobre la industria plástica.

    Desarrollar un producto durable, que resistiera las condiciones ambientales, la presión del agua y otros factores externos, les tomó meses de ensayos y capacitaciones. Pero finalmente lograron desarrollar una manguera resistente, que era su único producto y que aún ahora, 14 años después, se mantiene como el artículo estrella de la firma.

    Daniel Chalán, de Agroproyectos El Emprendedor, en Loja, dice que las mangueras de Icoplast son las que han dado mejores resultados en el campo y son competitivas en costos. “Somos clientes frecuentes de esa empresa porque le tenemos mucha confianza al producto”.

    Cerca del 80% de materias primas para fabricar las mangueras son recicladas. Romero dice que parte del éxito consistió en desarrollar un sistema de reciclaje de alta calidad.

    Ese proceso no solo es amigable con el ambiente, sino que también influye en el resultado final del producto.

    En el 2002 la familia decidió diversificar la línea de producción de la fábrica. Incrementaron al menú tuberías PVC y así incursionaron en la industria de la construcción.

    “La experiencia que logramos al fabricar las mangueras nos ayudó en nuevas líneas que añadimos. Ese conocimiento previo nos ayudó a la hora de seleccionar equipos y definir procesos”, dice el gerente.

    De hecho, las metas empresariales a corto plazo incluyen el diseño de nuevos productos. Una línea completa para los invernaderos es una de las prioridades en la investigación de la empresa. Próximamente ellos producirán plásticos para cubiertas con cualidades especiales de resistencia.

    Además experimentan para desarrollar una especie de madera plástica que revolucionaría el uso de madera convencional en la construcción y evitaría la tala de bosques.

    Otra meta para el 2019 es abrir al menos dos puntos de venta propios para ser aún más competitivos en el mercado con precios de venta directa para los agricultores.

    En la planta de producción situada en el Parque Industrial de Riobamba se manufacturan mangueras, tuberías de diversos grosores, fundas plásticas y otros materiales.
    En la planta de producción situada en el Parque Industrial de Riobamba se manufacturan mangueras, tuberías de diversos grosores, fundas plásticas y otros materiales. Foto: Glenda Giacometti / Líderes
  • El comercio minorista quiere decir adiós al plástico

    Agencia EFE

    Liberar la economía de plásticos de un solo uso se ha convertido en una prioridad de la sostenibilidad en la Unión Europea (UE), donde legisladores, productores y consumidores intentan prescindir de un material tan letal para la biodiversidad marina como cotidiano para los ciudadanos.

    El objetivo declarado de la Comisión Europea es que para el 2030 todos los envases de plástico producidos en la Unión Europea estén diseñados para que puedan ser reciclados o reutilizados y evitar que el 50% de los envases de plástico acaben en las diferentes playas europeas.

    El comercio minorista, que representa el 11 % del Producto Interno Bruto (PIB) de la UE, funciona como una atalaya desde la que se podrá analizar e impulsar ese viaje colectivo hacia una economía circular donde el reciclaje y la reutilización de los materiales sustituya a la entrada de nuevos componentes en el sistema productivo.

    Para poner en común sus inquietudes y experiencias, representantes de la industria del empaquetado, del plástico, grandes comerciantes e instituciones como la Comisión Europea o las Naciones Unidas (ONU), se dieron cita la semana pasada en el Foro de Comercio Minorista para la Sostenibilidad, organizado en Bruselas, Bélgica.

    “Los supermercados son un espejo de la sociedad. Se adaptan constantemente a la demanda”, resumió Susanne Czech en nombre de la Mesa Redonda Europea de Comercio Minorista, que agrupa a empresas como El Corte Inglés, Ikea, Mercadona, Lidl o Marks & Spencer.

    Todos coinciden en que el desafío medioambiental es enorme y la mentalidad debe cambiar porque si los habitantes del mundo consumieran recursos como los europeos, incluido el plástico, harían falta dos planetas y medio para saciar sus necesidades.

    “Es irreversible. Tenemos que alejarnos de un consumo irresponsable de recursos. Toda la cadena de suministro es consciente de este problema”, comentó en ese encuentro la gerente responsabilidad social de la cadena española de supermercados Mercadona, Adela Torres Calatayud.

