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  • Semana laboral de 4 días ¿es posible?

    Redacción Quito (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La propuesta la lanzó, hace seis años, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pero en ese momento no se hicieron mayores esfuerzos por concretarla. Hoy, tras los impactos económicos de la pandemia, gobiernos y analistas vuelven a sacar a la luz la posibilidad de que los países se acojan a un esquema de semana laboral de cuatro días.

    En el 2014, el especialista de la entidad, John Messenger, aseguró que las largas jornada de trabajo estaban impactando en la salud de los seres humanos. Asimismo, planteó la posibilidad de que una semana laboral más corta podría generar más empleos y de mejor calidad, aun durante las crisis.

    Menos horas de trabajo aumentan la motivación, disminuyen el ausentismo y reducen el riesgo de errores y accidentes laborales”, argumentó en su momento. De esta manera refutó el pensamiento de que mientras más se trabaja más se produce.

    Con esta última tesis coincide Daniel Montalvo Figuero, director de la maestría en gestión del Talento Humano de la Universidad de las Américas (UDLA). Él asegura que este momento el trabajo por resultados es una realidad para las empresas, por lo que no es necesario cumplir un horario rígido. No ve descabellada la idea de una semana laboral corta.

    Además, agrega, el salario no tiene por qué reducirse ya que se realiza el mismo trabajo en un tiempo más reducido, por lo tanto habría más eficiencia.

    “Las personas entienden, actualmente, que deben cumplir una serie de responsabilidades y que eso lo pueden hacer en el tiempo que ellos consideren adecuado. La idea es que haya resultados”, detalla. Además, comenta que hay gente que incluso antes de la pandemia ya hacía sus tareas más rápidamente pero se quedaba en la oficina a cumplir un horario.

    Esto le pasaba a Andrea Paredes, quien antes de la pandemia laboraba como asistente administrativa en una empresa privada. En la anterior normalidad, todo su trabajo estaba listo los jueves tarde. “Los viernes eran eternos en la oficina, por lo que ayudaba a otros. Busco hacer las cosas bien y rápido. Una semana de cuatro días sería excelente para mí”.

    Tras la pandemia cayeron los prejuicios hacia formas de laborar más flexibles, como el teletrabajo, o la posibilidad de que el empleado organice su tiempo y cumpla las metas corporativas en un plazo fijado. Asimismo, la idea se entiende como una vía para la recuperación económica; la posibilidad de que la gente sea más productiva en menos tiempo permite impulsar, en algo, el consumo y turismo interno.

    “La reducción podría beneficiar a sectores que han sido de los más afectados en la pandemia”, señala Santiago Saa, socio de la consultora de talento humano Human Brand y docente universitario. Agrega que con tiempo libre para gastar, incluso algo mínimo, se dinamizaría la economía y se podrían mantener los puestos de trabajo o crearse otros.

    Claro está, que el mecanismo no es aplicable a todas las áreas de una organización, ni a todos los sectores productivos por los costos extras que generaría el tener que ampliar los equipos para laborar fuera del horario regular.

    Gobiernos de países como Nueva Zelanda, Canadá, Japón, entre otros, ya se han planteado la posibilidad de una semana laboral de cuatro días. A diferencia de la propuesta de OIT, sin embargo, algunos han planteado este esquema como una forma de reducir salarios y bajar el peso de la crisis.

    Empresarios como Cristian Ponce, dueño de una industria de productos de limpieza, aseguran que aplicar un ajuste de este tipo en el país es complejo, precisamente por el impacto en salarios y aportes a la seguridad social. Este momento, dice, es complicado que los trabajadores enfrenten más ajustes en cuanto a ingresos.

    Para la psicóloga y grafólaga empresarial María Elena Troya, gerenta de la firma Capital Humano, ajustar la semana pensando de esa manera puede generar una afectación de las relaciones productivas entre el trabajador y el empleador. La iniciativa debe enfocarse, dice, en reducir la sobrecarga laboral, evitar las enfermedades profesionales y más.

