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  • Desde Pasochoa produce alimentos y cosméticos

    Redacción Sierra centro (I) redaccion@revistalideres.ec

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    La pequeña casa de Mariana Carvajal se convierte en un laboratorio tres veces a la semana en el barrio Pasochoa, al oriente de Ambato. La sala y la cocina se adecuan con baldes, ollas, cucharas y otros implementos que sirven para elaborar cosméticos y alimentos con granos y hierbas ancestrales. Sus productos llevan la marca Ecovie, que se relaciona con ecología y vida.

    La emprendedora, de 38 años, cuenta que en el 2012 su ilusión era vender leche de soya a sus amigos, familiares y vecinos. La necesidad de obtener un ingreso económico y elaborar dicha bebida le motivaron a capacitarse.

    Encontró un “papelito” en la calle donde le indicaban cómo hacer queso, yogur, productos de limpieza y de aseo personal. Invirtió USD 300 en el curso, que tuvo una duración de cuatro meses con el boliviano Edmundo Cabello.

    “Ella aprendió hacer leche de soya y a vender a los vecinos y amigos como era su ilusión. También ofrecía champú, jabón y yogurt en pequeñas cantidades”, cuenta su esposo, Víctor Cusñiay.

    En el 2015 la vendedora fue parte de las denominadas Ferias Ciudadanas, que se realizan en el mercado América los fines de semana. Para poder vender tuvo que ser parte de una asociación donde le ayudaron los técnicos del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

    “El primer fin de semana fue emocionante porque prepare 10 litros de leche de soya, de almendras y ajonjolí. También llevé dulces de sambo, mashua y camote. USD 15 fue la ganancia”, dice.

    Las siguientes semanas disminuyó la producción a cinco litros. Además, cambió la presentación de sus bebidas y dulces con nuevos embases.

    En 2016 Carvajal integró una asociación del cantón Píllaro. Los representantes le motivaron para participar en otras ferias en la provincia con sus productos.

    Allí promocionó leche de alpiste, leche de quinua, habas y arvejas tostadas tiernas. Estos productos no contienen colorantes, saborizantes y otros químicos. El vaso se comercializa a USD 0,50 y el litro parte desde USD 1,50.

    Otro de los logros de la emprendedora fue ser parte de Corporación Civil para el Desarrollo Económico de Ambato y Tungurahua (CorpoAmbato). La agencia de apoyo para los emprendedores le capacitó en imagen corporativa, plan de negocios, marketing, salubridad, entre otros.

    Los técnicos le asesoraron para conseguir el registro sanitario para alimentos y promocionar sus productos en ferias en Ambato, Quito, Guayaquil y otras ciudades. Mientras, una estudiante de la carrera de diseño de la Universidad Técnica de Ambato le elaboró el logotipo y la marca para alimentos y cosméticos.

    Los productos procesados con miel de abeja y mezclados con amaranto, quinua y granola se venden en una sola presentación. Los artículos de limpieza y de aseo personal que ofrece son jabón de manos con sábila, acondicionador capilar y crema.

    Además, cuenta en su portafolio de productos con champú para cabello en extractos de romero y ortiga negra, flores de manzanilla, miel de abeja, aceite de aguacate y extracto de papaya. Estos tienen un valor de entre USD 3 y 7.

    Mariana Carvajal promociona sus productos orgánicos Ecovie. Los fines de semana los vende en el mercado América, de Ambato. Foto: Fabián Maisanche / LÍDERES
    Mariana Carvajal promociona sus productos orgánicos Ecovie. Los fines de semana los vende en el mercado América, de Ambato. Foto: Fabián Maisanche / LÍDERES
  • Un consorcio produce y vende sus productos lácteos

    Redacción Sierra Centro 
    Contenido Intercultural (F)

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    Los 30 000 litros de leche que produce diariamente el Consorcio de Lácteos Tungurahua (Conlac-T) son de buena calidad. Se utiliza en la elaboración de quesos mozarella y frescos, leche enfundada y en cartones larga vida con la marca El Ordeño. Además yogurt de frutas y natural con la marca Quelac.

    Esta agrupación está integrada por cinco asociaciones localizadas en Pilahuín, Quero, Baños y Pelileo. Las queseras procesan

    2 500 litros diarios para producir 1 500 quesos que es el valor agregado. Además con 2 500 de leche se producen yogurt de frutas y natural, y manjar de leche.