    Su perspectiva, como apuntó el eurocomisario de Medioambiente, Karmenu Vella, es enriquecedora porque “las superficies comerciales pueden influir en la producción y en el consumo”.

    Vella indicó que se persigue una transformación económica completa. “Queremos cambiar la forma en la que los plásticos se diseñan, producen, consumen y reciclan en Europa”, agregó el eurocomisario, quien el pasado enero lanzó la primera estrategia sobre plásticos nunca diseñada por la Comunidad Europea.

    A ese esquema le siguió en mayo una propuesta legislativa para eliminar objetos como pajitas, bastoncillos o vasos de plástico cuando existan alternativas sostenibles y medidas, junto a obligaciones para los Estados miembros como recuperar el 90 % de las botellas de bebidas de plástico de un solo uso para 2025.

    Además, Bruselas baraja instaurar un impuesto al plástico no reciclable que rondaría los 80 céntimos de euro por kilo de plástico incinerado y podría aportar 7.000 millones de euros a las arcas comunitarias entre 2021 y 2027 para compensar, en parte, la pérdida de fondos comunitarios por la salida del Reino Unido de la UE.

    Esa tasa, lejos de ser una realidad, se sumaría a la senda de reciclaje marcada por el Ejecutivo comunitario, que ha estipulado que la cota de reciclaje de plástico en la UE en 2030 deberá ser del 55%.

    A veces no se trata sólo de reducir los embalajes, sino de empaquetar mejor. Ahí está el ejemplo de Mercadona, que introdujo una tapa de plástico en sus latas de atún para evitar que el pescado quedara reseco y terminase en la basura y agravase otro problema medioambiental de los países ricos: el desperdicio de comida.

    En otras ocasiones, las soluciones para reducir el uso innecesario de plástico, sector que emplea a 1,5 millones de personas en 60 000 empresas de la UE, no parecen tan complejas. Juliet Phillips, de Rethink Plastic Alliance subrayó que a menudo es más barato comprar tres pimientos empaquetados juntos que sueltos.

    “Si no cambiamos de política, en 2050 habrá más plásticos que peces en el mar”, suele repetir como un mantra el vicepresidente primero de la Comisión Europea, Frans Timmermans.

    Europa quiere seguir el ejemplo de otras zonas del mundo, en las que ya existen políticas sobre el uso de fundas plásticas. En la India, desde la semana pasada, están prohibido utilizarlas. Foto: AFP
    Europa quiere seguir el ejemplo de otras zonas del mundo, en las que ya existen políticas sobre el uso de fundas plásticas. En la India, desde la semana pasada, están prohibido utilizarlas. Foto: AFP
  • Los desechos plásticos son una mina de oro para Ecuaplastic

    Mónica Orozco. Redacción Quito

    Para la empresa ecuatoriana Ecuaplastic, los desechos plásticos y de envases Tetra Pak no son basura sino el insumo principal de su negocio. Desde el 2008, la firma provee de mangueras, tableros y techos ecológicos a empresas avícolas y viviendas en la Amazonía, segmentos que son su principal mercado.

    Una parte de los envases plásticos que se consumen a diario dejaron de ir a los botaderos gracias a la iniciativa de Édgar Mora, gerente de Ecuaplastic.

    Él había dejado su empleo en una firma textil para formar una empresa de plásticos con un grupo de amigos en el 2004. Este emprendimiento cerró porque no logró entrar al competitivo mercado de los tubos PVC. “La materia prima era cara y requería producir en grandes cantidades”, recuerda.

    Pero este ingeniero mecánico se dio cuenta de que la materia prima que requería para su emprendimiento estaba al alcance de la mano, justo en el tacho de basura. Con esta idea y una inversión de cerca de USD 250 000 compró la participación de sus socios y arriesgó un capital adicional para formar la empresa que hoy dirige. Adaptó la infraestructura que ya disponía para PVC y también diseñó y fabricó maquinaria nueva.