    “Las empresas que lo hagan deben buscar calidad en el trabajo. Para hacerlo deben ajustar sus indicadores”, de tal manera que siga obteniendo los resultados económicos esperados, señala.

    De aplicarse la metodología, además, los departamentos de recursos humanos deben comunicar a los trabajadores que la decisión no está relacionada con poca eficiencia o que están en un paso previo al despido. “Si se hacen mal las cosas, el personal puede caer en un duelo laboral”, dice Troya.

    Asimismo, los empleados que enfrenten una semana reducida pueden usar el tiempo que les sobre en realizar consultorías, generar emprendimientos o buscar una actividad laboral flexible, a decir de Eddy Troya, de la firma en recursos humanos Human Plus.

    1 Día de trabajo menos a la semana ayuda al distanciamiento social a las empresas que no pueden teletrabajar.

    La Organización Internacional del Trabajo (OIT) planteó esta posibilidad hace seis años, aunque poco caminó. Hoy, tras la pandemia, el tema vuelve a salir a escena. Foto de la página www.freepik.es
    La Organización Internacional del Trabajo (OIT) planteó esta posibilidad hace seis años, aunque poco caminó. Hoy, tras la pandemia, el tema vuelve a salir a escena. Foto de la página www.freepik.es
  • ¿Es posible el iPhone Made in USA’?

    Agencia AFP

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    Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, que puso el “made in USA” a la moda, ¿podrá Apple, una de las empresas más emblemáticas de Estados Unidos, seguir fabricando sus dispositivos en China?

    El nuevo Presidente prometió varias veces que obligaría a la marca de la manzana a repatriar su producción. Sin embargo, mientras muchos de los grandes grupos optaron tras la elección por prometer puestos de trabajo o inversiones en Estados Unidos, Apple se ha mantenido con un perfil mucho más bajo.

    Foxconn, una de sus principales subcontratistas, sin embargo, tiene previsto invertir USD 7 000 millones en una planta en EE.UU. para hacer pantallas planas.

    Pero el fundador del grupo taiwanés, Terry Gou, alimentó las especulaciones al afirmar que sus principales clientes estaban “dispuestos a invertir (en EE.UU.), incluyendo Apple”.

    La empresa fundada por el fallecido Steve Jobs se negó a hacer comentarios. Para Trip Chowdhry, analista de Global Equities Research, la empresa terminará fabricando dispositivos en EE.UU., y no únicamente para hacer un gesto político. “La tendencia es que hay que fabricar productos locales para mercados locales”, para que la cadena de suministro sea más adaptable y se puedan proponer dispositivos “a medida, para cada mercado”, argumenta.
    Rompecabezas logístico

    Sea o no por motivos políticos, Apple no está en la misma situación que los fabricantes de automóviles que han deslocalizado fábricas de Estados Unidos en el extranjero para reducir costos, dice Dan Panzica, experto en subcontratación manufacturera en la firma IHS. “Los puestos de trabajo de Apple nunca han estado aquí”, dice. “Toda la cadena de suministro se construyó en China”.

    Apple dispone en Asia de un complejo sistema de fabricación que va mucho más allá de los subcontratados que ensamblan sus dispositivos. Se apoya en un enorme sistema de fabricantes de componentes y repuestos.

    China le ofrece también importantes fuentes de materias primas y mano de obra barata, flexible y muy abundante, para ensamblar cada año decenas de millones de iPhone. Para Roger Kay, analista de Endpoint Technologies, sería “muy difícil de replicar” ese ­proceso con trabajadores estadounidenses, a menos que se opte por un sistema de automatización masiva, lo cual desvirtuaría el objetivo inicial de la creación de empleos.

    “No tiene sentido fabricar teléfonos aquí si se tienen que traer todos los componentes desde China”, estima Jack Gold, otro especialista en tecnología.

    Sacrificar márgenes

    La MIT Technology Review había considerado en junio varios escenarios, desde traer solo el ensamblaje a EE.UU. hasta la repatriación paralela de la fabricación de piezas, y había estimado el costo adicional de un iPhone 6S Plus entre USD 30 y 10.