    Fanny Masabanda, gerente del Consorcio, indica que al menos 25 000 litros se venden a las industrias El Ordeño, Tony y Parmalat. Como consorcio procesan 5 000 litros en la producción de sus derivados como quesos y yogurt. Los principales mercados son Guayaquil, Quito,
    Ambato y Latacunga. “Estamos trabajando con las asociaciones para la comercialización como consorcio de lácteos”.

    Esta firma tungurahuense factura en la venta de leche al menos USD 30 000 y con el valor agregado USD 40 000 mensuales.

    Masabanda recuerda que al inicio las ventas no superaban los USD 20 000. “Estamos creciendo con el apoyo técnico del Consejo Provincial de Tungurahua. Los técnicos nos asesoran y nos ayudan en la producción y capacitación constante de la mano de obra para ofrecer calidad”.

    Masabanda explica que el año pasado lograron comercializar 25 000 litros diarios y ahora subió a 30 000. A través de un proyecto con el Instituto de Economía Solidaria recibieron USD 50 000 y el consorcio puso como contraparte USD 5 000. Con los recursos iniciaron el emprendimiento. Equiparon los centros de acopio lechero en los sectores La Dolorosa y Tamboloma.

    Además financiaron la obtención de los Registro Sanitarios de sus productos lácteos y se equipó parte de las queserías. “Como Consorcio recibimos los productos procesados y nos encargamos de comercializamos”.

    El litro de leche procesada en cartón cuesta USD 1,20, el queso fresco USD 2,60; los dos litros de yogurt natural USD 3, el queso mozarella USD 3,50.

    Conlac-T tiene el apoyo de la Prefectura de Tungurahua. María Robalino, técnico de la Estrategia Agropecuaria, dice que trabajan en el fortalecimiento del consorcio de lácteos. Les capacitan en el procesamiento de la leche en quesos frescos, mozarella, manjar de leche y yogurt de frutas. Ella asegura que los productores obtengan leche de calidad trabajan en el manejo de los pastos, el ganado y las buenas prácticas del ordeño, con todos esos pasos logran obtener buenos productos. Al momento los productores cuentan con notificaciones sanitarias y los permisos de funcionamiento de sus microempresas lo que garantizan la calidad de los alimentos.

    Robalino menciona que constantemente trabaja en la capacitación y profesionalización a través de módulos de enseñanza. El 10% es teórico y el 90% de práctica en las ganaderías.

    Fanny Masabanda, gerente de Conla-T, se encarga de promocionar los productos en las ferias que se realizan en todo el país. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
    Fanny Masabanda, gerente de Conla-T, se encarga de promocionar los productos en las ferias que se realizan en todo el país. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
  • En Puembo se produce cerveza de herencia alemana

    Patricia González

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    En Bavaria, Alemania, la cerveza es una bebida arraigada en la cultura de ese país, incluso se consume junto con el desayuno. Allí vivió por cinco años, mientras estudiaba Administración de Empresas, Uli Hahl, un alemán de madre ecuatoriana, que reside en el Ecuador desde hace ocho años.

    La cerveza es parte de su cultura y herencia familiar -su bisabuelo tuvo una cervecería en Alemania a comienzos del siglo XX-. Durante su época universitaria, la elaboración de la bebida en casa se convirtió en un ‘hobby’.

    Cuando llegó al Ecuador se dio cuenta que al país le faltaba cultura cervecera. “La mayoría de las personas solo conocía la cerveza industrial”, comenta. Durante sus primeros años en el país, trabajó en negocios de importación, hasta que decidió emprender en la industria de la cerveza.

    El proyecto fue ideado hace cuatro años, junto con su socio Stefan Nestler, quien se sumó directamente desde Alemania. También se integraron como inversionistas tres primos de Hahl: Santiago Novillo, Andrés y Paúl Salas.

    Páramo Brauhaus (cervecería en alemán) arrancó operaciones en el 2014, en una casa en la parroquia de Puembo, en Quito, con una producción de 1500 litros de cerveza al mes. La inversión inicial que requirió el proyecto fue de USD 100 000.

    Un año después, se mudaron a una planta de mayores dimensiones, en Puembo, donde la producción actual es de 15 000 litros de cerveza al mes. Junto a la planta hay un restaurante de comida alemana, en el que atienden de viernes a domingo.

