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  • El empleado también pasa por el detector

    Redacción Quito

    El uso del polígrafo ya no es solo policial. Desde inicios de la década pasada este método para detectar mentiras se usa a la hora de selección de talento humano.

    Actualmente las firmas solicitan los exámenes, especialmente, cuando intentan contratar personal para el desempeño de puestos de confianza, manejo y custodia de valores; también para chequeos periódicos a los empleados.

    Esta prueba es un método de detección de los cambios psicofisiológicos involuntarios producidos en el organismo ante la percepción de una amenaza asociada al estrés, que se origina cuando un sujeto oculta la verdad.

    Juan Sebastián Grijalva, gerente de Investigación de Fraudes Personales y Tecnológicos (IFTP), asegura que las multinacionales, e incluso, en algunos cargos gubernamentales como en la Fiscalía o Policía, se usa esta técnica para la contratación de profesionales.

    Grijalva señala que con este tipo de pruebas no se trata de indagar aspectos de la vida privada de las personas. No se incluyen preguntas sobre creencia religiosa, ideología política o tendencias sexuales. En un test de este tipo no se puede hacer más de 10 preguntas y tratar más allá de cuatro temas.

    Daniel Dávalos, gerente de Selecta, firma especializada en contratación de capital humano, asegura que este método no es nuevo y que se origina de la tradición militar.

    Por ello, las empresas de seguridad son las que más utilizan el polígrafo a la hora de contratar nuevos empleados. Sin embargo, este tipo de test son cuestionados debido a que son muy invasivos y algunas personas no acceden a realizarlas.

    Para asegurar legalmente este procedimiento, las empresas que practican estos exámenes hacen firmar al candidato un documento en el que aceptan voluntariamente efectuarse la prueba.

    «Las multinacionales ya lo vienen aplicando para corroborar la información que el aspirante otorga en su hoja de vida. Con esta máquina verifican si se ha dicho o no la verdad. En ese lado no existe una norma que prohíba (su uso)», añade Dávalos.

    William es guardia y trabaja para una empresa de seguridad en Guayaquil. Él cuenta que antes de ingresar a la compañía tuvo que realizar el test. «Fue rápido y menos complicado de lo que parece. Al final fui seleccionado por tener una calificación positiva».

    Según este guardia, el proceso duró unos 25 minutos y conoció los resultados luego de dos semanas.

    Ciro Pazmiño, consultor en seguridad del Centro Latinoamericano para la Evaluación de la Credibilidad (CLEC), asegura que para no discriminar a las personas y no juzgarlas por su pasado que ha sido enmendado, las evaluaciones de esta clase se aplican con ciertos parámetros. Por ejemplo, pueden existir casos de personas que por diversas circunstancias tuvieron un pasado complicado. Por ello, se realizan preguntas que develen hechos más recientes de la vida de los evaluados.

    Antes de que a un individuo se le realice la prueba del polígrafo, debe efectuar varios test y pasar por entrevistas informales. Luego de cumplir estas fases, es ‘conectado’ al detector de mentiras.

    En el país no existe una prohibición que impida a las personas jurídicas utilizar estos métodos en la selección.

    El sistema
    Medidor de presión arterial. Se conecta en el brazo y emite información sobre el pulso y presión arterial. Tubos o sensores de goma.  Estos se colocan sobre el abdomen y se encargan de registrar la respiración. Dos placas de metal. Se conectan en los dedos para registrar la sudoración de la persona.

  • Culpable, lo dice una máquina

    Arturo Castillo. Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    ‘Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo’, sabia frase de José Ortega y Gasset, que no solo exonera al ser humano de los sentimientos de culpa arraigados en la cultura, sino que, además, deja claro que la infalibilidad es ajena a la naturaleza de los seres humanos.

    De otra parte, si es cierto que estamos aquí, en el mundo, para evolucionar, debemos admitir que ello solo es posible mediante el aprendizaje de nuestros desaciertos. Contradictoriamente, el mundo es fóbico a los errores, al punto de estigmatizar a quienes se equivocan.

    El mito de la perfección condena irreversiblemente a muchísimas personas. En ese sentido, el pasado puede constituir un peso aplastante, aunque la vida presente del sujeto sea ejemplar, satisfactoria para sí mismo. Así, las equivocaciones personales y profesionales pueden marcar indeleblemente al individuo, al grado de hacerle perder valiosas oportunidades.

    Eso se confirma con las pruebas de polígrafo que aplican algunas empresas. El sofisticado aparato no registra como ‘prueba superada’ situaciones como abuso de drogas, alcoholismo, enfermedades, conflictos diversos en trabajos anteriores, aunque la persona se haya redimido de sus culpas.

    Será difícil, si no imposible, convencer a la empresa contratante que esas fueron ‘locuras de juventud’, que ahora, con la madurez que dan los años, él es ahora un trabajador confiable, una excelente persona en todos los ámbitos.

    No deja de ser un acto de osadía, o de ingenuidad, someterse a la prueba del polígrafo a sabiendas de que el pasado aflorará, que la indiscreta máquina dejará al descubierto secretos guardados.

    Desde otra perspectiva, se trata, en rigor, de un acto intencionalmente malicioso, puesto que se sabe perfectamente que no hay ser humano sobre la faz de la tierra que no tenga algún tema oscuro en su vida, algo inconfesable.

    La prueba del polígrafo no deja de ser un juzgamiento moral, auspiciado por empresas conformadas por personas, muchas de las cuales no quisieran experimentar ese miedo paralizante de confesarse con un frío aparato.

    • «El sofisticado aparato no registra como prueba superada situaciones como abuso de drogas o alcoholismo».