    Es difícil imaginar que Apple arriesgue su condición de empresa más rentable del mundo para absorber ese costo adicional. “Apple nunca bajará sus márgenes de su producto estrella, el iPhone”, especialmente en el contexto actual de desaceleración de sus ventas, opina Ronan de Renesse, especialista en tecnología de consumo de la firma Ovum. ¿Los consumidores estadounidenses estarían dispuestos a pagar más por un iPhone “Made in USA”? Los analistas no están seguros. Para Jack Gold, Apple debería negociar con Washington, pero ello será simbólico. “Ellos ya han hablado de construir servidores aquí, y fabrican productos en volúmenes relativamente bajos en las plantas de Estados Unidos”, en particular, determinados ordenadores Mac, dice. “Pero me sorprendería ver una mudanza masiva de la producción a EE.UU.”.

    Impuestos y aduanas

    El gobierno de Trump no puede romper el modelo de negocio de la estrella de la tecnología estadounidense y, en definitiva, “seguramente habrá un compromiso”, como “los incentivos financieros o fiscales” contra la deslocalización de algunos modelos o dispositivos, estima Ronan de Renesse.

    Foxconn ya está tratando de hacer subir las ofertas entre los diferentes estados de EE.UU. para la concesión de terrenos, energía barata o exención de impuestos. Y Apple podría condicionar sus inversiones a una amnistía fiscal sobre la repatriación de su fondo de unos USD 200 000 millones en el extranjero. La ecuación también cambiaría si Trump impusiera fuertes aranceles a las importaciones chinas y Apple sería una de las primeras víctimas de eventuales represalias de Pekín.

    Bajo este contexto, la firma estadounidense marcó en el primer trimestre de su ejercicio de 2017 un nuevo récord histórico de ingresos, pero la mala noticia para la compañía liderada por Tim Cook fue que su beneficio neto volvió a caer (ver puntuales).

    Cifras de Apple

    La facturación del trimestre que cerró a fines de diciembre subió un 3,3% a 78 400 millones. En el período, Apple vendió 78,3 millones de iPhones, un récord en comparación con los 74,8 millones de teléfonos vendidos en el trimestre pasado.

    Las ganancias,  que se ubicaron en los USD 17 900 millones, estuvieron cerca de igualar el récord del mismo trimestre del año anterior, de 18 400 millones. La acción de Apple subió en principio casi un 3%, ya que sus resultados superaron las expectativas de los analistas.

    La fiebre por el iPhone continúa a escala global. La foto muestra la tienda de Apple en Central Pak, Nueva York. Foto: AFP
    La fiebre por el iPhone continúa a escala global. La foto muestra la tienda de Apple en Central Pak, Nueva York. Foto: AFP
  • FMI alerta de posible ‘bucle pernicioso»‘ si regresa la volatilidad financiera

    Agencia EFE

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    El FMI alertó el miércoles 13 de abril del 2016 que un «renovado» episodio de volatilidad financiera puede crear un «bucle pernicioso» de «frágil confianza, débil crecimiento, mayores tensiones en las condiciones financieras y alza de cargas de deuda» que llevaría a la economía global a un estancamiento.

    «Esto podría abocar a la economía global a un estancamiento económico y financiero. En este escenario, estimamos que el producto global podría caer casi un 4 %, respecto a nuestro escenario base, en los próximos cinco años», dijo el director del Departamento de Asuntos Monetarios del FMI, el español José Viñals, en el discurso de presentación del informe de ‘Estabilidad Financiera Global’.

    En los países avanzados, especialmente en Europa, el legado de la crisis se mantiene y los bancos encaran dificultades para adaptar su modelo de negocio al nuevo panorama de incertidumbre global, mientras que en los emergentes la caída de los precios de materias primas ha elevado la vulnerabilidad a medida que los colchones de seguridad se han ido reduciendo.

    Un hombre observa una pantalla que muestra información bursátil en Tokio (Japón) hoy, 13 de abril de 2016. Foto: EFE
    Un hombre observa una pantalla que muestra información bursátil en Tokio (Japón) hoy, 13 de abril de 2016. Foto: EFE