    La cerveza se compone de cuatro ingredientes básicos: agua, malta, lúpulo y levadura. Pero se pueden lograr diversos estilos, según las versiones de malta, lúpulo o levadura utilizados, y la temperatura a la cual se fermenta.

    Uli Hahl, gerente general de la cervecería, destaca la calidad de las cervezas artesanales que se producen en el país. Reconoce, no obstante, que aún falta experiencia y tecnología para lograr mejores productos.

    Páramo Brauhaus se inspira en la cerveza alemana. Desarrolla cerca de 15 estilos, siendo cinco los principales: Weissbier (rubia, de trigo, con toques de plátano), Altbier (roja y maltosa), Kölsch (rubia, refrescante), Pale Ale (aromática y frutal) y Stout (negra, con toques de café).

    Con la Pale Ale ganaron una medalla de plata en el concurso Cervezas de América, celebrado en Chile; donde también fueron merecedores de otra medalla de plata por una cerveza de temporada, denominada Weizenbock.

    Los productos de la cervecería se comercializan en locales de las cadenas Megamaxi y Supermaxi, en hoteles, bares y restaurantes. Entre las provincias de Pichincha y Guayas suma más de 50 clientes.

    En Birras, un restaurante-bar ubicado en el cantón de Samborondón (Guayas), se venden los productos de Páramo Brauhaus desde la inauguración del local, el pasado mayo. Semanalmente, Birras le compra 10 barriles.

    “Páramo se ha ganado un nombre en Birras. La gente llega para repetir el estilo de cerveza que más le gustó”, comenta Xavier Baquerizo, propietario.

    El estilo de mayor rotación en el local es Kolsch. La presentación de 300 mililitros en cualquier versión se vende a USD 3,50. La de 500 ml, a USD 6,50; mientras que la de 1 lt, en USD 9,99.

    En La Aurora, un restaurante localizado en el sector de La Floresta, en Quito, también se venden las cervezas Páramo Brauhaus, en todos sus estilos.

    “Es buena la rotación, porque el producto es de calidad y el precio también es competitivo”, resalta Diana Herrera, propietaria.

    El 2016, la cervecería facturó USD 450 000. Aunque el comienzo del año fue difícil, Hahl prevé un cierre de facturación superior al del pasado año, con buenas expectativas para el último trimestre. Para finales del 2017, la empresa cervecera proyecta comenzar a exportar a Alemania.

    Páramo Brauhaus produce 15 estilos de cerveza, en su mayoría inspirados en la cerveza alemana . Están en locales de Pichincha y Guayas. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Páramo Brauhaus produce 15 estilos de cerveza, en su mayoría inspirados en la cerveza alemana . Están en locales de Pichincha y Guayas. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Mama Murucuna produce tres harinas

    José Luis Rosales

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    Galletas, quimbolitos, tortillas y snacks de amaranto son parte de las innovaciones culinarias para incentivar el consumo de los productos andinos.

    El cultivo y procesamiento del amaranto, en sus variedades blanco y negro (ataco), y quinua son el motor de la Asociación de productores agrícolas orgánicos de Cotacachi Mama Murucuna (Granos Madres, en español), creada en el 2010.

    Los 15 campesinos que integran esta organización, que pertenecen a las comunas kichwas de Chilcapamba, Imantag, Azama y Morochos impulsan la reintroducción y cultivo de estos alimentos tradicionales, asegura su líder José Alberto Sánchez.

    Él recuerda que la organización no gubernamental Oxfam, de Italia, en el 2008, emprendió un programa para recuperar la producción de las tres variedades de granos, que casi desaparecen de las parcelas y mesas de las familias kichwas de la zona.

    Así campesinos como Silvia Cachimuel, socia y administradora encargada de Mama Murucuna, fueron conociendo los secretos para el cultivo. La campesina tiene 21 años, es bachiller técnico en agropecuaria y está a gusto en el trabajo de la organización.
    Al momento de la siembra del amaranto blanco la tierra debe tener buena humedad para la germinación y la formación de flores y frutos. En este cantón imbabureño se puede cultivar todo el año.

    La asistencia también apuntó a tecnificar los procesos de siembra y cosecha. La organización posee una máquina sembradora, de fabricación nacional, y dos trilladoras de procedencia brasileña.

    La primera ayudó a simplificar el trabajo de las mujeres, las encargadas de esparcir las semillas, comenta Cristian Paz, extécnico del Programa de Desarrollo Territorial Rural Oxfam Italia.