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    Así, Ecuaplastic comenzó con una producción de seis toneladas de manguera mensuales en el 2008. El crecimiento ha sido exponencial desde entonces. En el 2012 generó 80 toneladas mensuales y ya cuenta con cinco líneas de productos que incluyen mangueras para riego, para agua y para conexiones eléctricas.

    La mayor parte de la materia prima que usa son sobrantes de procesos industriales y una pequeña parte se recicla en hogares. Pero este año la empresa invertirá en nueva maquinaria que le permita utilizar más desechos de botaderos (o posconsumo).

    Ecuaplastic quiso que sus productos generen el más alto valor agregado. La maquinaria de esta firma no solo que funde el plástico reciclado como hacen otras industrias, sino que efectúa un proceso de “peletizado”, que filtra nuevamente la resina antes de la producción de mangueras. Ello da un espesor homogéneo a los productos finales, lo que reduce roturas por calor o presión.

    La cartera de clientes incluye avícolas, como Anhalzer. Elías Maica, gerente de Producción de esta empresa, comenta que los productos que adquiere a Ecuaplastic desde hace cuatro años (solo en el 2012 compró unos 20 000 metros de manguera ecológica) son tan resistentes como las elaboradas con material virgen (que proviene de petróleo). Pero lo más importante es que “contribuyen al bienestar del ambiente y eso nos interesa como empresa”, pues evita enviar más plástico al ambiente, que puede tardar en degradarse entre 100 y 1 000 años.

    En el 2012 Ecuaplastic llamó la atención de Tetra Pak Ecuador, que buscaba socios nacionales para reducir su impacto ambiental. Esta gigante de la fabricación de envases, que llevan su mismo nombre, propuso a Ecuaplastic un proyecto para generar techos y tableros con Tetra Pak reciclado (envases compuestos en un 75% de cartón, 20% de polietileno o plástico y 5% de aluminio). Tetra Pak donó al proyecto USD 100 000 y la firma ecuatoriana invirtió USD 50 000.

    Las cubiertas resultantes, denominadas Ecopak, resisten la humedad y condiciones climáticas como las que existen en la Amazonía, hoy su principal mercado.

    La producción de esta nueva línea de productos comenzó en noviembre pasado, con 40 toneladas por mes. La meta es producir 80 toneladas de techos y tableros mensuales. Pero cumplir este objetivo depende de cómo el país avance en temas de reciclaje, dice Mora.

    El impacto laboral

    La nómina. En el 2008 Ecuaplastic tenía siete empleados, hoy suma 32 en sus dos plantas ubicadas en Pichincha.

    Materia prima. Utiliza el plástico reciclado que usan los pasajeros para envolver maletas, botellones, etc., excepto PET ( botellas de gaseosas).

  • Antonio Baduy: Su visión aportó al sector plástico

    Thalíe Ponce. Redacción Guayaquil / LÍDERES

    Las paredes de la oficina de Antonio Baduy están decoradas por varios reconocimientos que ha recibido a lo largo de su vida. La Sociedad de Beneficencia de Señoras Libanesa-Siria, la Cámara de Industrias y hasta el estado de Texas (EE.UU.) han destacado la perseverancia y personalidad de este ejecutivo.

    En 1963, mientras cursaba la carrera de ingeniería mecánica en la Texas A&M University, recibió la beca denominada Good Neighbor Scholarship, por sus altas calificaciones. En esa ocasión, además, fue nombrado ciudadano honorario de Texas.

    Baduy está lleno de anécdotas e historias. Recuerda, con una mezcla de alegría y nostalgia, que el exgobernador John Connally -quien resultó herido mientras viajaba con John F. Kennedy el día que el expresidente de EE.UU. fue asesinado-, fue quien firmó su título de ciudadanía honorífica. «Mis compañeros me molestaban, porque -como él estaba herido de la muñeca derecha-, realizó la firma con la mano izquierda».

    Este ingeniero mecánico e industrial es un hombre muy apegado a su familia. Tiene tres hijos: Alexandra, Antonio y Andrés. Su cuarta hija, en cambio, no es de carne y hueso; tiene más de 40 años y la construyó con esfuerzo y dedicación. Se trata de la firma Plásticos Panamericanos S.A. (Plapasa), que fundó en 1969.

