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  • Venezolanos se protegen de la escasez con despensas caseras

    AFP

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    El «está barato, dame dos», sello del venezolano en tiempos de bonanza, ha sido desplazado en época de escasez por «es lo que hay» al momento de comprar cualquier producto para engrosar sus despensas caseras celosamente guardadas por temor a que mañana los anaqueles queden vacíos.

    «En donde había discos, libros o cosas delicatessen que comíamos de vez en cuando, ahora se resguarda el alimento de mañana porque no sabemos si habrá más. En mi casa tenemos reserva para unos seis meses», comenta a la AFP Stephanie Montenegro, una comunicadora de 23 años.

    En su departamento de tres habitaciones, al abrir un cajón de un mueble de la sala o el guardarropa de la recamara, se descubre una reserva de detergente, desodorante, champú, papel sanitario o cualquier alimento.

    El arraigado consumismo de los venezolanos, que antaño regresaban del extranjero cargados de compras porque todo les parecía barato debido a la sobrevaluación de la moneda, se ha modificado al ritmo de la creciente escasez que afecta a Venezuela desde hace unos años y que en este 2015 amenaza con recrudecerse.

    El índice de escasez es una de las mediciones mensuales del Banco Central, aunque desde hace casi un año no se conoce y el último dato disponible la ubicaba en una cuarta parte de alimentos y productos básicos.

    Ahora analistas la estiman en un tercio al menos. El presidente Nicolás Maduro achaca la escasez a una ‘guerra económica’ orquestada por empresarios y opositores, acusa a supermercados de ‘ocultar’ alimentos para generar ‘zozobra’ entre la población y alentar el descontento social. Pero los analistas la explican por el control de cambios vigente desde 2003, el empeño en mantener un dólar barato y la regulación de precios de alimentos y productos básicos.

    A ello se suma el desplome de los precios del petróleo que merma las divisas de Venezuela, que obtiene en el crudo 96% de sus ingresos. 

    El arraigado consumismo de los venezolanos se ha modificado al ritmo de la creciente escasez que afecta a Venezuela desde hace unos años. Foto: Santi Donaire/ EFE.
    El arraigado consumismo de los venezolanos se ha modificado al ritmo de la creciente escasez que afecta a Venezuela desde hace unos años. Foto: Santi Donaire/ EFE.
  • 2L Estos uniformes protegen la piel del trabajador

    Redacción Quito

    Luis Logaña junto a Marcia Ochoa, su esposa, afrontaron una dura crisis económica hace 18 años. En aquellos años se dedicaban a la comercialización de ropa y su negocio cayó estrepitosamente por el arribo de tiendas internacionales.

    Fue Abel, hermano de Logaña, quien -preocupado por la situación del emprendedor- le sugirió a la pareja confeccionar un traje impermeable, para el trabajo en las floricultoras. Luego de arriesgarse por la propuesta (Logaña recuerda que en aquellos años existían pocos comerciantes de estos trajes), los esposos empezaron a producir hasta 240 trajes cada mes, de manera ‘artesanal’.

    Los emprendedores, quienes ahorraron 1 250 sucres para comprar su primera máquina de coser y ahora cuentan con 14 selladoras térmicas de tejidos para elaborar 7 000 prendas de trabajo al mes, comentan que tardaron seis años en adquirir su materia prima sin intermediarios.

    Los uniformes de trabajo elaborados -en tela PVC- para las floricultoras son una pieza fundamental para la seguridad laboral. Así lo explica Édison Velasco, representante de Tonicomsa y que comercializa 300 trajes para fumigación con el logo de 2L al mes, desde hace 7 años.

    El nombre de la firma se deriva de las iniciales de Luis Logaña (2L) y es visible en los frontales de cada prenda. La línea de ropa térmica para el trabajo en cámaras de frío se borda con el nombre Jemel, un acróstico de las iniciales de los tres hijos de esta familia, que empezó a coser en la sala de su domicilio, ubicado en el sur de Quito, y que se amplió en el 2006 a una planta de 1 500 m². Esta tiene su sede en Tambillo (cantón Mejía), al suroeste de la urbe.

    Los productos de 2L cumplen con el principio básico de esta vestimenta: la durabilidad. Así lo explica Ximena Játiva, jefa de Compras de la empresa mayorista de insumos de seguridad industrial AMC. “Nuestros clientes visten unos 1 500 delantales para la poscosecha y 600 trajes de fumigación de 2L, en promedio, al mes”.

    45 colaboradores, un 70% mujeres, son quienes se encargan del diseño y corte de las piezas para cada modelo.

    Las piezas se unen con máquinas de termosellado, que garantizan el 100% de impermeabilidad y resistencia del producto. “Me gusta recorrer las industrias, identificar las necesidades que tienen y ofrecer una solución”, indica Logaña.

    Más de 20 modelos constan en el catálogo de 2L, entre enterizos para labores en alcantarillados, mandiles para camaroneras y demás industrias pesqueras, chaquetas para trabajo en zonas húmedas (petroleras), abrigos con reflectivos para empresas de obras públicas, entre otros.

    La firma de servicios petroleros Pec Project considera a 2L como un buen aliado. Así lo asegura Marco Chávez, jefe de Compras, quien explica que -dependiendo del número de obras que desarrollan- se proveen de 500 dotaciones de impermeables y overoles cada trimestre.

    Los testimonios de otros clientes consultados coinciden en que, más allá de la calidad de las prendas que elabora 2L y el estricto cumplimiento de los plazos, es el buen sentido del humor de Logaña y la amabilidad de su esposa, lo que se destaca de este emprendimiento familiar.

    Las anécdotas y los retos

    La maquinaria. Un vendedor les engañó hace más de una década con maquinaria inservible. Hoy, su maquinaria viene de Taiwán y Colombia.
    El terreno. La pareja fue  parte de los afectados por una empresa inmobiliaria que comercializaba terrenos ilegales.

    En su planta se está adecuando una bodega para almacenar  materia prima.

    La materia prima. 2L procesa un promedio de cinco toneladas de tela PVC al mes.

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