    Mientras que las trilladoras se usan para separar el grano de la hojarasca de amaranto, quinua, chocho, fréjol, arveja, lenteja, cebada y trigo. Pueden procesar 60 quintales por día, cada una. El gremio también posee una máquina escalificadora para obtener la quinua. En todos los equipos Oxfam invirtió alrededor de USD 35 000.

    A la par, se capacitó a los agricultores en la producción de semillas. Paz explica que con los miembros de los poblados se integró un comité de investigación agrícola, que se encargó de producir semillas de quinua, amaranto y ataco. Luego, las distribuyeron para que los productores de la zona las siembren en sus fincas.

    La labor del programa también incluyó el apoyo en búsqueda de mercado para comercializar los granos, la participación en ferias y el intercambio de conocimientos con otros campesinos.

    Una de la últimas implementaciones es la obtención de harinas de amaranto, ataco y quinua. El proyecto Más Mujeres, de Care Ecuador, apoyó con la adquisición de un molino. Eso les permite comercializar los diferentes glútenes en presentaciones de 500 gramos. Las ferias son sus vitrinas.

    Los agricultores como José Alberto Sánchez recuperan en las chacras los cultivos como ataco  o sangorache. Foto:  Francisco Espinosa para LÍDERES
    Los agricultores como José Alberto Sánchez recuperan en las chacras los cultivos como ataco o sangorache. Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES
  • Cuba produce sus primeros 7 000 portátiles y tabletas con tecnología china

    Agencia EFE

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    Cuba ensambló los primeros 3 500 portátiles y 3 583 tabletas en su única fábrica nacional, que funciona desde diciembre de 2016 con tecnología y materia prima chinas y espera producir 50 000 equipos este año, informan hoy medios oficiales de la isla.

    Los ordenadores serán destinados a empresas y organismos del Estado y forman parte de la «voluntad del Gobierno cubano de continuar ampliando, en la medida de las posibilidades financieras, la informatización segura de la sociedad», señala una nota de la estatal Agencia Cubana de Noticias.

    Los equipos se fabricaron con partes y componentes enviados por la empresa china Haier, que firmó con la isla un contrato de transferencia de tecnologías y se ha encargado además del entrenamiento de los operarios cubanos.

    La estatal Empresa Industrial para la Informática, las Comunicaciones y la Electrónica (Gedeme), perteneciente al Ministerio de Industrias, y la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) han sido las principales encargadas de poner en marcha y gestionar la nueva industria por la parte cubana.

    El jefe del Proyecto de Soluciones Informáticas de Gedeme, Fernando Fernández, explicó que esperan producir 50.000 unidades este año y adelantó que se crean las condiciones para fabricar las pantallas de los dispositivos.

    La especialista de Gestión de Calidad, Yolanda Domínguez, aseguró que la línea de producción pasa un «riguroso control» y afirmó que controlan la materia prima desde que toca tierra en Cuba para evitar «insatisfacciones en los clientes».

    Gedeme es la encargada del ensamblaje de los equipos y la comercialización en la cadena de tiendas mayoristas del país, mientras que la UCI aporta los sistemas operativos Nova, desarrollado por sus estudiantes, y las aplicaciones informáticas.
    La empresa china Haier provee toda la tecnología, las materias primas y garantiza los procesos de capacitación e intercambio técnico con los especialistas cubanos.

    Según la isla, la moderna línea híbrida de la fábrica cubana puede llegar a producir 120 mil unidades anuales de portátiles de sexta generación.

    Las tabletas se ensamblarán en dos modelos de 8 y 10 pulgadas, este último con accesorios y un teclado que permite su conversión a una mini-laptop y manejar capacidades de hasta un Terabyte de información

    En 2015, la cifra de ordenadores registrados en Cuba se elevó a 1.071,600, de ellos 546.100 con conexión a internet, de acuerdo con un informe de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) del país caribeño.

    Cuba es uno de los países con las tasas de penetración de internet más bajas del mundo.

    Como parte de una estrategia para aumentar la conectividad en la isla -una de las asignaturas pendientes de Cuba-, el monopolio estatal de las telecomunicaciones Etecsa inició en julio de 2015 la instalación de zonas wifi públicas, que ya suman más de 1.006 en todo el país y a las que se añadirán otras 180 a lo largo de 2017.