    La empresa fue una de las pioneras en producir jabas plásticas para la industria de bebidas. En esa época -recuerda Baduy- estas compañías utilizaban cajas de madera para transportar sus productos, lo que disminuía su eficiencia.

    Fue después de un viaje a Alemania e Italia que decidió desarrollar esa producción en el Ecuador. Su experiencia de trabajo en Cervecería Nacional, luego de terminar su carrera universitaria, fue clave; conocía cómo se movía la industria.

    Hoy, la empresa que gerencia, produce, además de jabas, un sinnúmero de productos plásticos, como sillas, cajoneras, reposteros, tachos, baldes, bañeras… Pero su aporte para el sector de los plásticos no se limitó a la creación y despunte de su empresa. En 1977, participó en la fundación de la Asociación de Plásticos del Ecuador (Aseplas), junto con el mentalizador del gremio, Roberto Cheing. Posteriormente, en 1985, presidió la organización.

    Caterina Costa, actual presidenta de Aseplas, dice que este ejecutivo de 73 años, «combinó en su vida profesional, el esfuerzo junto con la toma de decisiones valientes e innovadoras». Uno de los mayores aportes de Baduy a la industria -según Costa- es su preocupación por la constante capacitación de todos los actores del sector.

    Agrega que su «trabajo intenso aportó a la creación del Laboratorio Felipe Costa von Buchwald en 1994», para tecnificar a quienes laboran en la industria y velar por el convenio con la Escuela Politécnica del Litoral, entre otros proyectos de la Asociación.

    El trabajo gremial se intensificó cuando, en 1988, pasó a ser parte del Consejo directivo de la Cámara de Industrias. Esta asociación fue la que reconoció su labor profesional en noviembre pasado y lo nombró Mejor Industrial del Año.

    Esta distinción ha sido entregada a personas que contribuyen a la industria con su trabajo. Jorge Salcedo, Patrick Bredthauer, Dolores Trullas, Francisco Alarcón, Isabel Noboa, Nicolás Febres-Cordero… son algunos de los empresarios ecuatorianos que recibieron este galardón en entregas anteriores.

    En la ceremonia de reconocimiento, Francisco Alarcón, presidente alterno de la Cámara de Industrias de Guayaquil, se refirió a Baduy como un «empresario, emprendedor y visionario». En aquella exaltación Alarcón se refirió a él, además, como una persona a quien toda la industria le guarda respeto y cariño.

    Se debe a que ha sabido mantener el éxito de su empresa a lo largo de los años. Esto hizo, además, que Plapasa reciba premios como el Ekos de Oro, otorgado por la Corporación Ekos, por ser «la empresa más eficiente del sector plástico». Ese premio lo obtuvo en dos ocasiones: en el 2008 y el año pasado.

    La experiencia de este emprendedor incluye también otras áreas de trabajo, dentro y fuera del país.

    Por ejemplo, en 1967 se mudó a Chile, donde gerenció la empresa textil Marie Claire por dos años. También incursionó en la industria del caucho, en 1978, cuando formó Cauchotec, para la fabricación de zapatillas de playa.

    Además de la industria, otro de los intereses de este empresario es la labor social. Desde 1983, este hincha del Barcelona Sporting Club, es socio del Rotary Club Guayaquil. Ahí se desempeñó como presidente en 1997. También, fue socio ‘Paul Harris’ del Rotary Club, una distinción a la que se hacen acreedores los mayores donantes.

    Su esposa, Mercedes Huerta, con quien lleva 40 años de matrimonio, es un motor que lo impulsa y lo apoya en el ámbito de la ayuda social. Es ella la que ha promovido, desde hace años, la responsabilidad social en la empresa que su esposo dirige. Funcionan como un equipo, junto con sus hijos.

    MÁS DE SU GESTIÓN EN LA INDUSTRIA

    1998. En ese año fue Presidente del Directorio de la firma Sanilo, con sede en Lima (Perú). En ese mismo año, se desempeñó como director del Hotel Oro Verde de Manta (Manabí).

    2005. Fue presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Turismo Ecuatoriano Libanesa. Baduy es socio fundador de dicho gremio.