    Por muchos años la conexión en los hogares estuvo limitada solo a algunos profesionales, pero la semana pasada Etecsa comenzó la comercialización gradual del servicio en los casas, contratado de momento por 358 clientes que participaron en una prueba piloto que se puso en marcha en La Habana Vieja.

    Un recorrido por unA de las calles de La Habana. Foto: EFE
    Un recorrido por unA de las calles de La Habana. Foto: EFE
  • La ‘fábrica’ de dólares que produce más de 500 millones al día en Washington

    Agencia EFE

    «De aquí salen al día más de 500 millones de dólares en billetes recién creados«, afirma con una amplia sonrisa Donovan Elliot, operador de una de las imprentas de la Oficina de Grabado e Impresión (BEP) de Estados Unidos.

    «Cuidado, en ese carro, ahí van 50 000 dólares en billetes de uno», advierte Elliot a Efe desde una de las salas de impresión de la moneda más importante del mundo: el dólar.

    La Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense, es el que decide cuánto dinero se crea, pero es en la BEP donde esta tarea se desarrolla con diligencia y sin un solo momento de interrupción.

    La BEP se encuentra en pleno centro de Washington y, aunque no aparezca en las guías, es uno de los principales reclamos turísticos de la capital estadounidense.

    Elliot, como el resto de sus 800 trabajadores, trabaja rodeado de dinero. Planchas de billetes de uno, dos, cinco, diez, veinte, cincuenta y cien dólares. Miles de millones de dólares en todas las denominaciones.

    Las 24 horas del día, siete días a la semana, con turnos sucesivos y un continuado suceder de operarios. Solo en 2015 se emitieron billetes por valor de 560 millones de dólares al día, en total más de 7 000 millones de dólares. De fondo, el constante ruido de los tornos que no cesan de imprimir.

    «Aunque parezca mentira, a la semana te has acostumbrado. Hay tanto dinero por todas partes que te olvidas», subraya Lydia Washington, de la oficina de prensa de la institución, durante el recorrido de Efe por su interior.

    Solo dos instalaciones en todo EE.UU. producen dólares: la de Washington y la de Fort Worth, en Texas.

    Pese la impresionante cantidad de billetes que se realizan, el riesgo de la inflación no sobrevuela el edificio ya que más del 90% de los que se emiten cada año son usados para reemplazar los que se retiran de circulación por sus malas condiciones tras un prolongado uso.
    No todas las denominaciones, sin embargo, tienen la misma vida útil.

    El billete de un dólar, uno de los más populares, tiene una vida media de 5,8 años, comparado con el de 20 dólares que se mantiene en circulación una media de 7,9 años; y el más duradero es el de mayor valor, el de 100 dólares, que está operativo una media de 15 años.

    Dentro del BEP también trabajan historiadores, como Franklin Knoll, quien se encarga del departamento de archivos e investigación y para el que la fabricación de billetes es «una compleja mezcla de artesanía y arte con un gran componente tecnológico».

    Knoll explica a Efe que las primeras planchas de dólares federales fueron creadas en Nueva York en 1862, en plena Guerra Civil, por una empresa privada y luego enviadas a un sótano del actual edificio del Departamento del Tesoro, en la capital estadounidense, para que «se le pusieran los sellos oficiales, se cortaran y separaran cada uno de ellos».

    Antes de esa fecha, los billetes eran emitidos «bajo demanda» y respaldados por los diferentes bancos privados que existían en el país, lo que generaba complicaciones y problemas debido a la diversidad y variedad.

    En la década de 1920, se realizó una primera revisión del diseño, y se crearon billetes más pequeños, que son la base de los actuales, y más adelante se modernizó el proceso con nuevas máquinas más rápidas y eficaces.

    A lo largo de los años se han llevado a cabo varios rediseños de los billetes de más alta denominación, especialmente por cuestiones de seguridad y para combatir la falsificación.
    «Obviamente, falsificar un billete de un dólar no es muy rentable, así que hay menos presión sobre estas denominaciones», subrayó Knoll.

    Todos los billetes deben ser revisados por el Servicio Secreto de EE.UU., que es quien da finalmente la luz verde una vez se cumplen los estándares de seguridad.

    Otro de los elementos que complican aún más labor de los impresores de dólares, es que el dólar, como moneda de reserva internacional, es usado ampliamente fuera de las fronteras estadounidenses.

    De acuerdo con las últimas estimaciones, se calcula que entre la mitad y dos tercios del valor total de la moneda estadounidense en circulación se encuentra fuera de EE.UU. Sea donde sea que vayan a parar, no obstante, el acta de nacimiento se produce aquí, en la BEP.

  • El plástico se produce a la medida

    Evelyn Tapia

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    La historia de Plásticos de Litoral (Plastlit) comenzó de la mano del ‘boom’ bananero de la década de los setenta en Ecuador.

    A los 20 años, luego del fallecimiento de su padre Domingo Simon, Xavier Simon interrumpió sus estudios en Francia y el 3 de noviembre de 1969 fundó, en el km 11 de la vía a Daule, un negocio para atender a los productores de banano con las fundas plásticas para embalar los racimos. En esa época, la planta se levantaba sobre 500 m2 y tenía ocho empleados.

    En sus 46 años de trabajo, esta empresa familiar que pertenece al Grupo Simon, creció hasta ocupar 22 000 m2 industriales, para atender a un centenar de clientes y generar unos 650 empleos.

    A la producción de fundas para el banano se fueron sumando nuevos requerimientos y actualmente la empresa se concentra en la producción de envases descartables, para alimentos bajo la marca PlastiUtil. Esta abarca unas 90 variedades de artículos como vasos, cubiertos, platos, tarrinas etc.; además de empaques flexibles para alimentos y bebidas.

    Lev Ingerman, gerente de la empresa, explica que lo que le ha permitido a esta industria crecer en un escenario competitivo es la innovación constante y la capacidad de adaptarse a los requerimientos del cliente en formas, materiales, etc. “En empaques flexibles trabajamos con un sistema que se conoce como ‘tailor made’, es decir, a la medida de lo que pide el cliente. Cada uno nos da sus especificaciones, ya sea que quieran fundas con válvula, laminadas, en rollos, con diseños y medidas determinados”, señala.

    El ejecutivo añade que es la “única empresa en el país”, que elabora hace tres años empaques resortables, conocidos como ‘retort pouch’, que sustituyen a la hojalata metálica, en las que se envasa atún para exportación.

    La firma Tesalia Springs es una de los clientes de la empresa. Maritza Sánchez, encargada del área de Compras de Tesalia, señala que Plastlit ha demostrado puntualidad y responsabilidad durante más de 10 años de atención con etiquetas para sus marcas como Pepsi, Gatorade, Gallito, Tropical, Quintuples, entre otras.

    “Se han destacado por tener compromisos asumidos para contribuir al desarrollo económico sostenible con el objeto de mejorar y brindar el mejor servicio a todos sus clientes”, describe Sánchez a la gestión de Plastlit.

    Ingerman destaca que en los últimos años, el crecimiento de la clase media en el Ecuador ha permitido que la industria de alimentos, su principal clienta, tenga cada vez más actores, y por lo tanto, la demanda de plásticos en este segmento también se ha incrementado.

    De ahí que en el 2013 comenzó a operar la nueva planta de Plastlit, también ubicada en la vía a Daule, con una extensión de 6 000 m2, con la que la empresa adicionó 100 toneladas de producción mensualmente y ahora alcanza las 650 toneladas.

    “Estar orientados a alimentos y bebidas nos ha ayudado. Ha sido un rubro muy dinámico, cada vez hay más emprendimientos que usan (productos) descartables; en la familia ecuatoriana se está volviendo cada vez más habitual comer afuera”, cuenta Ingerman.

    A pesar de la difícil coyuntura del país, la empresa tiene planes de crecimiento el próximo año.
    Con una inversión de USD 1 millón, implementará una nueva maquinaria en el 2016. Además, el primer trimestre de ese año sacará al mercado una nueva línea de productos transparentes para alimentos (estuches de poliéster), que alcanzará una producción de 35 000 kilogramos al mes. “El 2016 será duro, pero pensamos que la demanda mantendrá un buen ritmo”, sostiene Ingerman.

    En esta máquina se producen los empaques resortables, conocidos como ‘retort pouch’. Plásticos del Litoral es la única empresa que los produce en el país. Fotos: Mario Faustos / LÍDERES
    En esta máquina se producen los empaques resortables, conocidos como ‘retort pouch’. Plásticos del Litoral es la única empresa que los produce en el país. Fotos: Mario Faustos / LÍDERES